—El cielo en el País de las Maravillas estaba teñido de un tono anaranjado irreal, como si fuera la puesta de un sol que nunca existió. En un pequeño claro, cerca de un bosque torcido por la lógica distorsionada del lugar, una rama grande había caído al suelo. Aunque para cualquiera más parecería inofensiva, para Damon Chessire era una oportunidad perfecta para entretenerse.—

—Transformado en su forma gatuna, una pequeña figura similar a un gato con pelaje púrpura y gris a rayas, Damon se movía con agilidad entre las hojas y la rama caída, sus ojos brillando con diversión. Sus patas delanteras golpeaban la rama juguetonamente, como si fuera un ratón que intentaba escapar de su alcance. De vez en cuando, su cola se desvanecía y aparecía en un lugar completamente diferente, lo que solo hacía más evidente que estaba jugando consigo mismo, como un felino que busca su propia sombra.—

"Ah, qué simple placer."

—Le dio un manotazo a la rama, haciendo que rodara un poco más lejos—.

"Algo tan tonto, pero tan... entretenido. ¿No lo crees?"

—dijo, aunque no había nadie alrededor.—

—Rodó de espaldas, con la rama bajo sus patas, moviéndola de un lado a otro como si fuera lo más emocionante del mundo. Se giró de golpe y clavó las garras en la madera, soltando una pequeña risa gatuna mientras su cola se desvanecía y reaparecía entre las hojas del árbol cercano.—

"¿Por qué la gente siempre se complica con las grandes preguntas cuando todo lo que necesitas para ser feliz es... una rama y un poco de imaginación?"

—Hizo una pirueta en el aire, flotando brevemente antes de caer con gracia de vuelta sobre la rama.—

—Por un momento, dejó que solo sus ojos fueran visibles, brillando con un tono violáceo, mientras la rama rodaba de nuevo hacia él como si fuera parte de un juego entre ambos. Sus ojos aparecían y desaparecían a medida que Damon alternaba entre la visibilidad y la invisibilidad.—

—De pronto, decidió que era hora de llevar las cosas un paso más allá. Con un suave "miau", la rama se alzó en el aire, movida por su manipulación de la realidad. Giraba lentamente, como si estuviera viva, y Damon, aún en su forma de gato, la persiguió con un salto ágil. Su sonrisa apareció flotando mientras el cuerpo seguía en movimiento, una demostración perfecta de su habilidad para jugar tanto con el entorno como con las leyes de la física.—

"¡Oh, lo mejor de todo es que la rama cree que puede ganar!"

—exclamó mientras desaparecía por completo y luego reaparecía en la cima de la rama flotante, observando su propia creación—.

"Pero siempre gano yo. Porque en este juego... ¡las reglas no existen!"

—Finalmente, hizo que la rama cayera suavemente al suelo, como si se diera por vencida. Damon volvió a su forma humanoide, apoyándose en un árbol cercano, con una sonrisa satisfecha en el rostro.—

"Bueno, pequeña rama, fue divertido. Pero como siempre, me aburro rápido."

—Hizo un gesto como si despidiera a un amigo invisible—.

"Otro día, otro juguete. Tal vez la próxima vez, seas tú quien gane."

—Con eso, se desvaneció por completo, dejando solo su risa resonando suavemente en el aire, mientras la rama yacía inerte en el claro, como si nunca hubiera sido parte de un juego tan absurdo.—
—El cielo en el País de las Maravillas estaba teñido de un tono anaranjado irreal, como si fuera la puesta de un sol que nunca existió. En un pequeño claro, cerca de un bosque torcido por la lógica distorsionada del lugar, una rama grande había caído al suelo. Aunque para cualquiera más parecería inofensiva, para Damon Chessire era una oportunidad perfecta para entretenerse.— —Transformado en su forma gatuna, una pequeña figura similar a un gato con pelaje púrpura y gris a rayas, Damon se movía con agilidad entre las hojas y la rama caída, sus ojos brillando con diversión. Sus patas delanteras golpeaban la rama juguetonamente, como si fuera un ratón que intentaba escapar de su alcance. De vez en cuando, su cola se desvanecía y aparecía en un lugar completamente diferente, lo que solo hacía más evidente que estaba jugando consigo mismo, como un felino que busca su propia sombra.— "Ah, qué simple placer." —Le dio un manotazo a la rama, haciendo que rodara un poco más lejos—. "Algo tan tonto, pero tan... entretenido. ¿No lo crees?" —dijo, aunque no había nadie alrededor.— —Rodó de espaldas, con la rama bajo sus patas, moviéndola de un lado a otro como si fuera lo más emocionante del mundo. Se giró de golpe y clavó las garras en la madera, soltando una pequeña risa gatuna mientras su cola se desvanecía y reaparecía entre las hojas del árbol cercano.— "¿Por qué la gente siempre se complica con las grandes preguntas cuando todo lo que necesitas para ser feliz es... una rama y un poco de imaginación?" —Hizo una pirueta en el aire, flotando brevemente antes de caer con gracia de vuelta sobre la rama.— —Por un momento, dejó que solo sus ojos fueran visibles, brillando con un tono violáceo, mientras la rama rodaba de nuevo hacia él como si fuera parte de un juego entre ambos. Sus ojos aparecían y desaparecían a medida que Damon alternaba entre la visibilidad y la invisibilidad.— —De pronto, decidió que era hora de llevar las cosas un paso más allá. Con un suave "miau", la rama se alzó en el aire, movida por su manipulación de la realidad. Giraba lentamente, como si estuviera viva, y Damon, aún en su forma de gato, la persiguió con un salto ágil. Su sonrisa apareció flotando mientras el cuerpo seguía en movimiento, una demostración perfecta de su habilidad para jugar tanto con el entorno como con las leyes de la física.— "¡Oh, lo mejor de todo es que la rama cree que puede ganar!" —exclamó mientras desaparecía por completo y luego reaparecía en la cima de la rama flotante, observando su propia creación—. "Pero siempre gano yo. Porque en este juego... ¡las reglas no existen!" —Finalmente, hizo que la rama cayera suavemente al suelo, como si se diera por vencida. Damon volvió a su forma humanoide, apoyándose en un árbol cercano, con una sonrisa satisfecha en el rostro.— "Bueno, pequeña rama, fue divertido. Pero como siempre, me aburro rápido." —Hizo un gesto como si despidiera a un amigo invisible—. "Otro día, otro juguete. Tal vez la próxima vez, seas tú quien gane." —Con eso, se desvaneció por completo, dejando solo su risa resonando suavemente en el aire, mientras la rama yacía inerte en el claro, como si nunca hubiera sido parte de un juego tan absurdo.—
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