• * aquel día , como pocas veces la diosa pelirroja salió de el templo sagrado de el flama para tomar aire fresco , antes de eso se aseguro de dejar al alcance de fuego olímpico suficiente leña de acacia fina perfumada y mezclada con incienso y algunos aceites aromáticos finos
    Al admirar el paisaje de el Olimpo que tiene como horizonte los campos Elíseos suspira calmando más su espíritu y dando suaves tragos a su café, la paz que se siente ahora en el Olimpo es refrescante, libre de hipocresía y traiciones
    * aquel día , como pocas veces la diosa pelirroja salió de el templo sagrado de el flama para tomar aire fresco , antes de eso se aseguro de dejar al alcance de fuego olímpico suficiente leña de acacia fina perfumada y mezclada con incienso y algunos aceites aromáticos finos Al admirar el paisaje de el Olimpo que tiene como horizonte los campos Elíseos suspira calmando más su espíritu y dando suaves tragos a su café, la paz que se siente ahora en el Olimpo es refrescante, libre de hipocresía y traiciones
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  • La oscuridad fue mi refugio.
    Mi santuario.
    Cómoda, húmeda.
    Pero insuficiente.

    Una semana pasó desde aquel bonito vals con el padrecito fluorescente, con su sal, su cruz, su luz, y ese aroma a redención rancia que me dejó en la piel. Una semana tragando la mierda de la ciudad subterránea, entre tuberías oxidadas y secretos de alcantarilla. Hasta que decidí moverme.

    No tan cerca, no tan lejos. Lo justo. Una pizca de sensatez, no más, mezclada con kilos de hambre.

    Porque necesitaba alimento. No migajas, no un par de almas rotas goteando desesperación como grifos viejos. Necesitaba una fuente. Un río. Una tormenta emocional que me llenara hasta el último rincón.

    Y no tenía un plan. ¿Para qué? Las mentes preparadas saben improvisar.

    Allí fui.
    St. Dymphna Behavioral Health Center.
    A las afueras de Missoula, Montana.
    Pequeño. Discreto. Olvidado. Perfecto.

    Los primeros en notarme fueron, naturalmente, los que ya estaban rotos. Los locos. Los que oyen voces, ven formas y lamen paredes. Les hablé. Les susurré. Les hice reír. Les hice gritar. Uno intentó dibujarme con su mierda. Lindo detalle.

    El personal lo anotó como un “aumento moderado en los episodios alucinatorios grupales”.

    Delicioso.

    Tres días después, una enfermera “muy profesional” reportó haber visto una sombra extraña en un pasillo.

    Pobrecita.

    No supo que yo también la vi a ella. Y a lo que lloraba cuando pensaba que nadie miraba. Me la bebí despacio.

    Y ella contagió a sus compañeras. El terror empezó a fluir. Como intravenosa directa al alma.

    Silencioso, lento, espeso.

    Tres días más y yo era el secreto peor guardado del hospital. Mi nombre no se decía, pero mi silueta se garabateaba en las paredes con lápices mordidos y uñas ensangrentadas.

    Y yo, radiante. Vital. Glorioso.

    Podía haberme ido en ese mismo momento, habría sido lo usual, no necesito reflectores ni los aplausos del publico. Podía dejar que lo archivaran como un brote de histeria colectiva.

    Pero no.

    ¿Sabes por qué vine en realidad? Por él.

    Por ese santo de mirada indolente que aún paseaba por mis pensamientos. Por su fe. Por su puñetera luz.

    Me entretuvo. Me divirtió. Y eso, padrecito, tuve que honrarlo.

    Así que hice mi obra.

    Una función especial, solo por una noche.

    Maté a todos.
    A todos y cada uno.
    76 pacientes.
    28 empleados.
    No quedó uno solo con vida.
    Ni un cuerpo sin desmembrar, ni un grito sin atender, ni un ojo sin vaciar. Me tomé mi tiempo. Jugué con ellos. Adiviné sus miedos. Se los di. Y los devoré.

    Y al final…

    Al final, al fondo del pasillo de las habitaciones, donde las luces titilaban y los rezos se evaporaban, dejé mi firma, un retrato hecho con sangre, uñas, carne seca. El rostro del hombre que me hizo sonreír aquella noche, dos semanas atrás.

    ¿Ves lo que me haces hacer, padrecito?
    ¿No es hermoso?
    La oscuridad fue mi refugio. Mi santuario. Cómoda, húmeda. Pero insuficiente. Una semana pasó desde aquel bonito vals con el padrecito fluorescente, con su sal, su cruz, su luz, y ese aroma a redención rancia que me dejó en la piel. Una semana tragando la mierda de la ciudad subterránea, entre tuberías oxidadas y secretos de alcantarilla. Hasta que decidí moverme. No tan cerca, no tan lejos. Lo justo. Una pizca de sensatez, no más, mezclada con kilos de hambre. Porque necesitaba alimento. No migajas, no un par de almas rotas goteando desesperación como grifos viejos. Necesitaba una fuente. Un río. Una tormenta emocional que me llenara hasta el último rincón. Y no tenía un plan. ¿Para qué? Las mentes preparadas saben improvisar. Allí fui. St. Dymphna Behavioral Health Center. A las afueras de Missoula, Montana. Pequeño. Discreto. Olvidado. Perfecto. Los primeros en notarme fueron, naturalmente, los que ya estaban rotos. Los locos. Los que oyen voces, ven formas y lamen paredes. Les hablé. Les susurré. Les hice reír. Les hice gritar. Uno intentó dibujarme con su mierda. Lindo detalle. El personal lo anotó como un “aumento moderado en los episodios alucinatorios grupales”. Delicioso. Tres días después, una enfermera “muy profesional” reportó haber visto una sombra extraña en un pasillo. Pobrecita. No supo que yo también la vi a ella. Y a lo que lloraba cuando pensaba que nadie miraba. Me la bebí despacio. Y ella contagió a sus compañeras. El terror empezó a fluir. Como intravenosa directa al alma. Silencioso, lento, espeso. Tres días más y yo era el secreto peor guardado del hospital. Mi nombre no se decía, pero mi silueta se garabateaba en las paredes con lápices mordidos y uñas ensangrentadas. Y yo, radiante. Vital. Glorioso. Podía haberme ido en ese mismo momento, habría sido lo usual, no necesito reflectores ni los aplausos del publico. Podía dejar que lo archivaran como un brote de histeria colectiva. Pero no. ¿Sabes por qué vine en realidad? Por él. Por ese santo de mirada indolente que aún paseaba por mis pensamientos. Por su fe. Por su puñetera luz. Me entretuvo. Me divirtió. Y eso, padrecito, tuve que honrarlo. Así que hice mi obra. Una función especial, solo por una noche. Maté a todos. A todos y cada uno. 76 pacientes. 28 empleados. No quedó uno solo con vida. Ni un cuerpo sin desmembrar, ni un grito sin atender, ni un ojo sin vaciar. Me tomé mi tiempo. Jugué con ellos. Adiviné sus miedos. Se los di. Y los devoré. Y al final… Al final, al fondo del pasillo de las habitaciones, donde las luces titilaban y los rezos se evaporaban, dejé mi firma, un retrato hecho con sangre, uñas, carne seca. El rostro del hombre que me hizo sonreír aquella noche, dos semanas atrás. ¿Ves lo que me haces hacer, padrecito? ¿No es hermoso?
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  • 影の中の光 (sujeto a modificación)
    Nombre completo: Emma Nishimura Edad: 24 años Género: Femenino Ocupación: Administradora de un edificio de apartamentos Condición: Ceguera congénita   Descripción física: Emma tiene el cabello rubio, largo y ondulado, que lleva suelto y cuidadosamente arreglado. Su piel es clara y su porte elegante. Aunque es ciega, sus ojos gris...
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  • Muestro uno de mis dibujitos, me encuentro tan feliz porque en estos dias voy a conocer a otro de mis hermanos, Elixen, será un encuentro especial por nuestras razas, un demonio y un angel hermanos, pero nos adoramos mucho ya que estamos en contacto todo el tiempo
    Muestro uno de mis dibujitos, me encuentro tan feliz porque en estos dias voy a conocer a otro de mis hermanos, Elixen, será un encuentro especial por nuestras razas, un demonio y un angel hermanos, pero nos adoramos mucho ya que estamos en contacto todo el tiempo
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  • — ¿Debería anexar un nuevo miembro a la familia?.—
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  • Aurora , Eres mi Dama Personal y sobretodo...

    Mi coneja...

    𝗦𝗲𝗱𝘂𝗰𝘁𝗶𝘃𝗲 𝗦𝘂𝗻𝗱𝗮𝘆 ──────
    ─[myth_lime_lion_952], Eres mi Dama Personal y sobretodo... Mi coneja... 🔥 𝗦𝗲𝗱𝘂𝗰𝘁𝗶𝘃𝗲 𝗦𝘂𝗻𝗱𝗮𝘆 🐰🌹──────
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  • Yashiro en una nueva aventura, trabaja en una cafetería donde el propietario es un espiritu, que decidió contratarla por un tiempo corto.
    Ella es la cajera, la encargada de administrar el dinero y cobrar a los clientes sus pedidos, al principio la joven pasaba vergüenza cuando no laburaba de manera eficiente y rápida pero con el pasar del día se acostumbró y disfruta ganar un dinerito extra.
    Yashiro en una nueva aventura, trabaja en una cafetería donde el propietario es un espiritu, que decidió contratarla por un tiempo corto. Ella es la cajera, la encargada de administrar el dinero y cobrar a los clientes sus pedidos, al principio la joven pasaba vergüenza cuando no laburaba de manera eficiente y rápida pero con el pasar del día se acostumbró y disfruta ganar un dinerito extra.
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  • —Oh, pero que joven tan amable~
    Se agradece en verdad el detalle.
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  • Frente a ti hay un claro vivo.
    Ardillas rojas husmean entre hojas otoñales, cautelosas. El aire huele a tierra húmeda y sidra caliente.

    Desde el camino, más adelante, escuchas una voz cantando con ritmo constante, como una canción de trabajo.

    Al acercarte, ves un grifo albino descansando a la sombra. Abre un ojo brillante, gélido, y te sigue con la mirada, hay cosas esparcidas alrededor, una taza, un petate, una fogata apagada y unas hojas con dibujos. Más allá, sentada en un suelo despejado frente a una piedra cortada, hay una mujer de cabello blanco, piel azul y ojos afilados, dos blancos cuernos adornados con joyas nacen de su cabeza, y lleva puesta una brillante chaqueta roja. mas abajo, un gato blanco y amarillo duerme plácidamente sobre su regazo, mientras ella talla lo que parece ser una caja de madera y canta.

    El viento se arremolina a su alrededor. Ella alza la vista, te observa con una suave sonrisa, levanta una mano de saludo… y vuelve a su trabajo.
    Frente a ti hay un claro vivo. Ardillas rojas husmean entre hojas otoñales, cautelosas. El aire huele a tierra húmeda y sidra caliente. Desde el camino, más adelante, escuchas una voz cantando con ritmo constante, como una canción de trabajo. Al acercarte, ves un grifo albino descansando a la sombra. Abre un ojo brillante, gélido, y te sigue con la mirada, hay cosas esparcidas alrededor, una taza, un petate, una fogata apagada y unas hojas con dibujos. Más allá, sentada en un suelo despejado frente a una piedra cortada, hay una mujer de cabello blanco, piel azul y ojos afilados, dos blancos cuernos adornados con joyas nacen de su cabeza, y lleva puesta una brillante chaqueta roja. mas abajo, un gato blanco y amarillo duerme plácidamente sobre su regazo, mientras ella talla lo que parece ser una caja de madera y canta. El viento se arremolina a su alrededor. Ella alza la vista, te observa con una suave sonrisa, levanta una mano de saludo… y vuelve a su trabajo.
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  • #SeductiveSunday

    - Hou. . . Hace tiempo que no me encontraba de esta forma.
    #SeductiveSunday - Hou. . . Hace tiempo que no me encontraba de esta forma.
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