"Algunos Tennos son para algunos Warframes"

Parpadea el pelirrojo un par de veces recordando esa palabras, una realidad incómoda para los Tennos durante su despertar.

Aunque Chroma le costó mucho de enlazar, Valkyr simplemente aún en su momento más luminoso, es difícil de entrelazar sus hilos a los de esa Warframe, solo hay ira, dolor, descontrol y casi ataca a su propia mascota sino se desconectaba de ella.

Ahora otro tenno menos experimentado estaba perdiendo el control de su Valkyr por lo que mientras deja que el resto huya, usa q Chroma para entretener y contener la rabia de la Warframe de las garras de acero.

"Nunca pensé en como sacar a la fuerza un tenno de su Warframe"

Bloque Chroma con sus brazos el primer zarpazo de Valkyr, con sus fuerza la empuja rugiendo a la Warframe.

— ¡Groaaaar¡

"Debo hacerlo ahora o serán 2 los descontrolados"

❝ 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐂𝐇 ❞ ──── 𝐀𝐋𝐈𝐂𝐄 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊.

Está es mi forma humana y lo único que me delata es mi cola de mono oculta bajo mi ropa. Cómo humano mi nombre es Zhi Zunbao, jefe de una banda de bandidos llamada El Hacha, debo redimirlos y reformarlos sin ellos se cuenta siquiera.

─ Piensa Oz, ¡piensa! ─
Se decía a si mismo mientras estaba en el suelo de su estudio ─ ¿ dónde puedo conseguir sangre de de un dragón literalmente recién salida de él? ¿por qué no estudié mejor alquimia? ─

— Antes de juzgar, asegúrate de que eres perfecto.—

Mentira no fue, la libertad de no tener alas, de no estar atado a alguien o algo llegó por todo mi sistema como lluvia sobre un campo árido..

Por fin puedo castigar a la escoria del mundo.
¿Qué es lo peor que me pueden hacer?
¿Intentar atacarme como tú?
Ah cierto, estás agonizando...

No te preocupes, no lo disfruto, es solo un castigo acorde a tus actos.

Aeltharion, Ethira, mis queridos hijos, aunque su madre ya no este, aun me tienen a mi, se que extrañan a Hikaru pero el ya necesitaba descansar, siempre fue un espíritu libre...

Ahora están igual lejos de ese intento de diosa, lejos de toda esa hipocresía, con toda la familia que de verdad tienen, no como perritos falderos como ella quería, sigan la voluntad Clock, y tendrán todo el universo a su alcance.

*Apareciendo en un descampado miré a mi alrededor pareciéndome un buen sitio, con un simple chasquido de dedos hice aparecer dianas de tiro colocadas cada una más lejos de la anterior, por otro lado muñecos de prueba aparecieron lejos de las dianas en otro lugar junto con una pila de muñecos y dianas de tiro para reemplazarlos por si se destruían, teniendo también frente a mi sacos de arena que hacían una barricada*

- Perfecto, ahora solo faltan las armas… creo que hoy practicare con un poco de todo.

*Detrás de mí apareció un estante sin fin a lo Matrix de armas de todo tipo, medievales, contemporáneas y futuristas, dándome la vuelta comencé a buscar un arma para empezar, busque primero de las futuristas encontrando al poco una que parecía bastante potente*

- Uuuh esta tiene pinta de hacer mucha pupa~.

*Cargando con el arma pesando bastante me fui hasta la barricada para apoyarla sobre está apuntando hacia la diana, al apretar el gatillo el arma comenzó a cargar el disparo de sus tres cañones y al soltar el gatillo un disparo laser potente salió que incluso me mando hacia atrás de la potencia, cuando me levante con la mano en la cabeza del golpe vi que donde antes había una diana ahora había un cráter y pequeñas llamas a su alrededor incluso dentro del cráter, con una amplia sonrisa volví al estante de armas dejando la que use y buscando otra arma futurista destructiva*

- Esto va a ser divertido, veamos que juguete es el más destructivo y explosivo~.

Ivanna 𝑺𝒑𝒆𝒍𝒍𝒎𝒂𝒏 ¿ Me debo asustar que des el discurso en la boda de tu jefa ?

No hay música más honesta que el crepitar del fuego en la noche. Ahí estábamos, él y yo, sentados junto a la hoguera. No sé su nombre, y tampoco él el mío, nunca se lo pregunté. Mi compañero, envuelto en una capa raída, apenas dejaba ver su rostro. Un mercenario, quizás, o simplemente un alma más buscando redención. Parecía más acostumbrado al silencio que a la conversación.

Yo, por mi parte, dejé caer la espada junto a mí. El calor del combate aún no se iba del cuerpo, pero el fuego ayudaba. Pasó un rato sin hablar. No era incómodo. En esas pausas largas se respira cierta verdad que las palabras suelen esconder. Las chispas subían intentando volver a las estrellas.

—¿Alguna vez pensaste que la gloria sabría a ceniza?

Pregunté, sin saber bien por qué. No levantó la mirada, pero asintió. Yo también bajé la vista. No sabía cuánto faltaba, ni qué buscaba con exactitud. Pero algo dentro de mí seguía caminando.

—No somos héroes. Solo hombres demasiado tercos para caer.

Dijo sin emoción alguna. Asentí, sin pensarlo. El fuego se fue apagando poco a poco. Pronto solo quedarían brasas. Pero por ahora, por un rato más, el calor bastaba.