• Akane miraba a su abuela Jennifer Qᵘᵉᵉⁿ , la imponente reina Ogresa, con una mezcla de respeto y determinación. El trato era simple: si lograba golpearla, ella le enseñaría a controlar su nueva transformación.

    Pero sabía que no podía hacerlo con fuerza bruta, no ahora. Desde que se convirtió en una pequeña goblina, su resistencia y fuerza se habían desplomado, pero algo cambió dentro de ella. Su mente estaba más clara, su entendimiento más agudo. Las máquinas, los mecanismos, todo tenía sentido de una forma en la que nunca lo había experimentado antes.

    Entonces, la estrategia estaba clara: si no podía vencerla con fuerza, lo haría con inteligencia.
    Durante días, Akane trabajó en trampas, en pequeños dispositivos que pudiera usar a su favor. Creó engranajes ocultos, sistemas de disparo y una versión mejorada de su arma más fuerte. Sabía que un disparo no afectaría a su abuela, pero no tenía que derribarla… solo hacer contacto.

    "Estoy lista!!"


    Akane miraba a su abuela [Jeni], la imponente reina Ogresa, con una mezcla de respeto y determinación. El trato era simple: si lograba golpearla, ella le enseñaría a controlar su nueva transformación. Pero sabía que no podía hacerlo con fuerza bruta, no ahora. Desde que se convirtió en una pequeña goblina, su resistencia y fuerza se habían desplomado, pero algo cambió dentro de ella. Su mente estaba más clara, su entendimiento más agudo. Las máquinas, los mecanismos, todo tenía sentido de una forma en la que nunca lo había experimentado antes. Entonces, la estrategia estaba clara: si no podía vencerla con fuerza, lo haría con inteligencia. Durante días, Akane trabajó en trampas, en pequeños dispositivos que pudiera usar a su favor. Creó engranajes ocultos, sistemas de disparo y una versión mejorada de su arma más fuerte. Sabía que un disparo no afectaría a su abuela, pero no tenía que derribarla… solo hacer contacto. "Estoy lista!!"
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  • "I'll pray with my hands together,
    God, you're a twisted person.
    My strong heart is about to break soon.
    Whatever you do it will ruin it.
    What a shame, I believe
    Even if I separate myself from you
    Even if I forget about me one day.

    Aah! I don't need words anymore
    I'm even more familiar with it
    Sorry God, you're a lie
    You're strong. Hey! laughing it off
    I think I can twist my destiny with you

    I want to cry on a lonely night
    I'll pray, I have to be lonely.

    All I can do is draft draft
    I can't vomit because I want to hide my weak self?

    A tedious wind blows.
    Cats are dreaming too.
    We weren't born to be hurt.

    If someone goes on a rumour about you as the worst, I believe it
    I don't dare say it,
    I realize how kind you are

    Aah! I don't need words anymore,
    I'm even more familiar with it.
    I want to be an understanding more than God
    If it's a tragedy, hey, let's make it a comedy.

    I'm like a comedy, I know it
    You don't have to say it
    Eyes always
    There's no secret."
    "I'll pray with my hands together, God, you're a twisted person. My strong heart is about to break soon. Whatever you do it will ruin it. What a shame, I believe Even if I separate myself from you Even if I forget about me one day. Aah! I don't need words anymore I'm even more familiar with it Sorry God, you're a lie You're strong. Hey! laughing it off I think I can twist my destiny with you I want to cry on a lonely night I'll pray, I have to be lonely. All I can do is draft draft I can't vomit because I want to hide my weak self? A tedious wind blows. Cats are dreaming too. We weren't born to be hurt. If someone goes on a rumour about you as the worst, I believe it I don't dare say it, I realize how kind you are Aah! I don't need words anymore, I'm even more familiar with it. I want to be an understanding more than God If it's a tragedy, hey, let's make it a comedy. I'm like a comedy, I know it You don't have to say it Eyes always There's no secret."
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  • — No es necesario que te quedes allí mirando, puedes pasar. Solo procura no desperarme cuando me duerma.

    Llevaba 3 dias sin dormir, casi no estaba consciente de lo que decia. (?)
    — No es necesario que te quedes allí mirando, puedes pasar. Solo procura no desperarme cuando me duerma. Llevaba 3 dias sin dormir, casi no estaba consciente de lo que decia. (?)
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  • La rosa del silencio ●● Capítulo 5 - No eres lo que dices ser
    Verdades prohibidas   Tras dejar el refugio impecable, con la comida caliente y una pequeña nota en la mesa que decía: “Vuelvo pronto”, Kari emprendió camino hacia la biblioteca más cercana, ubicada a media hora de la aldea. Aún le rondaban aquellas palabras de él, su nombre Thuri, sus palabras que mas parecian reflexiones simples,...
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  • Muchas gracias por su solicitud, espero pronto podamos entablar una conversación amena.
    Soy Daozhang Xiao Xingchen
    Muchas gracias por su solicitud, espero pronto podamos entablar una conversación amena. Soy Daozhang Xiao Xingchen
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  • "El cielo que no me nombra"
    Relato de Perséfone Cada año, cuando cruzo la frontera entre la sombra y la luz, la tierra tiembla suavemente. No de miedo, sino de anticipación. Las raíces despiertan, los brotes empujan la tierra dormida, y el aire vuelve a oler a cosas vivas. Camino descalza sobre el primer pasto nuevo, y la vida vuelve a recordar mi nombre. Soy Perséfone, la que regresa....
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  • ❝ 𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥 𝐖𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐏𝐫𝐚𝐝𝐚. ❞

    ( https://youtu.be/2aSHYRN3AVU?si=LqXZjR1phgaLz2N6 )
    ❝ 𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥 𝐖𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐏𝐫𝐚𝐝𝐚. ❞ ( https://youtu.be/2aSHYRN3AVU?si=LqXZjR1phgaLz2N6 )
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  • Limpio la sangre con la misma delicadeza con la que sirvo el té… y ambas tareas me resultan igual de placenteras.~
    Limpio la sangre con la misma delicadeza con la que sirvo el té… y ambas tareas me resultan igual de placenteras.~
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  • "Moras al amanecer"
    Fandom Mitología
    Categoría Slice of Life
    El amanecer llegaba lento sobre los campos de Eleusis. Perséfone caminaba descalza, sintiendo la frescura del rocío sobre la tierra. La túnica ligera se le pegaba a los tobillos, manchada por el polvo dorado del camino. En una mano llevaba una pequeña cesta vacía; en la otra, sostenía un racimo de moras que arrancaba directamente de los arbustos. El zumo oscuro teñía sus dedos, como si el inframundo no la dejara del todo.

    Cada paso entre las higueras y olivos era una caricia del mundo que siempre debía abandonar. Había aprendido a no contar los días. Lo que se vive con intensidad no necesita calendario. En la superficie, todo era sol, tierra fértil, risas suaves al fondo del templo. Allá abajo, todo era eco, silencio y la eternidad detenida.

    Hoy era uno de esos días simples que tanto atesoraba.

    —¿Ya te fuiste a perder entre los matorrales otra vez? —preguntó Deméter desde la linde del campo, con una sonrisa indulgente y una trenza mal hecha cayéndole sobre el hombro.

    Perséfone alzó la cesta, orgullosa. Moras, higos y algunas flores de azafrán. Ingredientes para el pan dulce que tanto gustaba a las niñas del templo. Su madre tomó la cesta sin decir más y juntas regresaron al hogar de piedra y arcilla, donde el fuego ya ardía.

    El interior olía a levadura, a madera quemada, a vida doméstica. Perséfone molía las moras con un mortero de bronce. El jugo, oscuro como el vino, se escurrió entre sus dedos otra vez. Por un momento, su mente volvió al Inframundo. A las granadas que Hades le ofrecía con esos ojos que nunca parpadeaban. A los jardines fríos donde florecían lirios negros. No era tristeza lo que sentía… era pertenencia dividida.

    —¿En qué piensas, hija? —preguntó Deméter sin mirarla.

    —En que el sabor de las moras no cambia, arriba o abajo.

    Deméter no respondió. Ambas sabían que la separación era inevitable, que el mundo la reclamaba en dos mitades.

    Al mediodía, el pan de moras se servía bajo la higuera más vieja del jardín. Las sacerdotisas se sentaban alrededor, como niñas, con los pies descalzos y las faldas recogidas. Reían por cualquier cosa. Perséfone las observaba con una sonrisa pequeña. No participaba mucho, pero las miraba con ternura.

    Cuando la sombra del árbol se alargó, supo que quedaba menos tiempo. El otoño ya la esperaba, como un susurro lejano.

    Pero mientras la última rebanada de pan aún se calentaba entre sus manos, mientras la brisa le traía el olor de la lavanda, pensó: todavía no. Hoy aún podía pertenecer al mundo de los vivos. Aunque fuera solo por un día más.

    Y eso bastaba.

    El amanecer llegaba lento sobre los campos de Eleusis. Perséfone caminaba descalza, sintiendo la frescura del rocío sobre la tierra. La túnica ligera se le pegaba a los tobillos, manchada por el polvo dorado del camino. En una mano llevaba una pequeña cesta vacía; en la otra, sostenía un racimo de moras que arrancaba directamente de los arbustos. El zumo oscuro teñía sus dedos, como si el inframundo no la dejara del todo. Cada paso entre las higueras y olivos era una caricia del mundo que siempre debía abandonar. Había aprendido a no contar los días. Lo que se vive con intensidad no necesita calendario. En la superficie, todo era sol, tierra fértil, risas suaves al fondo del templo. Allá abajo, todo era eco, silencio y la eternidad detenida. Hoy era uno de esos días simples que tanto atesoraba. —¿Ya te fuiste a perder entre los matorrales otra vez? —preguntó Deméter desde la linde del campo, con una sonrisa indulgente y una trenza mal hecha cayéndole sobre el hombro. Perséfone alzó la cesta, orgullosa. Moras, higos y algunas flores de azafrán. Ingredientes para el pan dulce que tanto gustaba a las niñas del templo. Su madre tomó la cesta sin decir más y juntas regresaron al hogar de piedra y arcilla, donde el fuego ya ardía. El interior olía a levadura, a madera quemada, a vida doméstica. Perséfone molía las moras con un mortero de bronce. El jugo, oscuro como el vino, se escurrió entre sus dedos otra vez. Por un momento, su mente volvió al Inframundo. A las granadas que Hades le ofrecía con esos ojos que nunca parpadeaban. A los jardines fríos donde florecían lirios negros. No era tristeza lo que sentía… era pertenencia dividida. —¿En qué piensas, hija? —preguntó Deméter sin mirarla. —En que el sabor de las moras no cambia, arriba o abajo. Deméter no respondió. Ambas sabían que la separación era inevitable, que el mundo la reclamaba en dos mitades. Al mediodía, el pan de moras se servía bajo la higuera más vieja del jardín. Las sacerdotisas se sentaban alrededor, como niñas, con los pies descalzos y las faldas recogidas. Reían por cualquier cosa. Perséfone las observaba con una sonrisa pequeña. No participaba mucho, pero las miraba con ternura. Cuando la sombra del árbol se alargó, supo que quedaba menos tiempo. El otoño ya la esperaba, como un susurro lejano. Pero mientras la última rebanada de pan aún se calentaba entre sus manos, mientras la brisa le traía el olor de la lavanda, pensó: todavía no. Hoy aún podía pertenecer al mundo de los vivos. Aunque fuera solo por un día más. Y eso bastaba.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    500
    Estado
    Disponible
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  • "¿Por qué fumo?"

    La primera vez que lo intenté era un mocoso. No sabía ni cómo sostener el cigarro, tosí como un idiota. Pero no lo hice por gusto… lo hice porque quería verme fuerte. Quería que dejaran de tratarme como un inútil.

    Con el tiempo, el cuerpo se acostumbró, y el cigarro se quedó. No porque lo necesite, sino porque me recuerda que, aunque era solo un niño perdido, no dejé que me apagaran. Cada bocanada es mi forma de decir que sigo de pie, aunque nadie nunca sabra que comenzó por algo tan estupido, al menos así lo veo ahora.

    || No fumen porfa. (?)
    "¿Por qué fumo?" La primera vez que lo intenté era un mocoso. No sabía ni cómo sostener el cigarro, tosí como un idiota. Pero no lo hice por gusto… lo hice porque quería verme fuerte. Quería que dejaran de tratarme como un inútil. Con el tiempo, el cuerpo se acostumbró, y el cigarro se quedó. No porque lo necesite, sino porque me recuerda que, aunque era solo un niño perdido, no dejé que me apagaran. Cada bocanada es mi forma de decir que sigo de pie, aunque nadie nunca sabra que comenzó por algo tan estupido, al menos así lo veo ahora. || No fumen porfa. (?)
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