• Joan Yagami
    Nombre: Joan Yagami  Edad: 20 años Orientación sexual: Bisexual Nacionalidad: Inglés - Japonés  Apariencia física Complexión delgada y cuerpo atlético. Mide alrededor de 1.87 metros, piel blanca, cabello negro azabache y el mismo tono en su iris. A menudo frecuenta la ropa ajustada y muy marcada, puedes verlo en la carretera...
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  • Recién llegando y ya teniendo una salida con alguien, i like it, me vestí para la ocasión espero verme bien
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  • -Danyyyy.... Bájame...

    Dijo divertida ante su actual "secuestro".

    -Porque el repentino ataque.

    Sabia porque a él no le gustaba que ella corriera por la habitación vestida así

    Daniel Selene

    #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠
    -Danyyyy.... Bájame... Dijo divertida ante su actual "secuestro". -Porque el repentino ataque. Sabia porque a él no le gustaba que ella corriera por la habitación vestida así [hijo_de_la_luna] #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠
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  • -No se porque pero esto de las cuerdas me está comenzando a gustar linda....


    #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠
    -No se porque pero esto de las cuerdas me está comenzando a gustar linda.... #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠
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  • 𝑨𝒍𝒍í 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂, 𝒂 𝒐𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒃𝒂 𝒄𝒂𝒔𝒊 𝒆𝒏 𝒎𝒆𝒅𝒊𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒓í𝒐. 𝑳𝒐 𝒗𝒆í𝒂 𝒇𝒍𝒖𝒊𝒓 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒆𝒓𝒆𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅. 𝑼𝒏𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒍𝒂𝒏𝒛𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒂 𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒆𝒏 𝒐𝒄𝒂𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒍𝒆 𝒇𝒂𝒍𝒕𝒂𝒃𝒂.

    𝑵𝒐 𝒆𝒓𝒂 𝒕𝒂𝒏 𝒎𝒂𝒍𝒐, 𝒑𝒆𝒏𝒔ó. 𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒏𝒂 𝒔𝒆 𝒆𝒍𝒆𝒗𝒂𝒃𝒂 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐, 𝒊𝒍𝒖𝒎𝒊𝒏𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒃𝒆𝒍𝒍𝒆𝒛𝒂 𝒊𝒏𝒅𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒑𝒕𝒊𝒃𝒍𝒆. 𝑺𝒆 𝒑𝒓𝒆𝒈𝒖𝒏𝒕ó 𝒑𝒐𝒓𝒒𝒖é 𝒍𝒆 𝒉𝒂𝒃í𝒂𝒏 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐 𝒊𝒓 𝒂𝒍𝒍í. 𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒏𝒕𝒐 𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒃𝒓𝒊𝒓í𝒂.

    𝑷𝒂𝒔ó 𝒅𝒆𝒎𝒂𝒔𝒊𝒂𝒅𝒐 𝒓á𝒑𝒊𝒅𝒐, 𝒏𝒐 𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒂 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒍𝒐. 𝑬𝒍 𝒂𝒊𝒓𝒆 𝒅𝒆𝒋ó 𝒅𝒆 𝒊𝒓 𝒉𝒂𝒄𝒊𝒂 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒖𝒍𝒎𝒐𝒏𝒆𝒔, 𝒅𝒆𝒋ó 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒍𝒊𝒓, 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒐. 𝑺𝒖𝒔 𝒑𝒖𝒍𝒎𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒏𝒐 𝒕𝒂𝒓𝒅𝒂𝒓𝒐𝒏 𝒆𝒏 𝒂𝒓𝒅𝒆𝒓, 𝒆𝒏 𝒑𝒆𝒅𝒊𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒐𝒙í𝒈𝒆𝒏𝒐.

    𝑳𝒍𝒆𝒗ó 𝒂𝒎𝒃𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒂 𝒔𝒖 𝒄𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐, 𝒂𝒃𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒂 𝒃𝒐𝒄𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒅𝒂𝒓 𝒖𝒏𝒂 𝒃𝒐𝒄𝒂𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝒂𝒊𝒓𝒆, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒃𝒂, 𝒔𝒖 𝒈𝒂𝒓𝒈𝒂𝒏𝒕𝒂 𝒔𝒆 𝒄𝒆𝒓𝒓ó 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒐. 𝑬𝒍 𝒎𝒊𝒆𝒅𝒐 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛ó 𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒔𝒖𝒎𝒊𝒓𝒍𝒂. 𝑺𝒖 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏 𝒍𝒂𝒕𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂 𝒆𝒓𝒓á𝒕𝒊𝒄𝒂 𝒅𝒆𝒃𝒊𝒅𝒐 𝒂𝒍 𝒕𝒆𝒓𝒓𝒐𝒓.

    𝒀 𝒑𝒖𝒅𝒐 𝒗𝒆𝒓𝒍𝒐: 𝒖𝒏 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒂 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒔𝒂𝒍𝒊ó 𝒂 𝒍𝒂 𝒔𝒖𝒑𝒆𝒓𝒇𝒊𝒄𝒊𝒆. 𝑯𝒊𝒏𝒄𝒉𝒂𝒅𝒐, 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒂 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒃𝒂𝒃𝒐𝒔𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒋𝒂𝒃ó𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒅𝒆𝒎𝒂𝒔𝒊𝒂𝒅𝒐 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒂𝒈𝒖𝒂, 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒐𝒓 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔𝒐. 𝒀 𝒍𝒐 𝒗𝒊𝒐 𝒂𝒃𝒓𝒊𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒏𝒂𝒅𝒂.

    𝑪𝒐𝒏 𝒓𝒂𝒑𝒊𝒅𝒆𝒛 𝒍𝒂 𝒕𝒐𝒎ó 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒂𝒔𝒕𝒓ó 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒊𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂. 𝑬𝒍𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕ó 𝒍𝒖𝒄𝒉𝒂𝒓, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒔𝒖 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐 𝒏𝒐 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒐𝒏𝒅í𝒂. 𝑸𝒖𝒊𝒔𝒐 𝒈𝒓𝒊𝒕𝒂𝒓, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒔𝒖 𝒗𝒐𝒛 𝒇𝒖𝒆 𝒊𝒏𝒆𝒙𝒊𝒔𝒕𝒆𝒏𝒕𝒆.

    —𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒐 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒓... 𝒅𝒂𝒎𝒆 𝒕𝒖 𝒐𝒙í𝒈𝒆𝒏𝒐. —𝒆𝒔𝒄𝒖𝒄𝒉ó 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒊𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒔𝒖 𝒄𝒂𝒃𝒆𝒛𝒂 𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒗𝒂𝒏𝒆𝒄í𝒂 𝒚 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛𝒂𝒃𝒂 𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒈𝒂𝒓𝒍𝒂.

    ¿𝑰𝒃𝒂 𝒂 𝒎𝒐𝒓𝒊𝒓 𝒂𝒍𝒍í? 𝑨𝒔í 𝒍𝒐 𝒄𝒓𝒆𝒚ó 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒔𝒖𝒎𝒊𝒓𝒍𝒂.



    𝑺𝒐𝒍𝒐 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒔𝒖𝒑𝒐 𝒄𝒖á𝒏𝒕𝒐 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒑𝒂𝒔ó 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒂𝒃𝒓𝒊ó 𝒍𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔. 𝑺𝒖 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒉𝒆𝒍𝒂𝒅𝒂, 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐 𝒕𝒆𝒎𝒃𝒍𝒂𝒏𝒅𝒐, 𝒗𝒆𝒔𝒕𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒎𝒑𝒂𝒑𝒂𝒅𝒐 𝒚 𝒄𝒂𝒃𝒆𝒍𝒍𝒐 𝒆𝒏𝒓𝒆𝒅𝒂𝒅𝒐. 𝑫𝒆 𝒔𝒖 𝒃𝒐𝒄𝒂 𝒔𝒂𝒍𝒊ó 𝒂𝒈𝒖𝒂 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒄𝒂𝒔𝒄𝒂𝒅𝒂, 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒉𝒖𝒃𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒐 𝒔𝒖𝒇𝒊𝒄𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒖 𝒕𝒐𝒔 𝒔𝒐𝒏𝒂𝒓𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒛𝒂.

    𝑨𝒑𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒊𝒏𝒉𝒂𝒍ó 𝒂𝒊𝒓𝒆 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒖𝒍𝒎𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆𝒎𝒂𝒓𝒐𝒏, 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒎á𝒔 𝒇𝒓í𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒓í𝒂. 𝑨𝒅𝒆𝒎á𝒔, 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒖𝒔𝒊ó𝒏 𝒏𝒐 𝒂𝒚𝒖𝒅ó. 𝑬𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒓𝒆𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊ó.
    𝑨𝒍𝒍í 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂, 𝒂 𝒐𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒃𝒂 𝒄𝒂𝒔𝒊 𝒆𝒏 𝒎𝒆𝒅𝒊𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒓í𝒐. 𝑳𝒐 𝒗𝒆í𝒂 𝒇𝒍𝒖𝒊𝒓 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒆𝒓𝒆𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅. 𝑼𝒏𝒂 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒍𝒂𝒏𝒛𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒂 𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒆𝒏 𝒐𝒄𝒂𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒍𝒆 𝒇𝒂𝒍𝒕𝒂𝒃𝒂. 𝑵𝒐 𝒆𝒓𝒂 𝒕𝒂𝒏 𝒎𝒂𝒍𝒐, 𝒑𝒆𝒏𝒔ó. 𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒏𝒂 𝒔𝒆 𝒆𝒍𝒆𝒗𝒂𝒃𝒂 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐, 𝒊𝒍𝒖𝒎𝒊𝒏𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒃𝒆𝒍𝒍𝒆𝒛𝒂 𝒊𝒏𝒅𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒑𝒕𝒊𝒃𝒍𝒆. 𝑺𝒆 𝒑𝒓𝒆𝒈𝒖𝒏𝒕ó 𝒑𝒐𝒓𝒒𝒖é 𝒍𝒆 𝒉𝒂𝒃í𝒂𝒏 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐 𝒊𝒓 𝒂𝒍𝒍í. 𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒏𝒕𝒐 𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒖𝒃𝒓𝒊𝒓í𝒂. 𝑷𝒂𝒔ó 𝒅𝒆𝒎𝒂𝒔𝒊𝒂𝒅𝒐 𝒓á𝒑𝒊𝒅𝒐, 𝒏𝒐 𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒂 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒍𝒐. 𝑬𝒍 𝒂𝒊𝒓𝒆 𝒅𝒆𝒋ó 𝒅𝒆 𝒊𝒓 𝒉𝒂𝒄𝒊𝒂 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒖𝒍𝒎𝒐𝒏𝒆𝒔, 𝒅𝒆𝒋ó 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒍𝒊𝒓, 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒐. 𝑺𝒖𝒔 𝒑𝒖𝒍𝒎𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒏𝒐 𝒕𝒂𝒓𝒅𝒂𝒓𝒐𝒏 𝒆𝒏 𝒂𝒓𝒅𝒆𝒓, 𝒆𝒏 𝒑𝒆𝒅𝒊𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒐𝒙í𝒈𝒆𝒏𝒐. 𝑳𝒍𝒆𝒗ó 𝒂𝒎𝒃𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒂 𝒔𝒖 𝒄𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐, 𝒂𝒃𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒂 𝒃𝒐𝒄𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒅𝒂𝒓 𝒖𝒏𝒂 𝒃𝒐𝒄𝒂𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝒂𝒊𝒓𝒆, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒃𝒂, 𝒔𝒖 𝒈𝒂𝒓𝒈𝒂𝒏𝒕𝒂 𝒔𝒆 𝒄𝒆𝒓𝒓ó 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒐. 𝑬𝒍 𝒎𝒊𝒆𝒅𝒐 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛ó 𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒔𝒖𝒎𝒊𝒓𝒍𝒂. 𝑺𝒖 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏 𝒍𝒂𝒕𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂 𝒆𝒓𝒓á𝒕𝒊𝒄𝒂 𝒅𝒆𝒃𝒊𝒅𝒐 𝒂𝒍 𝒕𝒆𝒓𝒓𝒐𝒓. 𝒀 𝒑𝒖𝒅𝒐 𝒗𝒆𝒓𝒍𝒐: 𝒖𝒏 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒂 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒔𝒂𝒍𝒊ó 𝒂 𝒍𝒂 𝒔𝒖𝒑𝒆𝒓𝒇𝒊𝒄𝒊𝒆. 𝑯𝒊𝒏𝒄𝒉𝒂𝒅𝒐, 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒂 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒃𝒂𝒃𝒐𝒔𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒋𝒂𝒃ó𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒅𝒆𝒎𝒂𝒔𝒊𝒂𝒅𝒐 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒂𝒈𝒖𝒂, 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒐𝒓 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔𝒐. 𝒀 𝒍𝒐 𝒗𝒊𝒐 𝒂𝒃𝒓𝒊𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒏𝒂𝒅𝒂. 𝑪𝒐𝒏 𝒓𝒂𝒑𝒊𝒅𝒆𝒛 𝒍𝒂 𝒕𝒐𝒎ó 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒂𝒔𝒕𝒓ó 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒊𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂. 𝑬𝒍𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕ó 𝒍𝒖𝒄𝒉𝒂𝒓, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒔𝒖 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐 𝒏𝒐 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒐𝒏𝒅í𝒂. 𝑸𝒖𝒊𝒔𝒐 𝒈𝒓𝒊𝒕𝒂𝒓, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒔𝒖 𝒗𝒐𝒛 𝒇𝒖𝒆 𝒊𝒏𝒆𝒙𝒊𝒔𝒕𝒆𝒏𝒕𝒆. —𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒐 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒓... 𝒅𝒂𝒎𝒆 𝒕𝒖 𝒐𝒙í𝒈𝒆𝒏𝒐. —𝒆𝒔𝒄𝒖𝒄𝒉ó 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒊𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒔𝒖 𝒄𝒂𝒃𝒆𝒛𝒂 𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒗𝒂𝒏𝒆𝒄í𝒂 𝒚 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛𝒂𝒃𝒂 𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒈𝒂𝒓𝒍𝒂. ¿𝑰𝒃𝒂 𝒂 𝒎𝒐𝒓𝒊𝒓 𝒂𝒍𝒍í? 𝑨𝒔í 𝒍𝒐 𝒄𝒓𝒆𝒚ó 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒔𝒖𝒎𝒊𝒓𝒍𝒂. 𝑺𝒐𝒍𝒐 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒔𝒖𝒑𝒐 𝒄𝒖á𝒏𝒕𝒐 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒑𝒂𝒔ó 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒂𝒃𝒓𝒊ó 𝒍𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔. 𝑺𝒖 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒉𝒆𝒍𝒂𝒅𝒂, 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐 𝒕𝒆𝒎𝒃𝒍𝒂𝒏𝒅𝒐, 𝒗𝒆𝒔𝒕𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒎𝒑𝒂𝒑𝒂𝒅𝒐 𝒚 𝒄𝒂𝒃𝒆𝒍𝒍𝒐 𝒆𝒏𝒓𝒆𝒅𝒂𝒅𝒐. 𝑫𝒆 𝒔𝒖 𝒃𝒐𝒄𝒂 𝒔𝒂𝒍𝒊ó 𝒂𝒈𝒖𝒂 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒄𝒂𝒔𝒄𝒂𝒅𝒂, 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒉𝒖𝒃𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒐 𝒔𝒖𝒇𝒊𝒄𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒖 𝒕𝒐𝒔 𝒔𝒐𝒏𝒂𝒓𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒛𝒂. 𝑨𝒑𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒊𝒏𝒉𝒂𝒍ó 𝒂𝒊𝒓𝒆 𝒔𝒖𝒔 𝒑𝒖𝒍𝒎𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆𝒎𝒂𝒓𝒐𝒏, 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒎á𝒔 𝒇𝒓í𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒓í𝒂. 𝑨𝒅𝒆𝒎á𝒔, 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒖𝒔𝒊ó𝒏 𝒏𝒐 𝒂𝒚𝒖𝒅ó. 𝑬𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒓𝒆𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊ó.
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  • Emily.
    Emily creció entre jardines perfectamente cuidados y cenas formales, en una mansión que parecía sacada de una postal. Hija única de un influyente gobernador, muchos esperaban que siguiera una carrera política o empresarial. Pero desde niña, Emily sintió una conexión distinta: no con el poder, sino con los animales.   A los cinco...
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  • (Está mintiendo, yo se que quedan galletas y los encontraré por mi cuenta)
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  • Estar en este ambiente, llenarte de arena, hacerlo frente al mar, escuchar el sonido de las olas, es lo mejor del mundo..~
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  • ¿Qué se suponía un chico como él podría hacer después de clases? No es como si pudiese ir a los karaokes con sus amigos, es decir, ¿quién se los aguantaría escuchar durante tres horas mientras la envidia de no poder cantar con ellos lo invadía? Odiaba sus gritos, su escándalo, la forma en que no se medían para que su voz fuese un poco aceptable y la manera en que todos se reían como si hubiesen escuchado una aria divina. Los adolescentes solían ser así, tontos por naturaleza, riéndose de la vida y tentando a la muerte con cada ingesta indiscriminada de alcohol y cigarrillos.

    Quizá los detestaba tanto porque los envidiaba demasiado pero, al final del día, Nikolay había encontrado una afición sana donde no necesitaba utilizar su voz, solo su oído y una bolsa de alimento para agitar. ¿Qué gato callejero se podría resistir al sonido de las croquetas al agitarse o de una lata de atún al abrirse? Ninguno. Todos los gatos que rondaban el parque cercano a la universidad, terminaban cayendo ante la tentación del alimento fácil. Algunos se acercaban a hurtadillas, otros preferían mirar desde la distancia a que los más tontos del grupo se sacrificaran primero, y nunca faltaba el bribón que se iba indignado porque las marcas elegidas no podían saciar su sofisticado paladar. ¿Era justo que los gatos callejeros fueran tan exigentes y remilgosos?

    « Es el tercer día y esa sigue sin querer comer. Ya cambié de alimento tres veces, ¿por qué diantres no lo quiere? Qué exigente.» La mente de Nikolay se llenó de pensamientos y estrategias para hacerla comer. Era el único gato que se rehusaba a tomar bocado después de probar una croqueta o una morona de atún, y aún así era el único gato que se veía más gordo que los demás y que también parecía bien cuidado. ¿Y si alguien lo estaba buscando? ¿Debería tomarle una fotografía y colgar letreros cerca de la universidad? Quizá pero, si la gata no se acercaba a comer, ¿cómo iba a tomarle una buena fotografía? Una donde se le notara la cara de diva, no la de amargada ni la cola que levantaba siempre orgullosa para irse del parque con la frente en alto en regia, divina, simplemente... Cosmopolita.(?)
    ¿Qué se suponía un chico como él podría hacer después de clases? No es como si pudiese ir a los karaokes con sus amigos, es decir, ¿quién se los aguantaría escuchar durante tres horas mientras la envidia de no poder cantar con ellos lo invadía? Odiaba sus gritos, su escándalo, la forma en que no se medían para que su voz fuese un poco aceptable y la manera en que todos se reían como si hubiesen escuchado una aria divina. Los adolescentes solían ser así, tontos por naturaleza, riéndose de la vida y tentando a la muerte con cada ingesta indiscriminada de alcohol y cigarrillos. Quizá los detestaba tanto porque los envidiaba demasiado pero, al final del día, Nikolay había encontrado una afición sana donde no necesitaba utilizar su voz, solo su oído y una bolsa de alimento para agitar. ¿Qué gato callejero se podría resistir al sonido de las croquetas al agitarse o de una lata de atún al abrirse? Ninguno. Todos los gatos que rondaban el parque cercano a la universidad, terminaban cayendo ante la tentación del alimento fácil. Algunos se acercaban a hurtadillas, otros preferían mirar desde la distancia a que los más tontos del grupo se sacrificaran primero, y nunca faltaba el bribón que se iba indignado porque las marcas elegidas no podían saciar su sofisticado paladar. ¿Era justo que los gatos callejeros fueran tan exigentes y remilgosos? « Es el tercer día y esa sigue sin querer comer. Ya cambié de alimento tres veces, ¿por qué diantres no lo quiere? Qué exigente.» La mente de Nikolay se llenó de pensamientos y estrategias para hacerla comer. Era el único gato que se rehusaba a tomar bocado después de probar una croqueta o una morona de atún, y aún así era el único gato que se veía más gordo que los demás y que también parecía bien cuidado. ¿Y si alguien lo estaba buscando? ¿Debería tomarle una fotografía y colgar letreros cerca de la universidad? Quizá pero, si la gata no se acercaba a comer, ¿cómo iba a tomarle una buena fotografía? Una donde se le notara la cara de diva, no la de amargada ni la cola que levantaba siempre orgullosa para irse del parque con la frente en alto en regia, divina, simplemente... Cosmopolita.(?)
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  • —Estoy de un humor EXTREMEDAMENTE malo. No me provoquen ahora.
    —Estoy de un humor EXTREMEDAMENTE malo. No me provoquen ahora.
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