https://ficrol.com/posts/39621 -> Prev. con [Thomas]
Tan pronto como Thomas le carga, la angustia que le oprimía el pecho se deshace en un hondo y largo suspiro.
— Lo siento, lo siento tanto —susurra, mientras cierra los ojos y se deja llevar.
Esta sensación de ser extraído del mundo, de ser arrancado de las garras de las preocupaciones que le quitan el sueño y, posteriormente, ser protegido por los brazos de Thomas... esto es justamente lo que necesitaba sentir.
Poco le importa el ruido de traqueteo que hace el bastón al avanzar chocando contra los peldaños.
— Te contaré lo que ha pasado —responde, prestándose a relatar—. El fin de semana pasado, más o menos, Adda desapareció sin dejar rastro. Apenas el día anterior discutimos, no recuerdo bien por qué, pero fue un asunto incómodo que venía repitiéndose varias veces. Ese mismo fin de semana me desperté presa de una sensación de persecución que no me invadía desde los tiempos en que dormía en la calle, a merced de cualquier cosa.
Tiene que tomarse un respiro para recuperar el aliento y aclarar la garganta, pues sigue más o menos agitado. Y de paso, se pide un vaso de leche.
— Todo ha ido de mal en peor desde entonces. He dormido apenas un par de horas por noche, los sueños se han vuelto más vívidos y cada vez más sombríos. Mi madre muerta suele colarse en mis sueños para charlar, para aconsejarme, para preguntarme cómo estás. Pero esta vez ha estado cantándome una canción de cuna con la que solía hacerme dormir durante el poco tiempo que estuvimos juntos. Quiere tranquilizarme.
En cuanto recibe el vaso que ha pedido le da un breve trago para mojarse la garganta.
— Incluso ella sabe que todo anda mal.
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Tan pronto como Thomas le carga, la angustia que le oprimía el pecho se deshace en un hondo y largo suspiro.
— Lo siento, lo siento tanto —susurra, mientras cierra los ojos y se deja llevar.
Esta sensación de ser extraído del mundo, de ser arrancado de las garras de las preocupaciones que le quitan el sueño y, posteriormente, ser protegido por los brazos de Thomas... esto es justamente lo que necesitaba sentir.
Poco le importa el ruido de traqueteo que hace el bastón al avanzar chocando contra los peldaños.
— Te contaré lo que ha pasado —responde, prestándose a relatar—. El fin de semana pasado, más o menos, Adda desapareció sin dejar rastro. Apenas el día anterior discutimos, no recuerdo bien por qué, pero fue un asunto incómodo que venía repitiéndose varias veces. Ese mismo fin de semana me desperté presa de una sensación de persecución que no me invadía desde los tiempos en que dormía en la calle, a merced de cualquier cosa.
Tiene que tomarse un respiro para recuperar el aliento y aclarar la garganta, pues sigue más o menos agitado. Y de paso, se pide un vaso de leche.
— Todo ha ido de mal en peor desde entonces. He dormido apenas un par de horas por noche, los sueños se han vuelto más vívidos y cada vez más sombríos. Mi madre muerta suele colarse en mis sueños para charlar, para aconsejarme, para preguntarme cómo estás. Pero esta vez ha estado cantándome una canción de cuna con la que solía hacerme dormir durante el poco tiempo que estuvimos juntos. Quiere tranquilizarme.
En cuanto recibe el vaso que ha pedido le da un breve trago para mojarse la garganta.
— Incluso ella sabe que todo anda mal.