Escucha, cabizbajo y en profundo silencio, sin entender de dónde viene tanto hastío de parte de Adda.
¿Por qué era tan terrible para ella que él no se dejara notar en el bar? Piensa, pues, como bien le dijo en su momento, él siempre estuvo ahí, sólo que sin dejarse ver. ¿Le extrañó? ¿Por qué razón? ¿Para qué motivo? ¿Y por qué nunca se lo dijo?
Quizás quien se equivocó al no recibir con bombos y platillos a la diosa del caos, fuera él. Quizás la deidad estaba acostumbrada a que se le rindiera una pleitesía que Añil jamás tuvo que ofrecer a nadie, ni siquiera a la misma Muerte, su colega.
Pero con ello se abren nuevas interrogantes en su mente, ¿Por qué Adda querría que él le recibiera así? Sólo era un empleado más (el primero, sí, pero no único), una entidad circunstancial y sin importancia de paso por ese bar.
De más está mencionar lo equivocadas que están las palabras de Adda. Él mismo no se considera ni remotamente tan importante como ella dice que es, de hecho, está muy consciente de que casi la totalidad de las entidades existentes ignoran su existencia.
Retrocede, pues, al ver avanzar a Adda, y se regresa a cualquiera de las sombras que proyecta cualquier rincón del castillo donde puede ocultar su presencia tal y como lo hizo en el bar, que es como acostumbra existir entre mortales e inmortales.
Pero antes, a apenas unos escasos centímetros, se detiene sin voltear.
— ¿Por qué no me dijiste que me extrañabas? —Sisea.
·!¦[· https://ficrol.com/posts/27720 — Prev. con [Adda] ·]¦!·
Escucha, cabizbajo y en profundo silencio, sin entender de dónde viene tanto hastío de parte de Adda.
¿Por qué era tan terrible para ella que él no se dejara notar en el bar? Piensa, pues, como bien le dijo en su momento, él siempre estuvo ahí, sólo que sin dejarse ver. ¿Le extrañó? ¿Por qué razón? ¿Para qué motivo? ¿Y por qué nunca se lo dijo?
Quizás quien se equivocó al no recibir con bombos y platillos a la diosa del caos, fuera él. Quizás la deidad estaba acostumbrada a que se le rindiera una pleitesía que Añil jamás tuvo que ofrecer a nadie, ni siquiera a la misma Muerte, su colega.
Pero con ello se abren nuevas interrogantes en su mente, ¿Por qué Adda querría que él le recibiera así? Sólo era un empleado más (el primero, sí, pero no único), una entidad circunstancial y sin importancia de paso por ese bar.
De más está mencionar lo equivocadas que están las palabras de Adda. Él mismo no se considera ni remotamente tan importante como ella dice que es, de hecho, está muy consciente de que casi la totalidad de las entidades existentes ignoran su existencia.
Retrocede, pues, al ver avanzar a Adda, y se regresa a cualquiera de las sombras que proyecta cualquier rincón del castillo donde puede ocultar su presencia tal y como lo hizo en el bar, que es como acostumbra existir entre mortales e inmortales.
Pero antes, a apenas unos escasos centímetros, se detiene sin voltear.
— ¿Por qué no me dijiste que me extrañabas? —Sisea.
| Sepan disculpar pero no voy a regresar el follow a personajes de anime ni de caricatura. Antes de seguir a alguien vean de que va el personaje, si las temáticas son diferentes difícilmente se pueda llegar a rolear algo.
| Sepan disculpar pero no voy a regresar el follow a personajes de anime ni de caricatura. Antes de seguir a alguien vean de que va el personaje, si las temáticas son diferentes difícilmente se pueda llegar a rolear algo.
Quienes conocieran a Klaus Mikaelson sabrían que era impulsivo, neurótico, impaciente, impulsivo y tremendamente paranoico. Tanto que habia olvidado que tenia una familia real y, en lugar de prestar atención a la familia que le restaba habia comenzado a dejarlos a un lado, relegados a un ataúd con una daga de plata clavada en el pecho. Su obsesión por liberarse de la maldición a la que su madre lo habia atado mil años atrás lo habia convertido en un ser egoísta, malvado y… solitario. Muy solitario. Tanto que la única persona en la tierra que lo soportaba y lo queria era su hermana Rebekah a la que tambien despreciaba más a menudo de lo que cualquiera considerara.
Cualquier persona cuerda se hubiera largado, pero Rebekah no. Y Klaus era incapaz de darle el valor que tenia a todo lo que hacia por él. Lo único que el Hibrido Original veia es que sus posibilidades de librarse de la maldición que su madre le impuso estaban cada vez más lejos.
Y toda esa rabia, frustración e ira tenia una sola salida para Klaus Mikaelson: el asesinato. En la sangre, en las personas a las que mataba, el hijo de Mikael encontraba por un ínfimo momento la paz que buscaba. Pero esa sensación era cada vez más tenue, cada vez duraba menos.
Y, cada noche en el Gloria’s, el clandestino bar de jazz donde los inmortales y no inmortales se refugiaban de la ley Seca, Klaus buscaba alguna victima con la que saciar sus apetitos más voraces, esos que como vampiro no queria controlar.
Faltarían un par de años para que encontrase a su compañero perfecto de fatigas, el infame Destripador de Monterrey, pero no fue Stefan Salvatore quien lo animó durante toda su vida, por ello tambien Klaus habia encontrado el modo de estrenar la década de 1920.
Sentado en uno de los sillones rojos de piel, sujetaba suavemente el rostro de una joven rubia mientras sus colmillos se clavaban indemnes en la fina y nívea piel. Y Klaus bebía notando el calor de la sangre resbalando por su garganta.
Quienes conocieran a Klaus Mikaelson sabrían que era impulsivo, neurótico, impaciente, impulsivo y tremendamente paranoico. Tanto que habia olvidado que tenia una familia real y, en lugar de prestar atención a la familia que le restaba habia comenzado a dejarlos a un lado, relegados a un ataúd con una daga de plata clavada en el pecho. Su obsesión por liberarse de la maldición a la que su madre lo habia atado mil años atrás lo habia convertido en un ser egoísta, malvado y… solitario. Muy solitario. Tanto que la única persona en la tierra que lo soportaba y lo queria era su hermana Rebekah a la que tambien despreciaba más a menudo de lo que cualquiera considerara.
Cualquier persona cuerda se hubiera largado, pero Rebekah no. Y Klaus era incapaz de darle el valor que tenia a todo lo que hacia por él. Lo único que el Hibrido Original veia es que sus posibilidades de librarse de la maldición que su madre le impuso estaban cada vez más lejos.
Y toda esa rabia, frustración e ira tenia una sola salida para Klaus Mikaelson: el asesinato. En la sangre, en las personas a las que mataba, el hijo de Mikael encontraba por un ínfimo momento la paz que buscaba. Pero esa sensación era cada vez más tenue, cada vez duraba menos.
Y, cada noche en el Gloria’s, el clandestino bar de jazz donde los inmortales y no inmortales se refugiaban de la ley Seca, Klaus buscaba alguna victima con la que saciar sus apetitos más voraces, esos que como vampiro no queria controlar.
Faltarían un par de años para que encontrase a su compañero perfecto de fatigas, el infame Destripador de Monterrey, pero no fue Stefan Salvatore quien lo animó durante toda su vida, por ello tambien Klaus habia encontrado el modo de estrenar la década de 1920.
Sentado en uno de los sillones rojos de piel, sujetaba suavemente el rostro de una joven rubia mientras sus colmillos se clavaban indemnes en la fina y nívea piel. Y Klaus bebía notando el calor de la sangre resbalando por su garganta.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝗔𝗕𝗜𝗘𝗥𝗧𝗢 𝗣𝗔𝗥𝗔 𝗠𝗨𝗧𝗨𝗔𝗟𝗦
𝙲𝚑𝚒𝚌𝚊𝚐𝚘, 𝟷𝟿𝟸𝟶
Quienes conocieran a Klaus Mikaelson sabrían que era impulsivo, neurótico, impaciente, impulsivo y tremendamente paranoico. Tanto que habia olvidado que tenia una familia real y, en lugar de prestar atención a la familia que le restaba habia comenzado a dejarlos a un lado, relegados a un ataúd con una daga de plata clavada en el pecho. Su obsesión por liberarse de la maldición a la que su madre lo habia atado mil años atrás lo habia convertido en un ser egoísta, malvado y… solitario. Muy solitario. Tanto que la única persona en la tierra que lo soportaba y lo queria era su hermana Rebekah a la que tambien despreciaba más a menudo de lo que cualquiera considerara.
Cualquier persona cuerda se hubiera largado, pero Rebekah no. Y Klaus era incapaz de darle el valor que tenia a todo lo que hacia por él. Lo único que el Hibrido Original veia es que sus posibilidades de librarse de la maldición que su madre le impuso estaban cada vez más lejos.
Y toda esa rabia, frustración e ira tenia una sola salida para Klaus Mikaelson: el asesinato. En la sangre, en las personas a las que mataba, el hijo de Mikael encontraba por un ínfimo momento la paz que buscaba. Pero esa sensación era cada vez más tenue, cada vez duraba menos.
Y, cada noche en el Gloria’s, el clandestino bar de jazz donde los inmortales y no inmortales se refugiaban de la ley Seca, Klaus buscaba alguna victima con la que saciar sus apetitos más voraces, esos que como vampiro no queria controlar.
Faltarían un par de años para que encontrase a su compañero perfecto de fatigas, el infame Destripador de Monterrey, pero no fue Stefan Salvatore quien lo animó durante toda su vida, por ello tambien Klaus habia encontrado el modo de estrenar la década de 1920.
Sentado en uno de los sillones rojos de piel, sujetaba suavemente el rostro de una joven rubia mientras sus colmillos se clavaban indemnes en la fina y nívea piel. Y Klaus bebía notando el calor de la sangre resbalando por su garganta.
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[𝚂𝚝𝚊𝚛𝚝𝚎𝚛 𝚊𝚋𝚒𝚎𝚛𝚝𝚘 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚖𝚞𝚝𝚞𝚊𝚕𝚜 𝚢 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊𝚓𝚎𝚜 𝚍𝚎𝚕 𝚏𝚊𝚗𝚍𝚘𝚖 𝚍𝚎 𝚃𝚅𝙳; 𝚎𝚗 𝚌𝚊𝚜𝚘 𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊𝚛𝚒𝚘 𝚖𝚎 𝚛𝚎𝚜𝚎𝚛𝚟𝚘 𝚎𝚕 𝚍𝚎𝚛𝚎𝚌𝚑𝚘 𝚍𝚎 𝚛𝚎𝚜𝚙𝚘𝚗𝚍𝚎𝚛. 𝙿𝚘𝚛 𝚏𝚊𝚟𝚘𝚛, 𝚛𝚎𝚜𝚙𝚞𝚎𝚜𝚝𝚊𝚜 𝚎𝚗 𝚌𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚊𝚛𝚒𝚘𝚜 𝚢 𝐍𝐎 𝚙𝚘𝚛 𝙳𝙼. 𝐍𝐨 𝐫𝐨𝐥𝐞𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐃𝐌]