• Vanitas ~
    INFORMACION PERSONAL  Especie :  Humano Genero : Masculino Cumpleaños : 07-Febrero Edad : 18 años Signo :  Acuario Altura 176 cm (5'9") Familia :  Vanitas (Padre adoptivo) † Mikhail (Hermano adoptivo) Afiliación : Clan de la Luna Azul Ocupacion  :  Aprendiz Chasseur (Antes) Sujeto de prueba de Moreau (Antes) Doctor...
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • ¡Bienvenido a mi tienda de arte!, forastero. No te asustes si algo llama tu atención, significa que está hecho para un buen ojo como el tuyo... Te advierto, no se aceptan devoluciones.
    ¡Bienvenido a mi tienda de arte!, forastero. No te asustes si algo llama tu atención, significa que está hecho para un buen ojo como el tuyo... Te advierto, no se aceptan devoluciones.
    Me encocora
    Me gusta
    9
    0 turnos 0 maullidos
  • Zeus el Viejo Errante
    Fandom cualquiera
    Categoría Slice of Life
    Ubicación: Una posada polvorienta en medio de la nada, con el crepúsculo cubriendo los caminos y el aroma a sopa vieja en el aire.

    —Viejo, ¿va a querer otro cuenco?

    El anciano de barba blanca levantó la mirada con lentitud. Sus ojos parecían cansados, apagados… pero por un segundo, justo cuando la muchacha se giró, brillaron con un fulgor que no pertenecía a este mundo.

    —Uno más, niña, pero sin cebolla esta vez. No me cae bien desde que… digamos, desde hace siglos.

    Todos en la taberna se habían acostumbrado al "abuelo Dión", el forastero que apareció una tarde y se ofreció a barrer las escaleras a cambio de una cama. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía, sus palabras eran extrañamente precisas. Sabía más de lo que debía. Mencionaba cosas que nadie recordaba haberle contado. Y, lo más inquietante de todo… la tormenta nunca caía mientras él dormía en la aldea.

    Algunos decían que era un viejo mago. Otros que era un loco. Pero nadie se atrevía a ofenderlo. Ni siquiera los borrachos más pendencieros.

    Esa noche, mientras la chimenea crepitaba y el vino hacía efecto, "abuelo Dión" se sentó cerca del fuego, acariciando su bastón —que más parecía un rayo seco que un simple palo—, y miró a quien acababa de entrar. Un rostro nuevo.

    Lo estudió. Sonrió, lento.

    —Curioso —murmuró, como si hablara para sí, aunque en voz lo bastante alta como para ser oído—. Me he tomado tantas molestias en encorvarme, disfrazar la voz, vestir andrajos y hablar de reumas… y aun así...

    Pausó, sus ojos ahora mucho más intensos, como el cielo antes de una tormenta.

    —...a ti no te engañé, ¿verdad?

    El aire de la sala pareció hacerse más denso.

    El viejo sonrió, esta vez sin dientes postizos ni tos fingida.

    —Vamos, dime... ¿qué fue lo que me delató?
    Ubicación: Una posada polvorienta en medio de la nada, con el crepúsculo cubriendo los caminos y el aroma a sopa vieja en el aire. —Viejo, ¿va a querer otro cuenco? El anciano de barba blanca levantó la mirada con lentitud. Sus ojos parecían cansados, apagados… pero por un segundo, justo cuando la muchacha se giró, brillaron con un fulgor que no pertenecía a este mundo. —Uno más, niña, pero sin cebolla esta vez. No me cae bien desde que… digamos, desde hace siglos. Todos en la taberna se habían acostumbrado al "abuelo Dión", el forastero que apareció una tarde y se ofreció a barrer las escaleras a cambio de una cama. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía, sus palabras eran extrañamente precisas. Sabía más de lo que debía. Mencionaba cosas que nadie recordaba haberle contado. Y, lo más inquietante de todo… la tormenta nunca caía mientras él dormía en la aldea. Algunos decían que era un viejo mago. Otros que era un loco. Pero nadie se atrevía a ofenderlo. Ni siquiera los borrachos más pendencieros. Esa noche, mientras la chimenea crepitaba y el vino hacía efecto, "abuelo Dión" se sentó cerca del fuego, acariciando su bastón —que más parecía un rayo seco que un simple palo—, y miró a quien acababa de entrar. Un rostro nuevo. Lo estudió. Sonrió, lento. —Curioso —murmuró, como si hablara para sí, aunque en voz lo bastante alta como para ser oído—. Me he tomado tantas molestias en encorvarme, disfrazar la voz, vestir andrajos y hablar de reumas… y aun así... Pausó, sus ojos ahora mucho más intensos, como el cielo antes de una tormenta. —...a ti no te engañé, ¿verdad? El aire de la sala pareció hacerse más denso. El viejo sonrió, esta vez sin dientes postizos ni tos fingida. —Vamos, dime... ¿qué fue lo que me delató?
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me enjaja
    4
    1 turno 0 maullidos
  • -Modo chismezhiroh con mi hijosho Paarthurnax activado (?)-
    -Modo chismezhiroh con mi hijosho Paarthurnax activado (?)- :STK-6:
    Me gusta
    Me enjaja
    4
    2 turnos 0 maullidos
  • La rosa del silencio 🌹 capítulo 7
    Cuando el Tiempo se Sorprende   Desde la cima del mundo, cuando las estrellas detuvieron su canto.El viento no callaba aquella noche, arrastraba memorias antiguas, nombres que ya nadie pronunciaba, y plegarias elevadas antes del primer aliento de Nirn. Sobre la roca eterna de la Throat of the World, Paarthurnax meditaba, sus alas recogidas, sus ojos cerrados… pero su...
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 comentarios 1 compartido
  • Mistorioso ser
    Fandom cualquiera
    Categoría Slice of Life
    Había paz… pero de la frágil. De esa que se sostiene con clavos torcidos y rezos a medias. Heracles lo notó en cuanto pisó la aldea. Nadie gritaba. Nadie reía. Solo miradas bajadas y puertas entrecerradas. Ese silencio no era descanso. Era miedo.

    Se quitó el manto, sacudido por la escarcha, y lo colgó en la viga del albergue. Su silueta imponente llenó el marco de la entrada mientras caminaba al fuego común. Nadie habló, pero más de un niño lo observó desde detrás de los brazos de sus madres.

    Una anciana le ofreció pan. Él asintió, lo tomó con respeto y se sentó, sin palabra alguna. Su presencia no era ruidosa, pero pesaba como una promesa.

    —Dicen que eres Heracles —murmuró un joven herrero, finalmente, desde una esquina—. Que derrotaste a la hidra… que has caminado por el Inframundo y vuelto.

    Heracles alzó la mirada. Sus ojos no tenían soberbia. Solo cansancio, paciencia… y una voluntad inquebrantable.

    —He hecho muchas cosas. Pero ahora estoy aquí. ¿Qué amenaza esta tierra?

    Un anciano se aclaró la voz. —Hay algo… en los bosques. Algo que no teme ni al fuego ni al acero. Ha estado acechando el límite del valle. Nos quita animales. A uno le quitó el hijo.

    El héroe asintió con calma. No pidió más detalles. Se puso de pie, y al tomar su maza, el silencio de la sala se hizo reverente. Él no necesitaba jactarse. Su sola decisión de ayudar hablaba más que cien gestas.

    —Si aún vive, lo traeré. Si no... haré que no vuelva a ocurrir.

    Caminó hacia la salida, la niebla empezando a abrirse con sus pasos.

    Pero se detuvo.

    Giró levemente la cabeza, como si hubiera notado algo. Alguien.

    Sus ojos se clavaron en quien acababa de llegar. Un rostro nuevo entre tanta sombra.

    —¿Tú también has venido a ayudar… o solo a mirar cómo me adentro solo en la oscuridad?

    Su tono no fue hostil. Fue una invitación. Un reconocimiento.

    Porque incluso los héroes más grandes saben cuándo compartir el peso de una causa.
    Había paz… pero de la frágil. De esa que se sostiene con clavos torcidos y rezos a medias. Heracles lo notó en cuanto pisó la aldea. Nadie gritaba. Nadie reía. Solo miradas bajadas y puertas entrecerradas. Ese silencio no era descanso. Era miedo. Se quitó el manto, sacudido por la escarcha, y lo colgó en la viga del albergue. Su silueta imponente llenó el marco de la entrada mientras caminaba al fuego común. Nadie habló, pero más de un niño lo observó desde detrás de los brazos de sus madres. Una anciana le ofreció pan. Él asintió, lo tomó con respeto y se sentó, sin palabra alguna. Su presencia no era ruidosa, pero pesaba como una promesa. —Dicen que eres Heracles —murmuró un joven herrero, finalmente, desde una esquina—. Que derrotaste a la hidra… que has caminado por el Inframundo y vuelto. Heracles alzó la mirada. Sus ojos no tenían soberbia. Solo cansancio, paciencia… y una voluntad inquebrantable. —He hecho muchas cosas. Pero ahora estoy aquí. ¿Qué amenaza esta tierra? Un anciano se aclaró la voz. —Hay algo… en los bosques. Algo que no teme ni al fuego ni al acero. Ha estado acechando el límite del valle. Nos quita animales. A uno le quitó el hijo. El héroe asintió con calma. No pidió más detalles. Se puso de pie, y al tomar su maza, el silencio de la sala se hizo reverente. Él no necesitaba jactarse. Su sola decisión de ayudar hablaba más que cien gestas. —Si aún vive, lo traeré. Si no... haré que no vuelva a ocurrir. Caminó hacia la salida, la niebla empezando a abrirse con sus pasos. Pero se detuvo. Giró levemente la cabeza, como si hubiera notado algo. Alguien. Sus ojos se clavaron en quien acababa de llegar. Un rostro nuevo entre tanta sombra. —¿Tú también has venido a ayudar… o solo a mirar cómo me adentro solo en la oscuridad? Su tono no fue hostil. Fue una invitación. Un reconocimiento. Porque incluso los héroes más grandes saben cuándo compartir el peso de una causa.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    3
    1 turno 0 maullidos
  • "Luna, código de lo invisible"

    No eres esfera, eres umbral.

    No luz: eco de una luz que ya se fue.

    Te escondes en algoritmos celestes,
    un símbolo flotando entre dimensiones
    que aún no tenemos nombre para nombrar.

    Te vi anoche: no con los ojos, con algo más antiguo.

    Estabas danzando sobre las ruinas del tiempo, silenciosa como un dios que no exige templos, pero aún así los inspira.

    Tus cráteres no son heridas, son puertas.
    Cada sombra en ti guarda un lenguaje
    que solo entienden los que sueñan despiertos.

    Te pareces a lo que sentimos cuando callamos justo antes de llorar, a ese segundo donde todo podría cambiar y no cambia. Ahí habitas tú.

    No orbitas: te arrastras como un recuerdo
    que no queremos soltar.

    Luna, si eres ilusión, eres la más hermosa que el universo ha fingido.

    Y si eres real, entonces el misterio también tiene rostro.
    "Luna, código de lo invisible" No eres esfera, eres umbral. No luz: eco de una luz que ya se fue. Te escondes en algoritmos celestes, un símbolo flotando entre dimensiones que aún no tenemos nombre para nombrar. Te vi anoche: no con los ojos, con algo más antiguo. Estabas danzando sobre las ruinas del tiempo, silenciosa como un dios que no exige templos, pero aún así los inspira. Tus cráteres no son heridas, son puertas. Cada sombra en ti guarda un lenguaje que solo entienden los que sueñan despiertos. Te pareces a lo que sentimos cuando callamos justo antes de llorar, a ese segundo donde todo podría cambiar y no cambia. Ahí habitas tú. No orbitas: te arrastras como un recuerdo que no queremos soltar. Luna, si eres ilusión, eres la más hermosa que el universo ha fingido. Y si eres real, entonces el misterio también tiene rostro.
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Zeus y Hermes: El hijo que robó… pero también conquistó su corazón
    En el Olimpo, donde los egos chocan como rayos y las disputas pueden durar siglos, hay una relación que destaca por su agilidad, su ingenio y su inesperada ternura: la de Zeus, el rey de los dioses, con su hijo Hermes, el dios mensajero, ladrón profesional, embaucador oficial del panteón y eterno bromista. Hermes nació de una relación entre Zeus y Maya, una...
    Me gusta
    Me shockea
    3
    0 comentarios 0 compartidos
  • ────𝘙𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘱𝘭𝘢𝘤𝘦, 𝘸𝘳𝘰𝘯𝘨 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯.
    ────𝘙𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘱𝘭𝘢𝘤𝘦, 𝘸𝘳𝘰𝘯𝘨 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯.
    Me encocora
    Me gusta
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • https://youtu.be/ywOIH_R34mQ?si=lTMOEA3Ne6E6KIcp
    https://youtu.be/ywOIH_R34mQ?si=lTMOEA3Ne6E6KIcp
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
Patrocinados