Inversionista Kepler:
- Es interesante como esas máquinas biológicas desarrolladas por los que una vez fueron nuestros amos, varían mucho de era en era.

- Los creados durante la antigua guerra, se nota su especialización, su diseño agresivo, pensados para la guerra absoluta y total, como una herramienta eterna para una guerra sin fin, lo que los hace difíciles de dominar o usarlos con fines civiles, considerados los más peligrosos.

- Los creados antes del gran declive, oh los favoritos de esos demonios del vacío, productos de una guerra finalizada, una supuesta era de orden y restauración, mucho más humanos, mucho más diseñados de manera ornamental, inclusive para hombres poderosos y solitarios, hermosos para ojos mortales, atractivos y menos especializados para la guerra a cambio de mayor versatilidad en las misiones, como Olvidar a Parvos y Protea, o la leyenda de Dagath o las historias de Yareli.

- Los creados fuera del imperio Orokin, por supuesto, siempre hay quienes roban el conocimiento de los emperadores dorados, nunca se sabrá cuando y como inicio, sin embargo, Ballas, no es un idiota que descuida sus investigaciones y estamos seguro de que lo hizo adrede, quizá sean los más desconocidos, los que aún no ven la luz de las estrellas, pero así nacieron Nidus y Xaku, quien sabe si más allá de los pabellones dorados, gente desesperada o arruinada fue entregada a Helminto fuero de esas cámaras de torturas.

- Nunca me dejaré de fascinar como la carne supero a la maquinaria en nuestros campos de batalla, donde nuestros automatas intentan inútilmente igualarse a las bestias que crearon los Orokins.

A caramba... entonces papá Alduin si tiene su corazoncito...
-Leyendo el diario de Mami Kari (?)-

Sera bueno pedirle fiado a la pizzería??

-a aquel joven de pelo negro estaba allí,arriba del campanario
Mirando la cuidad a atrapado en sus pensamientos,
Cuando escucho que alguien le hablo pensado que era aquel vampiro llamado Noe.-

"Noe , quiero estar solo así que no molestes".

Odiaba sentir las miradas sobre ella. Cada paso que daba venía acompañado de esa incómoda sensación de ser juzgada: los susurros, las risas lejanas… todo parecía dirigido a su persona. Pero en el fondo sabía que nada de eso era real. No era el centro de atención, no era el blanco de ninguna burla. Todo ocurría dentro de su cabeza.

La mente tiene esa cruel habilidad de distorsionar la realidad, de hacernos creer que cada gesto ajeno encierra un juicio hacia nosotros. No era la única que lo sentía así. Había muchos más —demasiados— caminando con el mismo peso invisible, creyendo que las risas eran dagas, que los murmullos eran juicios disfrazados. Y no. A veces, nuestra peor crítica vive dentro de nosotros mismos, disfrazada de pensamiento, alimentando inseguridades que nadie más ve.

Con mis hermanos Sha Wujing y Zhu Bajie.

*Aparece Ace.*

¡Buen día! He llegado recién del mar... ¿Cómo se llama este lugar?