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  • Fondo Musical: https://www.youtube.com/watch?v=k70NxLgoRdo

    La obertura del teatro al que acudes pende de un hilo de colores macilentos; presenta así la buena nueva de sus monarcas. Este terreno que no es fértil desde tu arribo. Rizadas factorías de escombros familiares. Porque ahí y sólo ahí, perduran los ahorcados en su salvajismo, con estaturas de hollín y óxido indeleble. Oh, las puertas que abren a sus transitadas voces, perlan ante espejos rotos, rostros de angeladas maldiciones. Son el primer acto con el que presentan su ramaje de intuiciones ante un decoroso espectador; viste un traje de ingenuidad labrada con lagañas, pus y laureles de montañas. Tú, en cambio, retienes un sollozo en el instante en que la bilis asoma en su garganta y no temes despertar. Su sueño de interminable gozo, invoca al resto del panteón.

    Ellos, ellas, él, ella, ustedes, nosotros suman treces veces martes y viernes de fantasmal fantasía musical.

    Reparto las pieles de mis hazañas en el escenario, interpreto la humildad de una cigüeña que reviste a lo retorcido de un millar de corazones traicioneros, esos que se estremecen con inquietud y desidia portentosa. Claman a la creación, el sentido de sus vaciadas existencias. Reconozco que también fui una entidad forjada por los recuerdos de otras células, presencias de crines atadas, firmamentos astados que coronan a lo más álgido de los diluvios visualízales; encandilan la presencia de todos nosotros. Imaginarnos es un río de sueños cabríos, cavados entre el mar de espectadores que aprecian, con rigor manso, a nuestras hazañas.

    Nueve años y, nada ni nada, nos detiene.
    Nueve años y, nada ni nada, nos detiene.
    Nueve años y, nada ni nada, nos detiene.

    Conjuramos, al igual que tú lo hiciste, a nuestro propio dios; un príncipe regente que equilibra la tempestad con una corona triste, de solariego génesis, inmundas colas de ratas callejeras. Ellas tejen nuestra historia, escriben con su excremento la enseñanza que nos han brindado desde que fuimos conscientes. En eléboros altruismos, jactanciosos adornos que componen la sinfonía de los anfiteatros cuarteados como la podrida leche con la que nos alimentamos. La bruna leche de Mamá.

    Mamá nos reviste con fieltro y nos cuenta cuentos de puestas de lunas pasadas en las que amanecía como otra virgen dominada, como viuda unida frente a frente a la sangre azul que nos retuerce para siempre las entrañas. Somos el accidente en otrora dimensión, esa hendidura astral que la guio al templo que ahora domina. Sus ancestros eran bárbaros pensantes; una posibilidad gloriosa y pérdida que no lograron comercializar como ella nos revende, unidos por una misma danza de gusanos y de arañas. El sonido imposible que perfila temas de níveas paredes, ante los lunáticos que nos entrevén desde sus lechos desgraciados.

    ¿Habrá una posibilidad de abrir en un antes, un ahora y un después su testa hedionda a pimienta de piedra? Juntos somos demostración de macabro triunfo y asombro, la cúspide de tréboles escondidos en abiertas heridas que no cicatrizan. Una armonía maravillosa de órganos favoritos, que entonan insanas masivas. Sonidos de haladas profundas, amadas por tu orgullo. Pernoctas aún carente de miembros y espacios en tu encierro de caja musical; nos imaginas ciegos, sordos y mudos mucho antes que el silencio fuese silencio. Esta espectral música con la que nos arrullas, rosa, verde, gris y lila, cada vez que resuenas sin manchas, en tu jaula de emperatriz eterna, ruge con una plegaria con la que te repites, a ti misma, que este es tu funeral, de rimas, sentires y emociones de amaneceres, atardeceres y anocheceres tristes.

    Así y sólo así, ¿perecerás entre nuestros sidéreos amores, como una bailarina simple vestida de mortuoria imaginación? En esa perfecta ablación y obduración, con la que te veneran todos los misericordiosos que te aguardan, no lo creemos. Está escrito. Sí. Desde las memorias perdidas de los mezquinos obituarios, de ancianos penitentes. No lo olvides. Eres poesía e intuición nuestra. No lo olvides. No lo olvides. No lo olvides. No nos olvides.
    Fondo Musical: https://www.youtube.com/watch?v=k70NxLgoRdo La obertura del teatro al que acudes pende de un hilo de colores macilentos; presenta así la buena nueva de sus monarcas. Este terreno que no es fértil desde tu arribo. Rizadas factorías de escombros familiares. Porque ahí y sólo ahí, perduran los ahorcados en su salvajismo, con estaturas de hollín y óxido indeleble. Oh, las puertas que abren a sus transitadas voces, perlan ante espejos rotos, rostros de angeladas maldiciones. Son el primer acto con el que presentan su ramaje de intuiciones ante un decoroso espectador; viste un traje de ingenuidad labrada con lagañas, pus y laureles de montañas. Tú, en cambio, retienes un sollozo en el instante en que la bilis asoma en su garganta y no temes despertar. Su sueño de interminable gozo, invoca al resto del panteón. Ellos, ellas, él, ella, ustedes, nosotros suman treces veces martes y viernes de fantasmal fantasía musical. Reparto las pieles de mis hazañas en el escenario, interpreto la humildad de una cigüeña que reviste a lo retorcido de un millar de corazones traicioneros, esos que se estremecen con inquietud y desidia portentosa. Claman a la creación, el sentido de sus vaciadas existencias. Reconozco que también fui una entidad forjada por los recuerdos de otras células, presencias de crines atadas, firmamentos astados que coronan a lo más álgido de los diluvios visualízales; encandilan la presencia de todos nosotros. Imaginarnos es un río de sueños cabríos, cavados entre el mar de espectadores que aprecian, con rigor manso, a nuestras hazañas. Nueve años y, nada ni nada, nos detiene. Nueve años y, nada ni nada, nos detiene. Nueve años y, nada ni nada, nos detiene. Conjuramos, al igual que tú lo hiciste, a nuestro propio dios; un príncipe regente que equilibra la tempestad con una corona triste, de solariego génesis, inmundas colas de ratas callejeras. Ellas tejen nuestra historia, escriben con su excremento la enseñanza que nos han brindado desde que fuimos conscientes. En eléboros altruismos, jactanciosos adornos que componen la sinfonía de los anfiteatros cuarteados como la podrida leche con la que nos alimentamos. La bruna leche de Mamá. Mamá nos reviste con fieltro y nos cuenta cuentos de puestas de lunas pasadas en las que amanecía como otra virgen dominada, como viuda unida frente a frente a la sangre azul que nos retuerce para siempre las entrañas. Somos el accidente en otrora dimensión, esa hendidura astral que la guio al templo que ahora domina. Sus ancestros eran bárbaros pensantes; una posibilidad gloriosa y pérdida que no lograron comercializar como ella nos revende, unidos por una misma danza de gusanos y de arañas. El sonido imposible que perfila temas de níveas paredes, ante los lunáticos que nos entrevén desde sus lechos desgraciados. ¿Habrá una posibilidad de abrir en un antes, un ahora y un después su testa hedionda a pimienta de piedra? Juntos somos demostración de macabro triunfo y asombro, la cúspide de tréboles escondidos en abiertas heridas que no cicatrizan. Una armonía maravillosa de órganos favoritos, que entonan insanas masivas. Sonidos de haladas profundas, amadas por tu orgullo. Pernoctas aún carente de miembros y espacios en tu encierro de caja musical; nos imaginas ciegos, sordos y mudos mucho antes que el silencio fuese silencio. Esta espectral música con la que nos arrullas, rosa, verde, gris y lila, cada vez que resuenas sin manchas, en tu jaula de emperatriz eterna, ruge con una plegaria con la que te repites, a ti misma, que este es tu funeral, de rimas, sentires y emociones de amaneceres, atardeceres y anocheceres tristes. Así y sólo así, ¿perecerás entre nuestros sidéreos amores, como una bailarina simple vestida de mortuoria imaginación? En esa perfecta ablación y obduración, con la que te veneran todos los misericordiosos que te aguardan, no lo creemos. Está escrito. Sí. Desde las memorias perdidas de los mezquinos obituarios, de ancianos penitentes. No lo olvides. Eres poesía e intuición nuestra. No lo olvides. No lo olvides. No lo olvides. No nos olvides.
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  • ㅤ Salió un momento de la habitación para buscar sus antojos del día y por el camino se encontró a su mascota, que parecía estar en una situación similar a la suya, en cuanto a pereza. Se acercó, acariciando a su perro y este lo siguió a la cocina y posteriormente a la habitación comprendiendo que debía cuidarlo.
    ㅤ Salió un momento de la habitación para buscar sus antojos del día y por el camino se encontró a su mascota, que parecía estar en una situación similar a la suya, en cuanto a pereza. Se acercó, acariciando a su perro y este lo siguió a la cocina y posteriormente a la habitación comprendiendo que debía cuidarlo.
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  • Fuimos, y eso somos.. una historia que dejó de ser, corazones cautivos enamorados del ayer, olvidarnos nunca, recordarnos siempre, amarnos en vida y después de la muerte, verso del infinito que ha venido sobre mi como un latido de inspiración, por tu memoria y a tu memoria las estrellas cantarán en la oscuridad una canción de amor que se escuchará en la inmensidad, corona, castillo y mi dulce infierno con color de paraiso, hasta que llueva una vez mas el rocío de tu amor sobre mi alma no encontraré tiempo de paz ni de gozo .
    Fuimos, y eso somos.. una historia que dejó de ser, corazones cautivos enamorados del ayer, olvidarnos nunca, recordarnos siempre, amarnos en vida y después de la muerte, verso del infinito que ha venido sobre mi como un latido de inspiración, por tu memoria y a tu memoria las estrellas cantarán en la oscuridad una canción de amor que se escuchará en la inmensidad, corona, castillo y mi dulce infierno con color de paraiso, hasta que llueva una vez mas el rocío de tu amor sobre mi alma no encontraré tiempo de paz ni de gozo .
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  • "Así que.....¿Vienes a negociar con los Fatui?"
    "Así que.....¿Vienes a negociar con los Fatui?"
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  • Le copiaré a Zeus, haré una fiesta de la oscuridad, todos los esbirros de la noche, caos, muerte, discordia, todos todos en una noche de fiesta, descontrol y.... ¿por que no? un sacrificio...pequeñito, nadie notará su ausencia, si ~
    Le copiaré a Zeus, haré una fiesta de la oscuridad, todos los esbirros de la noche, caos, muerte, discordia, todos todos en una noche de fiesta, descontrol y.... ¿por que no? un sacrificio...pequeñito, nadie notará su ausencia, si ~
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  • Bicho malo nunca muere
    Fandom X-Files & Supernatural
    Categoría Crossover
    𝘿𝙀𝘼𝙉 𝙒𝙄𝙉𝘾𝙃𝙀𝙎𝙏𝙀𝙍

    Samantha llegó aquella mañana a su oficina y encontró una carpeta típica del FBI encima de su mesa, encima de todos esos expedientes que le había dicho a la Subdirectora Harrison que terminaría y nunca llegaba a terminar. Sabía que era nuevo por la fecha que tenía, por lo visto había pasado por diversas manos, por diversos departamento, hasta que finalmente llegó a ella.

    Y pronto entendió el por qué la Subdirectora se lo había dado a ella.

    Knightdale, en Carolina del Norte, tenía dos casos de homicidio en menos de una semana y con un modus operandi bastante semejante como para pensar que se trataba del mismo perpetrador. A ambas víctimas les faltaba el hígado.

    Se podría pensar que se trataba de cualquier cosa, salvo por las huellas que habían podido encontrar en uno de los escenarios. Una huella parcial que al buscar coincidencias, como Samantha estaba leyendo al desentrañar aquel caso, había dado como resultado una persona que su padre había mencionado que llevaba muerta casi 30 años: Eugene Victor Tooms. Su padre había puesto en el caso cerrado que la subdirectora había adjuntado que se trataba de un mutante (y su madre había dado testimonio que aseguraba que no había otra forma de explicarlo).

    Lo primero que hizo Samantha fue llamar a su propio padre para preguntarle acerca del caso. Supuestamente le habían visto morir a causa de unas escaleras mecánicas que habían acabado con el ser. El accidente hubiera matado a cualquiera, pero, como el propio Mulder le confirmó a Samantha: "Parece que no lo mataron del todo".

    Le habló de la necesidad que había de encontrar al ser y detenerle, pues una vez encontrase cinco hígados, entraría en un período de letargo y no se despertaría hasta 30 años después.

    Con todos los datos, y con la carpeta en su mochila, Samantha puso rumbo a Knightdale con el fin de encontrar lo que fuera que estuviera sucediendo allí. Y sin saber cómo parar algo que ni siquiera su padre pudo detener treinta años atrás.
    [thxsoldier] Samantha llegó aquella mañana a su oficina y encontró una carpeta típica del FBI encima de su mesa, encima de todos esos expedientes que le había dicho a la Subdirectora Harrison que terminaría y nunca llegaba a terminar. Sabía que era nuevo por la fecha que tenía, por lo visto había pasado por diversas manos, por diversos departamento, hasta que finalmente llegó a ella. Y pronto entendió el por qué la Subdirectora se lo había dado a ella. Knightdale, en Carolina del Norte, tenía dos casos de homicidio en menos de una semana y con un modus operandi bastante semejante como para pensar que se trataba del mismo perpetrador. A ambas víctimas les faltaba el hígado. Se podría pensar que se trataba de cualquier cosa, salvo por las huellas que habían podido encontrar en uno de los escenarios. Una huella parcial que al buscar coincidencias, como Samantha estaba leyendo al desentrañar aquel caso, había dado como resultado una persona que su padre había mencionado que llevaba muerta casi 30 años: Eugene Victor Tooms. Su padre había puesto en el caso cerrado que la subdirectora había adjuntado que se trataba de un mutante (y su madre había dado testimonio que aseguraba que no había otra forma de explicarlo). Lo primero que hizo Samantha fue llamar a su propio padre para preguntarle acerca del caso. Supuestamente le habían visto morir a causa de unas escaleras mecánicas que habían acabado con el ser. El accidente hubiera matado a cualquiera, pero, como el propio Mulder le confirmó a Samantha: "Parece que no lo mataron del todo". Le habló de la necesidad que había de encontrar al ser y detenerle, pues una vez encontrase cinco hígados, entraría en un período de letargo y no se despertaría hasta 30 años después. Con todos los datos, y con la carpeta en su mochila, Samantha puso rumbo a Knightdale con el fin de encontrar lo que fuera que estuviera sucediendo allí. Y sin saber cómo parar algo que ni siquiera su padre pudo detener treinta años atrás.
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