[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Highway] [Loc: Desconocida] --- - “Tiempo; el tiempo cura todo, pero yo maté al tiempo por no curarme a mí.” Embrague, cambio y accionó el manillar de la moto todo lo que dio para acelerar. Su Harley-Davidson carmín mate modelo Ignis rugió como dragón iracundo, como si de alguna forma expresara lo que su señor oscuro no podía. – “Yo lo maté; yo lo maté por no curarme. El tiempo no me curó; el tiempo, por lo contrario, me mataba.” Su casco de visera negra ocultaba el rostro. Embrague, cambio y acelerar, el turbo se activó. – “El tiempo lo cura todo, pero no la curó a ella. Yo también llevé a los brazos del tiempo al que la hirió de muerte y me aseguré de que el tiempo no lo curase cortándole la cabeza a ambos.” El sol se ponía a lo lejos. Tenía la carretera solo para él. Embrague, cambio y más velocidad. Ignis rugió nuevamente mientras se perdía en el horizonte.

[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Paris - Francia] [Loc: Café Il Gatto Rosso] --- No podía negarlo, estar allí le agradaba en demasía, regocijado pues como niño que explora el mundo y todo parece ser tan grande y único; todo parece ser una aventura escandalosa y épica. No, no podía negarlo, estar allí en aquel café parisino le encantaba, a las afueras, en la pequeña mesita de siempre con parasol carmín al lado de unas rosas blancas frescas sembradas recientemente y un vaso de su whisky predilecto. No podía explicarlo, a su ominosa esencia cósmica le gustaba estar entre lo creado, el alimento de los Exteriores, y estos humanos, atraídos por su perfume dulce y suculento que generaba un retrogusto a miel, petricor y rosas llenaban el local de la bella Lola que ya sospechaba (puesto que tonta no era) de la sobrenaturalidad de su comensal elegante de cabellos plateados.

[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Ciudad y Universidad de Arkham - Massachusetts] --- No sabía cuantas horas habían pasado desde que entró a la biblioteca de La Universidad de Arkham en busca de aquel grimorio del que tanto le habló La Vieja Margot y que le pidió que se lo llevase, sí, se había entretenido todo ese tiempo con la hermosa bibliotecaria “estudiando anatomía” en su despacho, pero no se le puede culpar, después de todo, los viajes dimensionales le despiertan el apetito. Ahora él estaba inmerso entre estanterías laberínticas guiándose por las indicaciones que Anna (su nueva amiguita) le dio entre gemidos: “izquierda en la sección de Psicología, recto tras pasar los ensayos y a la derecha al fondo tras pasar Civilizaciones, lo encontrarás en una sección sin clasificar”, pero al parecer dio vuelta donde no es y ahora estaba perdido.

[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Estocolmo - Suecia] [Loc: Antigua Red de Metro] [Antigua red ferroviaria viva durante el día pero, cuando el último tren se aleja, la muerte y las historias de terror se apoderan del silencio de la noche. ] [Soundtrack stage: https://youtu.be/aW9wBjkpWIE ] --- Frío, hacía mucho frío, tanto que parecía aletargar a las pocas almas de narices y mejillas coloradas que se encontraban aún en aquella vieja estación cerca a la media noche, al mismo tiempo que, una bruma densa y superficial ocultaba las vías ferroviarias que mana un sopor a humedad lóbrega que matizaba el normal aroma a madera añeja y a óxido imperante en la zona. Ciertamente era un lugar siniestro a esas horas, muerto, como si se convirtiera en un portal a otra dimensión que dan cabida a espeluznantes sucesos donde todo podría ocurrir. El último tren había partido ya hace unos cuantos minutos y las últimas almas (trabajadores en su mayoría) se retiraban pesadamente buscando el descanso en sus hogares y todo quedaba en silencio. Sin embargo, tras el reloj marcar las doce el panel informativo, aquel con una que otra bombilla quemada, se prendió por sí mismo para dar una última información “glitcheada”: “Tren Silverpilen con dirección a Gotemburgo próximo a arribar por la plataforma Gh-6”, y abajo de este en letras intermitentes amarillas: “Por favor, no cruzar la línea amarilla”, pero lo curioso era que las luces de la palabra “no” estaban estropeadas.

[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Afueras de Ebetsu - Japón] [Loc: Templo en ruinas] [Antiguo templo destruido misteriosamente en la era moderna. Actualmente se encuentra en reconstrucción y restauración por parte del gobierno japonés con el dinero de un mecenas anónimo (Umbra Eterna).] --- Ciertamente era un lugar desolador, si bien había maquinaria moderna de todo tipo en los alrededores del templo en obra, se podía ver antorchas y velas consumidas por todo el lugar puestas allí por los peregrinos que, creyendo en las historias de demonios y espectros, buscan hacerlos descansar. Eran las tres de la tarde pasadas en el día de descanso de los obreros y todo estaba tranquilo y silencioso, el olor a maquinaria, cemento y madera imperaba en la zona mezclados gracias a las ninfas eólicas que iban y venían trayendo consigo también el frescor húmedo del bosque en su mayoría de sauces que envolvía el complejo arquitectónico.

[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Ebetsu - Japón] [Loc: Bar Lost Souls - Centro de Ebetsu] [Lugar occidentalizado frecuentado generalmente por motociclistas, ubicado en el centro de Ebetsu a pocas cuadras del museo nacional.] --- Para él aquello se había convertido en un habito que se repetía cada noche alrededor de las ocho tras salir del museo donde estaba gestionando la compra de unas piezas de arte para su colección, como un bucle infinito que siempre lo llevaba a un mismo punto. Parqueaba su Harley-Davidson modificada color carmín mate en la bahía al frente del bar, se bajaba y con casco en mano entraba en aquel aposento en pleno centro de Ebetsu. Un lugar occidentalizado hasta más no poder, tanto que parecía otra dimensión, una isla en el corazón de otra como una matrioshka con olor a cigarrillo y alcohol dulce. Entrega el casco a un mozo que le saludó con gran sonrisa y confianza para luego sentarse en la barra donde la bella bartender ya le tenía el whisky que más le gustaba en las rocas y un cigarrillo para él, encendido por ella (lo sabía por la huella de su labial rojo intenso impresa en el filtro) sobre un cenicero cuadrado.