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ㅤㅤㅤㅤ 𝗧𝗛𝗘 ㅤㅤ𝗙𝗜𝗥𝗦𝗧 ㅤㅤ𝗧𝗜𝗠𝗘
ㅤㅤㅤㅤ 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐢𝐧𝐠 ㅤ 𝐰𝐢𝐭𝐡 ㅤㅤ𝐟𝐢𝐫𝐞
ㅤㅤㅤ starter rol with
Freya Mikaelson
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Idaho, Estados Unidos.
20 de septiembre.
09:04
Tras quince horas conduciendo y alargándose más de lo debido por la falta de energía a dos días, aparcó a Baby frente a aquel motel donde había quedado con un viejo amigo de cacería. Ni siquiera sabía por qué había aceptado eso. Bueno, sí. Estar viviendo todo ese caos familiar donde su madre podría simplemente desaparecer lo llevaba por un camino peor al que le gustaría imaginarse. A pesar de haber tenido que lidiar ya con su muerte siendo un niño de cuatro años, ahora tenía una mayor conciencia y sabía lo que era vivir con ella. Por eso mismo no quería perderle, costara lo que costara.
Por otro lado, estaba Sam, quien parecía querer llevarlo todo de una forma más calmada. O al menos eso era lo que daba a entender para Dean quien parecía odiarlo por tal forma de actuar. Aunque este fue el que insistió en que fuera a ese caso, al fin y al cabo, no había avance ninguno y Dean acabaría subiéndose por las paredes.
Marcó el teléfono del hombre y lo llevó a su oreja al escuchar el tono a la espera de que respondiera.
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21 de septiembre.
19:47
—Como vuelvas a mencionar a mi hermano… —Le señaló con el índice antes de dar un último y largo trago a la cerveza. Dejó el botellín sobre la mesa de caoba y se echó hacia atrás en el asiento para descender la vista hasta los documentos que tenían frente a ellos. Por suerte el bar estaba casi vacío como para poder hablar libremente de los vampiros a los que iban a dar caza. A pesar de que estuvieran excluyendo más de una vez tal palabra por si los tomaban por locos.
—Repíteme de nuevo, ¿quieres entrar como un héroe en el nido y ya? No. Tienes que jugar con ellos, no es que sean idiotas. No tan idiotas. El plan tiene que ser actuar con un señuelo. —Y lo peor es que Dean se estaba ofreciendo ciegamente a ser la carne de esos vampiros para atraerlos hasta una trampa en la que acabar con todos ellos. Se habían llevado cuatro familias por delante y estaban a punto de acabar con una quinta. Él podría ser el premio.
Soltó una risa nasal y acabó por limpiar sus labios y manos con la servilleta. Después, se incorporó pagando aquella comida.
—Anda, vamos. Cuanto antes empecemos, antes terminaremos. —Pero no, no lo decía completamente en serio. Quería tardar y eso ayudaría a que desconectara plenamente de su trágica historia familiar que lo estaba amargando.
