Recostada en su cama, mirando el techo mientras intentaba conciliar el sueño, sus pensamientos rondaban su mente dispuestos a no darle descanso.
Tenía emociones encontradas, entre la decepción, la frustración, la tristeza, no sabía cuál imperaba más en su estado de ánimo en ese momento.
Solo podía pensar en todas las ocasiones en las que sintió que todo era su culpa. Que la responsabilidad de todas las desavenencias, malentendidos y demás, correspondía única y exclusivamente de ella.
Pero no era así. Finalmente había logrado descifrarlo, finalmente había logrado entender el por qué.
Soltó un bufido y se sentó sobre el lecho, mirándose fijamente en el espejo del tocador que tenía frente a ella.
Si, ella se haría responsable de lo que le tocaba. De ahora en más, no volvería a hacerse responsable de lo que hicieran los demás, sino de ella misma. No volvería a dar más de lo que recibe y menos recibir lo que no le haría bien.
Finalmente lo había entendido. Empezaría de nuevo, desechando lo que no le aportaba y quedándose solo con lo que la haría crecer. Después de todo, las cosas siempre caen por su propio peso y esperaría pacientemente hasta entonces.
Recostada en su cama, mirando el techo mientras intentaba conciliar el sueño, sus pensamientos rondaban su mente dispuestos a no darle descanso.
Tenía emociones encontradas, entre la decepción, la frustración, la tristeza, no sabía cuál imperaba más en su estado de ánimo en ese momento.
Solo podía pensar en todas las ocasiones en las que sintió que todo era su culpa. Que la responsabilidad de todas las desavenencias, malentendidos y demás, correspondía única y exclusivamente de ella.
Pero no era así. Finalmente había logrado descifrarlo, finalmente había logrado entender el por qué.
Soltó un bufido y se sentó sobre el lecho, mirándose fijamente en el espejo del tocador que tenía frente a ella.
Si, ella se haría responsable de lo que le tocaba. De ahora en más, no volvería a hacerse responsable de lo que hicieran los demás, sino de ella misma. No volvería a dar más de lo que recibe y menos recibir lo que no le haría bien.
Finalmente lo había entendido. Empezaría de nuevo, desechando lo que no le aportaba y quedándose solo con lo que la haría crecer. Después de todo, las cosas siempre caen por su propio peso y esperaría pacientemente hasta entonces.