Tras un prolongado momento de profundo silencio, mientras Tolek prepara pociones e ingredientes en su taller en la mágicamente aislada cabaña del bosque, Lester, el cuervo familiar, al fin decide tomar la palabra.
— El amo está enfadado —se lamenta, con voz aterciopelada—. Lo siento.
Por otro lado, el brujo se muestra hábilmente concentrado en su quehacer, pese a que debe hacer muchas cosas con sólo una mano o, en su defecto, sin apoyar por completo la pierna izquierda en el piso.
— Estar molesto no es tan grave como estar enfadado, Lester —aclara, sin voltear a ver al ave—. Estoy molesto.
— ¿Es porque he pasado la tarde con Adda? —Pregunta el familiar, con tono ya sólo de curiosidad.
Al parecer, el lamento del plumífero ha quedado atrás. Así son los animales.
— Si quieres que sea específico, te diré que no es porque pasaras la tarde con Adda. Sino porque he tenido que escuchar sus descargos sin quererlo —responde.
El cuervo, apostado en lo alto de una alacena, inclina la cabeza a un lado como queriendo ver mejor a su amo.
— Adda cree que el amo no la valora...
— ¡Lo sé! —Interrumpe el brujo, alzando la voz—. Acabo de decirte que he oído lo que hablaron.
— ¿No es así? —Pregunta el ave, cuya naturaleza es tomarse así de tantas libertades.
— No —declara el brujo—. Pero Adda no está interesada en el valor que puedan darle otros. Ella quiere que la valoren como sólo ella puede valorarse y eso es imposible.
Tras una breve pausa de silencio donde Lester entiende perfectamente que su amo no se siente del todo bien hablando al respecto, el ave continúa.
— Amo... —insiste el ave, en tono algo más grave, pues es incapaz de susurrar—. ¿Cómo se muestran aprecio los seres humanos?
Tolek deja escapar un suspiro de cansancio antes de prepararse para explicar a su cuervo familiar una situación por lo menos compleja, algo tan propio de una raza que se demuestra aprecio más allá de la usual forma animal.
— No es tan distinto a la forma en que tú y los tuyos se cuidan para procurar que sigan con vida —comienza—. Sólo que, en el caso de los seres humanos, mantenerse con vida y en bienestar se ha vuelto un asunto que implica muchas cosas más que conseguir comida y evitar a los depredadores.
El brujo acaba de llenar un par de pequeñas botellas con agua tratada y algunas semillas que flotan alegremente en su contenido. Luego, voltea a mirar al cuervo.
— Para los seres humanos se ha vuelto fácil evitar depredadores y conseguir comida, así es que ahora nos ocupamos de aspectos más intrínsecos como las relaciones emocionales, el bienestar mental, la moral y las buenas costumbres, el sentido común. Así, cuidar de alguien que aprecias puede ser escuchar lo que tiene para confiarte, acompañarle cuando se sienta vulnerable, comprenderle para contenerle o apoyarle cuando su situación se ponga muy difícil, aconsejarle frente a una problemática que le aqueja y no es capaz de solucionar... o incluso aislarle de situaciones dañinas.
El cuervo escucha como si comprendiera, porque de hecho lo hace gracias a las cualidades mágicas que ha heredado de su condición como familiar de un brujo.
— ¿Y qué tiene que ver el Cookie Jam con mostrarle aprecio a la gente? —Añade el cuervo.
Tolek no puede evitar reír por breve.
— Adda estaba usando un juego de celular, que es un pasatiempo, para graficar que ella cree que es un pasatiempo para mí —explica—. El Cookie Jam no tiene nada que ver con demostrar aprecio.
— El amo pasaba mucho tiempo con Adda, todo el tiempo que no estaba en casa. ¿A eso se refiere Adda con que ella es un Cookie Jam para el amo?
El brujo ríe un poco más.
— No, Lester. Ella quiso decir que cree que ella no tiene ningún valor para mí. Como si ella fuera sólo un Cookie Jam al que le dedico mi tiempo libre —aclara.
— El amo está de vacaciones, tiene mucho tiempo libre.
— No iba al bar por tener tiempo libre, Lester. Soy un ser humano, una criatura gregaria que necesita relacionarse con otras personas. No sólo iba al bar a estar con Adda, también iba a conocer demás personas —explica.
— ¿Y por qué el amo ya no va al bar?
Tolek guarda silencio por un momento, llevando la vista al piso en una actitud de angustia que refleja perfectamente lo que siente al recordar a Adda.
— No quiero volver ahí —responde, mientras vuelve a voltear para ocuparse nuevamente—. A mí tampoco me gusta sentir que todo lo que hice de cariño fue echado a la basura como si yo no valiera nada. Ya he tenido suficiente en mi vida de eso de sentirme como una basura inservible.
#ElBrujoCojo Tras un prolongado momento de profundo silencio, mientras Tolek prepara pociones e ingredientes en su taller en la mágicamente aislada cabaña del bosque, Lester, el cuervo familiar, al fin decide tomar la palabra.
— El amo está enfadado —se lamenta, con voz aterciopelada—. Lo siento.
Por otro lado, el brujo se muestra hábilmente concentrado en su quehacer, pese a que debe hacer muchas cosas con sólo una mano o, en su defecto, sin apoyar por completo la pierna izquierda en el piso.
— Estar molesto no es tan grave como estar enfadado, Lester —aclara, sin voltear a ver al ave—. Estoy molesto.
— ¿Es porque he pasado la tarde con Adda? —Pregunta el familiar, con tono ya sólo de curiosidad.
Al parecer, el lamento del plumífero ha quedado atrás. Así son los animales.
— Si quieres que sea específico, te diré que no es porque pasaras la tarde con Adda. Sino porque he tenido que escuchar sus descargos sin quererlo —responde.
El cuervo, apostado en lo alto de una alacena, inclina la cabeza a un lado como queriendo ver mejor a su amo.
— Adda cree que el amo no la valora...
— ¡Lo sé! —Interrumpe el brujo, alzando la voz—. Acabo de decirte que he oído lo que hablaron.
— ¿No es así? —Pregunta el ave, cuya naturaleza es tomarse así de tantas libertades.
— No —declara el brujo—. Pero Adda no está interesada en el valor que puedan darle otros. Ella quiere que la valoren como sólo ella puede valorarse y eso es imposible.
Tras una breve pausa de silencio donde Lester entiende perfectamente que su amo no se siente del todo bien hablando al respecto, el ave continúa.
— Amo... —insiste el ave, en tono algo más grave, pues es incapaz de susurrar—. ¿Cómo se muestran aprecio los seres humanos?
Tolek deja escapar un suspiro de cansancio antes de prepararse para explicar a su cuervo familiar una situación por lo menos compleja, algo tan propio de una raza que se demuestra aprecio más allá de la usual forma animal.
— No es tan distinto a la forma en que tú y los tuyos se cuidan para procurar que sigan con vida —comienza—. Sólo que, en el caso de los seres humanos, mantenerse con vida y en bienestar se ha vuelto un asunto que implica muchas cosas más que conseguir comida y evitar a los depredadores.
El brujo acaba de llenar un par de pequeñas botellas con agua tratada y algunas semillas que flotan alegremente en su contenido. Luego, voltea a mirar al cuervo.
— Para los seres humanos se ha vuelto fácil evitar depredadores y conseguir comida, así es que ahora nos ocupamos de aspectos más intrínsecos como las relaciones emocionales, el bienestar mental, la moral y las buenas costumbres, el sentido común. Así, cuidar de alguien que aprecias puede ser escuchar lo que tiene para confiarte, acompañarle cuando se sienta vulnerable, comprenderle para contenerle o apoyarle cuando su situación se ponga muy difícil, aconsejarle frente a una problemática que le aqueja y no es capaz de solucionar... o incluso aislarle de situaciones dañinas.
El cuervo escucha como si comprendiera, porque de hecho lo hace gracias a las cualidades mágicas que ha heredado de su condición como familiar de un brujo.
— ¿Y qué tiene que ver el Cookie Jam con mostrarle aprecio a la gente? —Añade el cuervo.
Tolek no puede evitar reír por breve.
— Adda estaba usando un juego de celular, que es un pasatiempo, para graficar que ella cree que es un pasatiempo para mí —explica—. El Cookie Jam no tiene nada que ver con demostrar aprecio.
— El amo pasaba mucho tiempo con Adda, todo el tiempo que no estaba en casa. ¿A eso se refiere Adda con que ella es un Cookie Jam para el amo?
El brujo ríe un poco más.
— No, Lester. Ella quiso decir que cree que ella no tiene ningún valor para mí. Como si ella fuera sólo un Cookie Jam al que le dedico mi tiempo libre —aclara.
— El amo está de vacaciones, tiene mucho tiempo libre.
— No iba al bar por tener tiempo libre, Lester. Soy un ser humano, una criatura gregaria que necesita relacionarse con otras personas. No sólo iba al bar a estar con Adda, también iba a conocer demás personas —explica.
— ¿Y por qué el amo ya no va al bar?
Tolek guarda silencio por un momento, llevando la vista al piso en una actitud de angustia que refleja perfectamente lo que siente al recordar a Adda.
— No quiero volver ahí —responde, mientras vuelve a voltear para ocuparse nuevamente—. A mí tampoco me gusta sentir que todo lo que hice de cariño fue echado a la basura como si yo no valiera nada. Ya he tenido suficiente en mi vida de eso de sentirme como una basura inservible.
#ElBrujoCojo