ㅤㅤㅤᅳ⧽ㅤ𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐀𝐁𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎.ㅤ━

Jonia era un lugar de equilibrio, bueno siempre lo había sido, de hecho aquellos que habitaban aquellas tierras luchaban y trabajaban por mantener un equilibrio, naturaleza, magia, vida, muerte... todo parecía estar en paz perpétua.

Aquella mañana una encapuchada mujer caminaba rumbo a la región de Navori, se notaba que llevaba demasiado tiempo viajando debido al polvo del camino acumulado en su capa blanca y en su andar pesado, arrastraba los pies como si en cualquier momento fuera a caer por el cansancio, pero eso no ocurriría, aquella encapuchada mujer era demasiado cabezota para dejarse caer por "una piedra" en el camino.

Ahri, el cual era el nombre de aquella encapuchada mujer-zorro, se desvió del camino hasta acercarse a un riachuelo cercano, refrescarse un poco le subiría los ánimos y le daría fuerzas para llegar a su próximo destino ¿Verdad?

ㅤㅤㅤᅳ⧽ㅤ𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐀𝐁𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎.ㅤ━

¿Cómo había llegado allí? La respuesta corta era "en barco" ¿La respuesta larga? Había usado un portal que llevaba desde los reinos feericos a quiensabedónde y un juego de dados, un par de hidromieles y unas risas después habían hecho que Anraste acabase en un barco rumbo a tierras desconocidas.
Lo admitiría, a veces los seres inmortales eran capaces de hacer grandes estupideces.

Ahí estaba ella, en medio de la noche, sola, con las luces del puerto iluminando pobremente el lugar. Anraste suspiró pesadamente ¿Porqué habría aceptado aquel trato si perdía jugando a los dados? Ya habría tiempo para lamentos, ahora tenía que buscar aquello por lo que había perdido en aquel estúpido juego... Un maldito muñeco de trapo con una bendición que otorga protección a aquellos que llevan consigo el muñequito.

Anraste se pasó la mano derecha por la cara, intentando pensar en cómo comunicarse con los lugareños, explicando qué artefacto buscaba sin que estos acabasen burlándose de ella por ir en busca de "un osito de peluche".