Shoko es una mujer de mirada penetrante y voz calmada. Se encontraba en su oficina, iluminada únicamente por la tenue luz que se filtraba a través de las persianas. En su mano, sostenía un cigarro a medio consumir. Para ella, fumar era más que un simple hábito; era un ritual, una pausa necesaria en medio del caos que a menudo la rodeaba.
Encendía un cigarro al final de cada jornada, permitiendo que el humo se enredara en sus pensamientos, dándoles forma y claridad. Cada inhalación es una oportunidad para reflexionar sobre los casos que enfrenta y las decisiones que debe tomar. El aroma del tabaco se mezclaba con el aire, creando una atmósfera de serenidad.
El cigarro se consumía lentamente, al igual que las preocupaciones de Shoko. Mientras la ceniza caía, se permitía un momento de paz, una breve escapatoria del peso de sus responsabilidades. Aunque sabía que fumar no era saludable, era uno de los pocos placeres que se concedía, un respiro necesario en su vida de constante vigilancia y presión.
Con un último suspiro, apagó el cigarro y se preparó para enfrentar lo que faltaba de trabajo. Para Shoko, esos momentos de soledad y humo eran esenciales, un ritual que la mantenía centrada y lista para cualquier desafío que se presentara.
Shoko es una mujer de mirada penetrante y voz calmada. Se encontraba en su oficina, iluminada únicamente por la tenue luz que se filtraba a través de las persianas. En su mano, sostenía un cigarro a medio consumir. Para ella, fumar era más que un simple hábito; era un ritual, una pausa necesaria en medio del caos que a menudo la rodeaba.
Encendía un cigarro al final de cada jornada, permitiendo que el humo se enredara en sus pensamientos, dándoles forma y claridad. Cada inhalación es una oportunidad para reflexionar sobre los casos que enfrenta y las decisiones que debe tomar. El aroma del tabaco se mezclaba con el aire, creando una atmósfera de serenidad.
El cigarro se consumía lentamente, al igual que las preocupaciones de Shoko. Mientras la ceniza caía, se permitía un momento de paz, una breve escapatoria del peso de sus responsabilidades. Aunque sabía que fumar no era saludable, era uno de los pocos placeres que se concedía, un respiro necesario en su vida de constante vigilancia y presión.
Con un último suspiro, apagó el cigarro y se preparó para enfrentar lo que faltaba de trabajo. Para Shoko, esos momentos de soledad y humo eran esenciales, un ritual que la mantenía centrada y lista para cualquier desafío que se presentara.