• — Golpe de calor. El médico me recetó: muchos líquidos, no salir al sol, videojuegos y comida chatarra. ¿Que eso último no estaba en la receta?. Hoy no quiero ver a nadie.—
    — Golpe de calor. El médico me recetó: muchos líquidos, no salir al sol, videojuegos y comida chatarra. ¿Que eso último no estaba en la receta?. Hoy no quiero ver a nadie.—
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  • [Sweets_dreams]

    Las brumas danzaban lentas a su alrededor, envolviendo la inmensidad silenciosa del plano onírico. Se deslizaba apenas sobre la superficie de un sueño aún sin forma, cerca de donde Morfeo tejía sus maravillas. Durante un largo rato lo observó en silencio, como una hebra de viento que se niega a disiparse.

    Luego, su voz—apenas más que un susurro entre hojas dormidas—rompió el velo:

    "Maestro…
    He visto a los humanos hacer algo curioso.
    Cuando algo los hiere demasiado…
    Bloquean sus recuerdos. Los esconden dentro de sí, como una caja sellada. No los destruyen… pero ya no los sienten igual."

    "¿Mamá… podría hacer eso también?"

    "¿Si lo hiciera… me olvidaría a mí también?"

    Su silueta tembló levemente, como una llama a punto de apagarse, pero no perdió su compostura. La pregunta la tejía desde la niebla más íntima.

    "Digo… si pudiera bloquear solo lo que le duele, como ese… ser que la marcó. Si pudiera generar una ilusión de olvido, una simulación de calma, ¿podría despertar… vivir, continuar?"

    "Como si nada hubiera ocurrido."

    "¿Los dioses también pueden hacer eso, maestro?"

    "¿O… ella no puede?"

    Se quedó en silencio después, flotando entre hilos de sueño y duda, sin exigir una respuesta inmediata. Solo deseando que, tal vez, en algún rincón del olvido… aún pudiera encontrarse la posibilidad de consuelo.

    "No sé... Si sea porque estamos conectadas de alguna forma, pero no puedo dejar de pensarla..."
    [Sweets_dreams] Las brumas danzaban lentas a su alrededor, envolviendo la inmensidad silenciosa del plano onírico. Se deslizaba apenas sobre la superficie de un sueño aún sin forma, cerca de donde Morfeo tejía sus maravillas. Durante un largo rato lo observó en silencio, como una hebra de viento que se niega a disiparse. Luego, su voz—apenas más que un susurro entre hojas dormidas—rompió el velo: "Maestro… He visto a los humanos hacer algo curioso. Cuando algo los hiere demasiado… Bloquean sus recuerdos. Los esconden dentro de sí, como una caja sellada. No los destruyen… pero ya no los sienten igual." "¿Mamá… podría hacer eso también?" "¿Si lo hiciera… me olvidaría a mí también?" Su silueta tembló levemente, como una llama a punto de apagarse, pero no perdió su compostura. La pregunta la tejía desde la niebla más íntima. "Digo… si pudiera bloquear solo lo que le duele, como ese… ser que la marcó. Si pudiera generar una ilusión de olvido, una simulación de calma, ¿podría despertar… vivir, continuar?" "Como si nada hubiera ocurrido." "¿Los dioses también pueden hacer eso, maestro?" "¿O… ella no puede?" Se quedó en silencio después, flotando entre hilos de sueño y duda, sin exigir una respuesta inmediata. Solo deseando que, tal vez, en algún rincón del olvido… aún pudiera encontrarse la posibilidad de consuelo. "No sé... Si sea porque estamos conectadas de alguna forma, pero no puedo dejar de pensarla..."
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  • Creo que debo enfocarme más en meditar, cumplir con mis deberes monásticos y desligarme poco a poco... No puedo dejar que el dolor en mi corazón interfiera con mi vida cotidiana.
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  • Eres una hermosa flor y tal cómo yo, estás muy sola en este lugar... Te cuidaré hasta que llegue el momento de que mi corazón acepte la realidad... Su soledad.
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  • Buenos días.
    -Despierto, pero a qué costo.-
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  • —Le enviaré esta carta de amor...¿Y si él la rechaza? No estoy segura...
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  • — Buenos días ~ ¿Dormiste bien? Perdón por meterme en tu cama, es que está más fresquita ... —
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  • "Esperanza, ayuda y compasión para todos".
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  • - en el profundo bosque se encontraba la leona reina pensando -
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  • Una gota es arte, droga, veneno. El eco rojo de siglos de vida, de un poder ancestral, de la noche y el hedonismo.

    Una sola gota entre los labios, mínima, imperceptible, basta para encender los nervios con fuego de otro mundo.

    El pulso se acelera como tambor de caza.
    Los sentidos se abren, como flores al tacto de la luna.
    Los colores arden.
    La música acaricia el alma con dedos de terciopelo.
    Y el roce de otra piel se vuelve anhelo.

    La mente se eleva, lucidez febril en el entendimiento, pero el cuerpo se relaja, flota trasladado a un sueño donde el deseo y la realidad se enredan en un baile lento y sensual.

    En el alma, algo se enreda suavemente.
    Las barreras caen como hojas secas, pero las raíces se extienden.
    Afloran confesiones y una sed distinta nace.

    A veces, entre suspiros y miradas perdidas, aparecen visiones, fragmentos de vidas ajenas, memorias que no se han vivido… aún.

    Todo depende del corazón que bebe.

    Pero todo tiene un precio y el elixir que corre por las venas del vampiro no está exento.

    Una resonancia queda, como una cuerda que vibra en lo profundo. Un hilo invisible, una conexión que, al verse de nuevo, temblará.

    Por eso se ofrece con cuidado.
    Y no se acepta sin consecuencias.
    Una gota es arte, droga, veneno. El eco rojo de siglos de vida, de un poder ancestral, de la noche y el hedonismo. Una sola gota entre los labios, mínima, imperceptible, basta para encender los nervios con fuego de otro mundo. El pulso se acelera como tambor de caza. Los sentidos se abren, como flores al tacto de la luna. Los colores arden. La música acaricia el alma con dedos de terciopelo. Y el roce de otra piel se vuelve anhelo. La mente se eleva, lucidez febril en el entendimiento, pero el cuerpo se relaja, flota trasladado a un sueño donde el deseo y la realidad se enredan en un baile lento y sensual. En el alma, algo se enreda suavemente. Las barreras caen como hojas secas, pero las raíces se extienden. Afloran confesiones y una sed distinta nace. A veces, entre suspiros y miradas perdidas, aparecen visiones, fragmentos de vidas ajenas, memorias que no se han vivido… aún. Todo depende del corazón que bebe. Pero todo tiene un precio y el elixir que corre por las venas del vampiro no está exento. Una resonancia queda, como una cuerda que vibra en lo profundo. Un hilo invisible, una conexión que, al verse de nuevo, temblará. Por eso se ofrece con cuidado. Y no se acepta sin consecuencias.
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