• Zagreo...

    *Se abraza a él como solía hacerlo cuando vivía en el Olimpo*

    Zagreo the Dark Demon Greek Mitology
    Zagreo... *Se abraza a él como solía hacerlo cuando vivía en el Olimpo* [Dark_Demon]
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  • —Vaya, que lindo. Hace tiempo no recibía regalos~
    Muchas gracias~
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  • - Eso fue tan vergonzoso. ㅤㅤ
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  • -estaba en el jadrin de aquel momento cuando denla nada -

    Si , vienes por disculparte es mejor olvidarlo .... dios tramposo

    - sostestenia a loki su ex esposo casi si dejarlo repirar.-

    Loki : fondo aun me quieres .....

    Muerto quizas.

    - ella y lo loki se quedaron habando un rato pero , aun Ylva estaba molesta con el.-
    -estaba en el jadrin de aquel momento cuando denla nada - Si , vienes por disculparte es mejor olvidarlo .... dios tramposo - sostestenia a loki su ex esposo casi si dejarlo repirar.- Loki : fondo aun me quieres ..... Muerto quizas. - ella y lo loki se quedaron habando un rato pero , aun Ylva estaba molesta con el.-
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  • —¿Quién quedó en complacerme? ¿O es que ya no hay hombres de palabra?

    Está seguro de la segunda opción, pero sólo quiere confirmar que tan mal le van a quedar.
    —¿Quién quedó en complacerme? ¿O es que ya no hay hombres de palabra? Está seguro de la segunda opción, pero sólo quiere confirmar que tan mal le van a quedar.
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  • - mientras caminaba por allí pensó , si aquí habían algo que le podría interesar en el pueblo .-
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  • El jardín estaba bañado por la tenue luz del atardecer. Los árboles se mecían suavemente con el viento, y el perfume de las flores nocturnas comenzaba a despertar, mezclándose con el murmullo distante de una fuente.
    Lysander estaba sentado en un banco de piedra, con el cabello cayendo en ondas oscuras sobre sus hombros, mientras Yuki, su pequeño conejo blanco, saltaba juguetón alrededor de sus botas.

    Un cosquilleo recorrió su brazo izquierdo: la señal inequívoca de que Nerezza estaba moviéndose bajo su piel, serpenteando desde su pecho hacia su hombro. Su siseo suave vibró en su mente, tan familiar como un susurro.

    —¿Otra vez inquieta, Nerezza? —murmuró, sin apartar la vista del cielo teñido de naranja y violeta. Yuki, curioso, se acercó a su mano y Lysander lo acarició suavemente detrás de las orejas.

    El siseo se transformó en un eco de palabras que solo él podía entender.
    —«El aire trae presencias extrañas… no confío en este silencio.»

    Lysander sonrió de lado, con esa mezcla de calma y melancolía que lo caracterizaba.
    —Siempre desconfías de todo. Quizá deberías aprender de Yuki… él solo salta y vive, sin pensar si el viento es aliado o enemigo.

    La serpiente blanca emergió entonces por completo desde su clavícula, etérea y brillante, enroscándose con elegancia alrededor de su brazo. Sus ojos plateados reflejaban la última luz del sol, como si vigilaran cada rincón del jardín.

    —«Ese conejo no cargaría con el peso que tú llevas. Yo sí.» —el siseo resonó, firme, protector.

    Lysander bajó la mirada hacia ella, con Yuki ahora entre sus brazos, tranquilo.
    —Lo sé… eres mi guardiana, mi otra mitad. Pero a veces me pregunto, Nerezza… ¿me proteges del mundo, o me proteges de mí mismo?

    La serpiente no respondió con palabras, sino apretando suavemente su brazo como si se tratara de un abrazo silencioso. Yuki, ajeno a todo, estiró su naricita y rozó las escamas perladas de Nerezza sin miedo alguno.
    Lysander dejó escapar una risa baja, casi inaudible.

    —Mira eso… parece que hasta mi pequeño Yuki te acepta. Tal vez, después de todo, sí pueda confiar en que el mundo no es tan hostil como lo imaginas.

    El viento sopló, llevando consigo el murmullo de la noche naciente. Entre el conejo juguetón y la serpiente guardiana, Lysander se sintió por un instante en paz, aunque sabía que esa calma siempre sería frágil.
    El jardín estaba bañado por la tenue luz del atardecer. Los árboles se mecían suavemente con el viento, y el perfume de las flores nocturnas comenzaba a despertar, mezclándose con el murmullo distante de una fuente. Lysander estaba sentado en un banco de piedra, con el cabello cayendo en ondas oscuras sobre sus hombros, mientras Yuki, su pequeño conejo blanco, saltaba juguetón alrededor de sus botas. Un cosquilleo recorrió su brazo izquierdo: la señal inequívoca de que Nerezza estaba moviéndose bajo su piel, serpenteando desde su pecho hacia su hombro. Su siseo suave vibró en su mente, tan familiar como un susurro. —¿Otra vez inquieta, Nerezza? —murmuró, sin apartar la vista del cielo teñido de naranja y violeta. Yuki, curioso, se acercó a su mano y Lysander lo acarició suavemente detrás de las orejas. El siseo se transformó en un eco de palabras que solo él podía entender. —«El aire trae presencias extrañas… no confío en este silencio.» Lysander sonrió de lado, con esa mezcla de calma y melancolía que lo caracterizaba. —Siempre desconfías de todo. Quizá deberías aprender de Yuki… él solo salta y vive, sin pensar si el viento es aliado o enemigo. La serpiente blanca emergió entonces por completo desde su clavícula, etérea y brillante, enroscándose con elegancia alrededor de su brazo. Sus ojos plateados reflejaban la última luz del sol, como si vigilaran cada rincón del jardín. —«Ese conejo no cargaría con el peso que tú llevas. Yo sí.» —el siseo resonó, firme, protector. Lysander bajó la mirada hacia ella, con Yuki ahora entre sus brazos, tranquilo. —Lo sé… eres mi guardiana, mi otra mitad. Pero a veces me pregunto, Nerezza… ¿me proteges del mundo, o me proteges de mí mismo? La serpiente no respondió con palabras, sino apretando suavemente su brazo como si se tratara de un abrazo silencioso. Yuki, ajeno a todo, estiró su naricita y rozó las escamas perladas de Nerezza sin miedo alguno. Lysander dejó escapar una risa baja, casi inaudible. —Mira eso… parece que hasta mi pequeño Yuki te acepta. Tal vez, después de todo, sí pueda confiar en que el mundo no es tan hostil como lo imaginas. El viento sopló, llevando consigo el murmullo de la noche naciente. Entre el conejo juguetón y la serpiente guardiana, Lysander se sintió por un instante en paz, aunque sabía que esa calma siempre sería frágil.
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  • -Nuevamente en uno de mis viajes Sorprendía al ver tal acontecimiento. Entre la audiencia, prestaba atención al mensaje, riéndome también un poco. Mis dedos se desplazaban al percibir la música.-

    https://vt.tiktok.com/ZSDUGw6sh/
    -Nuevamente en uno de mis viajes Sorprendía al ver tal acontecimiento. Entre la audiencia, prestaba atención al mensaje, riéndome también un poco. Mis dedos se desplazaban al percibir la música.- https://vt.tiktok.com/ZSDUGw6sh/
    @phantom.script6

    🎭✨ Bienvenidos al espectáculo más oscuro… Donde el circo no es un juego, y el amo controla cada sombra. Prepárate para entrar en un mundo de máscaras rotas, risas siniestras y luces que ocultan secretos. AMO DEL CIRCO - Phantom Script #music #nuevo #ia #fyp #circo

    ♬ sonido original - Phantom Script
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  • E me aquí hermosas criaturas que necesitan un poco de lujuria en sus vidas. Quien será el afortunado que le enseñe la lujuria... Lujuria....Sebastián Michaelis pero que mierda has hecho en mi ausencia ? !! Deberías tener a todos en plena orgía, una lujuria que no lleva al pecado es basura . Sabía que debía reemplazarte por algo mejor no sirves de lujuria
    E me aquí hermosas criaturas que necesitan un poco de lujuria en sus vidas. Quien será el afortunado que le enseñe la lujuria... Lujuria....[Michaelis] pero que mierda has hecho en mi ausencia ? !! Deberías tener a todos en plena orgía, una lujuria que no lleva al pecado es basura . Sabía que debía reemplazarte por algo mejor no sirves de lujuria
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  • El aire olía a hierro y ceniza. Entre ruinas aún humeantes, un hombre permanecía en pie, apenas cubierto por la sangre que no era suya. El torso desnudo mostraba cada cicatriz, recuerdo de la batalla recién librada. A sus pies yacían las sombras deshechas de lo que alguna vez fue un ejército demoníaco; en sus manos, dos dagas aún goteaban un líquido oscuro que chisporroteaba al tocar la tierra.

    Respiraba con calma, demasiado tranquilo para alguien que acababa de enfrentar a todo un reino infernal. Sus ojos recorrían el horizonte, expectantes, como si buscara algo… o a alguien. No habló, solo esperó, firme, dejando que la tensión del silencio pesara sobre cualquiera que tuviera el valor de acercarse.
    El aire olía a hierro y ceniza. Entre ruinas aún humeantes, un hombre permanecía en pie, apenas cubierto por la sangre que no era suya. El torso desnudo mostraba cada cicatriz, recuerdo de la batalla recién librada. A sus pies yacían las sombras deshechas de lo que alguna vez fue un ejército demoníaco; en sus manos, dos dagas aún goteaban un líquido oscuro que chisporroteaba al tocar la tierra. Respiraba con calma, demasiado tranquilo para alguien que acababa de enfrentar a todo un reino infernal. Sus ojos recorrían el horizonte, expectantes, como si buscara algo… o a alguien. No habló, solo esperó, firme, dejando que la tensión del silencio pesara sobre cualquiera que tuviera el valor de acercarse.
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