Quedan solo cinco días para el sábado, siendo más exactos para el primer baile que abre esta nueva temporada.
Es organizado por Lady Danbury.

Dos días atrás madre y Prudence fueron llamadas para ir a la modista.

El vestido de mi hermana ya estaba listo, a la noche (antes de la hora de la cena).

Prudence me obligó a ir a su habitación, solo para mostrarme su nuevo espantoso vestido. Parece una gigantesca naranja, se siente muy orgullosa restregándome su nuevo vestido y que ahora ella es la única con posibilidades de conseguir un buen pretendiente este nuevo año.

En cambio, yo continuó según mi plan oculto. De fueras para dentro mi familia piensa que soy una completa desgraciada, no se imaginan el gran cambio que estoy llevando acabo.

Siempre se me ha dado muy bien ocultarme.

 

Mi doncella personal Marie se las apañó para hacerme entrega de una nota, escrita por la misma modista.

 

"

𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟𝑖𝑡𝑎 𝑃𝑒𝑛𝑒́𝑙𝑜𝑝𝑒.  𝐷𝑒𝑏𝑜 𝑎𝑑𝑒𝑙𝑎𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑑𝑖́𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎, 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑎 𝑡𝑎𝑟𝑑𝑒 𝑣𝑖𝑠𝑖𝑡𝑎𝑟𝑒́ 𝑠𝑢 𝘩𝑜𝑔𝑎𝑟. 𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑙𝑖𝑠𝑡𝑜, 

𝑒𝑠 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑎𝑟𝑖𝑜 𝑎𝑑𝑒𝑙𝑎𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎.

𝐺𝑒𝑛𝑒𝑣𝑖𝑒𝑣𝑒 𝐷𝑒𝑙𝑎𝑐𝑟𝑜𝑖𝑥.

 

—Señorita, ¿va todo bien?.

Pregunta de golpe Marie nada más termine de leer la nota que previamente me había entregado. Tenía previsto que pudiera suceder, por eso estuve anoche 

hasta tarde terminando de escribir un nuevo número para la revista de Lady Wisthledown.

Giro la cabeza devolviendo a Marie una sonrisa tranquilizadora.

—¿Puedes ayudarme con mi peinado?.

Disfrutó de mi lectura sentada en el sofá que se encuentra pegado a una de las ventanas que hay en el salón. Aún no es la hora, Marie me informará en cuanto haya llegado a casa Delacroix.

Tendremos unos poco minutos para que nuestro encuentro se pueda llevar acabo, antes de que nuestra ama de llaves vaya corriendo a informar a madre de la llegada de la modista.

Nada puede fallar, tenemos que ser precisas. 

Todas nosotras, solo quedan unos pocos minutos para su llegada.

La agonía que siento rodeando todo mi cuerpo cada vez va haciéndose más grande. 

Puede que por fuera se me vea completamente tranquila, es solo una fachada, ya que por dentro me siento completamente una niña pequeña indefensa.

No, no puede ser. 

Me niego en rotundo a tener pensamientos negativos cruzando se en mi camino.
Esta vez me toca ser fuerte, si quiero ser feliz, tengo que luchar cada día hasta conseguirlo.

 

—Señorita Penélope.

Termino bajando los últimos escalones, en el medio de la entrada de casa hay una mesa redonda, en donde se encuentra en el medio un feo jarrón (regalo de bodas de mis padres).

Justo al lado se encuentra Delacroix, sobre la mesa dejo colocadas dos grandes cajas.

Pude ver con claridad como mi querida Marie se llevaba la enorme caja de color amarillo claro, hacia mi habitación.

Tal y como la había ordenado, confió en Marie. Se perfectamente que logrará llevarla hasta mi cuarto sin que nadie del servicio la vea.
O peor mi hermana o madre.

—Señorita Penélope no tenemos mucho tiempo, de inmediato su señora madre aparecerá.

Habla Delacroix con su acento francés, en un susurró.

—Descuide.

Ante la atenta mirada del mayordomo que hay pegado al lado de la puerta de la entrada de casa, las dos intercambiamos susurros.
En un descuido saque de entre una página del libro que sostengo en mis manos, mis escritos bien doblados.

Marie no tardo ni dos minutos en regresar nuevamente con la caja, la cuál está llena con mis escritos y por encima los tapo con viejas telas.
Mi vestido nuevo ya se encuentra bien guardado en el armario de mi habitación y ahora Delacroix tiene mis escritos para lo nuevo de Wisthledown.

—Su señora madre quería que apareciera hoy, desea probarse el vestido.

—Lo comprendo.

—Vaya.

Delacroix se sorprende al palpar ella misma la caja, no se esperaba que estuviera tan llena.

—Estoy convencida de que a madre la gustará el vestido.

—Gracias señorita Penélope, es usted muy amable.


—Veo que por fin mi Penélope está haciendo algo de provecho, entreteniéndola madame Delacroix.

Giro sobre mis talones viendo a madre bajando las escaleras sin apartar la mirada de nosotras.

Se coloca en el medio de las dos, bajo la cabeza mirando mis zapatos y me cojo de las manos fingiendo una notaría timidez.
Madre de inmediato se olvidó de mí presencia, comenzó a hablar sobre su vestido y nuevamente pase a volverme invisible.

Eso me dio la oportunidad de huir de ellas, corrí directa hasta mi habitación.

Una vez cerré la puerta, volví a respirar con total normalidad.

Lo hemos logrado, entusiasmada voy hasta el armario.

Ansío ver por primera vez mi nuevo vestido. Y sobre todo probármelo.

Ahora toca esperar hasta el sábado para que Marie me ayude a ponérmelo y verme hermosa con el.

 

Muy pronto deslumbraré y ya no seré más considerada como la fea del baile.