Aquí estaba de nuevo , en el interior austero y funcional de un barracón de élite. El aire huele a metal pulido, sudor y la tenue fragancia de desinfectante. La única luz proviene de una lámpara de techo que proyecta sombras duras sobre el suelo de hormigón. Fuera, la noche es un manto denso y silencioso, solo roto por el lejano zumbido de un motor de su motocicleta

Estaba de pie frente a un espejo de cuerpo entero, podía ver mi figura imponente reflejada. Mis dedos, callosos y precisos, abrochan los últimos cierres de mi uniforme de asalto. La tela, de un estampado negro profundo, casi absorbe la poca luz, haciéndolo parecer una sombra que cobra forma. Cada movimiento es fluido, una danza de memoria muscular que he practicado un millón de veces a lo largo de estos años como militar, al grado de hacerlo sin verme.

Mi voz interna, ronca y grave, resuena en mi mente mientras mis ojos, dos pozos oscuros con un brillo ambar, escudriñan mi propio reflejo. Hay una tensión palpable en mis hombros, lo puedo sentir, a pesar de que la lesión que me retiró temporalmente ahora es solo un recuerdo lejano, una cicatriz blanquecina bajo la piel, una cicatriz que me traía tantos recuerdos de una joven Nari curando esa herida.

"Aquí estoy de nuevo. La misma mierda, el mismo infierno disfrazado de deber. ¿Abusado? Sí. ¿Estúpido por volver? Quizás. Pero la adrenalina... la maldita necesidad de sentir el filo de la vida y la muerte rozando mi piel... eso es un veneno que corre por mis venas."

Me termine de ajusta el chaleco táctico, el peso familiar de las placas balísticas y los cargadores una bienvenida carga. Mis manos rozan el frío metal de su cuchillo de combate, enfundado en el muslo. Una sonrisa amarga se dibuja en sus labios, apenas visible.

"Pensé que lo había dejado atrás. Que el hombro roto era mi excusa, mi salida. Y lo fue, por un tiempo. Pero el campo de batalla... el verdadero campo de batalla... es un imán. Y esta misión... "especial", dijeron. Siempre es "especial" cuando te envían a la boca del lobo"

Cierro los ojos por un instante, y la imagen de Nari inunda mi mente. Su cabello oscuro, la forma en que sus ojos se iluminan cuando ríe, el tacto suave de su piel contra la suya. Un contraste brutal con la dureza del uniforme que ahora me envuelve. Es una punzada, un ancla en la tormenta de mi regreso de este infierno 

"Nari. Mi dulce y hermosa Nari. Ella es la única que ha logrado ver más allá de esta armadura, de esta fachada de acero. La única que ha ablandado este corazón de piedra. Y es por ella que vuelvo. No por la gloria, no por el deber... sino para volver. Para volver a ella. Cada paso, cada disparo, cada decisión en el infierno será para asegurarme de que puedo sentir sus brazos alrededor de mí de nuevo."

Abro los ojos. La imagen de Nari se desvanece, reemplazada por mi propio reflejo, un soldado listo para la guerra. Podía notar como la expresión en mi rostro es una mezcla compleja: la fatiga de un alma que ha visto demasiado, la determinación fría de un depredador, y una chispa casi imperceptible de la alegría brutal de estar de vuelta en mi elemento. El abrumador peso de la misión se mezcla con la euforia de la inminente acción.

"Es un alivio, lo admito. Un alivio perverso. Este es mi lugar, por mucho que lo odie, por mucho que la extrañe. Aquí soy quien debo ser. Y volveré. Por ella. Siempre por ella. Nari "

Me di la vuelta, mi figura negra y silenciosa se dirige hacia la puerta, hacia la oscuridad y la misión que me espera. 

Mi sombra se alarga y se funde con la penumbra del pasillo, un presagio de lo que está por venir de un comienzo de nuevo

En aquel infierno.