Habían pasado varios días, desde su viaje, el cual había iniciado desde Uruk, a Red Grave nuevamente, con la intención de quedarse, por un tiempo, junto a su mentor. Aunque empezaba a pensar, que no había sido buena idea, debido a que en dicha ciudad, pocas cosas habían cambiado pese a la destrucción de la casa blanca y el Pentágono. Pues en lugar de rendirse e ir debilitándose, Accedia, junto a FEC, parecía extremar, todavía más sus medidas de seguridad. Además ella no se sentía segura, pese a estar en compañía. El ambiente en su propia casa, era tenso ya que debían extremar la vigilancia, ambos temían por la vida del otro, y ni siquiera podía salir sola a la calle con normalidad. 

—No podemos seguir así... esta ciudad está condenada. Cualquier día, nos van a matar a los dos ¿Es eso lo que quieres?—Dijo Kirei con su habitual semblante serio, mientras miraba por la ventana. 

 

La joven, soltó un leve suspiro, antes de pronunciar tan siquiera una palabra, mientras se mantenía pensativa. 

—N...no, claro que no quiero algo así para ambos, ¿Tienes alguna otra alternativa?—Preguntó, mirándole.

—Vámonos a Fuyuki, está en Japón, serán, unas pocas horas de vuelo, pero al menos, allí estaremos más tranquilos. 

—Me parece bien, aquí ya no tengo a nadie a quien dejar atrás así que podemos irnos.—Dijo con decisión en su mirada.

—Ve a recoger lo que necesites, nos iremos ésta misma noche, ya tengo los billetes preparados.

—E...¿En serio? Así que ya lo habías planeado...

—Pues claro, hace ya algunos días que tenía previsto este viaje, date prisa, saldremos en una media hora —Respondió, mientras se cruzaba de brazos, observando, como la joven, se dirigía a su habitación a recoger sus pertenencias.

 

La azabache, metió en una maleta, lo más esencial, como algunas prendas de vestir y algunos enseres personales, saliendo de la habitación, para dejar la maleta en el recibidor de la vivienda.

—Ya está todo listo, cuando creas oportuno, podemos irnos, será mejor irnos ahora, que al amanecer.

—Puedes regresar, cuando creas oportuno a Red Grave, pero no creo que vayas a echarla de menos, ¿Me equivoco?—Dijo Kirei, mostrando una sonrisa, la cual, parecía más una mueca. 

—La verdad... No creo que vaya a volver, aquí, ya no hay nada más que hacer, me quedaré contigo en Fuyuki, para culminar mi entrenamiento como máster y después, probablemente regrese a Uruk.—Dijo ahora encaminándose hacia el exterior yendo en dirección al aeropuerto, para tomar ese vuelo al continente asiático. —Sabes, que Gilgamesh me confió tu seguridad, el tiempo que estés conmigo, así que me alegra que me hagas caso, en ese sentido.—Respondió, el sacerdote mientras caminaba, al lado de la joven.

—Bueno, sabes que jamás me atrevería a llevarte la contraria, ni a tí ni a mí padre, todavía me falta mucho por aprender y creo que para mí, tú eres el mejor ejemplo a seguir.—Respondió con total sinceridad, mientras caminaba un poco más deprisa. En una media hora, llegaron al aeropuerto, sin ningún tipo de incidente, yendo a la terminal correspondiente para así embarcar, los billetes habían sido escogidos para la primera clase, con lo cual, la joven, supo enseguida, que Gilgamesh se hallaba detrás de ese pequeño plan elaborado por Kirei, aunque no dijo nada al respecto, simplemente se acomodó en su asiento, nada más subir al avión, mientras que una extraña mezcla de sentimientos, se empezaba a apoderar de ella, ya que tanto para lo bueno como para lo malo, Red Grave, había sido su hogar desde que nació, así que por una parte, se sentía triste por tener que abandonarlo. Se mantuvo en silencio, mientras observaba por la ventanilla, unos minutos, para posteriormente, quedarse dormida, apoyando su cabeza en el hombro de su mentor. Al ser de noche, no despertó, quedándose dormida durante todo el viaje, despertando al cabo de unas horas, en el momento en que notó como el Boeing 747 descendía en el país asiático.

—Y...¿Ya hemos llegado?—Preguntó mientras observaba al mayor, tratando de despejarse un poco. —Pues claro...—Dijo Kirei mientras se levantaba de su asiento.—Vámonos ya, cuánto antes estemos instalados, en la iglesia de Fuyuki, antes podremos descansar más cómodamente. 

—Si... Tienes razón, tengo ganas de llegar ya y dormir en una cama decente, los asientos de un avión, por más que sean de primera clase, no son nada cómodos.—Dijo la azabache, abandonando el avión tras coger la maleta con sus pertenencias.

—El aeropuerto, está cerca de la iglesia, así que no tardaremos demasiado en llegar, se nota que lo estás deseando.—Dijo en un tono burlón. —Bueno... No voy a negar, que me entusiasma, ver una ciudad, diferente a Red Grave y todavía más al saber que Accedia no tiene cabida en Japón, eso es lo que realmente me alegra.