Aimi como todo vampiro que nació por medio accidente de Paraselsus qué trato de cambiar la formula mundial. Posee un mal que llega a afectar a todos los vampiros, no importan si son de la luna azul o de la carmesí. 

 

Ella lo sabía bien, mejor que nadie que podría volverse: Una portadora de la maldición. 

 

Eso provoca cierto temor en ella, ya había visto a portadores y los había enfrentado junto a Vanitas, son vampiros que cegados por su instinto atacan a quisea y beben la sangre de su victima hasta matarlos. 

 

—Temo volverme uno—. Comento la vampira de la luna azul tras dejar salir un suspiro. —Necesito sacar esta preocupación. —

 

Se dijo a si misma y al momento, salió de su habitación con la intención de buscar a Vanitas. 

 

Finalmente lo encontro sentado en el tejado, Aimi quien era ágil se subió y se sentó junto a Vanitas. 

 

—Buenas—. Responde mientras lo miraba y se sienta a su lado.

 

Vanitas solo miro a Aimi y suspira. —No pensé que me buscarías. — Responde al saludo de la chica.

 

Aimi suspira, tratando de verse sería para que el joven la tomara enserio. —Vine a hablar contigo de algo —.

 

Vanitas al escuchar las palabras de Aimi, voltea a verla. - Bueno dime. —

 

Aimi busco las palabras correctas, cuando las encontró, comenzó a expresarse con él, decirle sus temores y todo, se levanta y se pone frente a él. 

 

—Por eso si eso pasa, deseo que me mates antes de dañar a otros. — Comentó al tomar una de las manos del varón.

 

Por su parte esas palabras provocaron que Vanitas se enojara, tanto que se solto y tomo a Aimi de las ropas con mucha violencia, acercadola a él. 

 

—Tu y ese sujeto si que son egoístas, pretendes que también cargue con tu muerte, si quieres morir cuando seas portadora de la maldición, busca un cazador. —Responde irritado y la empuja para alejara de él.

 

—Espera, Vanitas, solo en ti puedo confiar para esto. — Aimi corrió tras Vanitas solo deseaba que él le prometiste que acabaría con ella si se vuelve una portadora.

 

El azabache ya cansado, se detuvo y la miró de reojo. —Esta bien, solo ya dejame tranquilo. — Con esas palabras dichas, Vanitas se marchó.

 

Aimi sabía que lo que le hizo prometer sería difícil para el cuando llegara el momento pero no tenía otra salida, aunque si bien puede ser sanada pero de eso tambien depende el tiempo, si Vanitas no la sana a tiempo, deberá ser asesinada para evitar víctimas.

 

—Lo siento, Vanitas. — Dijo bajando la mirada, apretando sus manos tan fuerte que de hizo sangrar y gotas de sangre azul caía en el piso.