Para: Jov Petrovich Phlegmenkoff

 

Querido Jov:

Espero que esta carta te encuentre bien. No sabes cuánto me alegra poder escribirte con noticias que, sinceramente, esperaba con ansias poder darte. Ya ha pasado más de un año desde....desde aquel día, y constantemente te he mantenido informado acerca del progreso de Nuestra Niña que fue sumamente complicado y doloroso para todos nosotros, pero mantuvimos las esperanzas y oramos fervientemente a HaShem por su mejoría y quiero agradecerte de nuevo por todo tu apoyo moral y espiritual. Tu intervención y tus oraciones, aunque muy distintas a las nuestras, han ayudado a que Nuestra Niña salga con bien de esta terrible situación

Bien sabido ya es por ti que Nastya y yo estuvimos durante el resto de ese año peregrinando, de hospital en hospital. Inicialmente junto contigo la llevamos a ese pequeño hospital de campaña que instalaron médicos voluntarios para atender a los heridos por la guerra, tanto soldados del ejército rojo heridos en batalla como civiles, que o estaban gravemente enfermos por la hambruna y las enfermedades, o habían sido gravemente heridos por ataques de fuego cruzado entre los ejércitos rojo y blanco

A mí nunca me ha gustado mentir, pues ''No Mentiras'' es uno de los mandamientos principales que Dios entrego a Moisés. Pero en estas circunstancias e orado tanto pidiéndole a HaShem su clemencia y piedad, porque hemos tenido que hacerlo. Mentir, mentimos y mentimos tanto pero estoy seguro que HaShem en su infinita misericordia lo entenderá, pues él lo sabe todo y sabe bien que lo nuestro ha sido por una buena causa y no nos juzgara tan duramente como a aquellos que mienten para su propio beneficio o por motivaciones perversas

La prueba de nuestro empeño y nuestra lucha, la verás en la forma de la niña. Solo con verla, uno puede notar la gracia del lugar al que pertenecía, el decoro y el terrible desatino de su persecución. La niña exuda felicidad y buenos modales, se amolda a nuestras costumbres como si fuesen las de ella misma, pero no cae en impedimentos que nosotros, los abandonados tenemos que enfrentar. Estoy seguro que te impresionaría, solo oír su voz y de esa voz, oír las palabras que van saliendo con tanta espontaneidad. Está bien puede considerarse una carta de halagos, una carta para la jovencita que decidimos llamar Anya, Nastia y yo. Y Anya no solo representa la salvación por la que manché mis manos e hice mis penitencias, sino una esperanza mayor de la que dos mortales tan humildes como yo y Nastia podíamos haber concebido. Veo en ella los ojos de una hija, aun si no fuese mi hija, aun si fuese la hija de un enemigo jurado. Anya es; mi niña

 

Recuerdo bien el día en que finalmente abrió los ojos cuando la trasladaron al segundo hospital al norte de la ciudad, envuelta en esa bruma de confusión y silencio. Apenas se movía, apenas hablaba, y si lo hacía, era solo en murmullos llenos de una melancolía que no puedo describir. Temía, lo confieso, que estuviera para siempre atrapada en esa quietud tan antinatural para alguien de su edad. Pero poco a poco y gracias a nuestras plegarias como a la mano milagrosa de los médicos y enfermeras, iluminados por la gracia de HaShem. Nuestra niña empezó a transformarse, un paso a la vez

 

También debemos agradecer a las joyas y diamantes que encontramos cosidas dentro de su camisón cuando la revisamos, seguramente fueron puestas ahí por su madre como último medio de escape para sobornar a quien necesitaran sobornar en caso en caso de poder escapar hacia el exilio, cosa que bien sabemos nosotros, nunca ocurrió. Aquellos brillantes la protegieron como un manto sagrado de las balas y evitaron que el daño a su pequeño y frágil cuerpo fuera fatal, salvándola del mismo cruel destino que sus hermanos, pero lastimosamente no fueron lo suficiente para salvarla de las bayonetas y la ira de los verdugos

Su cuadro era tan delicado que constantemente temíamos perderla, usamos las joyas para que le dieran la mejor atención y que no la dejaran morir allí me sentía terrible cuando estábamos en el hospital de campaña pues habían tantos enfermos y heridos amontonados entre camillas improvisadas o directamente acurrucados en el suelo, mi impotencia era tal de ver lo que esta haciéndonos esta guerra de poder entre dos bandos a los que no podríamos importarles menos. Mi familia tuvo la bendición de haber sobrevivido a la gran hambruna gracias a los diamantes sobrantes que pudimos oculta y los cuales nos ayudaron a conseguir raciones extras de patatas., Pero el dolor de ver a tantos hermanos y hermanas caer....es insoportable, un panorama tan desesperanzador que se come el alma.

Durante las primeras tres afanosas semanas, Nastya y yo nos estuvimos turnando para acompañarla en su lecho mientras se recuperaba. No fue nada fácil, pues los primeros diagnósticos fueron por mucho desalentadores. La Niña llego gravemente herida, costillas fracturadas, una arteria rota, había perdido mucha sangre, los doctores y enfermeras fueron rápidos al intervenirla. Nastya y tú no durmieron por estar atentos ante cualquier eventualidad que pudiera ocurrir. Fueron cinco horas que a mi querida le parecieron una eternidad, más aun con el mal presagio de los médicos quienes dijeron que aquel era un estado demasiado crítico para que una niña de 11 años pudiera soportarlo, ellos nos advirtieron de que estuviéramos preparados para lo peor, pues según sus pronósticos era muy probable que la pequeña no sobreviviera a la noche o a lo mucho a los días posteriores a la intervención

No te la haré larga repitiendo detalles que podrían ponerla en mayor riesgo, sabiendo tu que nuestra niña está a salvo y que el daño producido a su cuerpo y su cordura fue cicatrizado con creces, aun con nuestros recursos tan fútiles, Anya es bastante distinta a esa pobre niña catatónica que rogaba clemencia en un mundo que no posee nada de esas cosas, valores que terminamos olvidando. No deseamos inculcarle mas allá de eso a Anya; valores. Pero ella adoptó nuestra religión como si fuese la suya propia, formando un lazo mucho más fuerte que la adopción misma.

La amarías Jov, eso te lo aseguro. Nuestra Anya es una chica tan tierna y tan lista, es un pequeño diablillo lleno de energía y con un fuerte carácter, muy diferente al concepto que teníamos nosotros de lo que sería una niña aristócrata, estirada y remilgosa a la que íbamos a tener que volver a educar para adaptarse a su ''nueva realidad'' y estábamos dispuestos a correr con la responsabilidad, pero con Anya no ha hecho falta, es una niña vivaz, alegre y llena de energía. Corre por los jardines, juega con los animales, y tiene esa risa que, te juro, es capaz de iluminar hasta el día más gris.

 

A medida que comenzó a retomar fuerzas los últimos meses que estuvo internada en el hospital, aunque todavía no hablaba ya mostraba ligeros aires de mejoría y lucidez. Reía en voz baja y sonreía a las enfermeras del lugar, las cuales habían quedado completamente encandiladas con ella, durante todo el tiempo que estuvo ingresada. Me acuerdo de una en particular que era muy atenta con ella. Un día de esos que Nastya la acompañaba en su lecho leyéndole para ayudarle a poco a poco recuperar el habla, la susodicha se acercó para revisarla como era habitual y le dijo unas preciosas palabras:

''Oh, pequeña valiente. Tan joven y ya eres toda una luchadora, si haz sobrevivido a tanto es porque Dios todavía tiene algo muy valioso aguardándote, algo grande que quiere que hagas con tu vida''

Y Anya lo sintió, sintió que algo grande estaba destinado para ella, lo vi en esa mirada, la mirada de esa niña tan lejana y distante. Pero parpadeó y quedó solo Anya, solo la pequeña del presente, nuestro presente, el presente que tenemos que gozar yo y Nastya. A veces ciento que el mundo es demasiado grande para que ella lo cruce, más aun con lo que vivió. Pero al final, depende de la niña, depende de Anya...

Pero mientras tanto, ella se adaptara aquí y estará a salvo. De todas maneras, no puedo evitar sentirme paranoico. El temor a que alguien descubra la verdad me persigue como una sombra constante. Hay días en los que me sorprendo mirando por encima del hombro, esperando que en cualquier momento alguien venga a desenmascararnos. Pero luego la veo a ella, feliz, sin la carga de su pasado, y me digo a mí mismo que este es el precio que debo pagar por su felicidad y bienestar, HaShem así lo quiso y nos designó a nosotros para cumplir con este deber ¿Por qué? No lo sabemos, tal vez nos está probando, tal vez quería enseñarnos algo, pero eso no importa ahora

Ahora todo depende de Anya, al final. Los malos sueños y los peores recuerdos son los que nublan mi visión y no quisiera que compartas esa mala costumbre, lo que importa es que Anya está viva y está feliz. Y que las cicatrices en su cuerpo y en su alma sean prueba de lo mucho que tuvo que rearmarse para erguirse de nuevo, y no volver a caer.

 

Tuyo para cualquier cosa, Sergei. HaShem sea contigo, Jov, sin importar lo que ocurra y como ores, ora por Anya.

Atte. Sergei Kishinevsky Korevich