— ¡Qué día más radiante! La ciudad costera se levanta con los primeros rayos del sol. Los niños, los adultos y las mascotas disfrutan de la brisa matinal que ofrece el océano. Los comercios abren sus puertas, suben los telones y preparan los escaparates con miles de opciones para el comprador. Algunos venden un delicioso pan horneado que, por la mañana, se siente similar a comer un trozo de nube: esponjoso, blandito, calentito. Otros comercios deslumbran por su variedad de artículos, atrayendo a los más adinerados con precios únicos. Por último, los comercios mixtos, donde encuentras de todo; este es el palacio de chatarra para aquellos poco pudientes que no tienen problemas en comprar leche por caducar a mitad de precio. —
¡Mira, Jiji! Leche en oferta, dice… “fecha de caducidad: 27 de diciembre”. Estamos a 26 de diciembre, yo digo que aún es comestible... O eso espero.

— La joven brujita observa a sus lados, apreciando cómo otras personas compran la leche sin hacer ningún tipo de problema, sin hacer preguntas, sin prestar atención a la fecha de caducidad. Al parecer, comprar cosas baratas y en mal estado es muy común en esta ciudad. —
— Kiki devuelve la mirada a Jiji, su gatito. El felino de pelaje negro huele la caja de leche que su dueña sostiene entre las manos y hace un gesto de desaprobación. —
Sí… De todas formas, no creo que nos terminemos más de una caja entera para mañana… ¡Ya sé! Trabajaré muy duro esta semana con las entregas, así podremos comprar cosas de calidad. ¿Qué dices, Jiji?
— El felino enseña una sonrisa. Kiki le contesta de igual manera, hasta que es empujada por un hombre gordo, de barba larga, vestido de pescador. Este hombre, de voz ronca, le habla a Kiki de manera poco educada: —
“Si no vas a comprar, entonces vete. Estás molestando a los otros compradores”.
Kiki muestra el ceño fruncido, deja la caja de leche en su lugar, se pone firme, eleva la mirada, cierra los ojos y se retira en silencio con total indignación. —

—Toma su escoba, la misma que estaba afuera de la tienda, y emprende vuelo, dejando una fuerte ventolera que derriba algunos carteles. —
¡Vamos, Jiji! Tenemos muchas entregas que hacer para hoy.
