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Shawn pertenece a la olvidada raza Albina, lo que explica su piel pálida, su cabello blanco como la nieve y esos ojos azules que parecen atravesar el alma. Desde niño fue separado de su familia, obligado a vagar sin rumbo por un mundo que nunca lo acogió del todo.

 

En uno de esos días solitarios encontró a un cachorro husky abandonado. Al principio apenas lo miró, pero no fue capaz de dejarlo morir en el frío. Le ofreció parte de su escasa comida… y desde entonces ambos siguen el mismo camino.

 

A primera vista, la apariencia de Shawn transmite la impresión de alguien altivo o distante. La verdad es distinta: es un joven tranquilo, sincero y reservado, que guarda un profundo valor a los pocos vínculos que logra formar. No teme a la soledad, pero sabe apreciar la calidez de una compañía sincera.

 

Su compañero inseparable es Haku, un husky de tres años, grande, de pelaje espeso y mirada leal. Haku rara vez se separa de Shawn, siempre alerta a los peligros, pero cuando el entorno es seguro, se muestra dócil y juguetón, buscando caricias y alimento. Juntos forman un dúo inseparable, unidos por la soledad y por un lazo más fuerte que cualquier palabra.

 

 

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