• ────El amor de verano es como una nieve de limón: fresco, dulce… y sí, puede que se derrita, pero deja un sabor que no se olvida.
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  • Fragmento – Nieve Rota

    El mundo humano le había parecido hermoso al principio. El calor de una fogata, la risa de unos niños, el sabor dulce de una fruta… Luna apenas comenzaba a entender las emociones, los gestos, los sonidos. Su cabello blanco, largo como el silencio, contrastaba con el color de su inocencia.

    Pero aquella noche, el mundo le enseñó su rostro más cruel.

    La nieve crujía bajo sus pies cuando la arrastraron. El bosque, mudo testigo, no supo defenderla. Ni la luna quiso mirar. Las manos ajenas no buscaban comprenderla, solo romperla.

    Y cuando todo terminó, su pequeño cuerpo quedó allí, tirado como un secreto que nadie debía descubrir. La sangre tiñó la blancura del suelo, como un grito que la nieve no pudo callar. Temblaba, no solo de frío… sino del dolor nuevo, inentendible, que nacía desde adentro y no pararía jamás.

    Sus ojos, antes grandes de curiosidad, se quedaron fijos en el cielo gris. Aún no entendía por qué el mundo era así. Aún no comprendía por qué los humanos decían amar, si sabían destruir.

    Esa noche, Luna no murió. Pero algo dentro de ella se rompió para siempre.
    Fragmento – Nieve Rota El mundo humano le había parecido hermoso al principio. El calor de una fogata, la risa de unos niños, el sabor dulce de una fruta… Luna apenas comenzaba a entender las emociones, los gestos, los sonidos. Su cabello blanco, largo como el silencio, contrastaba con el color de su inocencia. Pero aquella noche, el mundo le enseñó su rostro más cruel. La nieve crujía bajo sus pies cuando la arrastraron. El bosque, mudo testigo, no supo defenderla. Ni la luna quiso mirar. Las manos ajenas no buscaban comprenderla, solo romperla. Y cuando todo terminó, su pequeño cuerpo quedó allí, tirado como un secreto que nadie debía descubrir. La sangre tiñó la blancura del suelo, como un grito que la nieve no pudo callar. Temblaba, no solo de frío… sino del dolor nuevo, inentendible, que nacía desde adentro y no pararía jamás. Sus ojos, antes grandes de curiosidad, se quedaron fijos en el cielo gris. Aún no entendía por qué el mundo era así. Aún no comprendía por qué los humanos decían amar, si sabían destruir. Esa noche, Luna no murió. Pero algo dentro de ella se rompió para siempre.
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  • ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over?
    ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ]

    Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo.

    Para peor, o para mejor.

    Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos.

    “¡Por favor!”

    ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos.

    Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla.

    Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre.

    Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar.

    Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?”

    Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo.

    --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero:

    ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía:
    “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.”
    La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía.
    “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.”

    Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer.

    “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.”

    Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello.

    Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.

    ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over? ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ] Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo. Para peor, o para mejor. Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos. “¡Por favor!” ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos. Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla. Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre. Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar. Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?” Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo. --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero: ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía: “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.” La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía. “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.” Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer. “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.” Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello. Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.
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    Hilos de plata

    Akake despertó a medianoche con una idea en su mente, se había despedido de su transformación de pequeña goblina, pero ¿qué pasaría con su transformación de Ogresa demonio? ¿Acaso aun estaba ahi? ¿habría cambiado luego de dejar atrás su lado infantil con la goblina?

    Bajo de su cama y salió al patio trasero de su casa, se concentró. El recuerdo de la ogresa demonio estaba ahí, intacto en su mente: piel azul (como la de su madre Sasha), cabello como nieve caída, poder devastador corriendo por sus venas.

    Akane cerró los ojos y gritó en silencio, llamando a esa forma. Pero algo la bloqueaba, una barrera invisible. El poder estaba ahí. Lo sentía. Podía saborearlo. Y sin embargo, no se desataba.

    Su cuerpo tembló. No por debilidad, sino por algo más... el poder no era aun suficiente. Entonces ocurrió.

    Un calor le recorrió la espalda, seguido de un zumbido agudo detrás de sus ojos. El cambio no fue doloroso, fue hermoso y extraño. Su cabello cayó sobre sus hombros como seda nueva, ahora completamente blanco. Pero no un blanco apagado como la ceniza, sino luminoso, vibrante, como filamentos de plata encantada. Brillaba con su propio fulgor, reflejando luz incluso en la penumbra.

    Akane abrió los ojos. Respiró profundo. Algo era distinto. Su cuerpo se sentía más liviano, su pulso más feroz. Saltó hacia una rama cercana por instinto y la alcanzó con una gracia que antes le era ajena. Los movimientos eran fluidos, precisos. Sus sentidos afinados.

    "Esto no es lo que buscaba" -susurró- "pero es algo. Algo nuevo, algo diferente, hermoso."

    Y mientras la luna se ocultaba detrás de las nubes, Akane sonrió. No con triunfo, sino con una paciencia feroz. Esta evolución parcial no era un obstáculo. Era un preludio.
    Hilos de plata Akake despertó a medianoche con una idea en su mente, se había despedido de su transformación de pequeña goblina, pero ¿qué pasaría con su transformación de Ogresa demonio? ¿Acaso aun estaba ahi? ¿habría cambiado luego de dejar atrás su lado infantil con la goblina? Bajo de su cama y salió al patio trasero de su casa, se concentró. El recuerdo de la ogresa demonio estaba ahí, intacto en su mente: piel azul (como la de su madre Sasha), cabello como nieve caída, poder devastador corriendo por sus venas. Akane cerró los ojos y gritó en silencio, llamando a esa forma. Pero algo la bloqueaba, una barrera invisible. El poder estaba ahí. Lo sentía. Podía saborearlo. Y sin embargo, no se desataba. Su cuerpo tembló. No por debilidad, sino por algo más... el poder no era aun suficiente. Entonces ocurrió. Un calor le recorrió la espalda, seguido de un zumbido agudo detrás de sus ojos. El cambio no fue doloroso, fue hermoso y extraño. Su cabello cayó sobre sus hombros como seda nueva, ahora completamente blanco. Pero no un blanco apagado como la ceniza, sino luminoso, vibrante, como filamentos de plata encantada. Brillaba con su propio fulgor, reflejando luz incluso en la penumbra. Akane abrió los ojos. Respiró profundo. Algo era distinto. Su cuerpo se sentía más liviano, su pulso más feroz. Saltó hacia una rama cercana por instinto y la alcanzó con una gracia que antes le era ajena. Los movimientos eran fluidos, precisos. Sus sentidos afinados. "Esto no es lo que buscaba" -susurró- "pero es algo. Algo nuevo, algo diferente, hermoso." Y mientras la luna se ocultaba detrás de las nubes, Akane sonrió. No con triunfo, sino con una paciencia feroz. Esta evolución parcial no era un obstáculo. Era un preludio.
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    Akane Queen Ishtar: Emperatriz del Glamour Infernal
    — "La divinidad oscura se ha puesto de pie, y viste de elegancia absoluta"—

    Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour presenta con orgullo a su joya más enigmática y dominante: Akane Queen Ishtar, la encarnación viviente del equilibrio imposible entre el abismo y el cielo. Una emperatriz forjada entre sombras de terciopelo y luz maldita, su sola presencia basta para marcar el inicio de una nueva era en la moda infernal.

    Akane irradia un magnetismo hipnótico que desafía la lógica visual. Su melena, bifurcada entre el blanco de la nieve eterna y el negro absoluto de la noche más profunda, cae con la gracia de una profecía. En su oreja derecha, un pendiente en forma de cruz brilla como un juramento divino sellado con pecado. Su mirada —serena, dominante, y milenaria— no observa: sentencia.

    La flor azul que reposa en su mano izquierda no es solo un adorno, sino un símbolo del deseo oculto, de aquello que arde en lo secreto. Con cada paso, Akane te invita a cruzar un umbral donde el deseo y el temor se entrelazan en perfecta armonía..

    Vestida en un conjunto negro como tinta astral, Akane no camina: flota como un eclipse elegante. Su atuendo fluye como sombra líquida, proyectando un aura tan sublime como intimidante. Representa el arquetipo definitivo de la Déesse Infernal —una figura divina, inalcanzable, que descompone las reglas del glamour tradicional para rescribirlas con fuego encantado y sutileza imperial.

    Frase de la marca Ishtar´s Demonic:
    Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour no descubre modelos, invoca leyendas.
    Akane no desfila… corona.
    Ella es la soberana visual de un reino donde la belleza no se admira: se obedece.
    👑 Akane Queen Ishtar: Emperatriz del Glamour Infernal — "La divinidad oscura se ha puesto de pie, y viste de elegancia absoluta"— Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour presenta con orgullo a su joya más enigmática y dominante: Akane Queen Ishtar, la encarnación viviente del equilibrio imposible entre el abismo y el cielo. Una emperatriz forjada entre sombras de terciopelo y luz maldita, su sola presencia basta para marcar el inicio de una nueva era en la moda infernal. Akane irradia un magnetismo hipnótico que desafía la lógica visual. Su melena, bifurcada entre el blanco de la nieve eterna y el negro absoluto de la noche más profunda, cae con la gracia de una profecía. En su oreja derecha, un pendiente en forma de cruz brilla como un juramento divino sellado con pecado. Su mirada —serena, dominante, y milenaria— no observa: sentencia. La flor azul que reposa en su mano izquierda no es solo un adorno, sino un símbolo del deseo oculto, de aquello que arde en lo secreto. Con cada paso, Akane te invita a cruzar un umbral donde el deseo y el temor se entrelazan en perfecta armonía.. Vestida en un conjunto negro como tinta astral, Akane no camina: flota como un eclipse elegante. Su atuendo fluye como sombra líquida, proyectando un aura tan sublime como intimidante. Representa el arquetipo definitivo de la Déesse Infernal —una figura divina, inalcanzable, que descompone las reglas del glamour tradicional para rescribirlas con fuego encantado y sutileza imperial. 🔹 Frase de la marca Ishtar´s Demonic: Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour no descubre modelos, invoca leyendas. Akane no desfila… corona. Ella es la soberana visual de un reino donde la belleza no se admira: se obedece.
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  • — waaah tengo que admitir que la nieve es muy hermosa, no cree mí señor? Eraster Shineray Demon

    Dice mientras le comparte la bufanda
    — waaah tengo que admitir que la nieve es muy hermosa, no cree mí señor? [Erasdemon122] Dice mientras le comparte la bufanda
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  • - “Canciones para el invierno”

    La ciudad estaba envuelta en nieve, como si alguien hubiese sacudido una bola de cristal. Las luces cálidas de los edificios dibujaban reflejos dorados en los charcos helados del asfalto. Y entre todo ese ajetreo congelado, caminaba Aria con su abrigo grueso, los audífonos cubriéndole las orejas, y una pequeña criatura sobre su cabeza: su gato blanco, Nimbus, el compañero perfecto de sus rutas sin destino.

    No necesitaba un rumbo. Solo música.

    Con cada paso, los copos de nieve parecían bailar a su alrededor, y los pensamientos se le mezclaban con la voz suave que salía de su lista de reproducción. Era una tarde más, sí, pero en su mente era una escena de película. Como siempre.

    Cerró los ojos un segundo, inspiró el aire helado, y pensó en él.

    Ese chico que solía encontrar en el café de la esquina. El que siempre tenía una libreta en las manos y un café frío en la otra. El que nunca dijo su nombre, pero le sonreía como si la conociera desde otra vida.

    —“Tal vez mañana lo vuelva a ver…” —susurró, mientras Nimbus soltaba un pequeño maullido sobre su cabeza.

    Y siguió caminando. Entre la nieve, la música y los sueños suspendidos.

    - “Canciones para el invierno” La ciudad estaba envuelta en nieve, como si alguien hubiese sacudido una bola de cristal. Las luces cálidas de los edificios dibujaban reflejos dorados en los charcos helados del asfalto. Y entre todo ese ajetreo congelado, caminaba Aria con su abrigo grueso, los audífonos cubriéndole las orejas, y una pequeña criatura sobre su cabeza: su gato blanco, Nimbus, el compañero perfecto de sus rutas sin destino. No necesitaba un rumbo. Solo música. Con cada paso, los copos de nieve parecían bailar a su alrededor, y los pensamientos se le mezclaban con la voz suave que salía de su lista de reproducción. Era una tarde más, sí, pero en su mente era una escena de película. Como siempre. Cerró los ojos un segundo, inspiró el aire helado, y pensó en él. Ese chico que solía encontrar en el café de la esquina. El que siempre tenía una libreta en las manos y un café frío en la otra. El que nunca dijo su nombre, pero le sonreía como si la conociera desde otra vida. —“Tal vez mañana lo vuelva a ver…” —susurró, mientras Nimbus soltaba un pequeño maullido sobre su cabeza. Y siguió caminando. Entre la nieve, la música y los sueños suspendidos.
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  • ROL PRIVADO: 𝐌𝐞𝐲𝐳𝐨𝐧 𝐔𝐧𝐡𝐨𝐥𝐲

    • Era una fría noche de invierno en aquella ocasión, la gente se resguardada en sus casas o en alguna taberna para resguardarse de la tormenta que estaba cayendo, sorpresivamente una silueta se movía a paso lento entre la inmensa nieve, se notaba que traía algo o al alguien arrastrando por el suelo.

    Después de algunos cuantos paso finalmente llego al pueblo terminando su viaje enfrente de la taberna, abrió la puerta del recinto con una patada y entró aún sujetando aquel saco maloliente, cuando se retiro la capucha de su rostro y vieron que se trataba de Victoria la gente comenzó a susurrar entre ellos, todo tipo de rumores caían sobre ella siempre.

    Se dirigió a la barra y dejo caer de golpe aquel saco ante el dueño del lugar, se cruzo ligeramente de brazos y anexo. •

    Allí lo tienes, la cabeza cercenada del líder goblin que tanto los molestaba... quiero mi pago.

    • Con temor el hombre abrió el saco y verifico que realmente fuese la criatura, entre la bolsa de monedas de oro a la mujer y esta simplemente se digno a sentarse en la mesa las alejada del lugar para poder recobrar fuerzas comiendo y bebiendo como es debido, agradecía que esa noche podría dormir mas cómodamente. •
    ROL PRIVADO: [drift_peridot_cow_926] • Era una fría noche de invierno en aquella ocasión, la gente se resguardada en sus casas o en alguna taberna para resguardarse de la tormenta que estaba cayendo, sorpresivamente una silueta se movía a paso lento entre la inmensa nieve, se notaba que traía algo o al alguien arrastrando por el suelo. Después de algunos cuantos paso finalmente llego al pueblo terminando su viaje enfrente de la taberna, abrió la puerta del recinto con una patada y entró aún sujetando aquel saco maloliente, cuando se retiro la capucha de su rostro y vieron que se trataba de Victoria la gente comenzó a susurrar entre ellos, todo tipo de rumores caían sobre ella siempre. Se dirigió a la barra y dejo caer de golpe aquel saco ante el dueño del lugar, se cruzo ligeramente de brazos y anexo. • Allí lo tienes, la cabeza cercenada del líder goblin que tanto los molestaba... quiero mi pago. • Con temor el hombre abrió el saco y verifico que realmente fuese la criatura, entre la bolsa de monedas de oro a la mujer y esta simplemente se digno a sentarse en la mesa las alejada del lugar para poder recobrar fuerzas comiendo y bebiendo como es debido, agradecía que esa noche podría dormir mas cómodamente. •
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  • ¡Oh! Yo veo frutas? Ésas serán para mi zorrito.. -No muy lejos de su madriguera el hurón estaba corriendo entre la nieve cuando creyó ver algunas frutas en la cabaña cercana. Estaba en su naturaleza quererlas y ser travieso y robarlas para alimentar a su pareja- Itsuki Seom Yang
    ¡Oh! Yo veo frutas? Ésas serán para mi zorrito.. -No muy lejos de su madriguera el hurón estaba corriendo entre la nieve cuando creyó ver algunas frutas en la cabaña cercana. Estaba en su naturaleza quererlas y ser travieso y robarlas para alimentar a su pareja- [ember_magenta_fox_729]
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  • El amor es la belleza verdadera,
    fragancia de alma y carne encendida.
    Pero amar duele—dulce espina que atraviesa
    la piel del alma, la calma rendida.

    Parece cristal, parece caricia,
    se viste de rosas, de luz, de promesas,
    pero su raíz es trampa de delicia
    que enreda el corazón con cadenas gruesas.

    No es solo canto de sueños y miel,
    también es grito, herida abierta y muro,
    es la guerra que arde bajo la piel,
    una llama sagrada... y un conjuro oscuro.

    El amor la nieve,
    es el eco de un “te amo” entre ruinas,
    el susurro que al inicio te mueve
    y luego te parte con manos divinas.

    Y aún así, el amor, aunque sufra y muera,
    renace, tozudo, como primavera.

    #rol
    El amor es la belleza verdadera, fragancia de alma y carne encendida. Pero amar duele—dulce espina que atraviesa la piel del alma, la calma rendida. Parece cristal, parece caricia, se viste de rosas, de luz, de promesas, pero su raíz es trampa de delicia que enreda el corazón con cadenas gruesas. No es solo canto de sueños y miel, también es grito, herida abierta y muro, es la guerra que arde bajo la piel, una llama sagrada... y un conjuro oscuro. El amor la nieve, es el eco de un “te amo” entre ruinas, el susurro que al inicio te mueve y luego te parte con manos divinas. Y aún así, el amor, aunque sufra y muera, renace, tozudo, como primavera. #rol
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