El guerrero había abandonado aquella mañana la posada y se había ido a entrenar con la espada.

 

Desde que no tenía la Espada de Luz, ni siquiera la réplica de Pokota, se esforzaba por entrenar más y mejor, pues sentía que la ausencia de la Espada de Luz le volvía mucho más vulnerable por muy buen espadachín que fuera. 

 

Se encontraba en un bosque a la entrada de la ciudad Valle Sereno y, espada en mano, estaba realizando movimientos fluidos y precisos.