Ser una maga nómada, solitaria y con una maldición encima es algo que no siempre se escuche como una celebridad en algun pueblo. Recuerdo que desde que dejé de envejecer físicamente, mis intenciones de asentar cabeza, hogar y crear una familia fueron quedando como sueños ilusos y oníricos con el pasar del tiempo; pagar por una habitación diariamente o semanal, no era beneficioso para una nómada que poco podría ganarse la vida de sus ventas independientes o sus servicios.
Es por eso, que durante un año, probé suerte viviendo como toda viajera, hasta llegar a vivir con poco y nada de cosas materiales dignas del hogar, mientras más viajaba con una carreta, mas sencillo era que los saqueadores robaran y fue así cuando decidí guardar mis libros y objetos mas preciados en dimensiones reconditas y espirituales, fue una de las mejores decisiones que tuve.
La segunda fue, crear con mi magia la ampliación de esa dimensión para que tuviera la capacidad de yo traspasarla para refugiarme en el lugar ambiguo y mágico; aunque me llevó tiempo, conseguí realizar un hechizo a un libro, mi grimonio personal. Gracias a este hechizo secreto, pude crear un lugar donde vivir, proteger mis conocimientos, hacer mis experimentos y por sobre todo vivir sin crear molestia en el ecosistema.
El segundo paso, fue pedir al Dios de la naturaleza y al Nymir Terra que protegiera este grimonio con su bendición mientras yo estuviera descansando en su interior, ya que este poseía el hechizo de teletrasporte interdimensional, uno que solo el usuario del grimonio podía ser absorbido al lugar que elegí como hogar. Mediante la bendición conseguí ocupar huecos en arboles antiguos de ancho tronco, donde colocaba a reposar mi grimonio con un hechizo de invisibilidad y protección.
Con esto, logré que nadie pudiera tener la posibilidad de tocarlo, dañarlo o usarlo. Después de todo, una vez que yo fuera absorbida a través de su magia dentro de mi grimonio, este se volvía solo un cascarón que simulaba ser un libro físicamente y visualmente hablando, sin embargo, podría considerarse especificamente como un lunar propio del arbol, por la forma en que mi grimonio se aferraba al árbol.
Siendo así, como cada lugar al que iba, primero paseaba por el lugar hasta encontrar un buen árbol para dejar mi hogar y asentarme por un tiempo en el.