Isidro Rubio Villa de Montemar
Capum, capum, capum. Mi corazón no puede dejar de bombear con fuerza.
Después de dejar a Isidro y Bruna en esa habitación, escuché a mi tía Asumi hablar con mis padres. Les había contado todo.
¿Por qué lo hiciste? - Pregunté, perplejo; me sentí traicionado.
Tus padres no me agradan, pero eres un niño, y los niños deben estar con sus padres. - Contestó ella, resignada.
- Pero ellos fueron quienes-
- No fuiste a la Fujiyama Gakuen, ¿Verdad? Elegiste vagar con esos dos chicos.
- ¡Eso fue porque-
- Lo sé. Es un lugar torturoso. Yo también huí de ahí, pero era mayor de edad. Tú no. Pensé que eras obediente, pero estás empezando a desafiar las cosas. Estás en problemas.
No pude quedarme más en casa de tía Asumi. Tenía que alejarme de Isidro, había conversado tan devastadoramente con Bruna, y ahora mis padres lo sabían todo. Evité despedirme y escapé en la madrugada.
...
El taxi se detuvo. Caminé hacia la puerta, y fue Nikaido quien la abrió, con el gesto serio, antes de saludarme.
Cada paso por el pasillo me generaba un nuevo revoltijo al estómago. Ese sonido vacío con olor a represión social y recuerdos comprados. Hasta que finalmente: Están ahí los dos, sentados en la sala con sus posturas rígidas e impasibles, y sus miradas de furia contenida y decepción.
- Ryuna ¿Esto es lo que has decidido hacer con tu vida?. - Rompe el silencio mi madre, con su gesto inexpresivo y su voz baja y calculada.
Mi padre, por otra parte, me contempla fijamente, con ese golpecito de sus dedos al sofá que refleja su análisis y estrés. - Ni si quiera tuviste la decencia de ir a Fujiyama Gakuen. Después de nuestra discusión inicial, decidimos no hablarnos, pero que tú cumplirías con lo tuyo ¿Crees que puedes engañarnos?
Yo me acerco en un paso hacia ellos, queriendo participar; sin embargo, mi madre alza su mano, indicándome que me detenga. - ¿Qué clase de espectáculo deplorable es este? Llegas herido después de pasarla con dos delincuentes europeos. ¿Es esto lo que eres ahora, un vagabundo que arrastra vergüenza con extraños?
Sus palabras me paralizan. Siento tanta impotencia: cómo se refiere a ellos, cómo se refiere a mí. Separo los labios para hablar, pero ella interviene de vuelta.
- Siempre fuiste torpe, sí, y...diferente. Lo aceptamos porque creíamos que con suficiente disciplina podrías corregirte. Pero esto...esto no tiene justificación.
La desesperación me recubre, es injusto, es cruel. Abro la boca otra vez. - ¡Sus reglas-
Mi papá se levanta abrupamente, furioso. - ¡No tienes derecho a hablar de reglas cuando lo único que has hecho es huir de ellas! Te dimos una oportunidad. Te dimos un lugar en Fujiyama, donde pudiste aprender a ser decente. Pero preferiste engañar nuestro trato. ¿Y para qué? ¿Para vagar por las calles y poner en peligro nuestro nombre?
Él se acerca un paso más, con esa voz que me agua los ojos. - ¿Sabes lo que significa que hallas sido visto con esas personas? ¿Lo que la gente murmura de nosotros? Que nuestro único hijo ha elegido vivir como un criminal, como un...degenerado.
No obstante, no aguanto más, y con los puños apretados, pero incapaz de verle: - ¿Por qué hablas como si hubieramos hecho algún acuerdo? ¿Acaso yo tuve opinión en algo de ir a ese lugar? ¿Yo les pedí que no me hablaran más? ¡Ustedes me abandonan y luego-
Mi mamá culmina dándome una bofetada veloz, con su gesto inqueebrantable. - No te atrevas a decir que tu familia te abandonó, Ryuna. Eso no te lo permitiré. Tus desiciones fueron erradas y punto.
- No necesitamos tus justificaciones. - Concluye mi padre.- A partir de ahora, harás lo que decidamos. Irás a Japón, a un internado que ya está siendo preparado para tí. Lejos de aquí, lejos de esas...distracciones que te han convertido en esto.
El aire me abandona y me arrepiento. Debí rogarle a Bruna que me dejara quedarme junto con ellos, debí pasar más rato con Isidro, o ¿debí conocer a alguien más? Algo, debí hacer algo para evitar esto. No quiero, no quiero este futuro.
- ¿Y si no quiero? - Suelto sin más, aguantando mi propio llanto.
- No tienes opción. Tienes 17 años. Mientras estés bajo nuestro cargo, harás lo que se te ordene. - Contesta ella.
Mi padre me toma del mentón, mirándome fijamente. - No olvides que todo, todo, lo que tienes proviene de nosotros. Sin nosotros, tú: No eres nada.
Así, me quedó en mi habitación, totalmente devastado. El número de Bruna está allí, pero ella dijo que sólo llamaría si había algo nuevo. Mi dibujo del hogar de Isidro y de él también lo llevo.
De lo que no tengo idea es de lo que pasó al otro lado y de que los medios de comunicación ya han empezado a hablar.
[isimont12]
Capum, capum, capum. Mi corazón no puede dejar de bombear con fuerza.
Después de dejar a Isidro y Bruna en esa habitación, escuché a mi tía Asumi hablar con mis padres. Les había contado todo.
¿Por qué lo hiciste? - Pregunté, perplejo; me sentí traicionado.
Tus padres no me agradan, pero eres un niño, y los niños deben estar con sus padres. - Contestó ella, resignada.
- Pero ellos fueron quienes-
- No fuiste a la Fujiyama Gakuen, ¿Verdad? Elegiste vagar con esos dos chicos.
- ¡Eso fue porque-
- Lo sé. Es un lugar torturoso. Yo también huí de ahí, pero era mayor de edad. Tú no. Pensé que eras obediente, pero estás empezando a desafiar las cosas. Estás en problemas.
No pude quedarme más en casa de tía Asumi. Tenía que alejarme de Isidro, había conversado tan devastadoramente con Bruna, y ahora mis padres lo sabían todo. Evité despedirme y escapé en la madrugada.
...
El taxi se detuvo. Caminé hacia la puerta, y fue Nikaido quien la abrió, con el gesto serio, antes de saludarme.
Cada paso por el pasillo me generaba un nuevo revoltijo al estómago. Ese sonido vacío con olor a represión social y recuerdos comprados. Hasta que finalmente: Están ahí los dos, sentados en la sala con sus posturas rígidas e impasibles, y sus miradas de furia contenida y decepción.
- Ryuna ¿Esto es lo que has decidido hacer con tu vida?. - Rompe el silencio mi madre, con su gesto inexpresivo y su voz baja y calculada.
Mi padre, por otra parte, me contempla fijamente, con ese golpecito de sus dedos al sofá que refleja su análisis y estrés. - Ni si quiera tuviste la decencia de ir a Fujiyama Gakuen. Después de nuestra discusión inicial, decidimos no hablarnos, pero que tú cumplirías con lo tuyo ¿Crees que puedes engañarnos?
Yo me acerco en un paso hacia ellos, queriendo participar; sin embargo, mi madre alza su mano, indicándome que me detenga. - ¿Qué clase de espectáculo deplorable es este? Llegas herido después de pasarla con dos delincuentes europeos. ¿Es esto lo que eres ahora, un vagabundo que arrastra vergüenza con extraños?
Sus palabras me paralizan. Siento tanta impotencia: cómo se refiere a ellos, cómo se refiere a mí. Separo los labios para hablar, pero ella interviene de vuelta.
- Siempre fuiste torpe, sí, y...diferente. Lo aceptamos porque creíamos que con suficiente disciplina podrías corregirte. Pero esto...esto no tiene justificación.
La desesperación me recubre, es injusto, es cruel. Abro la boca otra vez. - ¡Sus reglas-
Mi papá se levanta abrupamente, furioso. - ¡No tienes derecho a hablar de reglas cuando lo único que has hecho es huir de ellas! Te dimos una oportunidad. Te dimos un lugar en Fujiyama, donde pudiste aprender a ser decente. Pero preferiste engañar nuestro trato. ¿Y para qué? ¿Para vagar por las calles y poner en peligro nuestro nombre?
Él se acerca un paso más, con esa voz que me agua los ojos. - ¿Sabes lo que significa que hallas sido visto con esas personas? ¿Lo que la gente murmura de nosotros? Que nuestro único hijo ha elegido vivir como un criminal, como un...degenerado.
No obstante, no aguanto más, y con los puños apretados, pero incapaz de verle: - ¿Por qué hablas como si hubieramos hecho algún acuerdo? ¿Acaso yo tuve opinión en algo de ir a ese lugar? ¿Yo les pedí que no me hablaran más? ¡Ustedes me abandonan y luego-
Mi mamá culmina dándome una bofetada veloz, con su gesto inqueebrantable. - No te atrevas a decir que tu familia te abandonó, Ryuna. Eso no te lo permitiré. Tus desiciones fueron erradas y punto.
- No necesitamos tus justificaciones. - Concluye mi padre.- A partir de ahora, harás lo que decidamos. Irás a Japón, a un internado que ya está siendo preparado para tí. Lejos de aquí, lejos de esas...distracciones que te han convertido en esto.
El aire me abandona y me arrepiento. Debí rogarle a Bruna que me dejara quedarme junto con ellos, debí pasar más rato con Isidro, o ¿debí conocer a alguien más? Algo, debí hacer algo para evitar esto. No quiero, no quiero este futuro.
- ¿Y si no quiero? - Suelto sin más, aguantando mi propio llanto.
- No tienes opción. Tienes 17 años. Mientras estés bajo nuestro cargo, harás lo que se te ordene. - Contesta ella.
Mi padre me toma del mentón, mirándome fijamente. - No olvides que todo, todo, lo que tienes proviene de nosotros. Sin nosotros, tú: No eres nada.
Así, me quedó en mi habitación, totalmente devastado. El número de Bruna está allí, pero ella dijo que sólo llamaría si había algo nuevo. Mi dibujo del hogar de Isidro y de él también lo llevo.
De lo que no tengo idea es de lo que pasó al otro lado y de que los medios de comunicación ya han empezado a hablar.