Hace mucho tiempo, cuando todo era considerado tiempo antiguo. A la Diosa de la juventud y vitalidad, Hebe, decidió alejarse de los dioses del Olimpo para experimentar la vida de los mortales.

Durante su estancia entre los humanos, se dice que Hebe, vestida con ropas sencillas, pasaba desapercibida entre la gente, oculta entre las sombras nocturnas de los hogares. Sin embargo, siempre tenía un brillo en su mirada y una energía especial que atraía a quienes la rodeaban.

Cuenta la leyenda, que aquellos que caían bajo su encanto de juventud eterna, sin saberlo hechizados, comenzaban a perder su vitalidad sin poder envejecer ni morir, atrapados en una especie de limbo. Cada vez las criaturas intentaban escapar de esa vida inmortal, se encontraban con Hebe nuevamente, quien les ofrecía lo mismo: la posibilidad de seguir siendo jóvenes y bellos, pero a cambio de su alma.

Los que se atrevieron a rechazar su oferta nunca más la volvieron a ver, consiguiendo que todo lo visto fuera un manto de somnolencia o cansancio por algun motivo, pero aquellos que aceptaron: sucumbieron a la tentación, y sus cuerpos quedaron atrapados en una juventud sin fin, sin poder experimentar el descanso de la muerte.

El ciclo continuaba por generaciones, con nuevos mortales perdiendo su alma por el deseo de ser eternamente joven.