Días antes

 

Hoy tengo el día libre, Sebastián vendrá a casa.

Tenemos pensado ver una película mientras comemos palomitas y chuches. La chimenea del salón, se encuentra ya encendida, me cambie de ropa mientras lo espero.

Nada más oír el timbre corrí directa a la puerta, para abrazarle. Enseguida le noté actuar de una manera diferente, para empear no respondió al abrazo y me dio un pico que duro pocos segundos.

Apenas sentí sus labios sobre los míos.

No quiero presionarle, por eso actuó como si por dentro no estuviera comiéndome la cabeza deseando que me confesara que le tiene tan decaído.

 

Mientras las palomitas están haciéndose en el microondas, di la vuelta para mirarle y preguntarle si había traído la botella de vino.

Entonces toda la calma que había desapareció, cambiada por un ataque desgarrador.

 

-Ivanna me marcho en cinco días a New York.

 

En ese momento sostenía entre mis manos el bol de las chuches, impacto de golpe en el suelo partiéndose en mil trozos.

Del mismo modo en que quedó mi corazón desconsolado.

 

Al igual que Mitsuru Akihiko me había dado la oportunidad de mi vida, ahora es a Sebastián el que le ofrecieron el trabajo de sus sueños.

El único problema debe dejar su vida aquí y empezar desde cero en otra cuidad. Nuestra relación ha pasado por demasiados altibajos, mi antigua etapa alocada y despreocupada quedó atrás con mi adolescencia.

Sebastián es y siempre será mi primer amor, en mi corazón tendrá un hueco. Quiero que le vaya bien en su nueva vida.

 

Es el tercer día de mis vacaciones, este tiempo atrás estuvimos en todo momento juntos aprovechando los últimos días que pasaríamos juntos antes de tener que separarnos definitivamente.

 

Su vuelo sale en una hora, llegamos con antelación al aeropuerto, dicen que es mejor llegar con varías horas antes.

-No llores.

-Pides imposibles.

-Ivanna, no es un adiós definitivo. Solo un hasta pronto.

Deseaba con todas mis fuerzas e ilusión creerle pero los dos claramente sabemos que no será un simple "hasta luego".

-¿Ivanna?.

-Quiero que seas feliz, antes te habría atado a la cama o habría usado un sortilegio para que nos me abandonaras.

 

Siempre me he considerado una mujer fuerte, pocas veces he llorado delante de otra persona. Por primera vez escucho mi voz rota, mis ojos humedecidos y con la nariz moqueada.

No cotinuamos hablando ninguno de los dos, volvimos abrazarnos. 

 

Siento como el tiempo se detiene, solo puedo escuchar los latidos de nuestros corazones unidos por última vez en uno solo.

-Te amo Ivanna Spellman.

-Nunca te olvidaré Sebastián Sallow.

 

Esas fueron nuestras últimas palabras después nos fundimos en un apasionado a la vez que triste beso, ahora él se encuentra embarcando en el avión que le llevará hasta su nueva vida, yo en cambio continuó pegada al enorme cristal donde se puede ver la pasarela.

Ahora de momento solo esta su avión, coloco una de mis manos sobre el cristal sin poder dejar de llorar. Mientras a mí alrededor pasan un grupo grande de personas que van y vienen, sin lugar a dudas estoy viviendo mi peor pesadilla.

 

-Adiós mi amor.