Desde que tengo uso de razón, soy la copera de los Dioses. Y eso significa ser la anfitriona responsable de servir el nectar y la ambrosia a los Dioses del Olimpo, con ayuda de mi cántaro. Cántaro que me gustaría que fuera sagrado y forjado, como para que fuera inagotable y no tuviera que ir siempre a recogerlo con apuro; suena fácil recorrer el Monte olimpo para conseguirlo sin llegar tarde a las demás obligaciones.
«Esta bebida es única y exclusivamente posible encontrar en el Olimpo, ya sea por el sagrado árbol y fuente, pocos Dioses tienen derecho a saber donde queda ubicado el lugar» Podría decir que soy honrada en ser una de las pocas, pero no es una tarea fácil de conseguir ni mucho menos llevar a tiempo cuando hay fiesta.
«La famosa Ambrosia, su forma de consumirla puede ser tanto como un pedazo de cacao, o bien convertirlo en estado bebible.» Dependiendo de la necesidad, en la fiesta, suelo suministrarlo equitativamente debido a la temporada de frutos, pero si tenemos mucho abastecimiento, no escatimo en ofrecer los frutos tal cual caen a mis manos al cosecharlos.
Ser copera de los Dioses, es una gran responsabilidad, más si soy la Diosa de la juventud y vitalidad, porque de alguna forma, mi estado emocional explota al momento de la felicidad ante la fiesta. Y soy la mejor anfitriona porque, pues sin querer contagio mi ánimo mientras lo van consumiendo, es bastante curioso como las arrugas de los demás desaparecen mientras beben y comen el nectar y la ambrosía, es fascinante.