| Este tema le queda muy bien de fondo, de hecho, la escuchaba mientras escribía. La ost de Umineko es excelente inspirador.|
https://www.youtube.com/watch?v=i9VloZ_UdWk
Dos adultos y un niño se hallaban sentados en los sillones del salón, distanciados entre sí, sus rostros sombríos.
El mayordomo se había retirado hace poco, dejando el té caliente sobre la mesa frente a ellos, pero, ninguno parecía interesado en tomar té, dedicándose a mirarse intensamente.
—¿Cuánto has escuchado? —inquirió Ciel Phantomhive. Su ceño estaba fruncido, y su pie derecho se movía inquieto.
La lluvia golpeaba fuerte los ventanales de la habitación. Un trueno resonó de repente, iluminando el rostro del niño de manera siniestra.
—Todo —respondió el pequeño de seis años, con rostro frío y ojos sin emociones.
Los adultos tragaron saliva, intercambiando miradas vacilantes.
La situación los había tomado por sorpresa, se habían dejado llevar por la discusión y, la última persona que deseaban que los escuchara, los había escuchado.
Fue el niño quien rompió el silencio
—¿Por cuánto tiempo pensaron mantenerlo en secreto?
Los adultos lo miraron pero Junior no los dejó responder.
—No —siguió hablando. —Nunca tuvieron la intención de contármelo. Si no me hubiera enterado hoy de esa manera, habrían guardado el secreto para siempre, ¿verdad?
—Jean, lo que hicimos fue—
—No me llames por ese nombre —lo interrumpió Junior, con irritación apenas contenida.
—Junior —se corrigió Charles Grey, con rostro afligido. —Si lo ocultamos fue por tu bien.
Ciel se le sumó. —Decirte la verdad implicaba que tú… —bajó la mirada. Pero volvió a levantarla y a mirar a su sangre a los ojos. Se merecía escucharlo. —… asumieras una carga dolorosa.
Junior miró a ambos.
—¿Ser su hijo es una carga dolorosa?
Ciel asintió lentamente, sin poder evitar que el dolor se reflejara en su expresión.
—Siendo Jea… Junior Grey serías una persona libre de elegir tu camino, sin ataduras a la familia Phantomhive, sin la carga de saber que eres—
—Un hijo ilegítimo —terminó Junior por él. —Un ser anormal.
—¡No es así! —dijo Grey, parándose de su asiento.
Junior también se levantó. Su rostro, antes inexpresivo, se contorsionó en una ira fea.
—¡No quieras negar lo que escuché, “primo”! ¡Mi nacimiento no es normal, yo no soy normal!
Su "primo" no encontraba las palabras adecuadas. Seguir con la mentira no era una opción, pero tampoco quería que Junior se sintiera como una abominación.
—A pesar de lo que has escuchado —respondió Grey con suavidad—eres como cualquier otro niño.
Junior simplemente negó con la cabeza, sin darle importancia a sus palabras, como si no tuvieran ningún peso.
Se miró sus propias manos, de repente, su voz y su expresión se calmaron.
—De alguna manera, siempre lo supe. Solo necesitaba una confirmación.
Volvió a sentarse, y su cara calmada indicaba que Junior había llegado a una deliberación. Sin embargo, sus padres lo miraban con preocupación.
No podían saber lo que cruzaba por su mente, pero estaba claro que Junior estaba enfadado, y que desde hoy, su relación con ellos no sería la misma.
Esos días despreocupados en los que Jean corría feliz a ver a Charles Grey o al conde Phantomhive en busca de su instrucción, o por alguna otra trivialidad para acercarse más a ellos, habían terminado.
—Entonces —dijo Junior, cruzándose de piernas en una postura que recordaba mucho al conde Phantomhive cuando hacía negocios. Su rostro no revelaba nada, y sus ojos, ya fríos desde el principio, parecían haberse endurecido más. —¿Qué pasará ahora?
Ciel y Grey se miraron entre sí.
—Ahora que sé la terrible verdad —continuó Junior, dejando entrever su resentimiento, —¿cuál será su siguiente paso?
Sin embargo, no les dio tiempo para responder. Junior tomó la iniciativa y les propuso algo que no podían rechazar. Si albergaban algún sentimiento de culpa por haberle mentido, terminarían cediendo.
“Cuando el tablero te ofrezca una pieza clave, resérvala para el momento adecuado. Así, cuando el rey se exponga, tu victoria será inevitable.”
Junior usaría las enseñanzas de su “padre” en su contra.
—Les propongo algo: cuando llegue el momento, quiero heredarlo todo, como si fuera su hijo legítimo. No, de hecho, es lo que me pertenece.
Esbozó una sonrisa, que, dadas las circunstancias, parecía algo siniestra.
—Nunca imaginé que lo que más deseaba se cumpliría de una manera tan retorcida.
Al levantar la vista hacia sus padres recién descubiertos, su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una frialdad cortante. Los detestaba. Le habían ocultado la verdad, haciéndolo sentir miserable y arrebatándole lo que le correspondía por derecho.
¿Cuántas veces Junior había deseado que el conde Phantomhive fuera su padre? Y su primo...
—Cuando llegue el momento, el conde Phantomhive me anunciará como su heredero —afirmó con determinación, mirando luego a su primo. —Tú también lo harás.
Se levantó y tomó la taza que había en la mesa. Su mano temblaba, pero de alguna manera logró beber un par de sorbos sin derramar nada.
—¿Les parece un trato justo? —preguntó, dejando la taza en su lugar. Miró a los adultos con firmeza, sin ningún rastro de temor en sus ojos azules.
"Nunca más", decían sus ojos como zafiros.
"Nunca más volverán a tener control sobre mí."
"Nunca más volveré a tener miedo."
| Esto es un tal vez, es decir que no necesariamente esta situación puede haber sucedido de esta forma, todavía estoy desarrollando la historia de Jean, asique esto es como un borrador en realidad. Lo que sí es inevitable es que Junior los escuché y descubra la verdad sobre sus origenes. |