Para: Jov Petrovich Phlegmenkoff

 

Estimado Jov

Te mantengo primeramente informado en lo que respecta a mí y mi familia, nos encontramos sanos y tranquilos por ahora, la vida es mejor ahora que todo ha pasado al fin. Nastia ya no despierta tarde por las noches, soñándose con los disparos y los gritos. Aun te agradezco, por los mensajes afectuosos que nos diste, aliviando a mi pobre Nastia, rota por aquella imagen de ese soldado que murió golpeando nuestra puerta.

A veces Nastia se sueña con el tiro de gracia que recibió y con la disculpa de aquella voz, grave y dura. No la de un joven bolchevique

"Lamentamos el ruido"

Se hubiera ahorrado la disculpa si supiese que fuéramos judíos.

Bueno, he escrito ya unos buenos párrafos para que el agente promedio se aburriese y dedique el tiempo que le queda a arreglar el malogrado sello que acaba de romper. Es tiempo de tratar el tema de La Niña...

Sé que ha pasado ya más de un año desde ''aquel día'' y no he podido darte ninguna explicación concreta. El día en que te redacto esta carta, estamos a finales de Noviembre aquí en Ekaterimburgo y todas mis teorías parecen haber acertado, para desgracia nuestra y de nuestro lastimado país

Nastia inicialmente me suplicaba por favor, apersonarnos a las autoridades el ejercito de ''liberación'' blanco, que ellos habrían de ayudarnos con La Niña, pero yo dije que no.

 Sabes mi estimado que me considero un hombre muy perceptivo, ya sea por desgracia o por bendición de HaShem (Como el pueblo judío se refiere a nuestro Dios) cuando ocurre algo, presentimientos extraños nacen en mi corazón y no desaparecen fácilmente, incitándome a actuar en el momento en el que pasan.

Estos me han salvado y han ayudado a mi familia desde que puedo recordar y en esta ocasión no fue la excepción, pues algo en mi me decía que a pesar de la ''alentadora'' victoria del ejercito blanco sobre los bolcheviques de Ekaterimburgo. Esta sería solo una victoria pasajera, en líneas generales, los blancos tienen la guerra perdida y para mi sorpresa como mi desgracia, los rojos del segundo y tercer ejercito respondieron en Julio con una dura ofensiva, arrasaron con las líneas de defensa blancas. Ocuparon nuevamente la ciudad y se asentaron ahora más fuertes que nunca.

Estoy atento a las noticias todos los días y se por buenas fuentes que los bolcheviques están cerrándoles el paso a los blancos cada vez más por el centro del país, no tardaran en expulsarlos por completo de Rusia y así la revolución roja habrá triunfado

Están destinados a hacerlo, cada error que se cometió desde que el Zar estaba en el poder hasta que el resto de sus fanáticos intentaron recuperar el pellejo malgastado de un país que ya no existirá...

Pero La Niña debe existir, Jov. La Niña no tenía que ser presa de ya-sabes-quien. Y sus ojos me lo dijeron, Jov. Esos ojos cargados de miedo y dolor... no por nada son aun La Niña y no el monstruo que el estado intentó mostrar

Sé que nuestras interacciones en persona han sido muy breves mi estimado Jov, pero en el poco tiempo que te he conocido y por las cartas que hemos intercambiado desde entonces, me he dado cuenta de que eres una buena persona, un gran ser humano y ya casi te considero un hermano pese a nuestras marcadas diferencias teológicas.

Mientras te escribo pienso que tal vez en otra vida me habría gustado ser escritor, a veces que me siento a reflexionar sobre las duras lecciones de la guerra, siento que soy un personaje ficticio en esta turbulenta historia que fue añadido a último momento por HaShem para jugar un rol que si bien, no cambiara el curso de la historia, con que cambie el curso de una sola pequeña historia, es lo suficiente como para salvar al mundo, de hecho, es lo que dice un viejo adagio judío:

 

''El que salva una vida, Salva al mundo entero''

 

La Niña ya come, por suerte pero no habla, le duele la cabeza, sufre mareos y empiezo a creer que la mente se le está yendo. Es como verla morir de a poco. Se convertirá en alguien más, eso es seguro. ¿Será mejor de ese modo?

Es la pregunta que me quita el sueño, si realmente pude salvarla o solo su cuerpo luego de aquella noche. Recé como nunca desde que llegó y aun no encuentro respuestas.

Quizás no las necesito, seguro ella por el momento, tampoco

 

Nastia y yo aún no podemos creerlo, pero así paso y si HaShem nos encomendó semejante tarea, estamos dispuestos a seguir hasta el final con ella.

 Desde que los rojos retomaron el gobierno de Ekaterimburgo en Julio, nos hemos barajado la idea de abandonar la ciudad, pues cada vez la situación se torna más arriesgada para nosotros de permanecer aquí, ahora que han recuperado el poder los bolcheviques no están dispuestos a soltarlo. Han establecido el gobierno de los Urales con mucha más fuerza que la que tenían cuando comenzó la revolución, oficiales y espías patrullan cada rincón de la ciudad y es inevitable para nosotros el sentirnos amenazados.

Pero con el estado tan precario de la economía y de la salud de mi Nastia (que hace poco nos enteramos, que está embarazada de nuevo) así como por el bien de nuestro pequeño hijo y la todavía frágil Niña, no tenemos mayor opción que continuar aquí y pasar lo más desapercibidos que nos sea posible.

Ellos me conocen Jov, conocen mi cara y saben todo lo que he hecho, me uní a los partidarios socialistas bolcheviques con la esperanza de un futuro mejor para mi familia, lejos de la opresión zarista que nos recluyo y marginalizo en nuestra propia tierra por siglos, todos nosotros teníamos la ilusión de que si la revolución triunfaba, sería un nuevo glorioso amanecer para el proletariado judío oprimido. Pero ahora, me siento ingenuo....Aunque no me arrepiento ya que todas esas decisiones me llevaron a esto, me llevaron a la niña

 

El año pasado.....antes de que todo eso sucediera. Yo era sub oficial de un pequeño regimiento del partido rojo de los Urales, quienes se sentían cada vez más amenazados por la presencia blanca que se avecinaba desde el horizonte. A quien solo llamare ''El Camarada más alto de los Urales'' me designo una importante tarea, me asigno para hacer de guardia en una ''pequeña prisión'' la cual ya conoces tú, los camaradas la llamaban ''La Casa Del Propósito Especial'' (Cuyo solo nombre, de solo escucharlo me pareció grotesco y escabroso. Ya me hacía a la idea de que había algo macabro detrás de todo esto)

Cuando llegue a trabajar allí, no me dieron mayores detalles de lo que haría ''Párate allí y vigila que nadie se pase de listo, el Camarada Y se encargara del resto''

Así fue como conocí al camarada Y. Quien fuera el jefe de la ''operación'' un vigilante de semblante severo, me pareció carismático a simple vista. Me dio la bienvenida dándome las instrucciones que seguiríamos yo y mi compañero, le di la mano e incluso en una de esas compartimos un sorbo de vodka.

Ahora lo recuerdo a él y me miro la mano con la que estreche la suya. Me siento sucio, manchado, indigno y decepcionado…

Yo siempre había creído que la burguesía debía ser derrocada, que los estirados aristócratas anti semitas que iban detrás de los pazos de su adorado Zar, debían ser desterrados de nuestras tierras por el daño que su política injusta y elitista había provocado en nuestra patria resquebrajada, metiéndonos en una guerra injusta en la que no podíamos elegir si vivir o morir…Pero solo eso quería, solo quería que pagaran con un juicio y fueran exiliados, no soy un hombre puro, no tengo todas las respuestas pero creo que cualquier ser humano con mínima decencia y sangre en la cara, estaría seguro de que lo que paso allí, esa noche fatal fue una salvajada que no tenía razón de ser.

 

Nos designaron la tarea de vigilar a unos ''rehenes'' era una familia.

Una familia de la aristocracia, muy adinerados y bien posicionados socialmente, pero que ahora no eran más que prisioneros a merced de los rojos sedientos de venganza y sesgados por el fanatismo. Nunca los conocí personalmente ni me lo había si quiera barajado, mis órdenes eran tan solo vigilar atentamente y dejar que el camarada Y y sus allegados se encargaran del resto. Pero durante las últimas semanas de mi trabajo pude observarlos en la precariedad de aquellas paredes y solo conocí a una familia, no muy distinta a cualquier otra. Los padres, sus hijas mayores, su hijo pequeño y sus dos hijas menores, en las que precisamente destacaba ella.....La Niña

Y el rostro de La Niña lucia tan diferente ahí, Jov. Era una niña como todas las que uno pueda ver en sus hogares o más allá. Y sonreía como una niña y jugaba como una niña. Pero para ellos no era una niña y su estancia ahí tan corta me demostró lo contrario.

Tú y yo nos conocimos unos días antes, aun en la oscuridad de la noche te reconocí. Eras tu uno de los sacerdotes ortodoxos de la localidad, que fue llamado por los bolcheviques encargados de la casa, que como único acto de ''piedad'' sobre la familia de prisioneros, se les permitió tener un pequeño servicio religioso al verse imposibilitados de salir de su pequeña cárcel para ir a congregarse en la iglesia.

Te recordé aun vestido con tus túnicas negras que abras debido de abandonar debido a la agresiva persecución religiosa y sé que tú me recordaste a mí porque cruzamos miradas brevemente cuando pasaste por mi lado al terminar tu servicio, pero supe por tu sola mirada que igual que yo sospechabas que algo malo sucedería. Te apiadaste de sus miradas agotadas, cansadas de vivir pero aferrándose a la sola esperanza de ser liberados y exiliados a algún lugar de Europa donde pudieran rehacer sus vidas en paz, supe desde entonces que eras un buen hombre y por eso confié en ti cuando........Todo eso sucedió

 

La noche del 16 de Julio de 1918, mientras la familia cenaba en el pequeño comedor principal, vi al Camarada Y bastante inquieto, habían retirado hace unos días a un muchacho de la cocina que era el único compañero de juegos del pequeño, quedaron solo dos hermanos que eran los más jóvenes de nosotros que hacíamos guardia y a quienes el camarada Y mantenía lo más apartados posibles de la familia, pues descubrió que uno de ellos se había vuelto ''demasiado atento'' con una de las niñas.

Todos a mi alrededor comenzaban a ''replegarse'' mientras que yo y mi compañero seguíamos simplemente las instrucciones de ''vigilar que nada salga mal'' pero ya dentro de mi atacaron aquellas corazonadas casi proféticas que no me dejaban tranquilo, más aun fue mi paranoia cuando esa noche me dijeron que no fuéramos a dormir, que nos necesitarían lo más despiertos y atentos posibles, claro eso no fue impedimento para que mi compañero se alcoholizara hasta el cogote, incluso insistió en que me le uniera pero con ayuda de la providencia de HaShem, me mantuve firme en mantenerme lo más sobrio posible por más de que en mi estrés un pequeño sorbo de licor me resultara tentador

Me quede quieto ahí afuera mientras mi camarada al lado se emborrachaba a pequeños sorbos. Estos eran los guardias de la operación, un judío y un ebrio. No necesitábamos saber lo que iría a ocurrir, solo que ocurriría y eso era todo.

Llegaron vehículos y de estos salieron varios de ellos, caras no recuerdo ni quiero acordarme, llevaron hasta a una mujer a la operación.

 

Era la madrugada el 17 de Julio de 1918 y aun no se… Como me las arregle para seguir de pie y firme a pesar de todo lo que había escuchado, de todo lo que fui testigo.

Aún recuerdo cuando escuche esa corta ráfaga de disparos, cuando vi a aquella mujer odiosa y al grupo de Urales resentidos. Supe que algo horrible había pasado, pero intentaba conciliarme con ideas torpes, teorías sin pies ni cabeza... pero como podría alejarme de la realidad, Jov. Jamás me había sentido tan lejos de HaShem...

 Como te había dicho, solo los observe durante semanas y era tan solo una familia….eran niños Jov, ningún niño debería pagar con sangre los errores de sus padres incluso si estos hubieran sido la encarnación misma del diablo, los niños merecen una oportunidad de vivir para ser personas mejores. Pero ellos no se las dieron, a ellos no les importo ni su edad ni su condición, había visto al pequeño de la familia cojo, casi invalido, no más alto que mi difunta primera hija, pero ni así le tuvieron piedad…

 

Murieron, todos murieron, no dejaron ni a los niños con vida, Jov. Luego de las balas, apenas, si uno acercaba el oído a la pared podía oír el crujido de los huesos con el metal de los cuchillos, una forma para asegurarse…

 

Salieron de aquel sótano al que designaron como matadero, los camaradas llenos de orgullo, con alguna que otra mancha carmesí como símbolo del ''trabajo'' que concretaron allí abajo, casuales y sin un solo ápice de remordimiento, como si solo fuesen fotógrafos luego de una sección de fotos familiares, ninguno parecía si quiera mínimamente afectado, o bueno casi todos. Uno de los últimos que salió cargaba consigo una almohada ensangrentada de la que cayeron a cuentas unas perlas blanquecinas manchadas de rojo, el hombre lucia agotado, abatido, enfermo, impactado.

 

 Había visto lo peor que se podía haber hecho en el mundo y el había participado…volteo a mirarme por pocos segundos con una expresión de horror… Sin decirme una sola palabra ya me lo había dicho todo

 

El camarada Y con total indiferencia nos encargó a mí y mi compañero el bajar al sótano a terminar de ''limpiar''….Dijo que en unos 10 minutos terminarían de ''cargar'' los camiones para ''llevar la basura al vertedero''. Sus palabras tajantes y carentes de cualquier señal de culpa, calaron dentro de mí, pues me enseñaron que así como cruel y barbárico, el ser humano puede ser también frio y calculador, bien preparado y dispuesto a todo con tal de conseguir su cometido, aprendí esa noche que sin importar sus ideologías o creencias, los seres humanos pueden pudrirse cada vez más y demostrar, que si se lo proponen. Pueden ser muchísimo peores que los enemigos que decían combatir

Mi Camarada fue el primero en bajar, resguardado por los mareos y la falta de inhibición. Yo caminaba detrás suyo, aun plagado de miedo, esperando encontrarme con los peores demonios en aquella casa y si los vi, en forma humana y fumando luego de haber terminado...

Entramos al sótano ya vaciado por los camaradas, abrimos las puertas de par en par para encontrarnos con aquel sangriento espectáculo bajo nuestros pies…Aun no sé cómo me las arregle para aguantarme las arcadas y no vomitar sobre el suelo.

Un montón de cadáveres, la familia y sus cuatro sirvientes que ahora no eran más que cuerpos sin pulso ni vida

Entramos con mi compañero al sótano ya vaciado por los camaradas, abrimos las puertas de par en par para encontrarnos con aquel sangriento espectáculo bajo nuestros pies, aun no sé cómo me las arregle para aguantarme las arcadas y no vomitar sobre el suelo. Un montón de cadáveres, la familia y sus cuatro sirvientes. Que ahora no eran más que cuerpos sin pulso ni vida

 

Nos adentramos lentamente en aquella escena tan desgarradora aspirando el humo de los casquillos que quedo en el ambiente, sangre por el suelo, plumas, perlas y pequeñas astillas brillantes como de diamantes tirados en el piso de madera. Ya familia había intentado llevarse lo que más pudo entre sus ropajes y dentro de sus almohadas. Mi compañero comenzó a revisar entre sus bolsillos encontrándose con las más hermosas joyas que la familia había intentado ocultar de sus captores, pensando ingenuamente que estas les serian de ayuda en el exilio que jamás llegaría

Pensé en esos cuerpos que ahora no eran más que carne para las bolsas, que hace tan poco Vivian y tenían si quiera alguna esperanza de vivir. Pensé en los adultos, inevitablemente. Pero más que nada pensé en los niños… cuando comencé a mover los cuerpos inertes y fríos en busca de joyas o signos vitales, mis órdenes eran que a cualquier tic, a cualquier señal de respiración a cualquier movimiento post mortem, debía disparar a matar o apuñalarlo en la sien con la bayoneta sobre mis hombros

Fue ahí que llegue a la pequeña pareja de hermanas que yacían allí, la más grandecita de mejillas rechonchas y cabellos claros tirada por sobre su hermana menor, a la que todavía sostenía débilmente de la mano, separe sus deditos delicadamente y fue allí que cuando mi mano callosa toco la manita de la más pequeña....que lo sentí....sentí algo, sentí pulso, ¡sentí vida!

Pude haberlos tirado como basura, pude haberlo hecho, solo eran carne para las bolsas, ya no primaba la vida. Iría, haría mi trabajo y me iría de ahí para jamás involucrarme de nuevo con esos seres tan odiosos... pero la vi.

Quede helado en el momento, mis labios temblaron. Vi el brazo de la hermana mayor cubriendo el rostro de la pequeña, mis manos temblorosas lo levantaron lentamente y fue allí, que la vi.

 La había visto antes y la vi tantas veces las últimas semanas pero fue la primera vez que la vi a los ojos. Esos ojos azules casi sin vida pero aferrándose a ella lo más que podía como sus hermanas no pudieron, pequeñita pero toda una luchadora, los diamantes bajo su ropa amortiguaron las balas y las puñaladas, protegiendo como pudieran su frágil cuerpo, pero no por eso había quedado menos malherida. No duraría mucho tiempo hasta que otro de sus verdugos la descubriera. Las peores imágenes vinieron de vuelta a mi mente y pensé en que hacer, que debía hacer, mi cabeza volteo por unos segundos pensando en solo pasar de largo y hacer como si no hubiera visto nada.

Pero hubo algo dentro de mí, fue HaShem, estoy seguro, él dijo que debía hacer algo, que debía actuar, que tenía que hacer algo y que si no era yo no lo haría nadie

Fue entonces que mi obtuso compañero me vio extraño y me pregunto qué pasaba, trague saliva y dije que nada, que solo estaba revisando.

Sus pequeños ojos antes azules, eran casi blancos, como si la muerte empezara a cegarla, inhalaba el aire contaminado por el humo con un ritmo tan delicado y cansado, y todo su cuerpo temblaba con una sutileza que solo se notaba al tocar su helada cabeza. Pero aún estaba viva y aún era La Niña.

¿Cómo podía dejarla?

 

Discretamente le di una señal para que guardase silencio en lo que mi camarada salía de la habitación arrastrando de las piernas el cuerpo del padre y del doctor, yo la alce entre mis brazos pero no con las mismas intenciones… Y cuando hice esto último, calló de dentro de su camisón un collar, un crucifijo dorado que a pesar de las prisas no pasó desapercibido para mí, discretamente lo tome y lo oculte dentro de mi saco, pues en uno de mis particulares presentimientos sabía que debía ser algo importante para La Niña. Aun al día de hoy a pesar de todo he dejado que lo conserve sin darle más explicaciones, solo que es suyo y ya está.

La Niña está a salvo y eso es lo que importa, los detalles de cómo salimos me harían presa de muchos miramientos por parte tuya, Jov. Pero ya hice mi respectiva penitencia por el hecho ocurrido.

Pero no a La Niña, al menos una sola vida pude salvar, una vida... una vida que no era justa llevarse...

Te debía detalles desde hace tanto tiempo, pero comprenderás que durante todos estos acontecimientos me he visto preso de mis propios miedos, mis propios traumas que me impedían recapitular a detalle todo lo ocurrido sin causarme tanto dolor. E manchado mis manos pero no me arrepiento, porque lo hice por lo justo y espero que Dios me lo reconozca algún día y no me juzgue tan duramente como juzgara a aquellos que se pusieron el manto de verdugos esa noche

 

Tengo que agradecerte mi estimado y esta niña también lo hará, le he hablado mucho de ti como ''un viejo amigo de la familia'' claro sin darle mayores detalles, pues de no ser por ti no sé cómo hubiera podido seguir con mi improvisado plan.

Me aproveche de la distracción de mis otros camaradas cada uno más ebrio que el otro, que no se dieron cuenta de cuando metí en la bolsa el cadáver de uno de los cerdos que mataron esa mañana para preparar el desayuno, corrí con la niña envuelta en sabanas por entre las sombras del callejón de atrás de la casa, con apenas aliento, rezando internamente por que HaShem nos protegiera y los monstruos no nos encontraran, allí apareciste tu como una luz en tu carreta y al ver tu crucifijo colgando de tu cuello supe que no eras uno de ellos y que debías ser bueno, confié en ti en un salto de fe y ahora confió más aun en ti por haberme ayudado a sacar a la niña en tu carreta oculta bajo fardos de heno para llevarla a un lugar seguro con la ayuda de mi Nastia quien descubrió el resto de diamantes ocultos bajo los ropajes de la niña, aquellos diamantes que la salvaron de la muerte en dos ocasiones pues de no ser por ellos que nos ayudaron a sobornar a los doctores del hospital de campaña para darle la mejor atención, tal vez la niña no habría sobrevivido a la noche y lo que vino después.

 Solo te diré que mi camarada termino en el agujero en el que hicieron desaparecer a la familia…

La Niña necesita un apoyo de parte de su vieja religión, nosotros criaremos a La Niña, pero en ti te dejo una responsabilidad más espiritual. Sé que me ayudaras con esto, y sé que mantendrás el secreto... incluso a ella.

Prometo seguirte escribiendo lealmente como hasta ahora, por el momento solo quiero que sepas que estamos bien o lo más bien que se puede estar en nuestra situación. Supe que actualmente te encuentras trabajando en Petrogrado. Por favor escríbeme lo más pronto que te llegue esta carta y mantenme al corriente siempre de tu situación hermano mío, porque después de todo lo que hemos vivido ya puedo referirme a ti como tal, somos diferentes pero al final del día somos dos hombres unidos por un Dios en común que nos encargó una misión especial que estamos dispuestos a cumplir por más que nos cueste la vida

Te deseamos lo mejor aquí hoy más que nunca y cuídate mucho, así como también te pido que cuides y resguardes mis cartas con tu vida así como yo resguardo las tuyas con la mía. No sabemos quién puede estar espiando y de lo que serían capaces de tener esta información en sus manos, así debemos ser precavidos porque el mundo en el que ahora vivimos, pertenece al enemigo.

 

Atte.: Sergei Kishinevsky Korevich

14 de Noviembre de 1919