En el año 111 de la Era del Fenix, la casa Cindersky se hallaba en la cúspide de su poder, aunque no era ni sombra del poder que llegaría a alcanzar. Tras la Separación, Nimuria entró en una era de paz solo perturbada por la epidemia de la Negra Dama en el año 51, y eso ya empezaba a quedar como un mal recuerdo lejano. El rey Zechariah había gobernado durante 40 años con paz y prosperidad, pero ya sentía que se acababa su tiempo, y como si eso no fuese suficiente, sus dos hijos, Kozue y Baram, habían muerto antes que él. Eso colocaba a Zechariah en una difícil tesitura, pues debía designar un heredero, y sabía que eso podría generar un problema dinástico o incluso una guerra civil, pero tampoco podía dejar al reino sin un rey, por lo que pidió consejo a su Consejero de Leyes. 

La solución que propuso el Consejero de Leyes al monarca era esta: Que los posibles pretendientes al trono presentaran sus reclamos y que fuesen los señores de Nimuria quienes eligieran al heredero. Esa solución pareció satisfacer a Zechariah, que convocó a Khalut a todos los señores del reino a un Gran Consejo para resolver la cuestión sucesoria. Ellos se encargaron de elegir al heredero y el monarca se limitaria a ratificar la decisión, fuese cual fuese.

Casi un siglo después de que la corte se trasladara a Aenthas, Khalut volvió a ser el centro político de Nimuria, pues fue allí donde se convocó a todos los señores, grandes y pequeños del reino, con todo lo que ello derivaba. Fuera de los muros de Khalut, se creó una auténtica ciudad con mercaderes, jinetes libres, ladrones, putas, juglares y un largo etcétera, pero dentro de sus muros, los señores del reino deliberaban. Antes incluso de que diera comienzo el Gran Consejo, se presentaron medio centenar de pretendientes que, en mayor o menor grado, alegaban tener sangre Cindersky, pero la mayoría eran tan débiles que fueron directamente descartadas y tres de ellos fueron prendidos al quedar como mentirosos. Al final, cuando dio comienzo el Gran Consejo, solo había diez candidatos con alguna posibilidad. En la sesión inaugural, el monarca sólo pidió que se escuchara a todos los pretendientes y que el principio de primogenitura no se viera alterado.

Durante las siguientes tres semanas, los pretendientes plantearon sus candidaturas ante el Gran Consejo, pero era evidente que, a la hora de la verdad, solo dos tenían posibilidades reales, las de los nietos del rey. Por un lado, estaba Fayeth, nieta de Kozue, el hijo mayor del monarca, y por el otro, Vulmar, nieto de Baram. Eran, y de lejos, las candidaturas más sólidas, por lo que las otras ocho fueron descartadas y se centraron en esas dos. Fayeth no tardó mucho en consolidarse como la mejor opción: Tenía 26 años frente a los 14 de Vulmar, por lo que era la descendiente viva de mayor edad, y lo que, para muchos, acabó de decantar la balanza a su favor, es que ya tenía dos hijos, Delmuth e Izayu, algo que garantizaba la línea sucesoria.

Finalmente, y por un amplio margen, Fayeth fue elegida heredera del trono por abrumadora mayoría, de 20 a 1. Aun así, Vulmar cosechó un apoyo considerable, algo que no fue pasado por alto por el Gran Consejo. Para evitar que se repitiera una situación como la que llevó a la celebración del Gran Consejo, este recomendó que Vulmar fuese colocado en la línea sucesoria detrás de Fayeth y sus dos hijos. En la sesión de clausura, el rey ratificó las decisiones del Gran Consejo, confirmando a Fayeth como su sucesora y a Vulmar como cuarto en la línea sucesoria, pero siempre detrás de todo descendiente de los hijos de Fayeth.

Con el tiempo, el Gran Consejo del 111 fue llamado “la Semilla del Imperio”, pues fue el rey Delmuth quien plantó las semillas que acabaría cosechando su hijo Rheigir, que fue quien convirtió a Nimuria en uno de los imperios más poderosos del mundo, llevando a la casa Cindersky a cotas de poder con las que, décadas antes, solo podía soñar.