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    Ven, acércate
    Ven y abrázame
    Vuelve a sonreír, a recordar París
    A ser mi angustia

    Déjame pasar, una tarde más
    Dime dónde has ido
    Dónde esperas en silencio, amigo
    Quiero estar contigo y regalarte mi cariño
    Darte un beso y ver tus ojos
    Disfrutando con los míos hasta siempre
    Adiós, mi corazón
    Ven, acércate Ven y abrázame Vuelve a sonreír, a recordar París A ser mi angustia Déjame pasar, una tarde más Dime dónde has ido Dónde esperas en silencio, amigo Quiero estar contigo y regalarte mi cariño Darte un beso y ver tus ojos Disfrutando con los míos hasta siempre Adiós, mi corazón
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  • — El tintinear de la campanilla sobre la puerta rompió la quietud del local como un suspiro de viento entre hojas dormidas. Zareth Aurelion cruzó el umbral con paso lento, casi ceremonioso, envuelto en su abrigo oscuro que parecía absorber la luz cálida del lugar. El contraste entre su presencia y el entorno era palpable: él, hijo de extremos celestiales e infernales, caminaba entre estanterías repletas de vida delicada, de colores suaves y aromas dulces. El aire estaba impregnado de lavanda, tierra húmeda y un leve rastro de incienso de sándalo, como si el tiempo allí se midiera en fragancias. Sus ojos dorados recorrieron el espacio con calma, deteniéndose en cada rincón como si leyera una historia oculta entre los pétalos. Se acercó a una mesa de madera donde descansaban orquídeas negras, sus dedos rozando apenas los bordes de una flor que parecía latir con luz propia, como si reconociera algo en él que no podía nombrar —

    Buenos días… Qué ramo tan peculiar el que lo acompaña. ¿Puedo ayudarlo en algo

    — La voz provenía de una mujer detrás del mostrador, de rostro sereno y manos manchadas de polen. Su mirada no era temerosa, pero sí cautelosa, como quien reconoce que algo extraordinario acaba de entrar. Zareth no respondió de inmediato. Su silencio era denso, como si las palabras tuvieran que abrirse paso entre siglos de pensamientos. Finalmente, su voz emergió, grave y pausada, como un eco que no pertenece del todo al presente —

    Busco una flor que no exista. Una que no haya sido nombrada aún

    — La florista ladeó la cabeza, sin apartar la mirada. No parecía burlarse, ni desconcertada. Solo curiosa. Caminó con calma hacia una estantería alta, donde descansaban macetas de cerámica pintadas a mano. Tomó una pequeña, de color azul profundo, y la colocó sobre el mostrador. En su interior, una flor de pétalos traslúcidos brillaba con una luz suave, casi respirando. Zareth se acercó, sin tocarla, solo observándola como si en ese instante el tiempo se hubiera detenido. Afuera, la ciudad seguía su curso, pero dentro de la floristería, el mundo parecía haberse detenido a escuchar —

    Aquí tenemos muchas que la gente olvida nombrar. Algunas florecen solo una vez al año. Otras… solo si alguien las recuerda

    — Zareth inclinó la cabeza, sus ojos fijos en la flor. No dijo nada más. Pero algo en su expresión cambió, como si una puerta invisible se hubiera abierto. Su voz volvió a surgir, más baja, más íntima —

    No busco flores para regalar. Solo… para recordar

    — La florista se acercó con la maceta entre las manos, ofreciéndosela sin palabras. La flor parecía temblar levemente, como si reconociera al visitante. Él no la tomó. Solo la contempló, y en ese silencio compartido, algo antiguo pareció despertar entre los tallos y las raíces. Una memoria sin nombre. Un vínculo sin tiempo —

    Entonces tal vez esta sea la que busca. No tiene nombre. Nadie ha querido ponerle uno. Dicen que quien lo haga… la perderá
    — El tintinear de la campanilla sobre la puerta rompió la quietud del local como un suspiro de viento entre hojas dormidas. Zareth Aurelion cruzó el umbral con paso lento, casi ceremonioso, envuelto en su abrigo oscuro que parecía absorber la luz cálida del lugar. El contraste entre su presencia y el entorno era palpable: él, hijo de extremos celestiales e infernales, caminaba entre estanterías repletas de vida delicada, de colores suaves y aromas dulces. El aire estaba impregnado de lavanda, tierra húmeda y un leve rastro de incienso de sándalo, como si el tiempo allí se midiera en fragancias. Sus ojos dorados recorrieron el espacio con calma, deteniéndose en cada rincón como si leyera una historia oculta entre los pétalos. Se acercó a una mesa de madera donde descansaban orquídeas negras, sus dedos rozando apenas los bordes de una flor que parecía latir con luz propia, como si reconociera algo en él que no podía nombrar — Buenos días… Qué ramo tan peculiar el que lo acompaña. ¿Puedo ayudarlo en algo — La voz provenía de una mujer detrás del mostrador, de rostro sereno y manos manchadas de polen. Su mirada no era temerosa, pero sí cautelosa, como quien reconoce que algo extraordinario acaba de entrar. Zareth no respondió de inmediato. Su silencio era denso, como si las palabras tuvieran que abrirse paso entre siglos de pensamientos. Finalmente, su voz emergió, grave y pausada, como un eco que no pertenece del todo al presente — Busco una flor que no exista. Una que no haya sido nombrada aún — La florista ladeó la cabeza, sin apartar la mirada. No parecía burlarse, ni desconcertada. Solo curiosa. Caminó con calma hacia una estantería alta, donde descansaban macetas de cerámica pintadas a mano. Tomó una pequeña, de color azul profundo, y la colocó sobre el mostrador. En su interior, una flor de pétalos traslúcidos brillaba con una luz suave, casi respirando. Zareth se acercó, sin tocarla, solo observándola como si en ese instante el tiempo se hubiera detenido. Afuera, la ciudad seguía su curso, pero dentro de la floristería, el mundo parecía haberse detenido a escuchar — Aquí tenemos muchas que la gente olvida nombrar. Algunas florecen solo una vez al año. Otras… solo si alguien las recuerda — Zareth inclinó la cabeza, sus ojos fijos en la flor. No dijo nada más. Pero algo en su expresión cambió, como si una puerta invisible se hubiera abierto. Su voz volvió a surgir, más baja, más íntima — No busco flores para regalar. Solo… para recordar — La florista se acercó con la maceta entre las manos, ofreciéndosela sin palabras. La flor parecía temblar levemente, como si reconociera al visitante. Él no la tomó. Solo la contempló, y en ese silencio compartido, algo antiguo pareció despertar entre los tallos y las raíces. Una memoria sin nombre. Un vínculo sin tiempo — Entonces tal vez esta sea la que busca. No tiene nombre. Nadie ha querido ponerle uno. Dicen que quien lo haga… la perderá
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  • -¡Ah~! ¡Qué lindo se ve todo desde aquí
    Sabes… cuando miras el universo por completo, parece tan grande… pero también tan pequeño.
    *risita* Supongo que eso tiene sentido si eres el “Espacio”, ¿no~?

    -¡Mira estas estrellitas! *extiende las manos dejando que los orbes brillen* Cada una tiene su propia historia… y aún así, todas brillan juntas.
    Así que, aunque te sientas solito a veces, recuerda: ¡siempre hay luz cerca!

    *Da una vuelta, dejando un rastro de polvo estelar*

    -Ahora ven, ¡vamos a crear una galaxia nueva! ¡Una llena de sonrisas y panecillos!
    -¡Ah~! ¡Qué lindo se ve todo desde aquí✨ Sabes… cuando miras el universo por completo, parece tan grande… pero también tan pequeño. *risita* Supongo que eso tiene sentido si eres el “Espacio”, ¿no~? -¡Mira estas estrellitas! *extiende las manos dejando que los orbes brillen* Cada una tiene su propia historia… y aún así, todas brillan juntas. Así que, aunque te sientas solito a veces, recuerda: ¡siempre hay luz cerca! *Da una vuelta, dejando un rastro de polvo estelar* -Ahora ven, ¡vamos a crear una galaxia nueva! ¡Una llena de sonrisas y panecillos!
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  • Oh Grecia, cuna de mis suspiros,
    tierra donde la espuma me dio nombre y forma,
    escucha ahora el canto que mi alma derrama,
    pues he viajado con Ares, mi tormenta y mi refugio.

    Descendimos del Olimpo envueltos en auroras,
    él, fuego de hierro; yo, llama de deseo.
    Sus pasos resonaban en los valles de Esparta,
    donde la guerra es plegaria y el valor, destino.
    Yo seguía su sombra, ligera como el rocío,
    y en sus ojos hallé el resplandor que enciende las almas.

    Por las costas de Atenas danzamos bajo el sol,
    mientras el mar nos regalaba su eterno reflejo.
    Sus manos, curtidas por la batalla,
    rozaban mi piel como si temieran quebrar la aurora.
    Y entre ruinas y templos, comprendí el misterio:
    hasta el dios más fiero se inclina ante el amor.

    En las noches del Peloponeso, el viento narraba nuestra historia.
    Ares hablaba de glorias y heridas,
    yo respondía con besos y silencio.
    Entre ambos, el mundo dormía,
    y los dioses miraban, celosos de nuestra unión.

    Mas toda pasión lleva en sí la promesa de su fin.
    Pronto el amanecer nos llamó al deber,
    y el trueno separó nuestros caminos.
    Él volvió a su campo de acero,
    yo regresé al mar que me vio nacer.

    Sin embargo, en cada ola lo escucho,
    en cada flor que se abre siento su aliento.
    Porque cuando el amor es divino,
    ni el tiempo ni los dioses pueden borrarlo.

    Así escribo, con pétalos y lágrimas,
    para que los hombres recuerden:
    que incluso la guerra puede amar,
    y que el amor, cuando es verdadero,
    puede hacer temblar al Olimpo.

    Con perfume de rosas y sangre de deseo.
    — Frodi.
    #rol
    Oh Grecia, cuna de mis suspiros, tierra donde la espuma me dio nombre y forma, escucha ahora el canto que mi alma derrama, pues he viajado con Ares, mi tormenta y mi refugio. Descendimos del Olimpo envueltos en auroras, él, fuego de hierro; yo, llama de deseo. Sus pasos resonaban en los valles de Esparta, donde la guerra es plegaria y el valor, destino. Yo seguía su sombra, ligera como el rocío, y en sus ojos hallé el resplandor que enciende las almas. Por las costas de Atenas danzamos bajo el sol, mientras el mar nos regalaba su eterno reflejo. Sus manos, curtidas por la batalla, rozaban mi piel como si temieran quebrar la aurora. Y entre ruinas y templos, comprendí el misterio: hasta el dios más fiero se inclina ante el amor. En las noches del Peloponeso, el viento narraba nuestra historia. Ares hablaba de glorias y heridas, yo respondía con besos y silencio. Entre ambos, el mundo dormía, y los dioses miraban, celosos de nuestra unión. Mas toda pasión lleva en sí la promesa de su fin. Pronto el amanecer nos llamó al deber, y el trueno separó nuestros caminos. Él volvió a su campo de acero, yo regresé al mar que me vio nacer. Sin embargo, en cada ola lo escucho, en cada flor que se abre siento su aliento. Porque cuando el amor es divino, ni el tiempo ni los dioses pueden borrarlo. Así escribo, con pétalos y lágrimas, para que los hombres recuerden: que incluso la guerra puede amar, y que el amor, cuando es verdadero, puede hacer temblar al Olimpo. Con perfume de rosas y sangre de deseo. — Frodi. #rol
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  • Oye Lancelot Blackwood ¿te apetece ir a por un Pumpkin spice latte? Es que ya es otoño y siempre me quedo con ganas de ir a por uno. Así que en lugar de ir solo, quería preguntarte si quieres acompañarme.
    Oye [galaxy_salmon_bison_745] ¿te apetece ir a por un Pumpkin spice latte? Es que ya es otoño y siempre me quedo con ganas de ir a por uno. Así que en lugar de ir solo, quería preguntarte si quieres acompañarme.
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  • ¡Vamos, galáctico!

    *Exclama con energía mientras extiende su brazo y posa, le gustaba disfrazarse de Ranger por lo que sería su opción para Halloween*

    ¿De donde saque el traje?, de una "galaxia perdida"
    ¡Vamos, galáctico! *Exclama con energía mientras extiende su brazo y posa, le gustaba disfrazarse de Ranger por lo que sería su opción para Halloween* ¿De donde saque el traje?, de una "galaxia perdida"
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  • De las mejores cosas que puede tener en su nueva vida, es aquel estanque junto con todas las crías de dragón que su señor le ha regalado.

    Cuidar de ellas y verlas crecer, aún cuando pensaba que era el último de su especie, es lo que calienta su corazón y le hace verdaderamente feliz, al punto que su rostro inexpresivo cambiar a una total calidez.
    De las mejores cosas que puede tener en su nueva vida, es aquel estanque junto con todas las crías de dragón que su señor le ha regalado. Cuidar de ellas y verlas crecer, aún cuando pensaba que era el último de su especie, es lo que calienta su corazón y le hace verdaderamente feliz, al punto que su rostro inexpresivo cambiar a una total calidez.
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  • - Estaba por escribir un nuevo pergamino, lleno de vida, de colores radiantes, emocionante y un tanto desesperante, luego recordé que soy padre, o Zelina me recordó que soy padre, mis pinceles volaron, mi lienzo se mancho de pintura roja, ahora tengo sus huellas de manos y pies por todo mi salón, vaya lío, que si no fuera mi princesa la regalaría, luego veo su sonrisa, sus ojitos, veo la pureza, el amor más tierno que jamás conocí, entonces me doy cuenta, soy su padre y daría la vida por protegerla, me encantaría que se quedará así, chikita, aunque aveces ponga la casa de cabeza, no puedo juzgar, es hija mía, tiene mi sangre y lo que más me preocupa de todo es que también heredo mis ojos, pero es fuerte y será mejor mucho mejor de lo que pudo llegar a ser su padre alguna vez .
    - Estaba por escribir un nuevo pergamino, lleno de vida, de colores radiantes, emocionante y un tanto desesperante, luego recordé que soy padre, o Zelina me recordó que soy padre, mis pinceles volaron, mi lienzo se mancho de pintura roja, ahora tengo sus huellas de manos y pies por todo mi salón, vaya lío, que si no fuera mi princesa la regalaría, luego veo su sonrisa, sus ojitos, veo la pureza, el amor más tierno que jamás conocí, entonces me doy cuenta, soy su padre y daría la vida por protegerla, me encantaría que se quedará así, chikita, aunque aveces ponga la casa de cabeza, no puedo juzgar, es hija mía, tiene mi sangre y lo que más me preocupa de todo es que también heredo mis ojos, pero es fuerte y será mejor mucho mejor de lo que pudo llegar a ser su padre alguna vez .
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  • Lilian Carson Me ha regalado esta pulsera, me ha encantado, es más mona... Siempre la voy a recordar.
    —[1HAPPYLULU1] Me ha regalado esta pulsera, me ha encantado, es más mona... Siempre la voy a recordar.
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  • Estos días estado comprando compulsivamente ropa, joyas, accesorios de papelería, unos nuevos cascos para el Iphone, decoración para Halloween (el mismo día
    que me llegaron me puse a decorar todo el duplex) Tacones, botas, botines y también deportivas.
    Ahora mismo no tenemos un nuevo proyecto el trabajo esta siendo más administrativo y siempre que me pongo con ese tipo de trabajo me lo quito enseguida y luego
    aprovecho las horas muertas comprando.
    Mis armarios están repletos de ropa y más ahora que mi amiga Mitsuru me ha regalado ciertas prendas de mi amada Vivienne, le he prometido a Markus que estaré
    una larga temporada dejando tranquila la tarjeta de crédito.
    Incluso también compraba cositas muy monas para Nube, la gatita de mi novio pero no son cosas muy exageradas. Aún recuerdo el último regalo que la hice y a mi
    chico no le gustó y por consecuencia terminamos discutiendo.
    Estos días estado comprando compulsivamente ropa, joyas, accesorios de papelería, unos nuevos cascos para el Iphone, decoración para Halloween (el mismo día que me llegaron me puse a decorar todo el duplex) Tacones, botas, botines y también deportivas. Ahora mismo no tenemos un nuevo proyecto el trabajo esta siendo más administrativo y siempre que me pongo con ese tipo de trabajo me lo quito enseguida y luego aprovecho las horas muertas comprando. Mis armarios están repletos de ropa y más ahora que mi amiga Mitsuru me ha regalado ciertas prendas de mi amada Vivienne, le he prometido a Markus que estaré una larga temporada dejando tranquila la tarjeta de crédito. Incluso también compraba cositas muy monas para Nube, la gatita de mi novio pero no son cosas muy exageradas. Aún recuerdo el último regalo que la hice y a mi chico no le gustó y por consecuencia terminamos discutiendo.
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