Lo último con lo que Hyweon contaba esa mañana al entrar al bloque de edificios del apartamento en el que se estaba hospedando mientras no se le permitía regresar al suyo, fue que su día perfectamente planeado se viese interrumpido por la aparición del portero del edificio con un sobre en sus manos que procedió a entregarle a la peli azul. Le sorprendió ya no sólo lo arcaico de la correspondencia epistolar sino que el propio sobre vino cerrado con lacre de cera y el curioso diseño de un gato en el sello; con una sonrisa de agradecimiento hacia el portero subió hasta el apartamento, sin dejar de dar vueltas en quien podría haber enviado tan esmerada carta, no conocía a nadie tan extravagante como para hacer algo así, pese a que Peter daría tal impresión dudaba que él hiciera tales cosas.

Entrando al apartamento y colocándose las gafas de sol sobre la cabeza, se sentó en el sofá con el sobre aún intacto en sus manos, dudando si abrir este y descubrir su contenido, o por el contrario dejarlo allí y olvidarse de este; finalmente ganó su curiosidad y con cuidado de no romper del todo el sobre, abrió este y reveló su contenido. Si la parafernalia del sobre le sorprendió, el contenido de este le dejó estupefacta. Una invitación, más bien dos si se contaba la de Eunji, para una gala. Un evento que supuso debía ser formal y por tanto vestirse acorde a ello. ¿El problema? Hyweon nunca participó en eventos de ese tipo y no tenía una vestimenta acorde a la etiqueta; con un propósito en mente, abandonó el apartamento en el que hacía pocos minutos había entrado, con la cartera en mano yendo en busca de un vestido que estuviera a la altura de la ocasión.

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Horas más tarde, con el vestido negro, simple pero sofisticado que logró comprar con tan poca antelación y un coche con chófer que había alquilado para la ocasión, más tarde se preocuparía del derroche y lo que este supuso para su cuenta bancaria, se encontró en el lugar del evento. No sabía que esperar de la organización, pero la alfombra roja y los flashes de las cámaras, sin duda no entraban en su abanico de posibilidades. Dejando a un lado sus nervios y miedo, comenzó a caminar por la alfombra, tratando de no mostrar temor ante gente desconocida.