⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺ Mi corazón estará contigo, incluso aunque la luna no esté ⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺
  • Género Masculino
  • Raza Moonshadow elf
  • Fandom The Dragon Prince
  • Artesano
  • Cumpleaños 5 de septiembre
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  • Se unió en agosto 2025
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  • Una competencia ¿Qué podía salir mal? Más aún cuando se trataba de una amistosa.
    Ocasionalmente, en Silvergrove, se organizaba una serie de juegos competitivos donde, la gran mayoría, participaba en algunos o todos los juegos. Y él no era la excepción.

    Pese a no ser el más atlético o deportivo, sin duda disfrutaba de un buen día de juegos amistosos entre amigos y conocidos del pueblo. Eso y que Tiadrin no lo dejaría tranquilo si no lo acompañaba en esa jornada.
    Aunque esta vez era particularmente distinta a las demás. Se habían asegurado, Tiadrin y él, de invitar a Lain y Runaan a ir con ellos.

    En su mano un arco y colgado en uno de sus hombros un carcaj cargados de flechas que, esta vez, él mismo había creado. De sus primeras armas finalmente creadas.
    Aunque las espadas y lanzas, entre otras armas, eran de las más difícil de crear, había decidido empezar con algo relativamente más sencillo. Flechas y pequeños cuchillos. Aunque, claro, aún faltaba probar su eficacia y ¿Quién mejor que su propio creador?

    — Runaan, ¿Vas a participar esta vez? — Preguntó distraídamente mientras analizaba la punta de una de sus flechas que tenía entre sus manos antes de guardarla junto con el resto.

    Lain pareció haber estado con el oído parado, pues enseguida que lo escuchó decidió que era divertido comenzar a pinchar a Runaan a participar. Incluso abrazándolo con un brazo por el cuello.
    Una competencia ¿Qué podía salir mal? Más aún cuando se trataba de una amistosa. Ocasionalmente, en Silvergrove, se organizaba una serie de juegos competitivos donde, la gran mayoría, participaba en algunos o todos los juegos. Y él no era la excepción. Pese a no ser el más atlético o deportivo, sin duda disfrutaba de un buen día de juegos amistosos entre amigos y conocidos del pueblo. Eso y que Tiadrin no lo dejaría tranquilo si no lo acompañaba en esa jornada. Aunque esta vez era particularmente distinta a las demás. Se habían asegurado, Tiadrin y él, de invitar a Lain y [Silvae_Lunaris_Run] a ir con ellos. En su mano un arco y colgado en uno de sus hombros un carcaj cargados de flechas que, esta vez, él mismo había creado. De sus primeras armas finalmente creadas. Aunque las espadas y lanzas, entre otras armas, eran de las más difícil de crear, había decidido empezar con algo relativamente más sencillo. Flechas y pequeños cuchillos. Aunque, claro, aún faltaba probar su eficacia y ¿Quién mejor que su propio creador? — Runaan, ¿Vas a participar esta vez? — Preguntó distraídamente mientras analizaba la punta de una de sus flechas que tenía entre sus manos antes de guardarla junto con el resto. Lain pareció haber estado con el oído parado, pues enseguida que lo escuchó decidió que era divertido comenzar a pinchar a Runaan a participar. Incluso abrazándolo con un brazo por el cuello.
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  • Doloroso recuerdo.


    Cada noche se había vuelto un tormento. Cada mañana igual.
    Las tardes se sentían solitarias, aunque en ocasiones así había sido, no había sentido el peso del silencio y la falta de compañía sino hasta ahora.
    Runaan a veces debía irse de Silvergrove por alguna misión y había tardado semanas, sino incluso más de un mes, en regresar. Pero eso jamás le había pesado.

    Jamás había llorado por un lugar vacío a su lado en la cama o lo fría que se sentía en las noches sin una compañía a su lado. Jamás había sentido abrumador el silencioso ruido de su taller solo acompañado por el sonido chispeante las llamas o del metal al chocar.
    Tampoco le había parecido solitario el comer un desayuno, un almuerzo o una cena en soledad. Ir al mercado. Pasear ... Todo se sentía distinto ahora.

    Su corazón siempre partía con cada salida de Runaan, pero siempre lo había acompañado la certeza de que siempre le sería devuelto.
    Sin embargo, esta vez, no sucedió. Días. Semanas. Meses. Finalmente se cumplió un nuevo aniversario. ¿2? ¿Tal vez 3 años? Prefería no llevar la cuenta y, honestamente, también prefería no recordar. Aún así, al mirarse en el reflejo del pequeño estanque donde su flor se hundió aquella vez, pudo ver el reflejo de los accesorios en sus cuernos. Aunque no eran simples accesorios y él lo sabía.

    Un objeto. Una promesa. Una especie de anillo que juraba amor eterno. Unos pendientes que adornaban la base de sus cuernos que jamás había podido quitarse.
    La promesa de un matrimonio cumplido que se había jurado lealtad incluso después de la muerte.
    Y allí estaba él. Solo. Su otra mitad ya perdida habiéndose llevado su corazón.
    Era en momentos como ese donde se decía ya no tenía lágrimas qué derramar. Sin embargo, se sorprendía cuando sentía la humedad correr por sus mejillas ante esos recuerdos.

    — Historia... viventem... —

    Murmuró con voz temblorosa, quebrada, mientras su mano trazaba una runa en el aire tras haber roto una piedra lunar. La runa brilló antes de desaparecer y finalmente todo se tornó en oscuridad.
    Luces y formas se formaron de la magia. Una escena. Un momento. Dos elfos. Y él observaba aquella interacción como un espectro lejano.
    En silencio. En soledad. Con su taller tan a oscuras y en silencio como parecía estarlo desde que perdió su mitad.

    En su mente, como una voz casi inaudible, le deseó a su leal amado un feliz aniversario cuando el recuerdo se desvaneció terminado, mientras, una lágrima, bajó por una de sus mejillas.
    Doloroso recuerdo. Cada noche se había vuelto un tormento. Cada mañana igual. Las tardes se sentían solitarias, aunque en ocasiones así había sido, no había sentido el peso del silencio y la falta de compañía sino hasta ahora. Runaan a veces debía irse de Silvergrove por alguna misión y había tardado semanas, sino incluso más de un mes, en regresar. Pero eso jamás le había pesado. Jamás había llorado por un lugar vacío a su lado en la cama o lo fría que se sentía en las noches sin una compañía a su lado. Jamás había sentido abrumador el silencioso ruido de su taller solo acompañado por el sonido chispeante las llamas o del metal al chocar. Tampoco le había parecido solitario el comer un desayuno, un almuerzo o una cena en soledad. Ir al mercado. Pasear ... Todo se sentía distinto ahora. Su corazón siempre partía con cada salida de Runaan, pero siempre lo había acompañado la certeza de que siempre le sería devuelto. Sin embargo, esta vez, no sucedió. Días. Semanas. Meses. Finalmente se cumplió un nuevo aniversario. ¿2? ¿Tal vez 3 años? Prefería no llevar la cuenta y, honestamente, también prefería no recordar. Aún así, al mirarse en el reflejo del pequeño estanque donde su flor se hundió aquella vez, pudo ver el reflejo de los accesorios en sus cuernos. Aunque no eran simples accesorios y él lo sabía. Un objeto. Una promesa. Una especie de anillo que juraba amor eterno. Unos pendientes que adornaban la base de sus cuernos que jamás había podido quitarse. La promesa de un matrimonio cumplido que se había jurado lealtad incluso después de la muerte. Y allí estaba él. Solo. Su otra mitad ya perdida habiéndose llevado su corazón. Era en momentos como ese donde se decía ya no tenía lágrimas qué derramar. Sin embargo, se sorprendía cuando sentía la humedad correr por sus mejillas ante esos recuerdos. — Historia... viventem... — Murmuró con voz temblorosa, quebrada, mientras su mano trazaba una runa en el aire tras haber roto una piedra lunar. La runa brilló antes de desaparecer y finalmente todo se tornó en oscuridad. Luces y formas se formaron de la magia. Una escena. Un momento. Dos elfos. Y él observaba aquella interacción como un espectro lejano. En silencio. En soledad. Con su taller tan a oscuras y en silencio como parecía estarlo desde que perdió su mitad. En su mente, como una voz casi inaudible, le deseó a su leal amado un feliz aniversario cuando el recuerdo se desvaneció terminado, mientras, una lágrima, bajó por una de sus mejillas.
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  • Su corazón había retornado junto con el regreso de Runaan.
    Pero su corazón no había sido lo único que había recuperado. Su alegría, su esperanza, su amor y su familia estaban de vuelta junto con la compañía de su eterno compañero. De su confidente, de su amante y esposo.

    El elfo que tanto amaba desde hacía tantas lunas, en su partida, todo le había arretabado. Sentimientos y sensaciones que creyó jamás recuperaría. Sin embargo, con su inesperado regreso, todo había vuelto a él.
    Ahora, despertaba cada mañana y disfrutaba cada día como si fuera el último. Sin arrepentimientos ni penas. Ya lo había perdido todo una vez y ahora no pensaba volver a hacerlo. Tampoco viviría con arrepentimientos, disfrutando de cada momento que pudiera pasar al lado de su fiel amado.
    Su corazón había retornado junto con el regreso de Runaan. Pero su corazón no había sido lo único que había recuperado. Su alegría, su esperanza, su amor y su familia estaban de vuelta junto con la compañía de su eterno compañero. De su confidente, de su amante y esposo. El elfo que tanto amaba desde hacía tantas lunas, en su partida, todo le había arretabado. Sentimientos y sensaciones que creyó jamás recuperaría. Sin embargo, con su inesperado regreso, todo había vuelto a él. Ahora, despertaba cada mañana y disfrutaba cada día como si fuera el último. Sin arrepentimientos ni penas. Ya lo había perdido todo una vez y ahora no pensaba volver a hacerlo. Tampoco viviría con arrepentimientos, disfrutando de cada momento que pudiera pasar al lado de su fiel amado.
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  • — Espera, será rápido —

    No había como el orgullo en la primera misión, acompañado por el sentimiento de miedo y preocupación.
    Había insistido a Runaan que aún era demasiado pronto para Rayla. Era demasiado joven.

    Podía ver en Rayla una bondad innata que no era propio de su trabajo. Sabía que compararlo con su esposo era algo estúpido dados los años de experiencia. Sin embargo, no estaba del todo seguro que aquello fuera algo para lo que Rayla estuviese hecha.
    Aún así, con el mismo cariño que ayudaba a su esposo a acomodarse antes de cada misión, decidió hacerlo con aquella joven que por tantos años había cuidado como si fuera su propia hija. Trenzado un pequeño mechón de su cabello con cariño paternal mientras, internamente, rezaba a la luna porque fuera su guía y su misión fuese satisfactoria.
    — Espera, será rápido — No había como el orgullo en la primera misión, acompañado por el sentimiento de miedo y preocupación. Había insistido a Runaan que aún era demasiado pronto para Rayla. Era demasiado joven. Podía ver en Rayla una bondad innata que no era propio de su trabajo. Sabía que compararlo con su esposo era algo estúpido dados los años de experiencia. Sin embargo, no estaba del todo seguro que aquello fuera algo para lo que Rayla estuviese hecha. Aún así, con el mismo cariño que ayudaba a su esposo a acomodarse antes de cada misión, decidió hacerlo con aquella joven que por tantos años había cuidado como si fuera su propia hija. Trenzado un pequeño mechón de su cabello con cariño paternal mientras, internamente, rezaba a la luna porque fuera su guía y su misión fuese satisfactoria.
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