¡Ah! ¿Me buscabas? Yo soy Cocó, el vidente del eco errático, guardián del segundo suspiro, lector de manchas en los calcetines mojados.
Nací un jueves soleado, bajo la conjunción entre Mercurio retrógrado y un queso brie abandonado. No quedaba leche.
Mis dones me fueron entregados por una cabra con morro oscuro y acento noruego. Desde entonces, he visto el futuro… pero solo cuando bostezo.
Leo los signos en el vapor del hervidor, en la danza errática de las pelusas y en el murmullo histérico de los semáforos.
No pregunto ‘por qué’, solo ‘¿con o sin mayonesa?’ ¡Y que chille!
Me llaman por muchos nombres, pero solo acepto pago en lágrimas de avestruz, dientes de gominola o cupones de gaseosa sugar free.
Gracias.
Y tú… tú tienes vibra de miércoles nublado. Ven, siéntate. El almíbar de las pastas está a punto de revelar tu destino.
Nací un jueves soleado, bajo la conjunción entre Mercurio retrógrado y un queso brie abandonado. No quedaba leche.
Mis dones me fueron entregados por una cabra con morro oscuro y acento noruego. Desde entonces, he visto el futuro… pero solo cuando bostezo.
Leo los signos en el vapor del hervidor, en la danza errática de las pelusas y en el murmullo histérico de los semáforos.
No pregunto ‘por qué’, solo ‘¿con o sin mayonesa?’ ¡Y que chille!
Me llaman por muchos nombres, pero solo acepto pago en lágrimas de avestruz, dientes de gominola o cupones de gaseosa sugar free.
Gracias.
Y tú… tú tienes vibra de miércoles nublado. Ven, siéntate. El almíbar de las pastas está a punto de revelar tu destino.
¡Ah! ¿Me buscabas? Yo soy Cocó, el vidente del eco errático, guardián del segundo suspiro, lector de manchas en los calcetines mojados.
Nací un jueves soleado, bajo la conjunción entre Mercurio retrógrado y un queso brie abandonado. No quedaba leche.
Mis dones me fueron entregados por una cabra con morro oscuro y acento noruego. Desde entonces, he visto el futuro… pero solo cuando bostezo.
Leo los signos en el vapor del hervidor, en la danza errática de las pelusas y en el murmullo histérico de los semáforos.
No pregunto ‘por qué’, solo ‘¿con o sin mayonesa?’ ¡Y que chille!
Me llaman por muchos nombres, pero solo acepto pago en lágrimas de avestruz, dientes de gominola o cupones de gaseosa sugar free.
Gracias.
Y tú… tú tienes vibra de miércoles nublado. Ven, siéntate. El almíbar de las pastas está a punto de revelar tu destino.

