• Estuve un momento en una aldea de zorros ¿A mi amado le agradará la idea de cuidar a un zorrito rojo? ¿Que opinas amor Hael Alistair?
    Estuve un momento en una aldea de zorros ¿A mi amado le agradará la idea de cuidar a un zorrito rojo? ¿Que opinas amor [quasar_cyan_panda_189]?
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    ¡el fandom de sonic no es nada sin nuestros personajes favoritos! si alguien quiere unirse es bienvenido ^-^

    *personajes que faltan:

    : tails, nuestro zorro genio favorito¡
    : knuckles, el guardian mas genial de todos¡
    : shadow, nuestro querido erizo emo favorito¡ <3
    : amy, nuestra eriza temible favorita.
    : eggman, el mundo necesita tu locura¡ :D
    : rouge, ¡la ladrona mas genial del mundo!
    : cream, el mundo necesita tu ternura¡
    : vainilla, nuestra madre coneja favotita¡ <3
    : silver, mereces tu propio juego hermano-
    : m..metal sonic¡ *bip, bip*
    : charmy, el insecto mas adorable¡ :3
    : vector, el jefe de los chaotix¡ te necesitamos.
    : blaze, la reina mas temible del mundo¡
    : scourge¡ el sonic malo mas genial B)
    : surge, la chica radical suprema¡
    : kitsunami, el fennec mas cool :>
    : tangle, nuestra lemur favorita de todo sonic¡
    : whisper, te necesitamos reina¡ :3
    : ray and mighty, siempre van a ser bienvenidos
    : sally, el equipo te necesita ❤

    ¡el fandom de sonic no es nada sin nuestros personajes favoritos! si alguien quiere unirse es bienvenido ^-^ *personajes que faltan: 🦊: tails, nuestro zorro genio favorito¡ 🥊: knuckles, el guardian mas genial de todos¡ 🖤: shadow, nuestro querido erizo emo favorito¡ <3 🌷: amy, nuestra eriza temible favorita. 🥚: eggman, el mundo necesita tu locura¡ :D 🦇: rouge, ¡la ladrona mas genial del mundo! 🐇: cream, el mundo necesita tu ternura¡ 🐇: vainilla, nuestra madre coneja favotita¡ <3 🤍: silver, mereces tu propio juego hermano- 🤖: m..metal sonic¡ *bip, bip* 🐝: charmy, el insecto mas adorable¡ :3 🐊: vector, el jefe de los chaotix¡ te necesitamos. 🔥: blaze, la reina mas temible del mundo¡ 🦔: scourge¡ el sonic malo mas genial B) 💚: surge, la chica radical suprema¡ 💙: kitsunami, el fennec mas cool :> 🖤: tangle, nuestra lemur favorita de todo sonic¡ ❓: whisper, te necesitamos reina¡ :3 🤝: ray and mighty, siempre van a ser bienvenidos 👑: sally, el equipo te necesita ❤
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  • Inari

    No todos los compañeros son simples animales. Algunos son guardianes de secretos, reflejos del poder y extensión del alma de su dueño. Inari es uno de esos casos: un zorro etéreo que comparte la sangre sobrenatural de Razhiel Noah Veiryth, y a la vez, es su confidente más fiel.

    De pelaje rojizo oscuro que parece cambiar según la luz, con colas etéreas que se ondulan como llamas vivas, Inari es mucho más que un simple zorro. Sus ojos, brillando con tonos ámbar y carmesí, reflejan emociones y magia; se iluminan con alegría, se oscurecen con alerta y se tornan plateados cuando algo sobrenatural acecha cerca. Cada movimiento suyo es grácil y silencioso, pero cargado de poder y misterio.

    Inari puede fusionarse temporalmente con Razhiel, potenciando sus habilidades, detectando presencias ocultas y protegiéndolo de amenazas invisibles. No necesita palabras, pero su mirada y sus gestos comunican más que cualquier conversación. Es astuto, juguetón y ferozmente leal, capaz de un cariño sorprendente pero también de una defensa implacable ante quien ose amenazar a Razhiel o su territorio.

    Aunque su forma principal es la de un zorro, Inari puede moverse entre planos, aparecer y desaparecer a voluntad, y sus colas etéreas a veces se transforman en destellos de fuego que iluminan la oscuridad sin quemar. Este compañero no solo refleja la dualidad yokai-demonio de Razhiel, sino que también le recuerda que incluso en su fuego más intenso, siempre hay un aliado que comparte su carga y protege lo que más ama.
    Inari No todos los compañeros son simples animales. Algunos son guardianes de secretos, reflejos del poder y extensión del alma de su dueño. Inari es uno de esos casos: un zorro etéreo que comparte la sangre sobrenatural de Razhiel Noah Veiryth, y a la vez, es su confidente más fiel. De pelaje rojizo oscuro que parece cambiar según la luz, con colas etéreas que se ondulan como llamas vivas, Inari es mucho más que un simple zorro. Sus ojos, brillando con tonos ámbar y carmesí, reflejan emociones y magia; se iluminan con alegría, se oscurecen con alerta y se tornan plateados cuando algo sobrenatural acecha cerca. Cada movimiento suyo es grácil y silencioso, pero cargado de poder y misterio. Inari puede fusionarse temporalmente con Razhiel, potenciando sus habilidades, detectando presencias ocultas y protegiéndolo de amenazas invisibles. No necesita palabras, pero su mirada y sus gestos comunican más que cualquier conversación. Es astuto, juguetón y ferozmente leal, capaz de un cariño sorprendente pero también de una defensa implacable ante quien ose amenazar a Razhiel o su territorio. Aunque su forma principal es la de un zorro, Inari puede moverse entre planos, aparecer y desaparecer a voluntad, y sus colas etéreas a veces se transforman en destellos de fuego que iluminan la oscuridad sin quemar. Este compañero no solo refleja la dualidad yokai-demonio de Razhiel, sino que también le recuerda que incluso en su fuego más intenso, siempre hay un aliado que comparte su carga y protege lo que más ama.
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  • Café de Llamas Ocultas
    Fandom OC
    Categoría Original
    El aroma del café recién molido se mezclaba con el tenue humo de las velas y la iluminación cálida del local. Razhiel Noah Veiryth, conocido para todos como Noah, se movía con la elegancia natural de un Alfa, ajustando con cuidado la disposición de las mesas mientras su zorro etéreo, Inari, descansaba sobre el mostrador, observando todo con ojos que parecían brillar en la penumbra.

    Un cliente desconocido cruzó la puerta y la campanilla anunció su llegada. Noah se acercó, un leve destello carmesí reflejándose en su mirada, sin perder la sonrisa que ocultaba la intensidad de su naturaleza híbrida.

    —Bienvenido —dijo, con voz cálida pero firme—. Espero que encuentres aquí lo que buscas. No es un café común, pero para quienes saben mirar, cada rincón tiene su propósito.

    Inari se estiró y un brillo rojizo recorrió su pelaje mientras, casi imperceptiblemente, unas colas etéreas danzaban en el aire, como recordatorio silencioso del poder que compartían. Noah observó al visitante con atención, evaluando instintos y aura, mientras servía una bebida especial que sólo los verdaderamente atentos podrían notar.

    —Siéntate —continuó—, y mientras lo haces, respira. Aquí estás seguro… aunque nada es tan simple como parece.

    Un aura de misterio, calidez y poder envolvía a Noah, dejando claro que aquel lugar no era simplemente un café, sino un refugio donde lo sobrenatural y lo humano se encontraban bajo la protección de un Alfa que conocía cada secreto de su reino.
    El aroma del café recién molido se mezclaba con el tenue humo de las velas y la iluminación cálida del local. Razhiel Noah Veiryth, conocido para todos como Noah, se movía con la elegancia natural de un Alfa, ajustando con cuidado la disposición de las mesas mientras su zorro etéreo, Inari, descansaba sobre el mostrador, observando todo con ojos que parecían brillar en la penumbra. Un cliente desconocido cruzó la puerta y la campanilla anunció su llegada. Noah se acercó, un leve destello carmesí reflejándose en su mirada, sin perder la sonrisa que ocultaba la intensidad de su naturaleza híbrida. —Bienvenido —dijo, con voz cálida pero firme—. Espero que encuentres aquí lo que buscas. No es un café común, pero para quienes saben mirar, cada rincón tiene su propósito. Inari se estiró y un brillo rojizo recorrió su pelaje mientras, casi imperceptiblemente, unas colas etéreas danzaban en el aire, como recordatorio silencioso del poder que compartían. Noah observó al visitante con atención, evaluando instintos y aura, mientras servía una bebida especial que sólo los verdaderamente atentos podrían notar. —Siéntate —continuó—, y mientras lo haces, respira. Aquí estás seguro… aunque nada es tan simple como parece. Un aura de misterio, calidez y poder envolvía a Noah, dejando claro que aquel lugar no era simplemente un café, sino un refugio donde lo sobrenatural y lo humano se encontraban bajo la protección de un Alfa que conocía cada secreto de su reino.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ [legend_white_sheep_323]

    Yuuta, un carismático omega y talentoso cosmetólogo de OC, llega para darle estilo y un toque único a cada historia.


    ㅤㅤㅤㅤㅤ [twilight_opal_fox_809]

    Giselle Valois, 19 años, modelo y princesa. Una joven elegante y decidida, heredera de una nación, con un encanto que combina dulzura y carácter.


    ㅤㅤㅤㅤㅤ Leander Vance

    Leander Vance, un alfa mitad vampiro, mitad zorro e incubo, cuyo encanto oscuro y astucia lo convierten en una presencia tan seductora como peligrosa.



    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


    Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil:


    Normas básicas de la plataforma:
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    #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [legend_white_sheep_323] Yuuta, un carismático omega y talentoso cosmetólogo de OC, llega para darle estilo y un toque único a cada historia. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [twilight_opal_fox_809] Giselle Valois, 19 años, modelo y princesa. Una joven elegante y decidida, heredera de una nación, con un encanto que combina dulzura y carácter. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [shadow_purple_bison_511] Leander Vance, un alfa mitad vampiro, mitad zorro e incubo, cuyo encanto oscuro y astucia lo convierten en una presencia tan seductora como peligrosa. 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • ¿Como vuelvo a casa?
    Fandom Fantasía
    Categoría Fantasía
    "se ve una bola blanca caer del cielo hacia un lago en el mundo humado"

    - *sale del lago mojada en su forma de zorro* uggg~ (donde estoy? , esto no es el palacio...) *se sacude y mira de lado a lado* (esta vez si me pase de bromear con las hadas.... debo de volver antes que se entere mi amo)

    "empieza a correr por el bosque buscando alguna forma de volver pero cada vez que corre dentro del bosque se pierde más y se agota por el trayecto "

    - (s-solo quiero volver .... q-quiero ... mi casa) *agitada se acuesta en el pasto* (amo...~)
    "se ve una bola blanca caer del cielo hacia un lago en el mundo humado" - *sale del lago mojada en su forma de zorro* uggg~ (donde estoy? , esto no es el palacio...) *se sacude y mira de lado a lado* (esta vez si me pase de bromear con las hadas.... debo de volver antes que se entere mi amo) "empieza a correr por el bosque buscando alguna forma de volver pero cada vez que corre dentro del bosque se pierde más y se agota por el trayecto " - (s-solo quiero volver .... q-quiero ... mi casa) *agitada se acuesta en el pasto* (amo...~)
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  • Me gusto eso de usar orejas de zorro además que es mi animal favorito
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  • Recuerdos de un Zorro.

    Kuragari: la oscuridad creciente (parte 2)


    "Cada día mi cuerpo era profanado, como un objeto sin valor, usado y desechado por manos que nunca aprendieron a amar. Como si no tuviese valor, como si este no me perteneciera."

    Kuragari; un ser que había nacido desde el sufrimiento del Kitsune Kazuo. Este había tomado su propia forma, su propia conciencia. Un ser que, por mucho que el zorro no lo deseara, seguiría sujeto a él por siempre.

    Acabar con él no era una opción. De hacerlo, el alma de Kazuo estaría incompleta, convirtiéndolo en un ser roto, condenado a vagar por el mundo sintiéndose un tarro a medio llenar.

    Kuragari estaba, poco a poco, mermando la voluntad de Kazuo. Quedándose cada noche con un poquito más de su alma. Haciéndola suya de las formas más depravadas posibles.

    Aquella noche, como muchas otras, Kuragari apareció detrás de la espalda de Kazuo. Este se había acomodado en el futón donde el zorro intentaba conciliar el sueño. Sus manos, aparentemente normales a la vista, pero con la sensación de estar tocando hueso, rodeaban el torso de Kazuo acariciando su pecho con la yema de los dedos.

    Kazuo había perdido prácticamente la voluntad de su propio cuerpo. Ni siquiera se movió; no tenía fuerza física ni mental. Kuragari se había apoderado de la voluntad de su alma.

    Este le susurraba al oído, ofreciéndole promesas de amor, de seguridad y bienestar. Unas promesas vacías y, aun así, Kazuo creyó creerlas.

    Kuragari comenzó a bajar sus manos por el pecho y el torso de Kazuo, mientras seguía prometiéndole promesas vacías de una paz que jamás llegaría. Aquella noche Kazuo no tenía fuerzas para seguir luchando, su cuerpo se había negado a moverse ante el profanamiento al que iba a ser sometido.

    Aquellas manos, limpias en apariencia pero sucias en intención, bajaron hasta su vientre y, de allí sin mostrar piedad, siguieron bajando hasta su virilidad. Kuragari rodeó la extensión de esta con sus frías manos, apropiándose de aquello que reclamaba como suyo.

    En aquel punto el cuerpo de Kazuo le pertenecía más a Kuragari que a él mismo. Su cuerpo no respondía a su propia voluntad.

    "Relájate… Pronto estarás bien" —ronroneaba el demonio al oído del zorro.

    Kazuo estuvo dispuesto a protestar, pero cuando abrió la boca para hablar esta no emitió sonido alguno. Un nudo constreñía su garganta, apenas dejándole pasar el aire necesario para poder seguir respirando. La sonrisa maliciosa de Kuragari se ensanchó.

    Kazuo se sentía sucio. Aquella asquerosa criatura se estaba apoderando sin pudor de su fuerte cuerpo y su débil alma. Estaba siendo usado como algo sin valor, aunque las palabras de Kuragari dijesen lo contrario.

    La lengua bífida de Kuragari se paseaba por el cuello de Kazuo, de forma lenta y letal. Sumiéndolo en un estado de letargo, como si su cuerpo languideciera con cada toque. Jamás había enfermado y, sin embargo, de poder describir la sensación sería justo aquella.

    Kuragari, con movimientos lentos, manejaba el cuerpo de Kazuo a voluntad. En cierto momento de aquella larga noche, Kazuo se encontraba boca abajo, sometido ante un embiste sin piedad. Su mirada estaba clavada en algún lugar sin definir, mientras su cuerpo chocaba contra el futón una y otra vez. En otro punto de la madrugada fue consciente, por breves instantes, de estar boca arriba. Kuragari lo cabalgaba como quien lo hace sobre un corcel desbocado; con su cabeza echada hacia atrás y sus frías manos sobre el pecho de Kazuo.

    Así era cada noche… Él mismo estaba siendo víctima y verdugo. Siendo abusado por algo que había dejado que creciera dentro de él. Pensó que se convertiría en una vía de escape, pero se había convertido en una tortuosa pesadilla.

    Entonces Kazuo despertó de pronto, incorporándose sobre sí mismo, con una mano sobre el pecho, en un intento de calmar la hiperventilación que cabalgaba sobre este. Sus ojos por unos instantes miraron a todos lados, de forma frenética, buscando una figura que no se encontraba allí.

    Sus ojos se adaptaron a la iluminación. No era aquella casucha en mitad de un bosque, tampoco se encontraba Kuragari allí; habían pasado más de mil años. Se encontraba en su templo, en su dormitorio, en el futón que compartía con su amada Elizabeth.

    Este se llevó las manos a la cabeza mientras su rostro quedaba cabizbajo.
    ¿Por qué estaban volviendo aquellos recuerdos?
    Él no está aquí, no puede volver... ¿no?

    Este miró hacia la ventana, observando la luna, que había comenzado con su primer ciclo. Entonces recordó que en pocas semanas habría un eclipse lunar.

    —¿Podría ser que…? —murmuró de una forma tan baja que apenas podría haberse percibido el sonido saliendo de sus labios.

    Tras unos largos segundos pensativo, Kazuo se volvió a acostar. Este se giró para encontrarse con el rostro de Elizabeth, quien dormía plácidamente. Aquel era su lugar seguro, por lo que no dudó en rodearla con sus brazos y empaparse de aquella sensación.
    Recuerdos de un Zorro. Kuragari: la oscuridad creciente (parte 2) "Cada día mi cuerpo era profanado, como un objeto sin valor, usado y desechado por manos que nunca aprendieron a amar. Como si no tuviese valor, como si este no me perteneciera." Kuragari; un ser que había nacido desde el sufrimiento del Kitsune Kazuo. Este había tomado su propia forma, su propia conciencia. Un ser que, por mucho que el zorro no lo deseara, seguiría sujeto a él por siempre. Acabar con él no era una opción. De hacerlo, el alma de Kazuo estaría incompleta, convirtiéndolo en un ser roto, condenado a vagar por el mundo sintiéndose un tarro a medio llenar. Kuragari estaba, poco a poco, mermando la voluntad de Kazuo. Quedándose cada noche con un poquito más de su alma. Haciéndola suya de las formas más depravadas posibles. Aquella noche, como muchas otras, Kuragari apareció detrás de la espalda de Kazuo. Este se había acomodado en el futón donde el zorro intentaba conciliar el sueño. Sus manos, aparentemente normales a la vista, pero con la sensación de estar tocando hueso, rodeaban el torso de Kazuo acariciando su pecho con la yema de los dedos. Kazuo había perdido prácticamente la voluntad de su propio cuerpo. Ni siquiera se movió; no tenía fuerza física ni mental. Kuragari se había apoderado de la voluntad de su alma. Este le susurraba al oído, ofreciéndole promesas de amor, de seguridad y bienestar. Unas promesas vacías y, aun así, Kazuo creyó creerlas. Kuragari comenzó a bajar sus manos por el pecho y el torso de Kazuo, mientras seguía prometiéndole promesas vacías de una paz que jamás llegaría. Aquella noche Kazuo no tenía fuerzas para seguir luchando, su cuerpo se había negado a moverse ante el profanamiento al que iba a ser sometido. Aquellas manos, limpias en apariencia pero sucias en intención, bajaron hasta su vientre y, de allí sin mostrar piedad, siguieron bajando hasta su virilidad. Kuragari rodeó la extensión de esta con sus frías manos, apropiándose de aquello que reclamaba como suyo. En aquel punto el cuerpo de Kazuo le pertenecía más a Kuragari que a él mismo. Su cuerpo no respondía a su propia voluntad. "Relájate… Pronto estarás bien" —ronroneaba el demonio al oído del zorro. Kazuo estuvo dispuesto a protestar, pero cuando abrió la boca para hablar esta no emitió sonido alguno. Un nudo constreñía su garganta, apenas dejándole pasar el aire necesario para poder seguir respirando. La sonrisa maliciosa de Kuragari se ensanchó. Kazuo se sentía sucio. Aquella asquerosa criatura se estaba apoderando sin pudor de su fuerte cuerpo y su débil alma. Estaba siendo usado como algo sin valor, aunque las palabras de Kuragari dijesen lo contrario. La lengua bífida de Kuragari se paseaba por el cuello de Kazuo, de forma lenta y letal. Sumiéndolo en un estado de letargo, como si su cuerpo languideciera con cada toque. Jamás había enfermado y, sin embargo, de poder describir la sensación sería justo aquella. Kuragari, con movimientos lentos, manejaba el cuerpo de Kazuo a voluntad. En cierto momento de aquella larga noche, Kazuo se encontraba boca abajo, sometido ante un embiste sin piedad. Su mirada estaba clavada en algún lugar sin definir, mientras su cuerpo chocaba contra el futón una y otra vez. En otro punto de la madrugada fue consciente, por breves instantes, de estar boca arriba. Kuragari lo cabalgaba como quien lo hace sobre un corcel desbocado; con su cabeza echada hacia atrás y sus frías manos sobre el pecho de Kazuo. Así era cada noche… Él mismo estaba siendo víctima y verdugo. Siendo abusado por algo que había dejado que creciera dentro de él. Pensó que se convertiría en una vía de escape, pero se había convertido en una tortuosa pesadilla. Entonces Kazuo despertó de pronto, incorporándose sobre sí mismo, con una mano sobre el pecho, en un intento de calmar la hiperventilación que cabalgaba sobre este. Sus ojos por unos instantes miraron a todos lados, de forma frenética, buscando una figura que no se encontraba allí. Sus ojos se adaptaron a la iluminación. No era aquella casucha en mitad de un bosque, tampoco se encontraba Kuragari allí; habían pasado más de mil años. Se encontraba en su templo, en su dormitorio, en el futón que compartía con su amada Elizabeth. Este se llevó las manos a la cabeza mientras su rostro quedaba cabizbajo. ¿Por qué estaban volviendo aquellos recuerdos? Él no está aquí, no puede volver... ¿no? Este miró hacia la ventana, observando la luna, que había comenzado con su primer ciclo. Entonces recordó que en pocas semanas habría un eclipse lunar. —¿Podría ser que…? —murmuró de una forma tan baja que apenas podría haberse percibido el sonido saliendo de sus labios. Tras unos largos segundos pensativo, Kazuo se volvió a acostar. Este se giró para encontrarse con el rostro de Elizabeth, quien dormía plácidamente. Aquel era su lugar seguro, por lo que no dudó en rodearla con sus brazos y empaparse de aquella sensación.
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  • 𝑱𝒐𝒏𝒊𝒂, 𝒖𝒏 𝒍𝒖𝒈𝒂𝒓 𝒅𝒆 𝒑𝒂𝒛 𝒚... ¿𝒛𝒐𝒓𝒓𝒐𝒔.ᐣ
    Fandom League of Legends, Fantasiverse
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    ㅤㅤㅤᅳ⧽ㅤ𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐀𝐁𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎.ㅤ━

    Jonia era un lugar de equilibrio, bueno siempre lo había sido, de hecho aquellos que habitaban aquellas tierras luchaban y trabajaban por mantener un equilibrio, naturaleza, magia, vida, muerte... todo parecía estar en paz perpétua.

    Aquella mañana una encapuchada mujer caminaba rumbo a la región de Navori, se notaba que llevaba demasiado tiempo viajando debido al polvo del camino acumulado en su capa blanca y en su andar pesado, arrastraba los pies como si en cualquier momento fuera a caer por el cansancio, pero eso no ocurriría, aquella encapuchada mujer era demasiado cabezota para dejarse caer por "una piedra" en el camino.

    Ahri, el cual era el nombre de aquella encapuchada mujer-zorro, se desvió del camino hasta acercarse a un riachuelo cercano, refrescarse un poco le subiría los ánimos y le daría fuerzas para llegar a su próximo destino ¿Verdad?
    ㅤㅤㅤᅳ⧽ㅤ𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐀𝐁𝐈𝐄𝐑𝐓𝐎.ㅤ━ Jonia era un lugar de equilibrio, bueno siempre lo había sido, de hecho aquellos que habitaban aquellas tierras luchaban y trabajaban por mantener un equilibrio, naturaleza, magia, vida, muerte... todo parecía estar en paz perpétua. Aquella mañana una encapuchada mujer caminaba rumbo a la región de Navori, se notaba que llevaba demasiado tiempo viajando debido al polvo del camino acumulado en su capa blanca y en su andar pesado, arrastraba los pies como si en cualquier momento fuera a caer por el cansancio, pero eso no ocurriría, aquella encapuchada mujer era demasiado cabezota para dejarse caer por "una piedra" en el camino. Ahri, el cual era el nombre de aquella encapuchada mujer-zorro, se desvió del camino hasta acercarse a un riachuelo cercano, refrescarse un poco le subiría los ánimos y le daría fuerzas para llegar a su próximo destino ¿Verdad?
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  • Recuerdos de un zorro

    Kuragari: La oscuridad creciente (Parte 1)

    //Estas son crónicas del pasado de Kazuo. Ocurrieron alrededor de mil años atrás.//

    “No quiero herir con lo que siento. No quiero herirme con lo que muestro.”



    No siempre hubo luz en aquellos ojos de un azul tan puro y etéreo.
    Hubo un tiempo en el que su brillo fue devorado por su propia alma.

    “Demasiado dolor para una sola alma que calla.
    Araña las paredes de mi mente. Me siento exhausto.”


    No lo vio venir. Su cuerpo se había convertido en un recipiente lleno de odio, amargura, tristeza… y un deseo de venganza insaciable.
    Los hombres le habían causado demasiado dolor. Nada bueno le fue concedido por ellos. Y su madre, su diosa, en aquel entonces parecía mirar hacia otro lado.
    “Una forma retorcida de castigarme por aquello que pienso y callo”, pensó.

    Aquella vorágine de sentimientos comenzó a tomar forma. Era como si su alma se hubiera dividido en dos.
    Por un lado, la bondad y la pureza que luchaban por no ser consumidas.
    Por el otro… Él.

    Lucía como Kazuo, pero al mismo tiempo era algo completamente distinto.
    Su cuerpo era más delgado, con las mejillas hundidas, como si algo le devorase por dentro. Su belleza estaba distorsionada, como una burda copia mal interpretada.
    Su piel, tan blanca, dejaba ver unas venas del color de la noche, que serpenteaban bajo la superficie. Y sus ojos… negros; Tan oscuros que parecía que se habían tragado todo atisbo de luz; unos ojos capaces de arrebatarte lo poco que te quedase de cordura.

    Todo lo malo y oscuro que Kazuo albergaba en su corazón había tomado forma hecha carne.
    Sus miedos.
    Su ira.
    Sus deseos más viscerales.
    Su sed de sangre.

    Kuragari. El anochecer que no se va.

    Le susurraba al oído cada noche, llenando su mente de tanta maldad que habría preferido estar muerto.
    Manipulaba sus pensamientos, convenciéndolo de buscar placer en el dolor ajeno, en el sufrimiento de aquellos que tanto daño le habían hecho.
    Lo seducía con caricias envueltas en un fingido cariño, con promesas de amor y una paz que jamás llegaría.

    Kuragari había tomado su propia forma, construyendo una especie de alma nacida del miedo y el silencio del noble zorro.
    Todo lo que Kazuo había callado y encerrado en lo más profundo de su ser, había despertado con voz propia.

    -Nadie te ama. Solo yo te entiendo, mi Kazuo.Déjame enseñarte lo que es ser amado.- Le decía Kuragari en las noches más frías y solitarias.

    Se pegaba a su espalda, con su pecho desnudo, helado y sin vida.
    Sus manos, huesudas, acariciaban su torso, haciendo estremecer al kitsune, haciéndole creer, aunque fuera por un instante, que podía ser amado.

    Cada palabra era pronunciada en un ronroneo pegado a su oído, provocando un escalofrío que le recorría la columna.
    Su lengua bífida deslizándose por el lateral de su cuello hasta alcanzar el lóbulo de su oreja, que mordía con suavidad, de forma seductora, en un intento desesperado por arrastrarlo a una oscuridad sin fin.

    Kazuo suspiraba, dejándose llevar por breves momentos por aquel placer tan fácil… tan inmediato… que casi lograba convencerlo de rendirse.

    -Déjame…- Decía el zorro de forma entrecortada.

    -No te puedo dejar, al igual que tú no puedes dejarme a mí. Soy parte de tu todo, sin mi solo eres alguien incompleto.- Decía mientras una de sus manos se colaba desde su espalda hasta el vientre del zorro.

    Kuragari pasaba sus dedos por todo el abdomen de Yōkai, dejando que sus largas uñas dejasen un recorrido de marcas rojizas. A Kazuo le costaba respirar, como si su simple toque provocase que el aire escapase de sus pulmones.

    No era amor, ni nada que se le pareciera. Era un deseo vacío, uno que Kuragari intentaba despertar. Su mano descendió aún más, llegando a su bajo vientre, hasta quedar a escasos sentimientos de la virilidad del zorro.

    Fue entonces que Kazuo reaccionó. Se volteó, llevando su mano en puño hacia atrás, creando un arco para asestar un golpe certero. En ese momento Kuragari se volvió humo, desapareciendo, dejando una risa maliciosa suspendida en el aire.

    Los rayos del sol comenzaron a filtrarse a través de la ventana de una choza abandonada, que estaba usando como refugio provisional. Estos anunciaban el fin de la oscuridad. Al menos, hasta que la noche volviera a caer, Kuragari se mantendría lejos.

    En aquel entonces, Kazuo era aún joven.
    Apenas había cumplido los doscientos años.
    Un yōkai inexperto.
    Un zorro marcado por un siglo de amargura inconsolable.

    La muerte de quienes había considerado su familia lo dejó anclado en un ciclo perpetuo de tristeza y deseo de venganza.

    Y así nació Kuragari:

    Un ente vengativo y lleno de dolor.
    Una sombra con voz, intentando arrastrar a su creador al mismo abismo del que surgió.

    Pero Kazuo fue más fuerte;
    Recordó la bondad de sus padres, la inocencia de sus hermanos, y el amor verdadero.Un amor que Kuragari no podía ofrecer de forma genuina.

    Entonces comprendió que ese ser nacido de su sufrimiento debía ser detenido.Pero destruirlo no era una opción.Compartían alma.Y si Kuragari era destruido, parte del alma de Kazuo moriría con él, dejándolo incompleto. Una criatura fragmentada vagando por la tierra.

    Lo único que podía hacer con el poder que tenía entonces fue sellarlo.

    “Para siempre.”

    O al menos… eso pensó.






    Recuerdos de un zorro Kuragari: La oscuridad creciente (Parte 1) //Estas son crónicas del pasado de Kazuo. Ocurrieron alrededor de mil años atrás.// “No quiero herir con lo que siento. No quiero herirme con lo que muestro.” No siempre hubo luz en aquellos ojos de un azul tan puro y etéreo. Hubo un tiempo en el que su brillo fue devorado por su propia alma. “Demasiado dolor para una sola alma que calla. Araña las paredes de mi mente. Me siento exhausto.” No lo vio venir. Su cuerpo se había convertido en un recipiente lleno de odio, amargura, tristeza… y un deseo de venganza insaciable. Los hombres le habían causado demasiado dolor. Nada bueno le fue concedido por ellos. Y su madre, su diosa, en aquel entonces parecía mirar hacia otro lado. “Una forma retorcida de castigarme por aquello que pienso y callo”, pensó. Aquella vorágine de sentimientos comenzó a tomar forma. Era como si su alma se hubiera dividido en dos. Por un lado, la bondad y la pureza que luchaban por no ser consumidas. Por el otro… Él. Lucía como Kazuo, pero al mismo tiempo era algo completamente distinto. Su cuerpo era más delgado, con las mejillas hundidas, como si algo le devorase por dentro. Su belleza estaba distorsionada, como una burda copia mal interpretada. Su piel, tan blanca, dejaba ver unas venas del color de la noche, que serpenteaban bajo la superficie. Y sus ojos… negros; Tan oscuros que parecía que se habían tragado todo atisbo de luz; unos ojos capaces de arrebatarte lo poco que te quedase de cordura. Todo lo malo y oscuro que Kazuo albergaba en su corazón había tomado forma hecha carne. Sus miedos. Su ira. Sus deseos más viscerales. Su sed de sangre. Kuragari. El anochecer que no se va. Le susurraba al oído cada noche, llenando su mente de tanta maldad que habría preferido estar muerto. Manipulaba sus pensamientos, convenciéndolo de buscar placer en el dolor ajeno, en el sufrimiento de aquellos que tanto daño le habían hecho. Lo seducía con caricias envueltas en un fingido cariño, con promesas de amor y una paz que jamás llegaría. Kuragari había tomado su propia forma, construyendo una especie de alma nacida del miedo y el silencio del noble zorro. Todo lo que Kazuo había callado y encerrado en lo más profundo de su ser, había despertado con voz propia. -Nadie te ama. Solo yo te entiendo, mi Kazuo.Déjame enseñarte lo que es ser amado.- Le decía Kuragari en las noches más frías y solitarias. Se pegaba a su espalda, con su pecho desnudo, helado y sin vida. Sus manos, huesudas, acariciaban su torso, haciendo estremecer al kitsune, haciéndole creer, aunque fuera por un instante, que podía ser amado. Cada palabra era pronunciada en un ronroneo pegado a su oído, provocando un escalofrío que le recorría la columna. Su lengua bífida deslizándose por el lateral de su cuello hasta alcanzar el lóbulo de su oreja, que mordía con suavidad, de forma seductora, en un intento desesperado por arrastrarlo a una oscuridad sin fin. Kazuo suspiraba, dejándose llevar por breves momentos por aquel placer tan fácil… tan inmediato… que casi lograba convencerlo de rendirse. -Déjame…- Decía el zorro de forma entrecortada. -No te puedo dejar, al igual que tú no puedes dejarme a mí. Soy parte de tu todo, sin mi solo eres alguien incompleto.- Decía mientras una de sus manos se colaba desde su espalda hasta el vientre del zorro. Kuragari pasaba sus dedos por todo el abdomen de Yōkai, dejando que sus largas uñas dejasen un recorrido de marcas rojizas. A Kazuo le costaba respirar, como si su simple toque provocase que el aire escapase de sus pulmones. No era amor, ni nada que se le pareciera. Era un deseo vacío, uno que Kuragari intentaba despertar. Su mano descendió aún más, llegando a su bajo vientre, hasta quedar a escasos sentimientos de la virilidad del zorro. Fue entonces que Kazuo reaccionó. Se volteó, llevando su mano en puño hacia atrás, creando un arco para asestar un golpe certero. En ese momento Kuragari se volvió humo, desapareciendo, dejando una risa maliciosa suspendida en el aire. Los rayos del sol comenzaron a filtrarse a través de la ventana de una choza abandonada, que estaba usando como refugio provisional. Estos anunciaban el fin de la oscuridad. Al menos, hasta que la noche volviera a caer, Kuragari se mantendría lejos. En aquel entonces, Kazuo era aún joven. Apenas había cumplido los doscientos años. Un yōkai inexperto. Un zorro marcado por un siglo de amargura inconsolable. La muerte de quienes había considerado su familia lo dejó anclado en un ciclo perpetuo de tristeza y deseo de venganza. Y así nació Kuragari: Un ente vengativo y lleno de dolor. Una sombra con voz, intentando arrastrar a su creador al mismo abismo del que surgió. Pero Kazuo fue más fuerte; Recordó la bondad de sus padres, la inocencia de sus hermanos, y el amor verdadero.Un amor que Kuragari no podía ofrecer de forma genuina. Entonces comprendió que ese ser nacido de su sufrimiento debía ser detenido.Pero destruirlo no era una opción.Compartían alma.Y si Kuragari era destruido, parte del alma de Kazuo moriría con él, dejándolo incompleto. Una criatura fragmentada vagando por la tierra. Lo único que podía hacer con el poder que tenía entonces fue sellarlo. “Para siempre.” O al menos… eso pensó.
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