Mizar, que era una mujer de acción, se iba a hacer pasar por una financiadorq de obras benéficas que quería participar activamente y ofrecer una gran suma para la creación de hospitales benéficos para niños con enfermedades raras y sin medios para afrontarlas. Lo que sería, sin lugar a dudas, otro nido más de niños desaparecidos en un futuro. Y con todo lo que sabían sobre el Rh ahora, no dudaban que también fuesen poseedores de ese tipo de sangre.
Ese era el motivo del Encuentro del Bisonte. Una cena benéfica organizada por Alvur. Una tapadera que ocultaba el verdadero motivo de la reunión del núcleo duro de La Fábrica, altos cargos políticos y militares, y personalidades de gran poder adquisitivo, y la vestían de obra benéfica, que no era tal, cuando lo que se presentaba allí era la posibilidad de tener acciones y participaciones en lo que ellos estaban intentando crear a nivel genético con los quimeras.
En aquel palacete de alto standing en el que se celebraban todo tipo de eventos de élite, el aire olía a dinero y ambición. Todos iban exquisitamente vestidos de etiqueta, hombres y mujeres de todas las edades pero de mismo poder adquisitivo, y algunos que también lo querían tener y a los que no les importaba hacer sus primeras inversiones sucias.
Mizar tenía la tarjeta de invitación en el móvil. Y pasaba perfectamente por una más de ese grupo social acaudalado, pero además, mucho más hermosa y llamativa que el resto. Llevaba un vestido negro, con un blazer en color rojo y unos zapatos stillettos del mismo color que, en caso de necesitarlo, tenía unas navajas retráctiles en las puntas perfectas para cortar cuellos.
Así que solo le hizo falta mostrar la invitación a través de la pantalla, y los de seguridad, lo escanearon y la dejaron pasar con un nombre impostado: Señorita Kaos, propietaria de un gran fondo de inversión. Allí no iban a comprobar si lo que se decía era cierto o no, dado que si tenía la invitación era porque estaba «invitada». Gracias al código QR, su hermana había hackeado la base de datos a la que estaban afiliados y extraído de ahí los nombres de todos los invitados el Encuentro. Y confirmaron una verdad a gritos: Atlas era un gran foco de corrupción, pero los invitados venían de todas partes del mundo. El diminuto comunicador que tenía a modo de pegatina transparente detrás del lóbulo de la oreja estaba abierto continuamente para recibir las órdenes de su hermana que, desde el interior de su furgoneta, aparcada a un kilómetro de El Bisonte, seguía con su equipo el plano de la casa y veía por dónde avanzaba la valkiria y escuchaba lo que ella oía, como aquella música de violines y piano que a la hermana de la valkiria le ponía la piel de gallina.
Mizar avanzó al interior del Bisonte. Todo estaba perfectamente dispuesto en mesas circulares para un máximo de ocho comensales cada una. La mantelería blanca, la cubertería de oro y plata, la cerámica de los platos vacíos que los mejores sirvientes llenarían de comida, alumbrados bajo la luz de las velas… Aquello tenía un aire vintage indiscutible. Todo era perfecto. Pero aún no era momento de tomar asiento. Un guía los llevaba a todos a la sala contigua, en la que había un enorme escenario con un micro, y donde todos los invitados esperaban a escuchar el discurso, mientras degustaban la primera copa de champagne con la que recibían a todos.
Ella debía tener la cabeza y la concentración en ese lugar. Estaba a nada de enfrentarse a sus verdugos. Los Aro, enemigos de los lupercos, estaban ahí. Dan y Ari, supervivientes del incendio de hacía un año que Mizar con ayuda había provocado, iban a reunirse en aquel lugar, pero dudaba que lo hicieran a la vista de todos, solo era cuestión de esperar ...~
Mizar, que era una mujer de acción, se iba a hacer pasar por una financiadorq de obras benéficas que quería participar activamente y ofrecer una gran suma para la creación de hospitales benéficos para niños con enfermedades raras y sin medios para afrontarlas. Lo que sería, sin lugar a dudas, otro nido más de niños desaparecidos en un futuro. Y con todo lo que sabían sobre el Rh ahora, no dudaban que también fuesen poseedores de ese tipo de sangre.
Ese era el motivo del Encuentro del Bisonte. Una cena benéfica organizada por Alvur. Una tapadera que ocultaba el verdadero motivo de la reunión del núcleo duro de La Fábrica, altos cargos políticos y militares, y personalidades de gran poder adquisitivo, y la vestían de obra benéfica, que no era tal, cuando lo que se presentaba allí era la posibilidad de tener acciones y participaciones en lo que ellos estaban intentando crear a nivel genético con los quimeras.
En aquel palacete de alto standing en el que se celebraban todo tipo de eventos de élite, el aire olía a dinero y ambición. Todos iban exquisitamente vestidos de etiqueta, hombres y mujeres de todas las edades pero de mismo poder adquisitivo, y algunos que también lo querían tener y a los que no les importaba hacer sus primeras inversiones sucias.
Mizar tenía la tarjeta de invitación en el móvil. Y pasaba perfectamente por una más de ese grupo social acaudalado, pero además, mucho más hermosa y llamativa que el resto. Llevaba un vestido negro, con un blazer en color rojo y unos zapatos stillettos del mismo color que, en caso de necesitarlo, tenía unas navajas retráctiles en las puntas perfectas para cortar cuellos.
Así que solo le hizo falta mostrar la invitación a través de la pantalla, y los de seguridad, lo escanearon y la dejaron pasar con un nombre impostado: Señorita Kaos, propietaria de un gran fondo de inversión. Allí no iban a comprobar si lo que se decía era cierto o no, dado que si tenía la invitación era porque estaba «invitada». Gracias al código QR, su hermana había hackeado la base de datos a la que estaban afiliados y extraído de ahí los nombres de todos los invitados el Encuentro. Y confirmaron una verdad a gritos: Atlas era un gran foco de corrupción, pero los invitados venían de todas partes del mundo. El diminuto comunicador que tenía a modo de pegatina transparente detrás del lóbulo de la oreja estaba abierto continuamente para recibir las órdenes de su hermana que, desde el interior de su furgoneta, aparcada a un kilómetro de El Bisonte, seguía con su equipo el plano de la casa y veía por dónde avanzaba la valkiria y escuchaba lo que ella oía, como aquella música de violines y piano que a la hermana de la valkiria le ponía la piel de gallina.
Mizar avanzó al interior del Bisonte. Todo estaba perfectamente dispuesto en mesas circulares para un máximo de ocho comensales cada una. La mantelería blanca, la cubertería de oro y plata, la cerámica de los platos vacíos que los mejores sirvientes llenarían de comida, alumbrados bajo la luz de las velas… Aquello tenía un aire vintage indiscutible. Todo era perfecto. Pero aún no era momento de tomar asiento. Un guía los llevaba a todos a la sala contigua, en la que había un enorme escenario con un micro, y donde todos los invitados esperaban a escuchar el discurso, mientras degustaban la primera copa de champagne con la que recibían a todos.
Ella debía tener la cabeza y la concentración en ese lugar. Estaba a nada de enfrentarse a sus verdugos. Los Aro, enemigos de los lupercos, estaban ahí. Dan y Ari, supervivientes del incendio de hacía un año que Mizar con ayuda había provocado, iban a reunirse en aquel lugar, pero dudaba que lo hicieran a la vista de todos, solo era cuestión de esperar ...~