• Definitivamente sus sueños, son muy raros. Alguien denle un sedante.
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  • 𝕻𝖆𝖘𝖆𝖉𝖔 𝖉𝖊 𝕭𝖑𝖔𝖔𝖒 𝖈𝖔𝖓 𝖘𝖚𝖘 "𝖕𝖆𝖉𝖗𝖊𝖘"

    "Muchos piensan que el ser bruja significa que incluso en tus vidas pasadas lo fuiste y en las siguientes tambien los seras, sin embargo, nisiquiera una bruja pueda retar a la vida"

    -No se que tienes en mente Rosa, como se te ocurre traer a un... humano a nuestro hogar- El joven brujo hablaba con aquella voz atronadora que lo caracterisaba -cariño, por mas que me alague que pienses que ese oceano de mana que cubre nuestro hogar proviene de mi, me temo que te equivocas, mi haber maldecido a aquel muchacho fue lo mejor que pude haber hecho Valer, este chiquillo desborda magia por donde lo veas- la muejr solto una risa algo desquiciada mientars arrastraba el cuerpo frio del chico -sin su mente humana el no podra recordar nada o descubrir nada, con esta energia nos nutriremos por eones cariño- apesar de que el hombre se mantenia eceptico miro a su mujer y suspiro -lo que tu desees querida- la mujer lanzo al niño a una habitacion cerrando la puerta usando su magia, cuando el chico abrio sus ojos noto moretones en su piel y salio de la habitacion -Mamá creo que me caí de la cama otra vez- Rosalina solo sonrio para sus adentros -mi pequeño Bloom, como siempre tan hiperactivo incluso en sueños, ven te hare un pocion para sanar tus heridas- Valer observaba a la sonrisa podrida de su mujer y al joven chico con una mirada de pena, nisiquiera recordaba su propio nombre aquello que lo ataba a su humanidad.

    //tal vez sea de tu interes Junior Phantomhive te recomiendo leerlo con la cancion de fondo, le da su toque

    https://youtu.be/nTk15Sd_RDM?si=FDTkTi5x6yUfUTmd
    𝕻𝖆𝖘𝖆𝖉𝖔 𝖉𝖊 𝕭𝖑𝖔𝖔𝖒 𝖈𝖔𝖓 𝖘𝖚𝖘 "𝖕𝖆𝖉𝖗𝖊𝖘" "Muchos piensan que el ser bruja significa que incluso en tus vidas pasadas lo fuiste y en las siguientes tambien los seras, sin embargo, nisiquiera una bruja pueda retar a la vida" -No se que tienes en mente Rosa, como se te ocurre traer a un... humano a nuestro hogar- El joven brujo hablaba con aquella voz atronadora que lo caracterisaba -cariño, por mas que me alague que pienses que ese oceano de mana que cubre nuestro hogar proviene de mi, me temo que te equivocas, mi haber maldecido a aquel muchacho fue lo mejor que pude haber hecho Valer, este chiquillo desborda magia por donde lo veas- la muejr solto una risa algo desquiciada mientars arrastraba el cuerpo frio del chico -sin su mente humana el no podra recordar nada o descubrir nada, con esta energia nos nutriremos por eones cariño- apesar de que el hombre se mantenia eceptico miro a su mujer y suspiro -lo que tu desees querida- la mujer lanzo al niño a una habitacion cerrando la puerta usando su magia, cuando el chico abrio sus ojos noto moretones en su piel y salio de la habitacion -Mamá creo que me caí de la cama otra vez- Rosalina solo sonrio para sus adentros -mi pequeño Bloom, como siempre tan hiperactivo incluso en sueños, ven te hare un pocion para sanar tus heridas- Valer observaba a la sonrisa podrida de su mujer y al joven chico con una mirada de pena, nisiquiera recordaba su propio nombre aquello que lo ataba a su humanidad. //tal vez sea de tu interes [littl3gr3y] te recomiendo leerlo con la cancion de fondo, le da su toque https://youtu.be/nTk15Sd_RDM?si=FDTkTi5x6yUfUTmd
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  • ❝ Cariño, tu primer error es pensar que aún tengo sueños y esperanzas. ❞
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  • Así es como me gustan, de piel blanca...ojos brillantes con sueños, cabello blanco y orejitas puntiagudas..

    Su piel queda perfecta con las quemaduras, mordidas y moretones....me voy a divertir tanto con ellos, tanto que solo me verán y estarán rogando por más castigos. ~ ―
    Así es como me gustan, de piel blanca...ojos brillantes con sueños, cabello blanco y orejitas puntiagudas.. Su piel queda perfecta con las quemaduras, mordidas y moretones....me voy a divertir tanto con ellos, tanto que solo me verán y estarán rogando por más castigos. ~ ―
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    Dulces sueños
    Dulces sueños 💜
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  • Advertencia: Teratophilia/Gore/+18

    Soy el amante silencioso, aquel que es acechado desde las sombras por un peculiar dueño que no tiene nombre, ni rostro.

    Soy el amigo secreto, el cómplice de sus más oscuros deseos, elaborado para cumplir sus mas morbidos sueños.

    Soy aquel en quien el vacío, con su inexistente mirada posó su interés en mi, y me transformó en algo más que humano, en algo que habita entre la vida y la muerte, entre su deseo y repulsión.

    Cada noche, con la devocion y entrega más sumisa, me arrodillo ante el terror que me honra con su visita una noche más.

    El llega, una tras otra vez, se hunde en mí y me obliga a fusionarme con él, creando una unión morbida en donde es imposible identificar cual es el terror y cual es el humano.
    Lo dejo entrar, hasta mi cerebro, en mis intestinos, en cada nervio y cavidad, ya que en ese tormento encuentro algo parecido al calor de otra persona, a la dependencia de lo prohibido.

    Mi carne se estremece bajo el peso de sus formas grotescas, de sus múltiples ojos, de sus temblorosas falanjes, con sus lenguas bifurcadas, y tentaculos retorcidos que amoldan mis cuerpo y rompen mis límites, forzándome a soportar para recibirlos.

    Si no he de perecer, será solo por su capricho, como un dios oscuro que decide el destino de su presa, sin romper el cuello de aquella lánguida víctima.

    Pero, en el fondo, también lo he atrapado.

    Me cuida con tus miradas voraces, me protege con un toque inmundo, y cubre mi fragilidad con el enredo de sus bizarras y alargadas extremidades, que se estiran y se clavan como raíces en mi carne.

    Él llena mi cuerpo con su calor, encontrando una obsesión por su piel, suave y viscosa rogando que solo me cubra una noche más con su existencia y no decida que debo ser degollado otra vez.

    Él ahoga mis sucios suspiros con sus falanges huesudas, que se deslizan hasta lo más profundo de mi garganta, forzando sus extremidades a explorar cada recoveco de mi esencia, arrancando pedazos de mi carne con cada caricia, él desgarra mis tejidos, extrae las entrañas que laten desesperadamente por su crueldad y morbo por el cuerpo humano.

    Come de mí.
    Devora mis órganos como un banquete oscuro.
    Mañana lo volverás a hacer.
    ¿Verdad?



    { https://youtu.be/J36tKHyDpEw?si=8qQUg35sIHtWch1v }
    Advertencia: Teratophilia/Gore/+18 Soy el amante silencioso, aquel que es acechado desde las sombras por un peculiar dueño que no tiene nombre, ni rostro. Soy el amigo secreto, el cómplice de sus más oscuros deseos, elaborado para cumplir sus mas morbidos sueños. Soy aquel en quien el vacío, con su inexistente mirada posó su interés en mi, y me transformó en algo más que humano, en algo que habita entre la vida y la muerte, entre su deseo y repulsión. Cada noche, con la devocion y entrega más sumisa, me arrodillo ante el terror que me honra con su visita una noche más. El llega, una tras otra vez, se hunde en mí y me obliga a fusionarme con él, creando una unión morbida en donde es imposible identificar cual es el terror y cual es el humano. Lo dejo entrar, hasta mi cerebro, en mis intestinos, en cada nervio y cavidad, ya que en ese tormento encuentro algo parecido al calor de otra persona, a la dependencia de lo prohibido. Mi carne se estremece bajo el peso de sus formas grotescas, de sus múltiples ojos, de sus temblorosas falanjes, con sus lenguas bifurcadas, y tentaculos retorcidos que amoldan mis cuerpo y rompen mis límites, forzándome a soportar para recibirlos. Si no he de perecer, será solo por su capricho, como un dios oscuro que decide el destino de su presa, sin romper el cuello de aquella lánguida víctima. Pero, en el fondo, también lo he atrapado. Me cuida con tus miradas voraces, me protege con un toque inmundo, y cubre mi fragilidad con el enredo de sus bizarras y alargadas extremidades, que se estiran y se clavan como raíces en mi carne. Él llena mi cuerpo con su calor, encontrando una obsesión por su piel, suave y viscosa rogando que solo me cubra una noche más con su existencia y no decida que debo ser degollado otra vez. Él ahoga mis sucios suspiros con sus falanges huesudas, que se deslizan hasta lo más profundo de mi garganta, forzando sus extremidades a explorar cada recoveco de mi esencia, arrancando pedazos de mi carne con cada caricia, él desgarra mis tejidos, extrae las entrañas que laten desesperadamente por su crueldad y morbo por el cuerpo humano. Come de mí. Devora mis órganos como un banquete oscuro. Mañana lo volverás a hacer. ¿Verdad? { https://youtu.be/J36tKHyDpEw?si=8qQUg35sIHtWch1v }
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  • " Un hombre vulnerable.. jun, diría que es ése mismo hombre que se enamora, si, un hombre enamorado es un hombre ciego, más cuando ve pasar un desfile de bellezas frente a sus ojos y no encuentra nada atractivo en ellas, su cabeza y su corazón coinciden una vez en la vida, ese es el efecto mariposa del estar enamorado, te hace ciego, tonto, iluso, y pueden pasar mil cosas que siempre seguirá intentando el éxito, el hombre enamorado se proyecta, es un poeta alcanzando el clímax de la expresión en un verso definitivo, y pueden pasar mil cosas y le pueden advertir pero no ve y si ve continúa y derriba y quiebra y explota y se convierte en un sol que nace y muere y renace y sigue brillando apesar de todo, y pasan mil cosas y no las ve, luego viene la realidad, verdades no tan verdades, deslealtad, traición, sueños rotos y codicias como gotas amargas al ver que lo intentaste y lo hiciste bien, un hombre enamorado puede ser y hacer cualquier cosa, incansable perseguidor de la sonrisa que se ama, y viene la otra cara, no lo traiciones si lo tienes, porque después de morir y renacer lo que fue nunca mas sera .
    " Un hombre vulnerable.. jun, diría que es ése mismo hombre que se enamora, si, un hombre enamorado es un hombre ciego, más cuando ve pasar un desfile de bellezas frente a sus ojos y no encuentra nada atractivo en ellas, su cabeza y su corazón coinciden una vez en la vida, ese es el efecto mariposa del estar enamorado, te hace ciego, tonto, iluso, y pueden pasar mil cosas que siempre seguirá intentando el éxito, el hombre enamorado se proyecta, es un poeta alcanzando el clímax de la expresión en un verso definitivo, y pueden pasar mil cosas y le pueden advertir pero no ve y si ve continúa y derriba y quiebra y explota y se convierte en un sol que nace y muere y renace y sigue brillando apesar de todo, y pasan mil cosas y no las ve, luego viene la realidad, verdades no tan verdades, deslealtad, traición, sueños rotos y codicias como gotas amargas al ver que lo intentaste y lo hiciste bien, un hombre enamorado puede ser y hacer cualquier cosa, incansable perseguidor de la sonrisa que se ama, y viene la otra cara, no lo traiciones si lo tienes, porque después de morir y renacer lo que fue nunca mas sera .
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  • El estanque de letras que tenía enfrente se había convertido en un mar de palabras, uno tan turbulento que las oraciones perdían su sentido. El sueño era evidente en Kafka, por esos párpados traicioneros que constantemente buscaban cerrarse e impedir que él concluyera su lectura. El cuarto comenzó a darle vueltas, los parpadeos de medio segundo parecían durar horas; la luz del cuarto se desvanecía y el cálido colchón poco a poco lo tragaba hacia el reino de los sueños. Esos fueron los últimos recuerdos de Kafka, junto a un inquietante y desconcertante murmullo.

    ...

    Que extraño. Estaba leyendo fanfics culeros de Wattpad, pero ahora... ¿Qué es éste sitio, tan deprimente y... Familiar?

    —Demasiado blanco.

    Sí. Frente a mí se extienden cientos de hectáreas de un extraño suelo blanco, con incontables grietas y ondulaciones pequeñas. Tierra salada, supongo. Aunque también pensé que era hueso, porque se ve bastante rígido.

    Ni hablar del cielo. Es igual de inmenso que el terreno plano que me rodea, de un intenso color blanco que se expande hasta el borroso horizonte.

    Es el sueño más raro que tuve en años. Eso que ayer soñé con una payasita chichona.

    —... Jejeje. Sus pechos hacían honk honk.

    Ignorando mi momento de estupidez espontánea, realmente estoy muy confundido sobre este lugar.
    El estanque de letras que tenía enfrente se había convertido en un mar de palabras, uno tan turbulento que las oraciones perdían su sentido. El sueño era evidente en Kafka, por esos párpados traicioneros que constantemente buscaban cerrarse e impedir que él concluyera su lectura. El cuarto comenzó a darle vueltas, los parpadeos de medio segundo parecían durar horas; la luz del cuarto se desvanecía y el cálido colchón poco a poco lo tragaba hacia el reino de los sueños. Esos fueron los últimos recuerdos de Kafka, junto a un inquietante y desconcertante murmullo. ... Que extraño. Estaba leyendo fanfics culeros de Wattpad, pero ahora... ¿Qué es éste sitio, tan deprimente y... Familiar? —Demasiado blanco. Sí. Frente a mí se extienden cientos de hectáreas de un extraño suelo blanco, con incontables grietas y ondulaciones pequeñas. Tierra salada, supongo. Aunque también pensé que era hueso, porque se ve bastante rígido. Ni hablar del cielo. Es igual de inmenso que el terreno plano que me rodea, de un intenso color blanco que se expande hasta el borroso horizonte. Es el sueño más raro que tuve en años. Eso que ayer soñé con una payasita chichona. —... Jejeje. Sus pechos hacían honk honk. Ignorando mi momento de estupidez espontánea, realmente estoy muy confundido sobre este lugar.
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  • A sus veintipocos, Carmina siempre responde lo mismo cuando alguien le pregunta si ha estado enamorada: "No, nunca. Nunca me ha pasado." Lo dice con una sonrisa y el tono de quien ha olvidado el sabor de ese sentimiento o de quien, simplemente, jamás lo ha probado. Y cualquiera podría creerle. Al menos hasta que Carmina se queda en silencio, y sus ojos, por unos instantes, parecen viajar a otro tiempo, a otras tardes donde el sol era más cálido y el aire olía a pan fresco.

    Cuando tenía diecisiete años, Carmina se enamoró de Nicolás, su vecino. Era el hijo mayor de la familia que administraba la panadería del vecindario, un lugar al que todos iban en busca de pan recién horneado y, para algunos, de una charla amable. Nicolás era un joven alto, de piel bronceada por el sol, con el cabello castaño largo y despeinado, y unos ojos negros que parecían guardar secretos y sueños. Él cuidaba de los gatos callejeros, que lo seguían por las calles como si fuera uno de ellos. Carmina, intrigada por su forma serena y bondadosa, se había acercado al principio por curiosidad, y luego por una conexión que no entendía del todo.

    Siempre se limitó a ser su amiga, a escucharle con atención cuando él hablaba de lo orgulloso que estaba de su familia o de sus planes para ayudar más en la panadería. Jamás confesó el cariño inmenso que sentía por él. ¿Para qué decirlo?, pensaba. Bastaba con estar cerca y compartir momentos sencillos, con esa paz que le traía el sonido de su voz o la risa que le escapaba cuando un gato le subía al hombro.

    Sin embargo, había momentos en que Nicolás parecía sentir lo mismo. A veces, él dejaba caer palabras tímidas o miradas que parecían decir más de lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Como aquella vez, tras una tarde cuidando gatos, cuando se quedaron en silencio y Nicolás, con las mejillas levemente sonrojadas, le confesó que le gustaba estar cerca de ella. Carmina había desviado la mirada, riendo con nerviosismo, hablando de otra cosa, como si esas palabras no hubieran sido lo que realmente eran: una confesión disfrazada.

    La noche antes de que Nicolás desapareciera, él le había propuesto ir a tomar un café juntos el fin de semana. Carmina, con el corazón en la garganta, apenas pudo asentir, pensando que tal vez ese sería el momento en que ambos dejarían de esconder sus sentimientos. Pero el destino tenía otros planes.

    A la mañana siguiente, Nicolás ya no estaba. Desapareció sin dejar rastro, y aunque nadie sabía qué le había ocurrido exactamente, el vecindario asumió lo peor, al tratarse de un asunto que involucraba problemas con la mafia. Se decía que, sin tener culpa, se había visto atrapado en problemas por culpa de amigos que lo arrastraron sin quererlo a asuntos oscuros. Nicolás siempre fue un joven honesto y trabajador, alguien que quería ayudar a su familia, nada más. Carmina, al enterarse, sintió cómo su mundo se volvía gris. Las palabras de él, su invitación, resonaron en su mente como una broma amarga. Aquel café, aquella posibilidad, se desvaneció antes de poder ser real.

    La noticia le trajo también un eco doloroso del pasado. Recordó cómo su madre, años atrás, había arruinado la vida de su familia al involucrarse con un hombre que estaba ligado a la mafia. Carmina había crecido con el miedo constante de perderlo todo, de que el caos de esa vida secreta estallara un día y los devorara. Ahora, el ciclo parecía repetirse de un modo cruel, llevándose a Nicolás, otro inocente atrapado en una red de la que no pudo escapar.

    En las semanas que siguieron, Carmina visitaba la panadería en silencio, intentando mantenerse fuerte mientras veía a la familia de Nicolás seguir adelante con tristeza en los ojos. A veces, se acercaba a los gatos, los mismos que él había cuidado, como si en ellos pudiera encontrar algo de él, un último vestigio de aquel amor que guardó en silencio.

    Ahora, cuando alguien le pregunta si alguna vez se ha enamorado, Carmina recuerda el brillo de los ojos de Nicolás, sus palabras temblorosas y su invitación. Pero sigue negándolo, porque hablar de ese amor es como abrir una herida que aún no sana, una herida marcada por una promesa rota y una vida truncada por los errores de otros. Así, aquel amor permanece escondido entre las sombras de los años y en la fragancia del pan recién horneado que aún flota en su memoria.

    Sin embargo, guarda dos tesoros que no ha dejado que el tiempo borre: una de las pocas fotos que se tomaron juntos, donde él sonríe y la mira de reojo, y los gatos del vecindario, a quienes cuida como una promesa silenciosa, una manera de mantener vivo el recuerdo de aquel primer y único amor.
    A sus veintipocos, Carmina siempre responde lo mismo cuando alguien le pregunta si ha estado enamorada: "No, nunca. Nunca me ha pasado." Lo dice con una sonrisa y el tono de quien ha olvidado el sabor de ese sentimiento o de quien, simplemente, jamás lo ha probado. Y cualquiera podría creerle. Al menos hasta que Carmina se queda en silencio, y sus ojos, por unos instantes, parecen viajar a otro tiempo, a otras tardes donde el sol era más cálido y el aire olía a pan fresco. Cuando tenía diecisiete años, Carmina se enamoró de Nicolás, su vecino. Era el hijo mayor de la familia que administraba la panadería del vecindario, un lugar al que todos iban en busca de pan recién horneado y, para algunos, de una charla amable. Nicolás era un joven alto, de piel bronceada por el sol, con el cabello castaño largo y despeinado, y unos ojos negros que parecían guardar secretos y sueños. Él cuidaba de los gatos callejeros, que lo seguían por las calles como si fuera uno de ellos. Carmina, intrigada por su forma serena y bondadosa, se había acercado al principio por curiosidad, y luego por una conexión que no entendía del todo. Siempre se limitó a ser su amiga, a escucharle con atención cuando él hablaba de lo orgulloso que estaba de su familia o de sus planes para ayudar más en la panadería. Jamás confesó el cariño inmenso que sentía por él. ¿Para qué decirlo?, pensaba. Bastaba con estar cerca y compartir momentos sencillos, con esa paz que le traía el sonido de su voz o la risa que le escapaba cuando un gato le subía al hombro. Sin embargo, había momentos en que Nicolás parecía sentir lo mismo. A veces, él dejaba caer palabras tímidas o miradas que parecían decir más de lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Como aquella vez, tras una tarde cuidando gatos, cuando se quedaron en silencio y Nicolás, con las mejillas levemente sonrojadas, le confesó que le gustaba estar cerca de ella. Carmina había desviado la mirada, riendo con nerviosismo, hablando de otra cosa, como si esas palabras no hubieran sido lo que realmente eran: una confesión disfrazada. La noche antes de que Nicolás desapareciera, él le había propuesto ir a tomar un café juntos el fin de semana. Carmina, con el corazón en la garganta, apenas pudo asentir, pensando que tal vez ese sería el momento en que ambos dejarían de esconder sus sentimientos. Pero el destino tenía otros planes. A la mañana siguiente, Nicolás ya no estaba. Desapareció sin dejar rastro, y aunque nadie sabía qué le había ocurrido exactamente, el vecindario asumió lo peor, al tratarse de un asunto que involucraba problemas con la mafia. Se decía que, sin tener culpa, se había visto atrapado en problemas por culpa de amigos que lo arrastraron sin quererlo a asuntos oscuros. Nicolás siempre fue un joven honesto y trabajador, alguien que quería ayudar a su familia, nada más. Carmina, al enterarse, sintió cómo su mundo se volvía gris. Las palabras de él, su invitación, resonaron en su mente como una broma amarga. Aquel café, aquella posibilidad, se desvaneció antes de poder ser real. La noticia le trajo también un eco doloroso del pasado. Recordó cómo su madre, años atrás, había arruinado la vida de su familia al involucrarse con un hombre que estaba ligado a la mafia. Carmina había crecido con el miedo constante de perderlo todo, de que el caos de esa vida secreta estallara un día y los devorara. Ahora, el ciclo parecía repetirse de un modo cruel, llevándose a Nicolás, otro inocente atrapado en una red de la que no pudo escapar. En las semanas que siguieron, Carmina visitaba la panadería en silencio, intentando mantenerse fuerte mientras veía a la familia de Nicolás seguir adelante con tristeza en los ojos. A veces, se acercaba a los gatos, los mismos que él había cuidado, como si en ellos pudiera encontrar algo de él, un último vestigio de aquel amor que guardó en silencio. Ahora, cuando alguien le pregunta si alguna vez se ha enamorado, Carmina recuerda el brillo de los ojos de Nicolás, sus palabras temblorosas y su invitación. Pero sigue negándolo, porque hablar de ese amor es como abrir una herida que aún no sana, una herida marcada por una promesa rota y una vida truncada por los errores de otros. Así, aquel amor permanece escondido entre las sombras de los años y en la fragancia del pan recién horneado que aún flota en su memoria. Sin embargo, guarda dos tesoros que no ha dejado que el tiempo borre: una de las pocas fotos que se tomaron juntos, donde él sonríe y la mira de reojo, y los gatos del vecindario, a quienes cuida como una promesa silenciosa, una manera de mantener vivo el recuerdo de aquel primer y único amor.
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  • Orihime se desperezó lentamente en el suave silencio de su departamento, envuelta en una calma inusual que solo los días libres le permitían. La luz del sol se filtraba perezosa por las cortinas, proyectando un tibio resplandor que iluminaba su sala llena de detalles vibrantes: las plantas que cuidaba con esmero, los cojines de colores sobre el sofá, y algunos bocetos y papeles esparcidos por la mesa.

    Con una taza de té verde en las manos, se acercó al balcón y se acomodó junto a la ventana, donde el sol acariciaba su rostro con un calor reconfortante. Desde allí, podía ver el ir y venir de la ciudad, escuchar los sonidos lejanos de las personas y los autos, pero en su pequeño refugio, todo se sentía sereno y suspendido en el tiempo.

    Mientras su mirada vagaba hacia el horizonte, sus pensamientos iban y venían, perdiéndose en recuerdos, en sueños por cumplir y en aquellos a quienes apreciaba. Una leve sonrisa iluminó su rostro al imaginar a sus amigos, y por un momento, sintió una chispa de gratitud hacia esos días tranquilos que le permitían detenerse, respirar y reencontrarse consigo misma. Hoy, el tiempo le pertenecía solo a ella.
    Orihime se desperezó lentamente en el suave silencio de su departamento, envuelta en una calma inusual que solo los días libres le permitían. La luz del sol se filtraba perezosa por las cortinas, proyectando un tibio resplandor que iluminaba su sala llena de detalles vibrantes: las plantas que cuidaba con esmero, los cojines de colores sobre el sofá, y algunos bocetos y papeles esparcidos por la mesa. Con una taza de té verde en las manos, se acercó al balcón y se acomodó junto a la ventana, donde el sol acariciaba su rostro con un calor reconfortante. Desde allí, podía ver el ir y venir de la ciudad, escuchar los sonidos lejanos de las personas y los autos, pero en su pequeño refugio, todo se sentía sereno y suspendido en el tiempo. Mientras su mirada vagaba hacia el horizonte, sus pensamientos iban y venían, perdiéndose en recuerdos, en sueños por cumplir y en aquellos a quienes apreciaba. Una leve sonrisa iluminó su rostro al imaginar a sus amigos, y por un momento, sintió una chispa de gratitud hacia esos días tranquilos que le permitían detenerse, respirar y reencontrarse consigo misma. Hoy, el tiempo le pertenecía solo a ella.
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