• Demasiado tranquilo el hotel en las noches ,la soledad comienza a volverse fastidiosa...
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  • Hoy fue día de quedarme a trabajar en la casa, desarrollando los proyectos pendientes en mi taller. He estado toda la mañana pintando, así que me tomaré una pausa para hacerle chequeo a las plantas y jugar con mis gatos.

    Todo es más sencillo en la soledad del hogar.

    Hoy fue día de quedarme a trabajar en la casa, desarrollando los proyectos pendientes en mi taller. He estado toda la mañana pintando, así que me tomaré una pausa para hacerle chequeo a las plantas y jugar con mis gatos. Todo es más sencillo en la soledad del hogar.
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  • Diario:

    He estado investigando un poco sobre mi pasado, desde que me enteré que no soy una verdadera Beenedeti, no he hablado mas con mis padres, no hace falta, ahora solo cruzamos palabras cuando es necesario. Tampoco se por que me importa buscar los restos de alguien a quien no recuerdo.

    Después de todo soy el tipo de persona que avandona a su propia hija con seres desconocidos. Supongo que esta es la maldición familiar, aquello qué llaman soledad.
    Diario: He estado investigando un poco sobre mi pasado, desde que me enteré que no soy una verdadera Beenedeti, no he hablado mas con mis padres, no hace falta, ahora solo cruzamos palabras cuando es necesario. Tampoco se por que me importa buscar los restos de alguien a quien no recuerdo. Después de todo soy el tipo de persona que avandona a su propia hija con seres desconocidos. Supongo que esta es la maldición familiar, aquello qué llaman soledad.
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  • Era una noche fría, oscura y sola, de esas que te dejan pensativo, hablando con tu propia sombra. Una noche que se sentía irreal, calando hasta los huesos esa frialdad del mundo que sabías te rechazaba.

    Eunwoo se había consumido por la nostalgia en esta oportunidad, odiaba cuando su mente no lo dejaba concentrarse en los asuntos prioritarios, tales como su trabajo. Había divagado en los rincones ocultos de su mente, aquellos que con tanto esfuerzo intentaba ignorar; pero ahí estaba, fracasando, recordando los momentos junto a la persona que amó y que ya no se encontraba con vida.

    Eran estos momentos en donde él se odiaba. Solo podía sentir ese odio cuando esto ocurría, solo cuando era abrumado por cada recuerdo y se volvía completamente vulnerable, aislado del mundo, siendo torturado por sí mismo y por sus sangrientos instintos.

    Odiaba, sobretodo, la soledad a la que era condenado. Estaba acostumbrado, eso es cierto, y la mayor parte del tiempo no le importaba, pero en noches como esta no podía evitar anhelar la calidez de sentirse querido.

    ────୨ৎ────
    //no es un rol, solo es parte de la historia, pero al ser solo una escena no la puse como artículo.
    Era una noche fría, oscura y sola, de esas que te dejan pensativo, hablando con tu propia sombra. Una noche que se sentía irreal, calando hasta los huesos esa frialdad del mundo que sabías te rechazaba. Eunwoo se había consumido por la nostalgia en esta oportunidad, odiaba cuando su mente no lo dejaba concentrarse en los asuntos prioritarios, tales como su trabajo. Había divagado en los rincones ocultos de su mente, aquellos que con tanto esfuerzo intentaba ignorar; pero ahí estaba, fracasando, recordando los momentos junto a la persona que amó y que ya no se encontraba con vida. Eran estos momentos en donde él se odiaba. Solo podía sentir ese odio cuando esto ocurría, solo cuando era abrumado por cada recuerdo y se volvía completamente vulnerable, aislado del mundo, siendo torturado por sí mismo y por sus sangrientos instintos. Odiaba, sobretodo, la soledad a la que era condenado. Estaba acostumbrado, eso es cierto, y la mayor parte del tiempo no le importaba, pero en noches como esta no podía evitar anhelar la calidez de sentirse querido. ────୨ৎ──── //no es un rol, solo es parte de la historia, pero al ser solo una escena no la puse como artículo.
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  • “Las cadenas no siempre aprisionan,
    a veces solo evitan que caigas más.”*
    — Moon

    La luna me observa.
    No con ternura, sino con esa compasión distante que solo los astros conocen.
    Selene me ha visto romperme una y otra vez,
    forjando con mis propias manos las cadenas que ahora reposan sobre mi alma.

    No fueron impuestas; las acepté.
    Cada eslabón lleva el nombre de un recuerdo,
    el eco de una voz que prometió quedarse… y no lo hizo.
    Hay noches en que el reflejo plateado de la luna
    me tiembla en la piel,
    y entonces el deseo me vence:
    quisiera un abrazo.

    Uno sincero, sin compasión ni rescate,
    uno que no busque curar lo que ya está muerto,
    sino acompañar la ruina con la misma devoción
    con la que la noche acompaña al lobo.
    Extraño reír sin pensar,
    sonreír sin sentido,
    sentir que el calor no siempre quema.
    Pero el mundo se ha vuelto experto en fingir afecto,
    y yo, en reconocerlo.

    He aprendido que los brazos falsos
    dejan cicatrices más hondas
    que los hierros que me atan.
    Por eso vuelvo a mis cadenas.
    A su tacto helado, a su verdad sin disfraces.
    En ellas no hay traición,
    solo silencio…
    y ese silencio, al menos, no miente.

    Quizá algún día alguien vea más allá del hierro,
    más allá del lobo que guarda su soledad
    como ofrenda a la luna.
    Pero hasta entonces…
    prefiero la prisión que conozco,
    a los brazos que mienten.
    “Las cadenas no siempre aprisionan, a veces solo evitan que caigas más.”* — Moon La luna me observa. No con ternura, sino con esa compasión distante que solo los astros conocen. Selene me ha visto romperme una y otra vez, forjando con mis propias manos las cadenas que ahora reposan sobre mi alma. No fueron impuestas; las acepté. Cada eslabón lleva el nombre de un recuerdo, el eco de una voz que prometió quedarse… y no lo hizo. Hay noches en que el reflejo plateado de la luna me tiembla en la piel, y entonces el deseo me vence: quisiera un abrazo. Uno sincero, sin compasión ni rescate, uno que no busque curar lo que ya está muerto, sino acompañar la ruina con la misma devoción con la que la noche acompaña al lobo. Extraño reír sin pensar, sonreír sin sentido, sentir que el calor no siempre quema. Pero el mundo se ha vuelto experto en fingir afecto, y yo, en reconocerlo. He aprendido que los brazos falsos dejan cicatrices más hondas que los hierros que me atan. Por eso vuelvo a mis cadenas. A su tacto helado, a su verdad sin disfraces. En ellas no hay traición, solo silencio… y ese silencio, al menos, no miente. Quizá algún día alguien vea más allá del hierro, más allá del lobo que guarda su soledad como ofrenda a la luna. Pero hasta entonces… prefiero la prisión que conozco, a los brazos que mienten.
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  • Mi campo, yo y mi soledad, me agrada el atardecer, estuve con mucho trabajo pero ya estoy extrañando a mi pareja
    Mi campo, yo y mi soledad, me agrada el atardecer, estuve con mucho trabajo pero ya estoy extrañando a mi pareja
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  • A veces no sé por qué sigo luchando, no es que haya perdido la fe, pero me cansa ver cómo todo se desmorona mientras yo intento mantenerm e firme, creyendo todavía en la justicia, en el equilibrio, en que si uno protege a los suyos, el mundo puede ser un lugar mejor.

    Siempre he sido así, amigo de mis amigos, enemigo de sus enemigos, alguien que no duda en darlo todo por los que ama, aunque eso me cueste pedazos de mí, y sí, si hiciera falta, mataría por ellos, no por rabia, sino por lealtad, por esa forma de sentir que no sé apagar.

    Pero últimamente me pesa, siento que doy demasiado, que entrego más de lo que tengo y que, cuando llega la calma, me quedo vacío, sin fuerzas, sin nadie que entienda el cansancio que se esconde detrás de mi sonrisa, detrás de mis ganas de seguir.

    Cuando traicionan a alguien que quiero, algo dentro de mí se rompe, y el lobo que llevo despierta, saca las garras, se defiende, ruge, hace justicia, pero después, cuando el ruido se apaga, cuando todo vuelve a estar en silencio, me invade esa soledad que ni la luna puede consolar.

    A veces pienso que debería mirar solo por mí, que quizá sería más fácil, pero no puedo, no es quien soy, no puedo quedarme quieto mientras todo se desmorona, mientras la gente que quiero sufre, porque por más que me duela, todavía creo que vale la pena alzar la voz, que si uno no lucha por lo correcto, nada cambia, nada mejora.

    Así que aquí estoy, cansado, herido, pero de pie, con el corazón lleno de grietas y esperanza, con las manos temblando y el alma en llamas, sabiendo que tal vez nadie me entienda del todo, pero que no importa, porque yo sí entiendo lo que significa ser leal, aunque duela, aunque me deje solo, aunque mi aullido se pierda en la noche.

    A veces no sé por qué sigo luchando, no es que haya perdido la fe, pero me cansa ver cómo todo se desmorona mientras yo intento mantenerm e firme, creyendo todavía en la justicia, en el equilibrio, en que si uno protege a los suyos, el mundo puede ser un lugar mejor. Siempre he sido así, amigo de mis amigos, enemigo de sus enemigos, alguien que no duda en darlo todo por los que ama, aunque eso me cueste pedazos de mí, y sí, si hiciera falta, mataría por ellos, no por rabia, sino por lealtad, por esa forma de sentir que no sé apagar. Pero últimamente me pesa, siento que doy demasiado, que entrego más de lo que tengo y que, cuando llega la calma, me quedo vacío, sin fuerzas, sin nadie que entienda el cansancio que se esconde detrás de mi sonrisa, detrás de mis ganas de seguir. Cuando traicionan a alguien que quiero, algo dentro de mí se rompe, y el lobo que llevo despierta, saca las garras, se defiende, ruge, hace justicia, pero después, cuando el ruido se apaga, cuando todo vuelve a estar en silencio, me invade esa soledad que ni la luna puede consolar. A veces pienso que debería mirar solo por mí, que quizá sería más fácil, pero no puedo, no es quien soy, no puedo quedarme quieto mientras todo se desmorona, mientras la gente que quiero sufre, porque por más que me duela, todavía creo que vale la pena alzar la voz, que si uno no lucha por lo correcto, nada cambia, nada mejora. Así que aquí estoy, cansado, herido, pero de pie, con el corazón lleno de grietas y esperanza, con las manos temblando y el alma en llamas, sabiendo que tal vez nadie me entienda del todo, pero que no importa, porque yo sí entiendo lo que significa ser leal, aunque duela, aunque me deje solo, aunque mi aullido se pierda en la noche.
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  • “— Aaay; mañana es mi cumpleaños y como cada puto año no tengo con quien compartirlo… Meh, da igual; es solo un acto estúpido que realizan los humanos.”

    *- Diría estando recostado al borde de un rascacielos. -*

    “— Aunque se ve divertido… Quizás podría celebrarlo con todas las partes de mi mismo… Nah, eso es patético, literalmente voy a estar celebrando mi cumpleaños conmigo mismo, ósea solo… Ay, mejor solo me conformo con cualquier estupidez que me envíe mi hermano como “regalo” y luego me voy a comer unos tacos de gato… Seh…”

    *- La soledad, era básicamente lo único que le quedaba a Zack; o al menos eso es lo que dice el. -*
    “— Aaay; mañana es mi cumpleaños y como cada puto año no tengo con quien compartirlo… Meh, da igual; es solo un acto estúpido que realizan los humanos.” *- Diría estando recostado al borde de un rascacielos. -* “— Aunque se ve divertido… Quizás podría celebrarlo con todas las partes de mi mismo… Nah, eso es patético, literalmente voy a estar celebrando mi cumpleaños conmigo mismo, ósea solo… Ay, mejor solo me conformo con cualquier estupidez que me envíe mi hermano como “regalo” y luego me voy a comer unos tacos de gato… Seh…” *- La soledad, era básicamente lo único que le quedaba a Zack; o al menos eso es lo que dice el. -*
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  • Una dura tarde de trabajo, acompañado de mi soledad y la carga horaria, se hizo mas largo el día al parecer o quizás fui yo, que bien se ve mi cabello así
    Una dura tarde de trabajo, acompañado de mi soledad y la carga horaria, se hizo mas largo el día al parecer o quizás fui yo, que bien se ve mi cabello así
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  • 𝑳𝒂𝒔𝒕 𝑺𝒕𝒐𝒑 𝑻𝒐 𝑵𝒐𝒘𝒉𝒆𝒓𝒆
    Fandom Original
    Categoría Original
    ㅤㅤ 𝑺𝑻𝑨𝑹𝑻𝑬𝑹
    ㅤㅤㅤ➤ Lyra Dorne

    ㅤㅤㅤㅤEl anuncio de la última llegada resonó, en un sonido hueco, por los túneles. Los últimos pasos apresurados se desvanecieron escalera arriba, hacia la superficie. Las luces fluorescentes, en un ahorro de energía post-turno, se apagaron en varias secciones de la estación, durmiendo los andenes laterales en una penumbra que solo era interrumpida por los letreros iluminados en rojo con la palabra "EXIT".

    Fue en uno de esos andenes, el más alejado de las escaleras mecánicas, dónde la quietud parecía más profunda. El escenario resultaba ser siempre el mismo, independientemente de la localización: oscuridad, soledad y las consecuencias de una batalla perdida contra uno mismo.

    Allí, yacía semiinconsciente, apoyado contra una pared fría. Su respiración era un ruido áspero e irregular. No eran solo las heridas físicas, aquel profundo corte en el costado que manchaba su camisa de un rojo oscuro, lo que lo tenía al borde del abismo.

    𝘌𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭.

    Porque dentro de él, La Entidad se revolvía, eufórica, celebrando su momentánea libertad. La sombra que debería estar quieta a sus pies se retorcía de forma autónoma, alargándose y contrayéndose como un animal recién liberado.

    No había sido solo una pelea cualquiera. Había sido una contención en los túneles de servicio, contra algo que se alimentaba del miedo. Lo había sellado, pero el contraataque le había costado caro, demasiado caro, dejando abierta una brecha en sus defensas.

    Un susurro áspero, un eco de una voz que no era la suya, salía de entre sus labios, súperponiéndose a su propia voz.

    «... 𝘈𝘭 𝘧𝘪𝘯...»
    ───... 𝘼𝙡 𝙛𝙞𝙣...

    «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥...»
    ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙪𝙡𝙘𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙡𝙞𝙗𝙚𝙧𝙩𝙖𝙙... cállate.

    Con un último esfuerzo, Salvatore entreabrió los ojos. El color café de su mirada estaba velado por un fulgor plateado, el gris de un cielo tormentoso. ¿Era dolor lo que sentía? No. No sentía dolor. Era mucho peor que eso. Era la sensación de que cada latido en su pecho, era una explosión de agonia, un recordatorio de que él parasito que llevaba dentro estaba a un suspiro de tomar el control total.

    «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰...»
    ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙚𝙗𝙞𝙡 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 … que te calles.

    ¿Estaba susurrando en su mente, como habitualmente lo hacía? No, está vez no era ese el caso. La voz de La Entidad ya no estaba hablando solo en su mente; estaba hablando a través de él. Ambas voces, distorsionadas, superponiéndose por momentos una sobre la otra.

    «... 𝘋𝘦𝘫𝘢𝘮𝘦... 𝘠𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰... 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘰...»
    ───... 𝘿𝙚𝙟𝙖𝙢𝙚... 𝙔𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙... ¡BASTA!...

    Su mano, temblorosa, se aferró a la pared en búsqueda de un ancla a una realidad que se le escapaba entre los dedos. Estaba solo, en un espacio público a merced de la cosa que llevaba dentro, y del primer transeúnte desprevenido que se aventurara en la penumbra de aquel andén.
    ㅤㅤ 𝑺𝑻𝑨𝑹𝑻𝑬𝑹 ㅤㅤㅤ➤ [THE.LIGHTWITCH] ㅤㅤㅤㅤEl anuncio de la última llegada resonó, en un sonido hueco, por los túneles. Los últimos pasos apresurados se desvanecieron escalera arriba, hacia la superficie. Las luces fluorescentes, en un ahorro de energía post-turno, se apagaron en varias secciones de la estación, durmiendo los andenes laterales en una penumbra que solo era interrumpida por los letreros iluminados en rojo con la palabra "EXIT". Fue en uno de esos andenes, el más alejado de las escaleras mecánicas, dónde la quietud parecía más profunda. El escenario resultaba ser siempre el mismo, independientemente de la localización: oscuridad, soledad y las consecuencias de una batalla perdida contra uno mismo. Allí, yacía semiinconsciente, apoyado contra una pared fría. Su respiración era un ruido áspero e irregular. No eran solo las heridas físicas, aquel profundo corte en el costado que manchaba su camisa de un rojo oscuro, lo que lo tenía al borde del abismo. 𝘌𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭. Porque dentro de él, La Entidad se revolvía, eufórica, celebrando su momentánea libertad. La sombra que debería estar quieta a sus pies se retorcía de forma autónoma, alargándose y contrayéndose como un animal recién liberado. No había sido solo una pelea cualquiera. Había sido una contención en los túneles de servicio, contra algo que se alimentaba del miedo. Lo había sellado, pero el contraataque le había costado caro, demasiado caro, dejando abierta una brecha en sus defensas. Un susurro áspero, un eco de una voz que no era la suya, salía de entre sus labios, súperponiéndose a su propia voz. «... 𝘈𝘭 𝘧𝘪𝘯...» ───... 𝘼𝙡 𝙛𝙞𝙣... «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥...» ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙪𝙡𝙘𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙡𝙞𝙗𝙚𝙧𝙩𝙖𝙙... cállate. Con un último esfuerzo, Salvatore entreabrió los ojos. El color café de su mirada estaba velado por un fulgor plateado, el gris de un cielo tormentoso. ¿Era dolor lo que sentía? No. No sentía dolor. Era mucho peor que eso. Era la sensación de que cada latido en su pecho, era una explosión de agonia, un recordatorio de que él parasito que llevaba dentro estaba a un suspiro de tomar el control total. «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰...» ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙚𝙗𝙞𝙡 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 … que te calles. ¿Estaba susurrando en su mente, como habitualmente lo hacía? No, está vez no era ese el caso. La voz de La Entidad ya no estaba hablando solo en su mente; estaba hablando a través de él. Ambas voces, distorsionadas, superponiéndose por momentos una sobre la otra. «... 𝘋𝘦𝘫𝘢𝘮𝘦... 𝘠𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰... 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘰...» ───... 𝘿𝙚𝙟𝙖𝙢𝙚... 𝙔𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙... ¡BASTA!... Su mano, temblorosa, se aferró a la pared en búsqueda de un ancla a una realidad que se le escapaba entre los dedos. Estaba solo, en un espacio público a merced de la cosa que llevaba dentro, y del primer transeúnte desprevenido que se aventurara en la penumbra de aquel andén.
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