• 𝓛𝑎 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑡𝑎𝑑 𝑒𝑠𝑝𝑖𝑛𝑎𝑑𝑎.
    Fandom ACOTAR
    Categoría Slice of Life
    — STARTER ABIERTO;

    Tamlin había decidido salir a pasear por los alrededores de la Corte Primavera solo ¿Cómo si no? Ya no estaba Lucien, ni Alis, ni tampoco... Feyre, menos aún Ianthe, era una bestia encerrada en su castillo obligada a tener solo la compañía de sus enseres, a veces, de lo aburrido que estaba se ponía a hablar con una tetera, o con un candelabro.

    Su paseo lo había llevado al riachuelo donde Nayades y Ninfas se bañaban, quedaban algunos meses para Calanmai pero ya sentía a las Ninfas acicalarse y mostrar sus mejores rostros. Sin poder evitarlo sonrió ante la mirada de una de ellas, y esta sonrió de vuelta.

    Tamlin colocó las manos a sus espaldas y siguió caminando, hacía tiempo que no había ataques de los boges, ni ningún suriel le daba por saco molestando a sus allegados, hacía tiempo que la soledad había traído paz. En su paseo, el Alto Lord de primavera llegó hasta un gran árbol donde dos faes alados estaban sentados en una de las ramas más gruesas y bajas de este, elegantemente, ambos faes, los cuales poseían un color de piel marrón como la madera de un fresno, hicieron una reverencia con una sonrisa.
    Tamlin siempre había cuidado de aquellos que vivían en aquellas tierras y los había defendido de los monstruos que les atacaban, lo malo es que la corte Primavera no era la más frugal de todas las cortes y pedía un diezmo cada cierto tiempo, aquel tema no le agradaba tanto a los faes, claro.

    El paseo del rubio fae se extendió hasta un jardín de rosas blancas, había crecido así de forma natural, nadie las había ideo a cuidar, ni tampoco las prestaba más atención que para disfrutar de ellas, Tamlin pensó en la belleza de lo caótico e inesperado, de hecho aquel pensamiento le hizo sonreir pensando que gracias al caos que había sufrido estaba libre de Amarantha, de Hybern, de Rhysand (Por el momento), que aunque estuviera solo... era libre, después de cincuenta años nadie podía doblegarlo en sus propias tierras, no había nadie que lo hiciera.

    La mano de Tamlin se extendió para cortar una rosa blanca y llevársela a la nariz para disfrutar del aroma, el aroma de la libertad con espinas y todo.
    — STARTER ABIERTO; Tamlin había decidido salir a pasear por los alrededores de la Corte Primavera solo ¿Cómo si no? Ya no estaba Lucien, ni Alis, ni tampoco... Feyre, menos aún Ianthe, era una bestia encerrada en su castillo obligada a tener solo la compañía de sus enseres, a veces, de lo aburrido que estaba se ponía a hablar con una tetera, o con un candelabro. Su paseo lo había llevado al riachuelo donde Nayades y Ninfas se bañaban, quedaban algunos meses para Calanmai pero ya sentía a las Ninfas acicalarse y mostrar sus mejores rostros. Sin poder evitarlo sonrió ante la mirada de una de ellas, y esta sonrió de vuelta. Tamlin colocó las manos a sus espaldas y siguió caminando, hacía tiempo que no había ataques de los boges, ni ningún suriel le daba por saco molestando a sus allegados, hacía tiempo que la soledad había traído paz. En su paseo, el Alto Lord de primavera llegó hasta un gran árbol donde dos faes alados estaban sentados en una de las ramas más gruesas y bajas de este, elegantemente, ambos faes, los cuales poseían un color de piel marrón como la madera de un fresno, hicieron una reverencia con una sonrisa. Tamlin siempre había cuidado de aquellos que vivían en aquellas tierras y los había defendido de los monstruos que les atacaban, lo malo es que la corte Primavera no era la más frugal de todas las cortes y pedía un diezmo cada cierto tiempo, aquel tema no le agradaba tanto a los faes, claro. El paseo del rubio fae se extendió hasta un jardín de rosas blancas, había crecido así de forma natural, nadie las había ideo a cuidar, ni tampoco las prestaba más atención que para disfrutar de ellas, Tamlin pensó en la belleza de lo caótico e inesperado, de hecho aquel pensamiento le hizo sonreir pensando que gracias al caos que había sufrido estaba libre de Amarantha, de Hybern, de Rhysand (Por el momento), que aunque estuviera solo... era libre, después de cincuenta años nadie podía doblegarlo en sus propias tierras, no había nadie que lo hiciera. La mano de Tamlin se extendió para cortar una rosa blanca y llevársela a la nariz para disfrutar del aroma, el aroma de la libertad con espinas y todo.
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  • El tiempo simplemente menguó; atrapó nuestros deseos y sonrisas formando una pared de roca sólida que separó ambos destinos, por un instante la soledad y el frío vacío debajo de esta tempestad parecía ganar la batalla... durante milenios vi el despetar y el ocaso del omnipotente dios de egipto, aguardando en silencio, viviendo solo con la esperanza de una promesa, y aún con aquella caricia dibujada furtiva sobre mi ser... Hoy nuevamente el mundo se sumerge en el caos, la realidad parece ser demasiado increíble y los reinos de la tierra parecen correr asustados como bestias heridas; atacando y a la vez sollozando, arañando lo poco de gloria que aún les queda... en esta parte del mundo, nuestro reino florece y resplandece aún en contra de las tienieblas... prometí cuidar de este jardín, hasta tu regreso...
    El tiempo simplemente menguó; atrapó nuestros deseos y sonrisas formando una pared de roca sólida que separó ambos destinos, por un instante la soledad y el frío vacío debajo de esta tempestad parecía ganar la batalla... durante milenios vi el despetar y el ocaso del omnipotente dios de egipto, aguardando en silencio, viviendo solo con la esperanza de una promesa, y aún con aquella caricia dibujada furtiva sobre mi ser... Hoy nuevamente el mundo se sumerge en el caos, la realidad parece ser demasiado increíble y los reinos de la tierra parecen correr asustados como bestias heridas; atacando y a la vez sollozando, arañando lo poco de gloria que aún les queda... en esta parte del mundo, nuestro reino florece y resplandece aún en contra de las tienieblas... prometí cuidar de este jardín, hasta tu regreso...
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  • Es la primera ves que se le pasaba seriamente esto por la cabeza... "¿y mis hermanos?. Nunca les tuvo cariño. No los conoció así que no les pudo importar, pero justo ahora pensó que si los conociera probablemente no estaría tan solo. Ellos habían muerto y reencarnado, solo Khatsis sobrevivo gracias a los elementos que les tocó

    — Hermanos... ¿dónde estarán?, quiero conocerlos...

    La tristeza empezó a llegar a el. Ese choque de emociones nuevas que tenía en este momento era grande. El tan solo pensar en la soledad que es estar sin alguien, sin sus hermanos fue suficiente para hacerlo llorar, sobretodo porque si mentalidad aún es muy joven
    Es la primera ves que se le pasaba seriamente esto por la cabeza... "¿y mis hermanos?. Nunca les tuvo cariño. No los conoció así que no les pudo importar, pero justo ahora pensó que si los conociera probablemente no estaría tan solo. Ellos habían muerto y reencarnado, solo Khatsis sobrevivo gracias a los elementos que les tocó — Hermanos... ¿dónde estarán?, quiero conocerlos... La tristeza empezó a llegar a el. Ese choque de emociones nuevas que tenía en este momento era grande. El tan solo pensar en la soledad que es estar sin alguien, sin sus hermanos fue suficiente para hacerlo llorar, sobretodo porque si mentalidad aún es muy joven
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  • El viento helado de las montañas de Sangravah, un rincón remoto del continente, cortaba la piel como cuchillas. Azriel apenas lo sentía. Había perdido la noción del tiempo desde que había dejado Velaris. No quería mirar atrás, no podía. La vergüenza y el peso de sus decisiones lo habían arrastrado a este lugar, lejos de todo y de todos.

    Había traicionado a su familia, a sus hermanos. Aquellos con los que no compartía sangre, pero si el alma. El lazo que lo unía a Nesta era una cadena invisible que le recordaba cada día lo que había hecho. El lazo había sellado algo más profundo, algo que él no había pedido pero tampoco pudo resistir. Sin embargo, eso había convertido su traición en algo irreparable. Cassian tenía el corazón destrozado, y por sus acciones este casi se quita la vida con "La que dice la verdad" en un enajenamiento. La última vez que vió su amada Daga está estaba en las manos de su Alto Lord, ni siquiera fue capaz de acercarse para recuperarla. Rhysand lo había mirado con una decepción tan profunda que Azriel sentía que el peso de ese juicio lo hundiría para siempre.

    Sangravah era el único lugar que le parecía lo suficientemente lejano como para evitar enfrentarse a la realidad, una realidad que lo estaba consumiendo dentro de su mundo de sombras. Este remoto santuario estaba tan aislado que ni siquiera el lazo con Nesta lograba alcanzarlo. Sentía el eco de su conexión a lo lejos, desdibujandose hasta que era casi imperceptible. Nadie sabía que estaba allí, y esperaba que así fuera durante mucho tiempo.

    Pero incluso en su exilio, los demonios internos lo perseguían. Las noches eran lo peor. No podía dejar de pensar en Elain. Su rostro, su voz, su dulzura... Todo aquello que él nunca había merecido y que ahora era incapaz de enfrentar. ¿Cómo podría mirarla, sabiendo lo que había hecho?. No sería capaz de observar la decepción o el asco viniendo de sus ojos, prefiriendo la muerte incluso.

    A veces, en la soledad, Azriel pensaba en volver. Pensaba en enfrentar las consecuencias de sus acciones, en buscar el perdón que no creía merecer. Pero cada vez que esa idea cruzaba por su mente, el miedo lo paralizaba. ¿Y si Cassian nunca lo perdonaba? ¿Y si Nesta lo odiaba por haberla dejado sola con ese lazo que los unía? ¿Y si Elain jamás volvía a mirarlo con esos ojos llenos de esperanza?.

    Le había prometido a Nesta que jamás la dejaría sola. La primera vez que intentó faltar a esa promesa, la reina muerte lo maldijo con crueldad merecida. ¿Y ahora?, ¿Que haría?. Lo único que sabía es que él jamás había encajado en todo aquello. De por sí, Azriel era un ser que jamás había logrado encajar del todo en ningún lado, su tortuoso pasado lo convertían en alguien roto, alguien que nunca podría encontrar un auténtico lugar.

    Quizás un día tendría la fuerza para regresar. Pero no hoy. Incluso faltaría al cumpleaños de Rhysand. Pero...¿Como iba a ser capaz de estar en una fiesta después de todo lo que había ocurrido?. Mientras tanto, el frío de Sangravah era el único que lo abrazaba, el único que podía soportar.
    El viento helado de las montañas de Sangravah, un rincón remoto del continente, cortaba la piel como cuchillas. Azriel apenas lo sentía. Había perdido la noción del tiempo desde que había dejado Velaris. No quería mirar atrás, no podía. La vergüenza y el peso de sus decisiones lo habían arrastrado a este lugar, lejos de todo y de todos. Había traicionado a su familia, a sus hermanos. Aquellos con los que no compartía sangre, pero si el alma. El lazo que lo unía a Nesta era una cadena invisible que le recordaba cada día lo que había hecho. El lazo había sellado algo más profundo, algo que él no había pedido pero tampoco pudo resistir. Sin embargo, eso había convertido su traición en algo irreparable. Cassian tenía el corazón destrozado, y por sus acciones este casi se quita la vida con "La que dice la verdad" en un enajenamiento. La última vez que vió su amada Daga está estaba en las manos de su Alto Lord, ni siquiera fue capaz de acercarse para recuperarla. Rhysand lo había mirado con una decepción tan profunda que Azriel sentía que el peso de ese juicio lo hundiría para siempre. Sangravah era el único lugar que le parecía lo suficientemente lejano como para evitar enfrentarse a la realidad, una realidad que lo estaba consumiendo dentro de su mundo de sombras. Este remoto santuario estaba tan aislado que ni siquiera el lazo con Nesta lograba alcanzarlo. Sentía el eco de su conexión a lo lejos, desdibujandose hasta que era casi imperceptible. Nadie sabía que estaba allí, y esperaba que así fuera durante mucho tiempo. Pero incluso en su exilio, los demonios internos lo perseguían. Las noches eran lo peor. No podía dejar de pensar en Elain. Su rostro, su voz, su dulzura... Todo aquello que él nunca había merecido y que ahora era incapaz de enfrentar. ¿Cómo podría mirarla, sabiendo lo que había hecho?. No sería capaz de observar la decepción o el asco viniendo de sus ojos, prefiriendo la muerte incluso. A veces, en la soledad, Azriel pensaba en volver. Pensaba en enfrentar las consecuencias de sus acciones, en buscar el perdón que no creía merecer. Pero cada vez que esa idea cruzaba por su mente, el miedo lo paralizaba. ¿Y si Cassian nunca lo perdonaba? ¿Y si Nesta lo odiaba por haberla dejado sola con ese lazo que los unía? ¿Y si Elain jamás volvía a mirarlo con esos ojos llenos de esperanza?. Le había prometido a Nesta que jamás la dejaría sola. La primera vez que intentó faltar a esa promesa, la reina muerte lo maldijo con crueldad merecida. ¿Y ahora?, ¿Que haría?. Lo único que sabía es que él jamás había encajado en todo aquello. De por sí, Azriel era un ser que jamás había logrado encajar del todo en ningún lado, su tortuoso pasado lo convertían en alguien roto, alguien que nunca podría encontrar un auténtico lugar. Quizás un día tendría la fuerza para regresar. Pero no hoy. Incluso faltaría al cumpleaños de Rhysand. Pero...¿Como iba a ser capaz de estar en una fiesta después de todo lo que había ocurrido?. Mientras tanto, el frío de Sangravah era el único que lo abrazaba, el único que podía soportar.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    { Que ya se acabe el año o el año acabe conmigo, lo primero que pase será bienvenido. (?)
    ES MI SOLEDAD AMAAAAAAAARGA Y MI VIDA TRIIIIISTE CADA VEZ MÁS (?) }
    { Que ya se acabe el año o el año acabe conmigo, lo primero que pase será bienvenido. (?) ES MI SOLEDAD AMAAAAAAAARGA Y MI VIDA TRIIIIISTE CADA VEZ MÁS 🎶 (?) }
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  • Enkidu.
    El único amigo de Gilgamesh. Es la única persona a la que considera su amigo y compañero en el pasado y en el futuro.
    El ser que caminaría a lado del Rey en su soledad, capaz de entender por completo las acciones del mismo más que cualquier otro ser.
    Después de su muerte fue el comienzo del ultimo y más largo viaje del Rey.
    Enkidu. El único amigo de Gilgamesh. Es la única persona a la que considera su amigo y compañero en el pasado y en el futuro. El ser que caminaría a lado del Rey en su soledad, capaz de entender por completo las acciones del mismo más que cualquier otro ser. Después de su muerte fue el comienzo del ultimo y más largo viaje del Rey.
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  • El murmullo del bar se mezclaba con el tintineo de vasos y el sonido bajo de una vieja canción de rock. Shoko Ieiri empujó la puerta y dejó que el olor a madera vieja y cerveza derramada la envolviera. Era uno de esos bares pequeños y acogedores donde nadie hacía demasiadas preguntas, justo lo que necesitaba esa noche.

    Cruzó el lugar con las manos en los bolsillos de su chaqueta y se sentó en un taburete junto a la barra. El bartender, un hombre de cabello canoso y expresión tranquila, le dirigió una mirada interrogante.

    —Cerveza, la más fría que tengas —dijo Shoko con una media sonrisa.

    Mientras el hombre llenaba el vaso, Shoko dejó escapar un suspiro y observó a los demás. Había un grupo de amigos jugando dardos, una pareja compartiendo una pizza, y algunos solitarios como ella, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. No era que tuviera algo en contra de la compañía, pero últimamente había aprendido a disfrutar de su propia soledad.

    Cuando el bartender colocó la cerveza frente a ella, Shoko levantó el vaso en un brindis silencioso y dio el primer trago. El líquido frío le recorrió la garganta, arrancándole una sonrisa genuina.

    —Esto es exactamente lo que necesitaba —murmuró para sí misma.

    Con el vaso en la mano, empezó a distraerse mirando los cuadros en las paredes, todos con fotografías de bandas antiguas y algún que otro autógrafo. La música cambió a una canción de los 80 que le era vagamente familiar, y, sin pensarlo demasiado, comenzó a tararear mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra.

    El bartender, que limpiaba un vaso cerca, se rió suavemente.

    —Buena elección, ¿eh? —comentó, señalando la bocina.

    —No está mal. Aunque me vendría mejor algo más movido —respondió Shoko con un guiño.

    La noche avanzó sin prisa. Se pidió una segunda cerveza y, después de un rato, se dejó convencer por el bartender para probar un aperitivo de la casa. Para su sorpresa, estaba delicioso. Intercambiaron comentarios triviales: el clima, la música, incluso bromearon sobre el fútbol, aunque ninguno de los dos parecía realmente interesado.

    Shoko se dio cuenta de que llevaba rato sonriendo sin razón aparente, disfrutando del ambiente, del anonimato, y de la libertad de no tener que pensar demasiado en nada.

    Cuando terminó su última cerveza, pagó la cuenta y dejó una propina generosa.

    —Gracias, necesitaba esto —dijo, inclinando ligeramente la cabeza hacia el bartender antes de levantarse.

    —Vuelve cuando quieras. La próxima canción la eliges tú.

    Shoko salió del bar con las manos en los bolsillos y el aire frío de la noche despejándole los pensamientos. No había sido una noche extraordinaria ni memorable, pero, de algún modo, había sido perfecta. A veces, solo necesitaba eso: una cerveza fría, buena música y un poco de tiempo para dejar de ser doctora, hechicera, etc, simplemente ser Shoko.
    El murmullo del bar se mezclaba con el tintineo de vasos y el sonido bajo de una vieja canción de rock. Shoko Ieiri empujó la puerta y dejó que el olor a madera vieja y cerveza derramada la envolviera. Era uno de esos bares pequeños y acogedores donde nadie hacía demasiadas preguntas, justo lo que necesitaba esa noche. Cruzó el lugar con las manos en los bolsillos de su chaqueta y se sentó en un taburete junto a la barra. El bartender, un hombre de cabello canoso y expresión tranquila, le dirigió una mirada interrogante. —Cerveza, la más fría que tengas —dijo Shoko con una media sonrisa. Mientras el hombre llenaba el vaso, Shoko dejó escapar un suspiro y observó a los demás. Había un grupo de amigos jugando dardos, una pareja compartiendo una pizza, y algunos solitarios como ella, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. No era que tuviera algo en contra de la compañía, pero últimamente había aprendido a disfrutar de su propia soledad. Cuando el bartender colocó la cerveza frente a ella, Shoko levantó el vaso en un brindis silencioso y dio el primer trago. El líquido frío le recorrió la garganta, arrancándole una sonrisa genuina. —Esto es exactamente lo que necesitaba —murmuró para sí misma. Con el vaso en la mano, empezó a distraerse mirando los cuadros en las paredes, todos con fotografías de bandas antiguas y algún que otro autógrafo. La música cambió a una canción de los 80 que le era vagamente familiar, y, sin pensarlo demasiado, comenzó a tararear mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra. El bartender, que limpiaba un vaso cerca, se rió suavemente. —Buena elección, ¿eh? —comentó, señalando la bocina. —No está mal. Aunque me vendría mejor algo más movido —respondió Shoko con un guiño. La noche avanzó sin prisa. Se pidió una segunda cerveza y, después de un rato, se dejó convencer por el bartender para probar un aperitivo de la casa. Para su sorpresa, estaba delicioso. Intercambiaron comentarios triviales: el clima, la música, incluso bromearon sobre el fútbol, aunque ninguno de los dos parecía realmente interesado. Shoko se dio cuenta de que llevaba rato sonriendo sin razón aparente, disfrutando del ambiente, del anonimato, y de la libertad de no tener que pensar demasiado en nada. Cuando terminó su última cerveza, pagó la cuenta y dejó una propina generosa. —Gracias, necesitaba esto —dijo, inclinando ligeramente la cabeza hacia el bartender antes de levantarse. —Vuelve cuando quieras. La próxima canción la eliges tú. Shoko salió del bar con las manos en los bolsillos y el aire frío de la noche despejándole los pensamientos. No había sido una noche extraordinaria ni memorable, pero, de algún modo, había sido perfecta. A veces, solo necesitaba eso: una cerveza fría, buena música y un poco de tiempo para dejar de ser doctora, hechicera, etc, simplemente ser Shoko.
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  • Miro a travez d ela ventana el paisaje nocturno que se alza en el horizonte mientras una melodia sonaba de fondo
    "Vals de las flores" de Piotr Ilich Chaikovski

    La soledad era mi compañera esta noche..eso creo
    Miro a travez d ela ventana el paisaje nocturno que se alza en el horizonte mientras una melodia sonaba de fondo "Vals de las flores" de Piotr Ilich Chaikovski La soledad era mi compañera esta noche..eso creo
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  • - Me encuentro en el Santuario de Enlace de Fuego, sentado al frente de la hoguera, contemplando su luz. Comienzo a pensar sobre mi propósito aquí. ¿Valdrá la pena seguir? ¿continuar con la era de luz será la solución? Recuerdos de los combates junto a Solaire y Siegmeyer pasan por mi mente, quienes ya no están conmigo.-

    "Solaire, Siegmeyer, ¿Qué harían ustedes?"

    - No lo sé, y ese es el punto. Uso las almas que tenía guardadas para aumentar mi fuerza, sintiendo cómo mis músculos se atrofian y regeneran a la vez, causándome un gran dolor, pero nada comparado a la soledad que siento ahora. Mi único consuelo es que si continúo y completo mi misión, sus muertes no habrán sido en vano. -

    "Supongo que solamente me queda continuar."

    - Me levanto, y me dirijo hacia el Horno de la Primera Llama, dejando atrás por última vez, el único lugar donde podía descansar, para seguir adelante. -
    - Me encuentro en el Santuario de Enlace de Fuego, sentado al frente de la hoguera, contemplando su luz. Comienzo a pensar sobre mi propósito aquí. ¿Valdrá la pena seguir? ¿continuar con la era de luz será la solución? Recuerdos de los combates junto a Solaire y Siegmeyer pasan por mi mente, quienes ya no están conmigo.- "Solaire, Siegmeyer, ¿Qué harían ustedes?" - No lo sé, y ese es el punto. Uso las almas que tenía guardadas para aumentar mi fuerza, sintiendo cómo mis músculos se atrofian y regeneran a la vez, causándome un gran dolor, pero nada comparado a la soledad que siento ahora. Mi único consuelo es que si continúo y completo mi misión, sus muertes no habrán sido en vano. - "Supongo que solamente me queda continuar." - Me levanto, y me dirijo hacia el Horno de la Primera Llama, dejando atrás por última vez, el único lugar donde podía descansar, para seguir adelante. -
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  • - Puedes estar rodeado de gente, pero la soledad puede ser una buena amiga.
    - Puedes estar rodeado de gente, pero la soledad puede ser una buena amiga.
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