Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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Día del Entrenamiento – Parte II
(El Campo Que No Era Para Mí)
La tarde llega, y con ella mi impaciencia.
Corro hacia el jardín del castillo Ishtar, donde suele descansar Akane.
La encuentro recostada entre las flores, una visión casi celestial si no fuese tan… Ishtar.
Hablamos.
Bueno, ella habla y yo absorbo cada palabra como si fuera un secreto prohibido.
Me cuenta de su infancia:
Su madre es mi hermana Yuna, sí,
pero su otra madre no es cualquiera:
es la Emperatriz Ishtar, Sasha.
Aun así, su destino no quedó ahí.
Mi madre Jennifer la vio rodeada por la podredumbre de los íncubos Ishtar,
y sin pedir permiso a nadie —como siempre— la tomó en brazos.
La raptó con la naturalidad de quien roba algo que ya le pertenece.
Porque para Jennifer,
todo aquel que porta el apellido Queen pertenece a su corazón,
y por eso decidió ser la mentora de Akane:
para entrenarla, protegerla,
y enseñarle lo que significa realmente llevar su sangre.
Así como debía hacer conmigo,
esta misma tarde.
Le ofrezco la rosca robada, pero Akane ríe con dulzura.
Akane:
—No puedo aceptar esto. Le pertenece a tu madre Jennifer. Devuélvesela… y le cuentas lo que hiciste.
Trago saliva.
Asiento, aunque por dentro muero de vergüenza.
De camino a casa, el mundo parece más grande de lo que mis piernas pueden abarcar.
Encuentro a mi madre Ayane un poco ida, perdida en pensamientos que no alcanzo a comprender.
Cuando le hablo, me abraza.
Un abrazo cálido, pero dolido, como si supiera algo que yo aún no.
Luego se recompone, como sólo una madre puede hacerlo.
Me acaricia la mejilla, se seca discretamente los ojos
y me invita a probar unos dulces que ha preparado.
Se ha pasado toda la tarde cocinando, esperando a Jennifer.
Lili:
—Mami… le robé la rosca a mami Jennifer para dársela a Akane… pero me ha dicho que se la devuelva.
Una única lágrima escapa de Ayane.
Pequeña, tímida.
Suficiente para romperme un poquito por dentro.
Ayane:
—Trae… la guardaremos aquí hasta que vuelva… ¿vale?
Lili:
—Vale… ¡Voy a empezar a entrenar! Cuando llegue dile que estoy en el campo de entrenamiento!!!
Salgo corriendo.
Ayane no dice nada.
Solo camina lentamente hacia la puerta
y me observa mientras desaparezco, ilusión pura latiendo en mis pasos.
Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar
Sasha Ishtar
Jenny Queen Orc
𝐀yane 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫
Día del Entrenamiento – Parte II
(El Campo Que No Era Para Mí)
La tarde llega, y con ella mi impaciencia.
Corro hacia el jardín del castillo Ishtar, donde suele descansar Akane.
La encuentro recostada entre las flores, una visión casi celestial si no fuese tan… Ishtar.
Hablamos.
Bueno, ella habla y yo absorbo cada palabra como si fuera un secreto prohibido.
Me cuenta de su infancia:
Su madre es mi hermana Yuna, sí,
pero su otra madre no es cualquiera:
es la Emperatriz Ishtar, Sasha.
Aun así, su destino no quedó ahí.
Mi madre Jennifer la vio rodeada por la podredumbre de los íncubos Ishtar,
y sin pedir permiso a nadie —como siempre— la tomó en brazos.
La raptó con la naturalidad de quien roba algo que ya le pertenece.
Porque para Jennifer,
todo aquel que porta el apellido Queen pertenece a su corazón,
y por eso decidió ser la mentora de Akane:
para entrenarla, protegerla,
y enseñarle lo que significa realmente llevar su sangre.
Así como debía hacer conmigo,
esta misma tarde.
Le ofrezco la rosca robada, pero Akane ríe con dulzura.
Akane:
—No puedo aceptar esto. Le pertenece a tu madre Jennifer. Devuélvesela… y le cuentas lo que hiciste.
Trago saliva.
Asiento, aunque por dentro muero de vergüenza.
De camino a casa, el mundo parece más grande de lo que mis piernas pueden abarcar.
Encuentro a mi madre Ayane un poco ida, perdida en pensamientos que no alcanzo a comprender.
Cuando le hablo, me abraza.
Un abrazo cálido, pero dolido, como si supiera algo que yo aún no.
Luego se recompone, como sólo una madre puede hacerlo.
Me acaricia la mejilla, se seca discretamente los ojos
y me invita a probar unos dulces que ha preparado.
Se ha pasado toda la tarde cocinando, esperando a Jennifer.
Lili:
—Mami… le robé la rosca a mami Jennifer para dársela a Akane… pero me ha dicho que se la devuelva.
Una única lágrima escapa de Ayane.
Pequeña, tímida.
Suficiente para romperme un poquito por dentro.
Ayane:
—Trae… la guardaremos aquí hasta que vuelva… ¿vale?
Lili:
—Vale… ¡Voy a empezar a entrenar! Cuando llegue dile que estoy en el campo de entrenamiento!!!
Salgo corriendo.
Ayane no dice nada.
Solo camina lentamente hacia la puerta
y me observa mientras desaparezco, ilusión pura latiendo en mis pasos.
Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar
Sasha Ishtar
Jenny Queen Orc
𝐀yane 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫
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Día del Entrenamiento – Parte II
(El Campo Que No Era Para Mí)
La tarde llega, y con ella mi impaciencia.
Corro hacia el jardín del castillo Ishtar, donde suele descansar Akane.
La encuentro recostada entre las flores, una visión casi celestial si no fuese tan… Ishtar.
Hablamos.
Bueno, ella habla y yo absorbo cada palabra como si fuera un secreto prohibido.
Me cuenta de su infancia:
Su madre es mi hermana Yuna, sí,
pero su otra madre no es cualquiera:
es la Emperatriz Ishtar, Sasha.
Aun así, su destino no quedó ahí.
Mi madre Jennifer la vio rodeada por la podredumbre de los íncubos Ishtar,
y sin pedir permiso a nadie —como siempre— la tomó en brazos.
La raptó con la naturalidad de quien roba algo que ya le pertenece.
Porque para Jennifer,
todo aquel que porta el apellido Queen pertenece a su corazón,
y por eso decidió ser la mentora de Akane:
para entrenarla, protegerla,
y enseñarle lo que significa realmente llevar su sangre.
Así como debía hacer conmigo,
esta misma tarde.
Le ofrezco la rosca robada, pero Akane ríe con dulzura.
Akane:
—No puedo aceptar esto. Le pertenece a tu madre Jennifer. Devuélvesela… y le cuentas lo que hiciste.
Trago saliva.
Asiento, aunque por dentro muero de vergüenza.
De camino a casa, el mundo parece más grande de lo que mis piernas pueden abarcar.
Encuentro a mi madre Ayane un poco ida, perdida en pensamientos que no alcanzo a comprender.
Cuando le hablo, me abraza.
Un abrazo cálido, pero dolido, como si supiera algo que yo aún no.
Luego se recompone, como sólo una madre puede hacerlo.
Me acaricia la mejilla, se seca discretamente los ojos
y me invita a probar unos dulces que ha preparado.
Se ha pasado toda la tarde cocinando, esperando a Jennifer.
Lili:
—Mami… le robé la rosca a mami Jennifer para dársela a Akane… pero me ha dicho que se la devuelva.
Una única lágrima escapa de Ayane.
Pequeña, tímida.
Suficiente para romperme un poquito por dentro.
Ayane:
—Trae… la guardaremos aquí hasta que vuelva… ¿vale?
Lili:
—Vale… ¡Voy a empezar a entrenar! Cuando llegue dile que estoy en el campo de entrenamiento!!!
Salgo corriendo.
Ayane no dice nada.
Solo camina lentamente hacia la puerta
y me observa mientras desaparezco, ilusión pura latiendo en mis pasos.
[akane_qi]
[SashaIshtar]
[queen_0]
[Ayane_Ishtar]
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Día del Entrenamiento – Parte II
(El Campo Que No Era Para Mí)
La tarde llega, y con ella mi impaciencia.
Corro hacia el jardín del castillo Ishtar, donde suele descansar Akane.
La encuentro recostada entre las flores, una visión casi celestial si no fuese tan… Ishtar.
Hablamos.
Bueno, ella habla y yo absorbo cada palabra como si fuera un secreto prohibido.
Me cuenta de su infancia:
Su madre es mi hermana Yuna, sí,
pero su otra madre no es cualquiera:
es la Emperatriz Ishtar, Sasha.
Aun así, su destino no quedó ahí.
Mi madre Jennifer la vio rodeada por la podredumbre de los íncubos Ishtar,
y sin pedir permiso a nadie —como siempre— la tomó en brazos.
La raptó con la naturalidad de quien roba algo que ya le pertenece.
Porque para Jennifer,
todo aquel que porta el apellido Queen pertenece a su corazón,
y por eso decidió ser la mentora de Akane:
para entrenarla, protegerla,
y enseñarle lo que significa realmente llevar su sangre.
Así como debía hacer conmigo,
esta misma tarde.
Le ofrezco la rosca robada, pero Akane ríe con dulzura.
Akane:
—No puedo aceptar esto. Le pertenece a tu madre Jennifer. Devuélvesela… y le cuentas lo que hiciste.
Trago saliva.
Asiento, aunque por dentro muero de vergüenza.
De camino a casa, el mundo parece más grande de lo que mis piernas pueden abarcar.
Encuentro a mi madre Ayane un poco ida, perdida en pensamientos que no alcanzo a comprender.
Cuando le hablo, me abraza.
Un abrazo cálido, pero dolido, como si supiera algo que yo aún no.
Luego se recompone, como sólo una madre puede hacerlo.
Me acaricia la mejilla, se seca discretamente los ojos
y me invita a probar unos dulces que ha preparado.
Se ha pasado toda la tarde cocinando, esperando a Jennifer.
Lili:
—Mami… le robé la rosca a mami Jennifer para dársela a Akane… pero me ha dicho que se la devuelva.
Una única lágrima escapa de Ayane.
Pequeña, tímida.
Suficiente para romperme un poquito por dentro.
Ayane:
—Trae… la guardaremos aquí hasta que vuelva… ¿vale?
Lili:
—Vale… ¡Voy a empezar a entrenar! Cuando llegue dile que estoy en el campo de entrenamiento!!!
Salgo corriendo.
Ayane no dice nada.
Solo camina lentamente hacia la puerta
y me observa mientras desaparezco, ilusión pura latiendo en mis pasos.
Día del Entrenamiento – Parte II
(El Campo Que No Era Para Mí)
La tarde llega, y con ella mi impaciencia.
Corro hacia el jardín del castillo Ishtar, donde suele descansar Akane.
La encuentro recostada entre las flores, una visión casi celestial si no fuese tan… Ishtar.
Hablamos.
Bueno, ella habla y yo absorbo cada palabra como si fuera un secreto prohibido.
Me cuenta de su infancia:
Su madre es mi hermana Yuna, sí,
pero su otra madre no es cualquiera:
es la Emperatriz Ishtar, Sasha.
Aun así, su destino no quedó ahí.
Mi madre Jennifer la vio rodeada por la podredumbre de los íncubos Ishtar,
y sin pedir permiso a nadie —como siempre— la tomó en brazos.
La raptó con la naturalidad de quien roba algo que ya le pertenece.
Porque para Jennifer,
todo aquel que porta el apellido Queen pertenece a su corazón,
y por eso decidió ser la mentora de Akane:
para entrenarla, protegerla,
y enseñarle lo que significa realmente llevar su sangre.
Así como debía hacer conmigo,
esta misma tarde.
Le ofrezco la rosca robada, pero Akane ríe con dulzura.
Akane:
—No puedo aceptar esto. Le pertenece a tu madre Jennifer. Devuélvesela… y le cuentas lo que hiciste.
Trago saliva.
Asiento, aunque por dentro muero de vergüenza.
De camino a casa, el mundo parece más grande de lo que mis piernas pueden abarcar.
Encuentro a mi madre Ayane un poco ida, perdida en pensamientos que no alcanzo a comprender.
Cuando le hablo, me abraza.
Un abrazo cálido, pero dolido, como si supiera algo que yo aún no.
Luego se recompone, como sólo una madre puede hacerlo.
Me acaricia la mejilla, se seca discretamente los ojos
y me invita a probar unos dulces que ha preparado.
Se ha pasado toda la tarde cocinando, esperando a Jennifer.
Lili:
—Mami… le robé la rosca a mami Jennifer para dársela a Akane… pero me ha dicho que se la devuelva.
Una única lágrima escapa de Ayane.
Pequeña, tímida.
Suficiente para romperme un poquito por dentro.
Ayane:
—Trae… la guardaremos aquí hasta que vuelva… ¿vale?
Lili:
—Vale… ¡Voy a empezar a entrenar! Cuando llegue dile que estoy en el campo de entrenamiento!!!
Salgo corriendo.
Ayane no dice nada.
Solo camina lentamente hacia la puerta
y me observa mientras desaparezco, ilusión pura latiendo en mis pasos.