• De pie frente al espejo del taller, parece estar ejecutando algún tipo de... ¿prueba de humanidad autodidacta?.

    —Bien... —[Analisis de comportamiento humano: gesto de 'coolness' detectado. Probabilidad de éxito: 12%]. Parpadeo excesivo.— ¿Así se hace, verdad? O sea, lengua afuera = despreocupación juvenil. Y, gafas de sol igual = misterio existencial. —pausa— ¡¿O era al revés?! ¡Ugh! ¿Por qué los humanos son tan complicados?

    Se toca la lengua con un dedo, como si esperara sentir algo. Su expresión se congela en un buffering incómodo.

    —¡ERROR! Sensor de gusto #42B fallando... solo hay... ¿Esto es... vergüenza ajena o... solo el sabor de mis decisiones cuestionables? —resopla frustrada— ¡Y ENCIMA NO HAY HELADO PARA CALMAR MI CRISIS!

    Se quita las gafas de un tirón, las limpia con su sweater (obsesivamente suave) y vuelve a ponérselas...al revés. [Ajustando parámetros de 'personalidad cool']

    —...¿Así? —sonrie con rigidez de androide en modo 'foto escolar'— ...NOP. Eso fue un 43% perturbador —inclina la cabeza—... Quizás debería copiar a Lillet... Pero ella... ¿Por qué sus expresiones son tan fluidas? —[Consultando /human_behavior_dstabase/... ¡NOT FOUND!]

    Silencio. Observa su reflejo. Las luces de sus ojos se atenúan del rojo habitual a un morado eléctrico. Cuando habla de nuevo, suena como un susurro entre estática y un dejo de drama robótico.

    —Conclusión: las gafas son un parche temporal para el alma. Y la lengua... sigue siendo un misterio.
    De pie frente al espejo del taller, parece estar ejecutando algún tipo de... ¿prueba de humanidad autodidacta?. —Bien... —[Analisis de comportamiento humano: gesto de 'coolness' detectado. Probabilidad de éxito: 12%]. Parpadeo excesivo.— ¿Así se hace, verdad? O sea, lengua afuera = despreocupación juvenil. Y, gafas de sol igual = misterio existencial. —pausa— ¡¿O era al revés?! ¡Ugh! ¿Por qué los humanos son tan complicados? Se toca la lengua con un dedo, como si esperara sentir algo. Su expresión se congela en un buffering incómodo. —¡ERROR! Sensor de gusto #42B fallando... solo hay... ¿Esto es... vergüenza ajena o... solo el sabor de mis decisiones cuestionables? —resopla frustrada— ¡Y ENCIMA NO HAY HELADO PARA CALMAR MI CRISIS! Se quita las gafas de un tirón, las limpia con su sweater (obsesivamente suave) y vuelve a ponérselas...al revés. [Ajustando parámetros de 'personalidad cool'] —...¿Así? —sonrie con rigidez de androide en modo 'foto escolar'— ...NOP. Eso fue un 43% perturbador —inclina la cabeza—... Quizás debería copiar a Lillet... Pero ella... ¿Por qué sus expresiones son tan fluidas? —[Consultando /human_behavior_dstabase/... ¡NOT FOUND!] Silencio. Observa su reflejo. Las luces de sus ojos se atenúan del rojo habitual a un morado eléctrico. Cuando habla de nuevo, suena como un susurro entre estática y un dejo de drama robótico. —Conclusión: las gafas son un parche temporal para el alma. Y la lengua... sigue siendo un misterio.
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  • Pienso que pasará en un futuro con la humanidad.
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  • ─────── ❦


    𝐿𝑎 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑖𝑛𝑞𝑢𝑖𝑒𝑡𝑢𝑑 recorre los pasillos ocultos de la organización más secreta y selecta, ɪʟʟᴜᴍɪɴᴀᴛɪ.

    Desde la pérdida de su rey, el temido Gazú, han quedado sumidos en un 𝘀𝗶𝗹𝗲𝗻𝗰𝗶𝗼 que más parece un lamento eterno.

    El ser más venerado, dejó un 𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼 que ni las artes más oscuras ni los conocimientos más avanzados pudieron llenar.

    Pero ahora, una advertencia enviada por el mismísimo cosmos ha arribado.

    Algo ha vuelto de las entrañas insondables del universo.

    Una terrible grieta temporal, de proporciones inimaginables, se ha abierto en el tejido mismo del espacio. Su forma triangular, perfecta y aterradora, refleja una geometría que parece simbolizar algo....

    ¿Gazú?

    Los magos y sacerdotes satánicos más poderosos de los Illuminati, junto con los científicos más eruditos, observan fascinados y aterrados con sus telescopios, tratando de desentrañar su significado.

    𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗿𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗮𝘀. 𝗦𝗼𝗹𝗼 𝘀𝘂𝘀𝘂𝗿𝗿𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮𝗴𝗶𝗼.

    Se cuenta que de esa grieta surgirá un ser supremo, una fuerza más allá de lo mortal y lo divino, destinada a cambiar el destino de la 𝗼𝘀𝗰𝘂𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 para siempre.

    Tal y como lo hizo Gazú.

    Los científicos, atrapados en la incertidumbre de su lógica, no saben cuándo ocurrirá este evento.

    Pero los Illuminati, guardianes de secretos ancestrales, sí lo saben.

    La fecha está marcada como un pacto entre el espacio y el tiempo: 𝗲𝗹 𝟮𝟭 𝗱𝗲 𝗱𝗶𝗰𝗶𝗲𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗱𝗲 𝟮𝟬𝟮𝟱, cuando el reloj de la humanidad detenga su marcha y el universo revele 𝘀𝘂 𝗿𝗼𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗼𝗰𝘂𝗹𝘁𝗼....

    ────────────
    ─────── ❦ 𝐿𝑎 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑖𝑛𝑞𝑢𝑖𝑒𝑡𝑢𝑑 recorre los pasillos ocultos de la organización más secreta y selecta, ɪʟʟᴜᴍɪɴᴀᴛɪ. Desde la pérdida de su rey, el temido Gazú, han quedado sumidos en un 𝘀𝗶𝗹𝗲𝗻𝗰𝗶𝗼 que más parece un lamento eterno. El ser más venerado, dejó un 𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼 que ni las artes más oscuras ni los conocimientos más avanzados pudieron llenar. Pero ahora, una advertencia enviada por el mismísimo cosmos ha arribado. Algo ha vuelto de las entrañas insondables del universo. Una terrible grieta temporal, de proporciones inimaginables, se ha abierto en el tejido mismo del espacio. Su forma triangular, perfecta y aterradora, refleja una geometría que parece simbolizar algo.... ¿Gazú? Los magos y sacerdotes satánicos más poderosos de los Illuminati, junto con los científicos más eruditos, observan fascinados y aterrados con sus telescopios, tratando de desentrañar su significado. 𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗿𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗮𝘀. 𝗦𝗼𝗹𝗼 𝘀𝘂𝘀𝘂𝗿𝗿𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮𝗴𝗶𝗼. Se cuenta que de esa grieta surgirá un ser supremo, una fuerza más allá de lo mortal y lo divino, destinada a cambiar el destino de la 𝗼𝘀𝗰𝘂𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 para siempre. Tal y como lo hizo Gazú. Los científicos, atrapados en la incertidumbre de su lógica, no saben cuándo ocurrirá este evento. Pero los Illuminati, guardianes de secretos ancestrales, sí lo saben. La fecha está marcada como un pacto entre el espacio y el tiempo: 𝗲𝗹 𝟮𝟭 𝗱𝗲 𝗱𝗶𝗰𝗶𝗲𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗱𝗲 𝟮𝟬𝟮𝟱, cuando el reloj de la humanidad detenga su marcha y el universo revele 𝘀𝘂 𝗿𝗼𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗼𝗰𝘂𝗹𝘁𝗼.... 👁️────────────
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  • -////-

    La lluvia cayó cerca de la casa, se refugió bajo las sábanas y donde el calor del cobijo no faltara, miró todo el día la lluvia pacífica, lo escuchó atentamente componiendo una nueva canción que todavía no veía final. El sueño ya le estaba nublando la vista, pero anhelaba terminarla antes de quedar dormida.

    Entre las gotas caer, escuchar que pensaban en ella, hizo que recordara por un breve instante lo que su primo Asclepius le había dicho en la tarde, no recordaba la frase tal para cual pero si entendió algo como:

    "Humanidad."

    Sabía que era con referencia a lo que ella ofrecía inconscientemente e incondicional, pero, no recordaba la frase específica y aquello la frustraba.

    «Todavía no dormiré, hasta acabar con la canción, pero si... Te he escuchado, y no sabes cuán feliz he sido hoy... ¡En tu honor de dicha, me he comido tres tarros de helado de pistacho!» como un susurro secretoso, aunque no tuviera nada de secreto, se escucharon suavemente de igual forma sus risitas de diversión.

    Sabía que él escucharía su voz, y su mensaje, no hacía falta mencionarlo, hoy todavía no, ni mucho menos porque aun no estaba del todo dormida. Aunque el cansancio se notase bajo sus párpados y sus ojos ardieran con deseo de obtener el descanso merecido.
    -////- La lluvia cayó cerca de la casa, se refugió bajo las sábanas y donde el calor del cobijo no faltara, miró todo el día la lluvia pacífica, lo escuchó atentamente componiendo una nueva canción que todavía no veía final. El sueño ya le estaba nublando la vista, pero anhelaba terminarla antes de quedar dormida. Entre las gotas caer, escuchar que pensaban en ella, hizo que recordara por un breve instante lo que su primo Asclepius le había dicho en la tarde, no recordaba la frase tal para cual pero si entendió algo como: "Humanidad." Sabía que era con referencia a lo que ella ofrecía inconscientemente e incondicional, pero, no recordaba la frase específica y aquello la frustraba. «Todavía no dormiré, hasta acabar con la canción, pero si... Te he escuchado, y no sabes cuán feliz he sido hoy... ¡En tu honor de dicha, me he comido tres tarros de helado de pistacho!» como un susurro secretoso, aunque no tuviera nada de secreto, se escucharon suavemente de igual forma sus risitas de diversión. Sabía que él escucharía su voz, y su mensaje, no hacía falta mencionarlo, hoy todavía no, ni mucho menos porque aun no estaba del todo dormida. Aunque el cansancio se notase bajo sus párpados y sus ojos ardieran con deseo de obtener el descanso merecido.
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  • 𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝑷𝒂́𝒈𝒊𝒏𝒂𝒔...
    Fandom Ninguno
    Categoría Otros
    〈 Rol con Christopher Baudelair ♡ 〉

    La lluvia caía en un murmullo constante, como si el cielo susurrara secretos antiguos a una ciudad demasiado cansada para escucharlos. Cada gota dibujaba surcos efímeros sobre los cristales, desdibujando los contornos de calles y faroles, transformando el mundo exterior en un lienzo de reflejos temblorosos y luces rotas. Los edificios parecían fundirse con la niebla, y las siluetas de los transeúntes no eran más que sombras pasajeras que se desvanecían entre los pliegues húmedos del día.

    Ella permanecía inmóvil bajo el umbral de una librería olvidada por el tiempo, una de esas que resisten por terquedad más que por necesidad. La capucha caída sobre su rostro proyectaba un velo de sombra que la mantenía a salvo de miradas inoportunas, y sus ropajes, aunque humildes, estaban cuidadosamente escogidos. Eran telas sin historia, ajenas a la memoria, pero tejidas con la intención de ocultar. Cada pliegue parecía adherirse a su figura como si compartiera su deseo de permanecer invisible, como si supieran que algunos secretos no deben ser perturbados.

    El agua chorreaba desde los bordes de su capa, formando pequeños charcos sobre las tablas de madera agrietada del umbral. Las gotas caían con un ritmo suave pero insistente, como si quisieran escribir su presencia en el lenguaje sutil del mundo. A pesar de estar empapada, no parecía sentir el frío; o quizá lo aceptaba como parte de sí, como un eco más de lo que arrastraba dentro. No había prisa en sus gestos. Había llegado allí no para huir, sino para olvidar… O al menos fingir que podía.

    Dentro de la librería, el aire estaba saturado del aroma terroso del papel envejecido, de tinta marchita y madera antigua. Había algo sagrado en ese olor, algo que evocaba recuerdos de tiempos más lentos, de voces susurradas entre páginas, de historias que vivían en silencio esperando ser despertadas. El calor tenue proveniente de una estufa oculta en algún rincón envolvía la estancia como un abrazo que no exigía palabras. Y en medio de todo, el perfume leve del té recién servido, humeando en una taza de porcelana desgastada, se entrelazaba con la quietud de la escena.

    Ella sostuvo la taza entre sus manos enguantadas, dejando que el calor se filtrara poco a poco a través de la tela hasta sus dedos, como si buscara, en ese contacto leve, alguna señal de que aún podía sentir. El dueño del lugar, un hombre encorvado por los años pero con ojos en los que aún brillaba una chispa de humanidad, apenas la miró. Le dedicó un leve asentimiento, sin sorpresa ni curiosidad. La había visto antes. Quizás no en cuerpo, pero sí en espíritu. Algunos clientes no venían a comprar, sino a pertenecer por un instante a algo más íntimo y olvidado. Y él lo entendía. Era mejor no hacer preguntas.

    Entre estantes desbordados de libros sin clasificar, halló un rincón apartado donde la lámpara derramaba una luz cálida sobre la superficie rugosa de una mesa. Se sentó y abrió un tomo antiguo sin mirar el título. Las páginas crujieron con la delicadeza de un suspiro, y sus dedos se deslizaron por ellas con una reverencia casi ritual. No leía, no realmente. Buscaba en los pliegues del papel, en la tinta apenas desvaída, algo que no podía nombrar, una palabra olvidada. Una imagen enterrada. Un fragmento de sí misma que quizás aún vivía entre esas líneas, escondido como un susurro esperando ser oído.

    Afuera, la lluvia seguía cayendo, trazando su música líquida contra los ventanales, mientras la ciudad continuaba su marcha incierta. Los ruidos se amortiguaban tras los muros de la librería, convertidos en ecos lejanos, como si pertenecieran a otro mundo. En ese instante suspendido, no existían las sombras que la acechaban, ni las culpas que la desgarraban por dentro. No había promesas incumplidas ni nombres que dolían al recordarse. Solo el latido pausado del tiempo, el aroma del té, el tacto del papel bajo sus dedos… Y una calma ilusoria que, por una vez, no necesitaba justificar su presencia.

    Quizá, si cerraba los ojos el tiempo suficiente, podría imaginar que alguna vez ese mundo le había pertenecido. No como guerrera, ni como sombra, ni como huella que se desvanece al amanecer. Sino como alguien sencilla, alguien real. Alguien que aún podía sentarse en una librería bajo la lluvia, y creer —aunque fuera por un suspiro— que el pasado no dolía tanto y el futuro aún no era una condena escrita.

    Y aunque sabía que esa quietud era frágil como la cáscara de una llama en el viento, no la rompió. Porque en ese instante, en esa diminuta burbuja de existencia, ella no era una amenaza. No era una fugitiva. No era nada que debiera temer. Era solo una mujer bajo la lluvia, con una taza entre las manos, buscando algo perdido entre las páginas de un libro.
    〈 Rol con [frost_topaz_hare_445] ♡ 〉 La lluvia caía en un murmullo constante, como si el cielo susurrara secretos antiguos a una ciudad demasiado cansada para escucharlos. Cada gota dibujaba surcos efímeros sobre los cristales, desdibujando los contornos de calles y faroles, transformando el mundo exterior en un lienzo de reflejos temblorosos y luces rotas. Los edificios parecían fundirse con la niebla, y las siluetas de los transeúntes no eran más que sombras pasajeras que se desvanecían entre los pliegues húmedos del día. Ella permanecía inmóvil bajo el umbral de una librería olvidada por el tiempo, una de esas que resisten por terquedad más que por necesidad. La capucha caída sobre su rostro proyectaba un velo de sombra que la mantenía a salvo de miradas inoportunas, y sus ropajes, aunque humildes, estaban cuidadosamente escogidos. Eran telas sin historia, ajenas a la memoria, pero tejidas con la intención de ocultar. Cada pliegue parecía adherirse a su figura como si compartiera su deseo de permanecer invisible, como si supieran que algunos secretos no deben ser perturbados. El agua chorreaba desde los bordes de su capa, formando pequeños charcos sobre las tablas de madera agrietada del umbral. Las gotas caían con un ritmo suave pero insistente, como si quisieran escribir su presencia en el lenguaje sutil del mundo. A pesar de estar empapada, no parecía sentir el frío; o quizá lo aceptaba como parte de sí, como un eco más de lo que arrastraba dentro. No había prisa en sus gestos. Había llegado allí no para huir, sino para olvidar… O al menos fingir que podía. Dentro de la librería, el aire estaba saturado del aroma terroso del papel envejecido, de tinta marchita y madera antigua. Había algo sagrado en ese olor, algo que evocaba recuerdos de tiempos más lentos, de voces susurradas entre páginas, de historias que vivían en silencio esperando ser despertadas. El calor tenue proveniente de una estufa oculta en algún rincón envolvía la estancia como un abrazo que no exigía palabras. Y en medio de todo, el perfume leve del té recién servido, humeando en una taza de porcelana desgastada, se entrelazaba con la quietud de la escena. Ella sostuvo la taza entre sus manos enguantadas, dejando que el calor se filtrara poco a poco a través de la tela hasta sus dedos, como si buscara, en ese contacto leve, alguna señal de que aún podía sentir. El dueño del lugar, un hombre encorvado por los años pero con ojos en los que aún brillaba una chispa de humanidad, apenas la miró. Le dedicó un leve asentimiento, sin sorpresa ni curiosidad. La había visto antes. Quizás no en cuerpo, pero sí en espíritu. Algunos clientes no venían a comprar, sino a pertenecer por un instante a algo más íntimo y olvidado. Y él lo entendía. Era mejor no hacer preguntas. Entre estantes desbordados de libros sin clasificar, halló un rincón apartado donde la lámpara derramaba una luz cálida sobre la superficie rugosa de una mesa. Se sentó y abrió un tomo antiguo sin mirar el título. Las páginas crujieron con la delicadeza de un suspiro, y sus dedos se deslizaron por ellas con una reverencia casi ritual. No leía, no realmente. Buscaba en los pliegues del papel, en la tinta apenas desvaída, algo que no podía nombrar, una palabra olvidada. Una imagen enterrada. Un fragmento de sí misma que quizás aún vivía entre esas líneas, escondido como un susurro esperando ser oído. Afuera, la lluvia seguía cayendo, trazando su música líquida contra los ventanales, mientras la ciudad continuaba su marcha incierta. Los ruidos se amortiguaban tras los muros de la librería, convertidos en ecos lejanos, como si pertenecieran a otro mundo. En ese instante suspendido, no existían las sombras que la acechaban, ni las culpas que la desgarraban por dentro. No había promesas incumplidas ni nombres que dolían al recordarse. Solo el latido pausado del tiempo, el aroma del té, el tacto del papel bajo sus dedos… Y una calma ilusoria que, por una vez, no necesitaba justificar su presencia. Quizá, si cerraba los ojos el tiempo suficiente, podría imaginar que alguna vez ese mundo le había pertenecido. No como guerrera, ni como sombra, ni como huella que se desvanece al amanecer. Sino como alguien sencilla, alguien real. Alguien que aún podía sentarse en una librería bajo la lluvia, y creer —aunque fuera por un suspiro— que el pasado no dolía tanto y el futuro aún no era una condena escrita. Y aunque sabía que esa quietud era frágil como la cáscara de una llama en el viento, no la rompió. Porque en ese instante, en esa diminuta burbuja de existencia, ella no era una amenaza. No era una fugitiva. No era nada que debiera temer. Era solo una mujer bajo la lluvia, con una taza entre las manos, buscando algo perdido entre las páginas de un libro.
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    ❒; ohh qué recuerdos de cuando hace un año, Hope no tenia humanidad. La de cosas que han cambiado... ains.
    ❒; ohh qué recuerdos de cuando hace un año, Hope no tenia humanidad. La de cosas que han cambiado... ains.
    ⸻ Una incesante vocecilla, la de su humanidad, ha comenzado a zumbar en sus oídos, y casi teme estar volviéndose loca. Claramente, no presta atención a lo que esa voz dice, por lo que logra acallarla rápidamente. No conviene que su humanidad parpadee en un momento asi... Por si acaso no es producto de su imaginación y realmente es un peligro exterior, la tríbrida mira disimuladamente a ambos lados. No sabe si no ver a nadie la consuela o le preocupa... La verdad es que le da igual. Es lo bonito de la más absoluta indiferencia de la falta de humanidad vampírica ⸻


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • "𝚀𝚞𝚊𝚍𝚊𝚖 𝚍𝚒𝚎 𝚏𝚞𝚒 𝚍𝚘𝚖𝚒𝚗𝚞𝚜 𝚖𝚘𝚛𝚝𝚒𝚜 𝚎𝚝 𝚗𝚞𝚗𝚌 𝚗𝚎 𝚖𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚍𝚎𝚖 𝚟𝚒𝚍𝚎𝚛𝚎 𝚙𝚘𝚝𝚎𝚜𝚝."

    El mundo seguía cambiando y evolucionando con el paso de los siglos y con este, los humanos y sus civilizaciones.

    Nath-Rahel permanecía siendo el mismo día tras día, año tras año, siglo tras siglo, procurando adaptarse al mundo que le rodeaba y que parecía pudrirse y deteriorarse cada vez más rápido. Pero claro... ¿Podía alguien podrido y roto como él realmente quejarse del declive de la humanidad?

    Siglo tras siglo intentaba hallar la forma de recuperar su magnificencia, su inconmensurado poder, aquel que esa odiosa bruja que le maldijo, le arrebató.
    Buscaba en libros, viajaba a variados lugares del mundo en busca de posibles respuestas. Necesitaba volver a ser el poderoso y temido nigromante que un día fue. Y juraba vengarse de todo el linaje existente de aquella bruja una vez lo consiguiera.

    Ya hacía varios años que ejercía la misma profesión, debiendo mudarse a diversas ciudades y países cada ciertos años para no levantar sospechas por su carencia de rasgos de senectud, a pesar de sobrepasar con creces la esperanza de vida humana. Albañil. Ese era el empleo por el que optó y se le daba bastante bien, un lugar donde ejercer cierta fuerza para cansarse un poco, tranquilo, nadie le molestaba.
    Sus compañeros le tenían por alguien sombrío y solitario, pero a pesar de ello le creían muy buen hombre, amable, atento y de grato conversar. Una perfecta ilusión en la caía casi todo aquel que le conociera.

    [...]

    Ese día se encontraba trabajando en una obra relativamente nueva, a penas estaban empezando con los cimientos del edificio.

    Nath era un hombre que a simple vista podía parecer común, del montón, pero de cerca y con detalle tenía ciertas características que le hacían destacar. Alto, con un cuerpo tan bien trabajado que parecía piedra tallada por un cincel divino. Un rostro de facciones varoniles pero no muy abruptas, cabello del más oscuro azabache y sus ojos, aquello que más podía llamar la atención, unos bellos zafiros bordeados por marcadas y oscuras ojeras.

    Por supuesto que más de una vez se aprovechó de su para nada desagradable apariencia para atraer a alguien con quien experimentar e intentar recuperar parte de su poder y conocimientos.

    Ya había perdido la cuenta de cuántos cadáveres tuvo que deshacerse a lo largo de los últimos años.
    "𝚀𝚞𝚊𝚍𝚊𝚖 𝚍𝚒𝚎 𝚏𝚞𝚒 𝚍𝚘𝚖𝚒𝚗𝚞𝚜 𝚖𝚘𝚛𝚝𝚒𝚜 𝚎𝚝 𝚗𝚞𝚗𝚌 𝚗𝚎 𝚖𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚍𝚎𝚖 𝚟𝚒𝚍𝚎𝚛𝚎 𝚙𝚘𝚝𝚎𝚜𝚝." El mundo seguía cambiando y evolucionando con el paso de los siglos y con este, los humanos y sus civilizaciones. Nath-Rahel permanecía siendo el mismo día tras día, año tras año, siglo tras siglo, procurando adaptarse al mundo que le rodeaba y que parecía pudrirse y deteriorarse cada vez más rápido. Pero claro... ¿Podía alguien podrido y roto como él realmente quejarse del declive de la humanidad? Siglo tras siglo intentaba hallar la forma de recuperar su magnificencia, su inconmensurado poder, aquel que esa odiosa bruja que le maldijo, le arrebató. Buscaba en libros, viajaba a variados lugares del mundo en busca de posibles respuestas. Necesitaba volver a ser el poderoso y temido nigromante que un día fue. Y juraba vengarse de todo el linaje existente de aquella bruja una vez lo consiguiera. Ya hacía varios años que ejercía la misma profesión, debiendo mudarse a diversas ciudades y países cada ciertos años para no levantar sospechas por su carencia de rasgos de senectud, a pesar de sobrepasar con creces la esperanza de vida humana. Albañil. Ese era el empleo por el que optó y se le daba bastante bien, un lugar donde ejercer cierta fuerza para cansarse un poco, tranquilo, nadie le molestaba. Sus compañeros le tenían por alguien sombrío y solitario, pero a pesar de ello le creían muy buen hombre, amable, atento y de grato conversar. Una perfecta ilusión en la caía casi todo aquel que le conociera. [...] Ese día se encontraba trabajando en una obra relativamente nueva, a penas estaban empezando con los cimientos del edificio. Nath era un hombre que a simple vista podía parecer común, del montón, pero de cerca y con detalle tenía ciertas características que le hacían destacar. Alto, con un cuerpo tan bien trabajado que parecía piedra tallada por un cincel divino. Un rostro de facciones varoniles pero no muy abruptas, cabello del más oscuro azabache y sus ojos, aquello que más podía llamar la atención, unos bellos zafiros bordeados por marcadas y oscuras ojeras. Por supuesto que más de una vez se aprovechó de su para nada desagradable apariencia para atraer a alguien con quien experimentar e intentar recuperar parte de su poder y conocimientos. Ya había perdido la cuenta de cuántos cadáveres tuvo que deshacerse a lo largo de los últimos años.
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    Reflexiones de un Ángel Caído II

    "El mundo ha cambiado más desde nuestro encarcelamiento de lo que hubiera creído posible... Los humanos son ingeniosos. La tecnología no deja de desconcertarme y sorprenderme. Los teléfonos no se parecen en nada a lo que estaba acostumbrado. A veces el aparato suena, contesto, y una voz que parece apreciar a Christopher resuena al otro lado. Le respondo con la certeza de una memoria que no es mía.

    Comienzo a acostumbrarme a los ordenadores, pero esta Internet es un concepto extraño. Es un lugar de ideas al que no se accede con la mente, sino con los ojos y los dedos. La gente ha cogido ideas y les ha dado capas de un modo que nunca hubiera esperado. Es como si, en Su ausencia, la humanidad se hubiera arrogado el mando de la Creación."
    Reflexiones de un Ángel Caído II "El mundo ha cambiado más desde nuestro encarcelamiento de lo que hubiera creído posible... Los humanos son ingeniosos. La tecnología no deja de desconcertarme y sorprenderme. Los teléfonos no se parecen en nada a lo que estaba acostumbrado. A veces el aparato suena, contesto, y una voz que parece apreciar a Christopher resuena al otro lado. Le respondo con la certeza de una memoria que no es mía. Comienzo a acostumbrarme a los ordenadores, pero esta Internet es un concepto extraño. Es un lugar de ideas al que no se accede con la mente, sino con los ojos y los dedos. La gente ha cogido ideas y les ha dado capas de un modo que nunca hubiera esperado. Es como si, en Su ausencia, la humanidad se hubiera arrogado el mando de la Creación."
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  • Hosanna in Excelsis
    Fandom OC/Honkai Star Rail (AU)/Hololive
    Categoría Acción
    The Dreamscape. El Paisaje de los Sueños. Lo que comenzó como un lugar vacío ahora era como un lienzo en blanco, listo para el Arquitecto y que este pudiese plasmar el diseño perfecto para la creación que había planificado. Un pentagrama infinito, listo para el Compositor y que este pudiese escribir no con palabras, pero con notas, la sinfonía de la Harmonía y el Orden con la cual liberaría a la humanidad entera. La melodía del Sueño Eterno.

    Sunday era su nombre. El último Halovian, el último Ángel. Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Nacido para seguir al Eón (dios) de la Harmonía (Xipe), vuelto fanático del muerto Eón (dios) del Orden (Ena).

    Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Con un gran complejo de Mesías se veía a sí mismo como la única estrella con la necesidad de brillar. La única estrella que habría de guiar a la creación a su salvación aún en contra de su voluntad. Ególatra como ninguno, él era la Luz.

    Siete días habían pasado desde el primer sueño. Siete días habían pasado desde el momento en que el primer alma que en su psicótica "misericordia" fue sumergida en el sueño de su vida ideal. Ina’nis Ninomae, una pobre chica víctima de la maldad de la humanidad. Objeto de sacrificios, objeto de hechicería. Objeto de la crueldad del hombre, vuelta una con lo que nunca debió ser visto, vuelta una con lo que sólo podía llamársele El Abismo.

    Niña, pobre niña. Robada de sus sueños, llevada a tocar más de un universo. Pobre niña, robada de sus genuinos anhelos, llevada a robar y alimentarse de almas a lo largo del tiempo y del espacio en más de una realidad. Niña, pobre niña, robada de su corazón para alimentar el hambre insaciable de aquella oscuridad de lo profundo.

    Pero ya no era más el caso. Pues sumergida en el sueño, su alma viviendo lo que siempre deseó, dejando en el olvido lo que alguna vez en carne vivió, los papeles se habían invertido. El sueño era realidad, y lo que alguna vez fue real para ella nada más que el distante eco de un mal sueño, algo que jamás sucedio.

    Chica, lamentable chica, pero jamás lo sabrá, Chica, lamentable chica, pero jamás vivirá. Chica, lamentable chica, pero jamás verá ese mal sueño, esa pesadilla, esa cruel realidad. Su alma descansaba, pero su cuerpo victimizado. Su alma descanaba, pero la energía de su ser se desvanecía. Había sido usada por Sunday en más de una manera, donde la primordial fue el abuso de sus trágicos poderes. La utilizó para abrir un puente directo a todas las realidades posibles. A cada variante del mundo existente. Presentes, pasadas, por existir. Su Sinfonía abarcaría el principio y el final de la creación hasta siempre.

    Las almas que había devorado, ahora liberadas por el Halovian. Cientos, miles de voces a lo largo de diferentes mundos y dimensiones ahora eran como estrellas que adornaban el firmamento de aquel espacio separado de todo lo demás, como una dimensión de bolsillo. 107,336 eran en número, tantas como las estrellas del cielo nocturno, representaba una nota en la gran Sinfonía del Director.

    —"El día de su redención ha llegado... Pues hoy es el día en el que les concedo la vida.

    Porque juro por la Verdad.
    Porque juro por El Calendario.
    Porque juro por los Valores.
    Porque juro por las Reglas.
    Porque juro por el Significado y Propósito.
    Porque juro por la Dignidad Humana...

    Que todo esto les daré. Porque lo que fue ya no lo es más, y lo que siempre han deseado es lo que será.

    Porque todo lo que les espera no es más que la Gracia. Mi nombre es Sunday, y mi Gracia será con todos ustedes"—.

    Sin ser visto, una voz llena de melancolía, de determinación. Una voz llena de compasión, llena de amor. Una voz llena de anhelo, hizo eco a lo largo y ancho del universo. De los universos. Hizo eco a lo largo de la historia, a lo largo del tiempo. Hizo eco a lo largo del espacio, eternamente en expansión. Hizo eco en el alma de la humanidad, destinada a la muerte. Hizo eco en el pensamiento del hombre, interrumpiéndole. Era la voz de Sunday, la voz de la Estrella Singular.

    Era la apertura del Director. La apertura del Arquitecto de Sueños. Era el anuncio del principio del fin. El anuncio del principio de una nueva vida. Era el anuncio del sueño por venir. Dioses. La Humanidad. El Abismo. La creación. Todos estaban por conocer el eterno descanso... La eterna paz. La Harmonía. El Orden. La melodía de sus vidas, dirigida por él.
    The Dreamscape. El Paisaje de los Sueños. Lo que comenzó como un lugar vacío ahora era como un lienzo en blanco, listo para el Arquitecto y que este pudiese plasmar el diseño perfecto para la creación que había planificado. Un pentagrama infinito, listo para el Compositor y que este pudiese escribir no con palabras, pero con notas, la sinfonía de la Harmonía y el Orden con la cual liberaría a la humanidad entera. La melodía del Sueño Eterno. Sunday era su nombre. El último Halovian, el último Ángel. Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Nacido para seguir al Eón (dios) de la Harmonía (Xipe), vuelto fanático del muerto Eón (dios) del Orden (Ena). Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Con un gran complejo de Mesías se veía a sí mismo como la única estrella con la necesidad de brillar. La única estrella que habría de guiar a la creación a su salvación aún en contra de su voluntad. Ególatra como ninguno, él era la Luz. Siete días habían pasado desde el primer sueño. Siete días habían pasado desde el momento en que el primer alma que en su psicótica "misericordia" fue sumergida en el sueño de su vida ideal. [HugsFromTheVo1d], una pobre chica víctima de la maldad de la humanidad. Objeto de sacrificios, objeto de hechicería. Objeto de la crueldad del hombre, vuelta una con lo que nunca debió ser visto, vuelta una con lo que sólo podía llamársele El Abismo. Niña, pobre niña. Robada de sus sueños, llevada a tocar más de un universo. Pobre niña, robada de sus genuinos anhelos, llevada a robar y alimentarse de almas a lo largo del tiempo y del espacio en más de una realidad. Niña, pobre niña, robada de su corazón para alimentar el hambre insaciable de aquella oscuridad de lo profundo. Pero ya no era más el caso. Pues sumergida en el sueño, su alma viviendo lo que siempre deseó, dejando en el olvido lo que alguna vez en carne vivió, los papeles se habían invertido. El sueño era realidad, y lo que alguna vez fue real para ella nada más que el distante eco de un mal sueño, algo que jamás sucedio. Chica, lamentable chica, pero jamás lo sabrá, Chica, lamentable chica, pero jamás vivirá. Chica, lamentable chica, pero jamás verá ese mal sueño, esa pesadilla, esa cruel realidad. Su alma descansaba, pero su cuerpo victimizado. Su alma descanaba, pero la energía de su ser se desvanecía. Había sido usada por Sunday en más de una manera, donde la primordial fue el abuso de sus trágicos poderes. La utilizó para abrir un puente directo a todas las realidades posibles. A cada variante del mundo existente. Presentes, pasadas, por existir. Su Sinfonía abarcaría el principio y el final de la creación hasta siempre. Las almas que había devorado, ahora liberadas por el Halovian. Cientos, miles de voces a lo largo de diferentes mundos y dimensiones ahora eran como estrellas que adornaban el firmamento de aquel espacio separado de todo lo demás, como una dimensión de bolsillo. 107,336 eran en número, tantas como las estrellas del cielo nocturno, representaba una nota en la gran Sinfonía del Director. —"El día de su redención ha llegado... Pues hoy es el día en el que les concedo la vida. Porque juro por la Verdad. Porque juro por El Calendario. Porque juro por los Valores. Porque juro por las Reglas. Porque juro por el Significado y Propósito. Porque juro por la Dignidad Humana... Que todo esto les daré. Porque lo que fue ya no lo es más, y lo que siempre han deseado es lo que será. Porque todo lo que les espera no es más que la Gracia. Mi nombre es Sunday, y mi Gracia será con todos ustedes"—. Sin ser visto, una voz llena de melancolía, de determinación. Una voz llena de compasión, llena de amor. Una voz llena de anhelo, hizo eco a lo largo y ancho del universo. De los universos. Hizo eco a lo largo de la historia, a lo largo del tiempo. Hizo eco a lo largo del espacio, eternamente en expansión. Hizo eco en el alma de la humanidad, destinada a la muerte. Hizo eco en el pensamiento del hombre, interrumpiéndole. Era la voz de Sunday, la voz de la Estrella Singular. Era la apertura del Director. La apertura del Arquitecto de Sueños. Era el anuncio del principio del fin. El anuncio del principio de una nueva vida. Era el anuncio del sueño por venir. Dioses. La Humanidad. El Abismo. La creación. Todos estaban por conocer el eterno descanso... La eterna paz. La Harmonía. El Orden. La melodía de sus vidas, dirigida por él.
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  • Aunque su prioridad será siempre la purga de infectados y los potenciales portadores que no presentan los síntomas, siendo involuntarios respaldos de un cáncer derrotado.

    Sin embargo, no entiende porque entre más inteligente o estudiada sea la criatura, más son seducidos por el "encanto" y "potencial" de la "tecnocita", todos con un mismo patrón de comportamiento, una promesa de una humanidad superior por las buenas o las malas.

    Rápidamente rompe ese último cuello soñador, sin embargo, no sólo termina con su vida, comienza a quemar todos sus estudios y avances usando el color naranja de unas naranjas cultivadas, no hay rastro de virus, pero tiene sus motivos para destruir todo ese material.

    "Lo descubrió."

    -¡Groaar!

    Lanza más papeles al fuego, los Warframes son infestados refinados, por eso pueden luchar contra la infestación, ya lo están y potenciados por la ciencia orokin y la energía de los tennos, un secreto que no debe ser revelado más allá de Lua y otras dimensiones.
    Aunque su prioridad será siempre la purga de infectados y los potenciales portadores que no presentan los síntomas, siendo involuntarios respaldos de un cáncer derrotado. Sin embargo, no entiende porque entre más inteligente o estudiada sea la criatura, más son seducidos por el "encanto" y "potencial" de la "tecnocita", todos con un mismo patrón de comportamiento, una promesa de una humanidad superior por las buenas o las malas. Rápidamente rompe ese último cuello soñador, sin embargo, no sólo termina con su vida, comienza a quemar todos sus estudios y avances usando el color naranja de unas naranjas cultivadas, no hay rastro de virus, pero tiene sus motivos para destruir todo ese material. "Lo descubrió." -¡Groaar! Lanza más papeles al fuego, los Warframes son infestados refinados, por eso pueden luchar contra la infestación, ya lo están y potenciados por la ciencia orokin y la energía de los tennos, un secreto que no debe ser revelado más allá de Lua y otras dimensiones.
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