“ ¿𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐬𝐚𝐝𝐨? 𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢ó 𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐜𝐚𝐬𝐢𝐧𝐨𝐬, 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐞𝐧, 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧. ”
— ¡MALDITO HIJO DE PERRA! — El grito resonó en toda la oficina ubicada en una de las empresas que Kiev tenía, los hombres presentes se limitaban a escuchar con la mirada baja.
El ruso se encontraba realmente molesto debido a los últimos acontecimientos que sucedieron, no solo tuvo que lidiar con el accidente que sucedió en una de las empresas en dónde Arturia había sido atacada, sino que también uno de sus casinos, el más famoso llamado "Elixir" , habría sufrido un ataque en hora pico ocasionado por una bomba que habrían colocado en el sótano y en el área de limpieza.
Fue la misma noche en que fue notificado, y observo desde lejos como el casino se incendiaba, la ambulancia se llevaban los cuerpos de algunas bailarinas que abrían fallecido y otras heridas, eran mujeres jovenes que trabajaban para él con metas diferentes, unas que cursaban la universidad, otras que cuidaban a hermanos u otros familiares y otras que eran madres, fue realmente chocante para él.
Sus nervios no pararon, no pudo pegar el ojo toda la noche mientras esperaba la lista del personal que había muerto, los que quedaron vivos y los heridos. Su frustración solo aumentaba al saber que el causante de todo esto no fue encontrado por la policía. Por lo que mando a sus hombres a qué investigarán el asunto, iba a solucionar este problema por sus propios medios. Pero, por más que encontraban pistas, terminaban perdiendose, la persona que ocaciono todo esto habría sido tan cuidadoso que no dejo casi nada.
— ¿Qué hay de las cámaras? — Preguntó. Sentando en su silla mientras fumaba un cigarro en un intento de tranquilizarse para evitar desahogarse con sus hombres y que aquello terminará en algo mucho peor.
— No hay nada, están totalmente rotas. — Contestó Marcos. — La policía tiene algunas grabaciones de las otras avenidas para ver si había algún sospechoso cerca del lugar, ya estamos llegando a un acuerdo con ellos para poder obtenerlos.
— Tsk... Maldita sea. — Tomo una gran colado de su cigarro. — Bien, vayanse de aquí. No quiero que nadie entre.
Marcos se limitó a asentir y con una seña se llevó de ahí a los hombres presentes.
— ¡MALDITO HIJO DE PERRA! — El grito resonó en toda la oficina ubicada en una de las empresas que Kiev tenía, los hombres presentes se limitaban a escuchar con la mirada baja.
El ruso se encontraba realmente molesto debido a los últimos acontecimientos que sucedieron, no solo tuvo que lidiar con el accidente que sucedió en una de las empresas en dónde Arturia había sido atacada, sino que también uno de sus casinos, el más famoso llamado "Elixir" , habría sufrido un ataque en hora pico ocasionado por una bomba que habrían colocado en el sótano y en el área de limpieza.
Fue la misma noche en que fue notificado, y observo desde lejos como el casino se incendiaba, la ambulancia se llevaban los cuerpos de algunas bailarinas que abrían fallecido y otras heridas, eran mujeres jovenes que trabajaban para él con metas diferentes, unas que cursaban la universidad, otras que cuidaban a hermanos u otros familiares y otras que eran madres, fue realmente chocante para él.
Sus nervios no pararon, no pudo pegar el ojo toda la noche mientras esperaba la lista del personal que había muerto, los que quedaron vivos y los heridos. Su frustración solo aumentaba al saber que el causante de todo esto no fue encontrado por la policía. Por lo que mando a sus hombres a qué investigarán el asunto, iba a solucionar este problema por sus propios medios. Pero, por más que encontraban pistas, terminaban perdiendose, la persona que ocaciono todo esto habría sido tan cuidadoso que no dejo casi nada.
— ¿Qué hay de las cámaras? — Preguntó. Sentando en su silla mientras fumaba un cigarro en un intento de tranquilizarse para evitar desahogarse con sus hombres y que aquello terminará en algo mucho peor.
— No hay nada, están totalmente rotas. — Contestó Marcos. — La policía tiene algunas grabaciones de las otras avenidas para ver si había algún sospechoso cerca del lugar, ya estamos llegando a un acuerdo con ellos para poder obtenerlos.
— Tsk... Maldita sea. — Tomo una gran colado de su cigarro. — Bien, vayanse de aquí. No quiero que nadie entre.
Marcos se limitó a asentir y con una seña se llevó de ahí a los hombres presentes.
“ ¿𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐬𝐚𝐝𝐨? 𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢ó 𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐜𝐚𝐬𝐢𝐧𝐨𝐬, 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐞𝐧, 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧. ”
— ¡MALDITO HIJO DE PERRA! — El grito resonó en toda la oficina ubicada en una de las empresas que Kiev tenía, los hombres presentes se limitaban a escuchar con la mirada baja.
El ruso se encontraba realmente molesto debido a los últimos acontecimientos que sucedieron, no solo tuvo que lidiar con el accidente que sucedió en una de las empresas en dónde Arturia había sido atacada, sino que también uno de sus casinos, el más famoso llamado "Elixir" , habría sufrido un ataque en hora pico ocasionado por una bomba que habrían colocado en el sótano y en el área de limpieza.
Fue la misma noche en que fue notificado, y observo desde lejos como el casino se incendiaba, la ambulancia se llevaban los cuerpos de algunas bailarinas que abrían fallecido y otras heridas, eran mujeres jovenes que trabajaban para él con metas diferentes, unas que cursaban la universidad, otras que cuidaban a hermanos u otros familiares y otras que eran madres, fue realmente chocante para él.
Sus nervios no pararon, no pudo pegar el ojo toda la noche mientras esperaba la lista del personal que había muerto, los que quedaron vivos y los heridos. Su frustración solo aumentaba al saber que el causante de todo esto no fue encontrado por la policía. Por lo que mando a sus hombres a qué investigarán el asunto, iba a solucionar este problema por sus propios medios. Pero, por más que encontraban pistas, terminaban perdiendose, la persona que ocaciono todo esto habría sido tan cuidadoso que no dejo casi nada.
— ¿Qué hay de las cámaras? — Preguntó. Sentando en su silla mientras fumaba un cigarro en un intento de tranquilizarse para evitar desahogarse con sus hombres y que aquello terminará en algo mucho peor.
— No hay nada, están totalmente rotas. — Contestó Marcos. — La policía tiene algunas grabaciones de las otras avenidas para ver si había algún sospechoso cerca del lugar, ya estamos llegando a un acuerdo con ellos para poder obtenerlos.
— Tsk... Maldita sea. — Tomo una gran colado de su cigarro. — Bien, vayanse de aquí. No quiero que nadie entre.
Marcos se limitó a asentir y con una seña se llevó de ahí a los hombres presentes.