Desde que su amada Elizabeth se había quedado en cinta, un instinto primitivo se había activado en Kazuo. Esto hacía que intentase por todos los medios mantener atendida y complacida a su prometida. Lo desencadenó que el zorro, después de siglos, comenzase a cazar como lo hacía antaño, cuando era un zorro salvaje.
Llevaba presas a su hogar, a modo de mantener alimentada a su pareja, quién esperaba el hijo de ambos. Para él, una dieta a base de verduras y algo de pescado, no era suficiente para mantener el cuerpo de Liz bien nutrido para afrontar el desarrollo del embarazo.
Este, la mayoría de veces, se sentía culpable por las vidas que arrebataba. Pero era algo que simplemente no podía controlar. Todos los días en la mesa había una copiosa comida donde el conejo, venado o el jabalí eran los protagonistas de tal festín.
Llevaba presas a su hogar, a modo de mantener alimentada a su pareja, quién esperaba el hijo de ambos. Para él, una dieta a base de verduras y algo de pescado, no era suficiente para mantener el cuerpo de Liz bien nutrido para afrontar el desarrollo del embarazo.
Este, la mayoría de veces, se sentía culpable por las vidas que arrebataba. Pero era algo que simplemente no podía controlar. Todos los días en la mesa había una copiosa comida donde el conejo, venado o el jabalí eran los protagonistas de tal festín.
Desde que su amada Elizabeth se había quedado en cinta, un instinto primitivo se había activado en Kazuo. Esto hacía que intentase por todos los medios mantener atendida y complacida a su prometida. Lo desencadenó que el zorro, después de siglos, comenzase a cazar como lo hacía antaño, cuando era un zorro salvaje.
Llevaba presas a su hogar, a modo de mantener alimentada a su pareja, quién esperaba el hijo de ambos. Para él, una dieta a base de verduras y algo de pescado, no era suficiente para mantener el cuerpo de Liz bien nutrido para afrontar el desarrollo del embarazo.
Este, la mayoría de veces, se sentía culpable por las vidas que arrebataba. Pero era algo que simplemente no podía controlar. Todos los días en la mesa había una copiosa comida donde el conejo, venado o el jabalí eran los protagonistas de tal festín.