• #ConoceTuPersonaje

    ◙ ¿Dónde vive?
    ⸺Es un nómada, no tiene un lugar fijo. Nunca se queda demasiado en un sitio.

    ◙ ¿A qué se dedica?
    ⸺Es un poco de todo. Pero su profesión principal es la de ser un mitólogo, viaja descubriendo mitos que no se encuentran ni siquiera en los libros más polvorientos.

    ◙ ¿Cómo es su carácter?
    ⸺Optimista, alegre, burlón y bastante tonto. Suele tomarse todo a la ligera. Pero no por eso es ingenuo, es bastante astuto y un muy buen mentiroso. Además es terco como mula, si encuentra un misterio interesante, no parará hasta resolverlo.

    ◙ ¿Cómo luce?
    ⸺Un hombre joven de rostro jovial, de cabello rubio y con el extraño síndrome de Alejandría. Aunque no suele mostrarlo, posee un buen físico y varias cicatrices a lo largo de su torso y brazos. Tiene una altura ligeramente superior al promedio, y es normal verle con una gabardina.

    ◙ ¿Cómo se describiría?
    ⸺Relajado, carismático, poderoso. Es un hombre guiado por sus ideales, consumido por sus principios. Muy inmerso en sí mismo y su pasión. Un alma nómada y salvaje, insaciable de conocimiento.

    ◙ ¿Cómo lo describirían los demás?
    ⸺Muy de tomarse las cosas a la ligera, extremadamente arrogante cuando de peleas se trata. Pero es fuerte, confiable y desinteresado.

    ◙ ¿Cuáles son sus virtudes?
    ⸺Su gran fuerza para las peleas, su conocimiento inmenso sobre mitología y ocultismo. Su voluntad y optimismo ante el peligro, una terquedad que no lo deja rendirse.

    ◙ ¿Y sus defectos?
    ⸺Su extrema confianza en su poder lo hace creerse por encima de todos cuando se un conflicto se trata. Es bruto sentimentalmente al punto de no comprender ni lo que siente él mismo. Está ensimismado en sus pasiones al punto de que eso consumió parte de su desarrollo personal.

    ◙ ¿Quiénes son sus amigos?
    ⸺Su mejor amiga Nairis. Una vampira llamada Em con la cual pactó, terminando en una relación fraternal. Una mujer zorro llamada Miya que se encontró en sus aventuras. Y una pequeña maga llamada Ryna, con la cual convivió en una misión. Tiene muchos más amigos y aprendices repartidos por ahí, con lo sociable que es.

    ◙ ¿Cómo reacciona cuando se enfada?
    ⸺En primera es complejo enfadarlo debido a su orgullo. Pero cuando sucede, puede ser un desastre natural desatado, y le es difícil controlarse, dirigiendo todo al conflicto directo.

    ◙ ¿Qué ha perdido?
    ⸺Ha perdido a su abuela, su figura materna. Pero ha encontrado fuerza en su legado para continuar.

    ◙ ¿Quién conoce sus secretos?
    ⸺Nadie. No comparte sus secretos, ya que son lo más importante para un mago. Eso ha causado conflictos con sus amistades en ocasiones.

    ◙ ¿Tiene algún sueño recurrente?
    ⸺Él no sueña. Vive. Duerme tan profundo que raramente tiene tiempo para lo onírico.

    ◙ ¿A quién ama?
    ⸺A sus ideales. A los misterios. A la aventura. Nunca ha amado a una persona legítimamente, es muy bruto para entender el amor.

    ◙ ¿Qué le hace reír?
    ⸺Literalmente cualquier cosa. Su humor es bastante estúpido, se reirá incluso con un pedo.

    ◙ ¿Y qué le hace llorar?
    ⸺Nada, odia llorar. Piensa que es de cobardes. Se considera un guerrero, y enfrenta cualquier conflicto con una sonrisa de oreja a oreja.

    ◙ ¿Qué historias le gustan?
    ⸺¡Todas! Especialmente las mitológicas, de terror. Cualquier cosa que proceda de una leyenda o pueda construirse desde un mito es de su interés.

    ◙ Adicional.
    ⸺Puede ser una persona mucho más sombría de lo que aparenta. A veces, él mismo se considera roto por lo emocionalmente frío que puede llegar a ser. Pero siempre trata de mejorar.
    #ConoceTuPersonaje ◙ ¿Dónde vive? ⸺Es un nómada, no tiene un lugar fijo. Nunca se queda demasiado en un sitio. ◙ ¿A qué se dedica? ⸺Es un poco de todo. Pero su profesión principal es la de ser un mitólogo, viaja descubriendo mitos que no se encuentran ni siquiera en los libros más polvorientos. ◙ ¿Cómo es su carácter? ⸺Optimista, alegre, burlón y bastante tonto. Suele tomarse todo a la ligera. Pero no por eso es ingenuo, es bastante astuto y un muy buen mentiroso. Además es terco como mula, si encuentra un misterio interesante, no parará hasta resolverlo. ◙ ¿Cómo luce? ⸺Un hombre joven de rostro jovial, de cabello rubio y con el extraño síndrome de Alejandría. Aunque no suele mostrarlo, posee un buen físico y varias cicatrices a lo largo de su torso y brazos. Tiene una altura ligeramente superior al promedio, y es normal verle con una gabardina. ◙ ¿Cómo se describiría? ⸺Relajado, carismático, poderoso. Es un hombre guiado por sus ideales, consumido por sus principios. Muy inmerso en sí mismo y su pasión. Un alma nómada y salvaje, insaciable de conocimiento. ◙ ¿Cómo lo describirían los demás? ⸺Muy de tomarse las cosas a la ligera, extremadamente arrogante cuando de peleas se trata. Pero es fuerte, confiable y desinteresado. ◙ ¿Cuáles son sus virtudes? ⸺Su gran fuerza para las peleas, su conocimiento inmenso sobre mitología y ocultismo. Su voluntad y optimismo ante el peligro, una terquedad que no lo deja rendirse. ◙ ¿Y sus defectos? ⸺Su extrema confianza en su poder lo hace creerse por encima de todos cuando se un conflicto se trata. Es bruto sentimentalmente al punto de no comprender ni lo que siente él mismo. Está ensimismado en sus pasiones al punto de que eso consumió parte de su desarrollo personal. ◙ ¿Quiénes son sus amigos? ⸺Su mejor amiga Nairis. Una vampira llamada Em con la cual pactó, terminando en una relación fraternal. Una mujer zorro llamada Miya que se encontró en sus aventuras. Y una pequeña maga llamada Ryna, con la cual convivió en una misión. Tiene muchos más amigos y aprendices repartidos por ahí, con lo sociable que es. ◙ ¿Cómo reacciona cuando se enfada? ⸺En primera es complejo enfadarlo debido a su orgullo. Pero cuando sucede, puede ser un desastre natural desatado, y le es difícil controlarse, dirigiendo todo al conflicto directo. ◙ ¿Qué ha perdido? ⸺Ha perdido a su abuela, su figura materna. Pero ha encontrado fuerza en su legado para continuar. ◙ ¿Quién conoce sus secretos? ⸺Nadie. No comparte sus secretos, ya que son lo más importante para un mago. Eso ha causado conflictos con sus amistades en ocasiones. ◙ ¿Tiene algún sueño recurrente? ⸺Él no sueña. Vive. Duerme tan profundo que raramente tiene tiempo para lo onírico. ◙ ¿A quién ama? ⸺A sus ideales. A los misterios. A la aventura. Nunca ha amado a una persona legítimamente, es muy bruto para entender el amor. ◙ ¿Qué le hace reír? ⸺Literalmente cualquier cosa. Su humor es bastante estúpido, se reirá incluso con un pedo. ◙ ¿Y qué le hace llorar? ⸺Nada, odia llorar. Piensa que es de cobardes. Se considera un guerrero, y enfrenta cualquier conflicto con una sonrisa de oreja a oreja. ◙ ¿Qué historias le gustan? ⸺¡Todas! Especialmente las mitológicas, de terror. Cualquier cosa que proceda de una leyenda o pueda construirse desde un mito es de su interés. ◙ Adicional. ⸺Puede ser una persona mucho más sombría de lo que aparenta. A veces, él mismo se considera roto por lo emocionalmente frío que puede llegar a ser. Pero siempre trata de mejorar.
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  • Recuerdos de un zorro

    Kuragari: La oscuridad creciente (Parte 1)

    //Estas son crónicas del pasado de Kazuo. Ocurrieron alrededor de mil años atrás.//

    “No quiero herir con lo que siento. No quiero herirme con lo que muestro.”



    No siempre hubo luz en aquellos ojos de un azul tan puro y etéreo.
    Hubo un tiempo en el que su brillo fue devorado por su propia alma.

    “Demasiado dolor para una sola alma que calla.
    Araña las paredes de mi mente. Me siento exhausto.”


    No lo vio venir. Su cuerpo se había convertido en un recipiente lleno de odio, amargura, tristeza… y un deseo de venganza insaciable.
    Los hombres le habían causado demasiado dolor. Nada bueno le fue concedido por ellos. Y su madre, su diosa, en aquel entonces parecía mirar hacia otro lado.
    “Una forma retorcida de castigarme por aquello que pienso y callo”, pensó.

    Aquella vorágine de sentimientos comenzó a tomar forma. Era como si su alma se hubiera dividido en dos.
    Por un lado, la bondad y la pureza que luchaban por no ser consumidas.
    Por el otro… Él.

    Lucía como Kazuo, pero al mismo tiempo era algo completamente distinto.
    Su cuerpo era más delgado, con las mejillas hundidas, como si algo le devorase por dentro. Su belleza estaba distorsionada, como una burda copia mal interpretada.
    Su piel, tan blanca, dejaba ver unas venas del color de la noche, que serpenteaban bajo la superficie. Y sus ojos… negros; Tan oscuros que parecía que se habían tragado todo atisbo de luz; unos ojos capaces de arrebatarte lo poco que te quedase de cordura.

    Todo lo malo y oscuro que Kazuo albergaba en su corazón había tomado forma hecha carne.
    Sus miedos.
    Su ira.
    Sus deseos más viscerales.
    Su sed de sangre.

    Kuragari. El anochecer que no se va.

    Le susurraba al oído cada noche, llenando su mente de tanta maldad que habría preferido estar muerto.
    Manipulaba sus pensamientos, convenciéndolo de buscar placer en el dolor ajeno, en el sufrimiento de aquellos que tanto daño le habían hecho.
    Lo seducía con caricias envueltas en un fingido cariño, con promesas de amor y una paz que jamás llegaría.

    Kuragari había tomado su propia forma, construyendo una especie de alma nacida del miedo y el silencio del noble zorro.
    Todo lo que Kazuo había callado y encerrado en lo más profundo de su ser, había despertado con voz propia.

    -Nadie te ama. Solo yo te entiendo, mi Kazuo.Déjame enseñarte lo que es ser amado.- Le decía Kuragari en las noches más frías y solitarias.

    Se pegaba a su espalda, con su pecho desnudo, helado y sin vida.
    Sus manos, huesudas, acariciaban su torso, haciendo estremecer al kitsune, haciéndole creer, aunque fuera por un instante, que podía ser amado.

    Cada palabra era pronunciada en un ronroneo pegado a su oído, provocando un escalofrío que le recorría la columna.
    Su lengua bífida deslizándose por el lateral de su cuello hasta alcanzar el lóbulo de su oreja, que mordía con suavidad, de forma seductora, en un intento desesperado por arrastrarlo a una oscuridad sin fin.

    Kazuo suspiraba, dejándose llevar por breves momentos por aquel placer tan fácil… tan inmediato… que casi lograba convencerlo de rendirse.

    -Déjame…- Decía el zorro de forma entrecortada.

    -No te puedo dejar, al igual que tú no puedes dejarme a mí. Soy parte de tu todo, sin mi solo eres alguien incompleto.- Decía mientras una de sus manos se colaba desde su espalda hasta el vientre del zorro.

    Kuragari pasaba sus dedos por todo el abdomen de Yōkai, dejando que sus largas uñas dejasen un recorrido de marcas rojizas. A Kazuo le costaba respirar, como si su simple toque provocase que el aire escapase de sus pulmones.

    No era amor, ni nada que se le pareciera. Era un deseo vacío, uno que Kuragari intentaba despertar. Su mano descendió aún más, llegando a su bajo vientre, hasta quedar a escasos sentimientos de la virilidad del zorro.

    Fue entonces que Kazuo reaccionó. Se volteó, llevando su mano en puño hacia atrás, creando un arco para asestar un golpe certero. En ese momento Kuragari se volvió humo, desapareciendo, dejando una risa maliciosa suspendida en el aire.

    Los rayos del sol comenzaron a filtrarse a través de la ventana de una choza abandonada, que estaba usando como refugio provisional. Estos anunciaban el fin de la oscuridad. Al menos, hasta que la noche volviera a caer, Kuragari se mantendría lejos.

    En aquel entonces, Kazuo era aún joven.
    Apenas había cumplido los doscientos años.
    Un yōkai inexperto.
    Un zorro marcado por un siglo de amargura inconsolable.

    La muerte de quienes había considerado su familia lo dejó anclado en un ciclo perpetuo de tristeza y deseo de venganza.

    Y así nació Kuragari:

    Un ente vengativo y lleno de dolor.
    Una sombra con voz, intentando arrastrar a su creador al mismo abismo del que surgió.

    Pero Kazuo fue más fuerte;
    Recordó la bondad de sus padres, la inocencia de sus hermanos, y el amor verdadero.Un amor que Kuragari no podía ofrecer de forma genuina.

    Entonces comprendió que ese ser nacido de su sufrimiento debía ser detenido.Pero destruirlo no era una opción.Compartían alma.Y si Kuragari era destruido, parte del alma de Kazuo moriría con él, dejándolo incompleto. Una criatura fragmentada vagando por la tierra.

    Lo único que podía hacer con el poder que tenía entonces fue sellarlo.

    “Para siempre.”

    O al menos… eso pensó.






    Recuerdos de un zorro Kuragari: La oscuridad creciente (Parte 1) //Estas son crónicas del pasado de Kazuo. Ocurrieron alrededor de mil años atrás.// “No quiero herir con lo que siento. No quiero herirme con lo que muestro.” No siempre hubo luz en aquellos ojos de un azul tan puro y etéreo. Hubo un tiempo en el que su brillo fue devorado por su propia alma. “Demasiado dolor para una sola alma que calla. Araña las paredes de mi mente. Me siento exhausto.” No lo vio venir. Su cuerpo se había convertido en un recipiente lleno de odio, amargura, tristeza… y un deseo de venganza insaciable. Los hombres le habían causado demasiado dolor. Nada bueno le fue concedido por ellos. Y su madre, su diosa, en aquel entonces parecía mirar hacia otro lado. “Una forma retorcida de castigarme por aquello que pienso y callo”, pensó. Aquella vorágine de sentimientos comenzó a tomar forma. Era como si su alma se hubiera dividido en dos. Por un lado, la bondad y la pureza que luchaban por no ser consumidas. Por el otro… Él. Lucía como Kazuo, pero al mismo tiempo era algo completamente distinto. Su cuerpo era más delgado, con las mejillas hundidas, como si algo le devorase por dentro. Su belleza estaba distorsionada, como una burda copia mal interpretada. Su piel, tan blanca, dejaba ver unas venas del color de la noche, que serpenteaban bajo la superficie. Y sus ojos… negros; Tan oscuros que parecía que se habían tragado todo atisbo de luz; unos ojos capaces de arrebatarte lo poco que te quedase de cordura. Todo lo malo y oscuro que Kazuo albergaba en su corazón había tomado forma hecha carne. Sus miedos. Su ira. Sus deseos más viscerales. Su sed de sangre. Kuragari. El anochecer que no se va. Le susurraba al oído cada noche, llenando su mente de tanta maldad que habría preferido estar muerto. Manipulaba sus pensamientos, convenciéndolo de buscar placer en el dolor ajeno, en el sufrimiento de aquellos que tanto daño le habían hecho. Lo seducía con caricias envueltas en un fingido cariño, con promesas de amor y una paz que jamás llegaría. Kuragari había tomado su propia forma, construyendo una especie de alma nacida del miedo y el silencio del noble zorro. Todo lo que Kazuo había callado y encerrado en lo más profundo de su ser, había despertado con voz propia. -Nadie te ama. Solo yo te entiendo, mi Kazuo.Déjame enseñarte lo que es ser amado.- Le decía Kuragari en las noches más frías y solitarias. Se pegaba a su espalda, con su pecho desnudo, helado y sin vida. Sus manos, huesudas, acariciaban su torso, haciendo estremecer al kitsune, haciéndole creer, aunque fuera por un instante, que podía ser amado. Cada palabra era pronunciada en un ronroneo pegado a su oído, provocando un escalofrío que le recorría la columna. Su lengua bífida deslizándose por el lateral de su cuello hasta alcanzar el lóbulo de su oreja, que mordía con suavidad, de forma seductora, en un intento desesperado por arrastrarlo a una oscuridad sin fin. Kazuo suspiraba, dejándose llevar por breves momentos por aquel placer tan fácil… tan inmediato… que casi lograba convencerlo de rendirse. -Déjame…- Decía el zorro de forma entrecortada. -No te puedo dejar, al igual que tú no puedes dejarme a mí. Soy parte de tu todo, sin mi solo eres alguien incompleto.- Decía mientras una de sus manos se colaba desde su espalda hasta el vientre del zorro. Kuragari pasaba sus dedos por todo el abdomen de Yōkai, dejando que sus largas uñas dejasen un recorrido de marcas rojizas. A Kazuo le costaba respirar, como si su simple toque provocase que el aire escapase de sus pulmones. No era amor, ni nada que se le pareciera. Era un deseo vacío, uno que Kuragari intentaba despertar. Su mano descendió aún más, llegando a su bajo vientre, hasta quedar a escasos sentimientos de la virilidad del zorro. Fue entonces que Kazuo reaccionó. Se volteó, llevando su mano en puño hacia atrás, creando un arco para asestar un golpe certero. En ese momento Kuragari se volvió humo, desapareciendo, dejando una risa maliciosa suspendida en el aire. Los rayos del sol comenzaron a filtrarse a través de la ventana de una choza abandonada, que estaba usando como refugio provisional. Estos anunciaban el fin de la oscuridad. Al menos, hasta que la noche volviera a caer, Kuragari se mantendría lejos. En aquel entonces, Kazuo era aún joven. Apenas había cumplido los doscientos años. Un yōkai inexperto. Un zorro marcado por un siglo de amargura inconsolable. La muerte de quienes había considerado su familia lo dejó anclado en un ciclo perpetuo de tristeza y deseo de venganza. Y así nació Kuragari: Un ente vengativo y lleno de dolor. Una sombra con voz, intentando arrastrar a su creador al mismo abismo del que surgió. Pero Kazuo fue más fuerte; Recordó la bondad de sus padres, la inocencia de sus hermanos, y el amor verdadero.Un amor que Kuragari no podía ofrecer de forma genuina. Entonces comprendió que ese ser nacido de su sufrimiento debía ser detenido.Pero destruirlo no era una opción.Compartían alma.Y si Kuragari era destruido, parte del alma de Kazuo moriría con él, dejándolo incompleto. Una criatura fragmentada vagando por la tierra. Lo único que podía hacer con el poder que tenía entonces fue sellarlo. “Para siempre.” O al menos… eso pensó.
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  • Las hojas crujían bajo sus pies mientras el bosque ardía. Lenguas de fuego danzaban por los árboles como serpientes hambrientas, tiñendo el cielo de un rojo feroz. El humo era denso, caliente, y convertía todo en una neblina sofocante. Pero entre las llamas y el caos, una silueta infantil se movía con firmeza, sin miedo.

    ★¡Vamos, Don Niebla! ¡Por allá escuché a más pequeñines! —gritó el pequeño vagabundo, con las mejillas sucias de hollín y los ojos brillando de determinación.

    Don Niebla, siempre elegante incluso en medio del desastre, caminaba con sus largas zancadas inhumanas, protegiendo con su cuerpo a dos pequeñas criaturas acurrucadas en sus brazos: los conejitos alados que habían rescatado antes. Su máscara de porcelana, con su eterna expresión pintada de payaso triste, parecía aún más fantasmal con el reflejo del fuego.

    El pequeño, con una mano sujetado al abrigo de Don Niebla y la otra extendida al frente, conjuraba una a una burbujas transparentes y chispeantes como discos de agua.

    ★¡¡Disck-Disck splash!! —exclamó, lanzando una ráfaga de burbujas hacia un árbol que estaba por caer en llamas. Las burbujas estallaron en ondas de energía acuosa, frenando el fuego lo suficiente para abrir un camino.

    Ambos se abrieron paso entre los árboles humeantes, siguiendo los chillidos asustados de más criaturas. Don Niebla se agachó para permitir que un ciervo con alas rotas y un par de zorros diminutos se ocultaran bajo su abrigo. El pequeño vagabundo chasqueó la lengua, agitando la brújula rota colgando de su bolsa.

    ★¡Dice que para allá hay más amigos! ¡Vamos, vamos! —dijo sin detenerse, jadeando de la emoción, no del miedo.

    A medida que la noche caía sobre el bosque carbonizado, la silueta de un niño de cabello alborotado y su enorme guardián brumoso desaparecían entre las brasas, llevando a salvo a un pequeño ejército de criaturas que, en otro mundo, no habrían tenido salvación.
    El viento trajo un murmullo confuso desde las sombras de la espesura.

    † ᴷʳᵉʰ... ᴸᵒˢ ᵛⁱᵛᵒˢ... ⁿᵒ ᵈᵉᵇᵉʳⁱᵃⁿ ᵐᵒʳⁱʳ ˢᵒˡᵒˢ... —

    susurró Don Niebla con una voz que nadie más podría entender.

    Pero el pequeño vagabundo simplemente sonrió.

    ★¡Lo hicimos bien, amigo! ¡Nos ganamos cena extra esta noche!
    Las hojas crujían bajo sus pies mientras el bosque ardía. Lenguas de fuego danzaban por los árboles como serpientes hambrientas, tiñendo el cielo de un rojo feroz. El humo era denso, caliente, y convertía todo en una neblina sofocante. Pero entre las llamas y el caos, una silueta infantil se movía con firmeza, sin miedo. ★¡Vamos, Don Niebla! ¡Por allá escuché a más pequeñines! —gritó el pequeño vagabundo, con las mejillas sucias de hollín y los ojos brillando de determinación. Don Niebla, siempre elegante incluso en medio del desastre, caminaba con sus largas zancadas inhumanas, protegiendo con su cuerpo a dos pequeñas criaturas acurrucadas en sus brazos: los conejitos alados que habían rescatado antes. Su máscara de porcelana, con su eterna expresión pintada de payaso triste, parecía aún más fantasmal con el reflejo del fuego. El pequeño, con una mano sujetado al abrigo de Don Niebla y la otra extendida al frente, conjuraba una a una burbujas transparentes y chispeantes como discos de agua. ★¡¡Disck-Disck splash!! —exclamó, lanzando una ráfaga de burbujas hacia un árbol que estaba por caer en llamas. Las burbujas estallaron en ondas de energía acuosa, frenando el fuego lo suficiente para abrir un camino. Ambos se abrieron paso entre los árboles humeantes, siguiendo los chillidos asustados de más criaturas. Don Niebla se agachó para permitir que un ciervo con alas rotas y un par de zorros diminutos se ocultaran bajo su abrigo. El pequeño vagabundo chasqueó la lengua, agitando la brújula rota colgando de su bolsa. ★¡Dice que para allá hay más amigos! ¡Vamos, vamos! —dijo sin detenerse, jadeando de la emoción, no del miedo. A medida que la noche caía sobre el bosque carbonizado, la silueta de un niño de cabello alborotado y su enorme guardián brumoso desaparecían entre las brasas, llevando a salvo a un pequeño ejército de criaturas que, en otro mundo, no habrían tenido salvación. El viento trajo un murmullo confuso desde las sombras de la espesura. † ᴷʳᵉʰ... ᴸᵒˢ ᵛⁱᵛᵒˢ... ⁿᵒ ᵈᵉᵇᵉʳⁱᵃⁿ ᵐᵒʳⁱʳ ˢᵒˡᵒˢ... — susurró Don Niebla con una voz que nadie más podría entender. Pero el pequeño vagabundo simplemente sonrió. ★¡Lo hicimos bien, amigo! ¡Nos ganamos cena extra esta noche!
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  • “Corre el rumor.”

    Aquella noche no era diferente de cualquier otra; Kazuo dormía junto a su prometida. Pero algo lo hizo inquietarse, haciendo que abriera sus brillantes ojos azules, los cuales resplandecían como los de un felino en la oscuridad.

    Se incorporó, sintiendo una leve taquicardia en el pecho. Miró a Elizabeth, cerciorándose de que todo estaba en orden. Su mirada se arrastró lentamente por su figura hasta que se detuvo en su vientre. Habían pasado ya más del primer trimestre, y su embarazo era más que evidente a estas alturas.

    Fue entonces cuando sintió una punzada de miedo. Aún no había encontrado a nadie que pudiera darle información sobre su caso. La descendencia de demonios era muy escasa, y la de humanos con estos, algo muy raro de ver.

    Se deslizó hasta salir del lecho, como una culebra silenciosa, teniendo especial cuidado en no despertar a Elizabeth de su profundo sueño. Como un gato, caminó hacia el exterior sin hacer un solo ruido. Era tan silencioso que ni siquiera la madera protestaba bajo el peso de sus pies.
    Caminó descalzo, sintiendo la hierba y la humedad de la tierra bajo sus pies. La noche estaba bastante iluminada, ya que tan solo faltaban cinco días para que la luna estuviera en su total plenitud.

    Siguió caminando, bajando una pequeña cuesta hasta dar con el torii de madera que daba la bienvenida a su templo. Tras este, un recorrido de escaleras de piedra descendía para permitir bajar del monte.
    Kazuo dirigió sus pasos hasta la estructura de madera, de un rojo desgastado por el paso de los siglos. Soltó un trémulo suspiro antes de flanquear sus columnas. Una luz cálida lo recibió, al igual que un bullicio constante. Había llegado al mundo de los espíritus.

    Se encontraba en una ciudad estancada en una perpetua noche. Yōkais, espíritus y criaturas de todas las clases y reinos deambulaban por sus calles. Puestos de comida, comercios y espectáculos callejeros eran los protagonistas, convirtiendo aquella ciudad en un festival sin intención de tocar fin.

    Así de fácil era para Kazuo caminar entre dos mundos, como si de alguna forma no fuera capaz de pertenecer del todo a ninguno de los dos.

    Caminó por la arteria principal de aquella ciudad nocturna, poniendo especial atención en las conversaciones que lo rodeaban. Su intención no era escuchar lo ajeno, sino buscar respuestas al desasosiego de su corazón.

    Mientras caminaba, no se hicieron esperar los seres que lo invitaban a sus negocios: mercaderes, restaurantes de comida… incluso un burdel que le ofrecía opio y buena compañía. En todas esas ocasiones, Kazuo declinó las ofertas con esa amabilidad que tanto lo caracterizaba.

    Pero el zorro no estaba allí por ocio. Había ido con un claro objetivo: buscar respuestas.
    El yōkai siguió recorriendo las intrincadas calles. Estas estaban tejidas de una forma que parecía que aquella ciudad no tuviese ni un principio ni un fin. Cualquier alma descarriada se habría perdido en la eternidad de estas, sin ser consciente del tiempo que había pasado en ellas. Por suerte, Kazuo no era un mero visitante.

    Frustrado al no obtener respuestas, se dirigió a la parte más alta de la ciudad. Allí observó cómo su luz iluminaba el cielo de una forma que ninguna otra ciudad podía hacer, ni siquiera las modernas que había podido ver en otros planos temporales. Necesitaba respuestas, y con la mayor premura posible.

    Kazuo juntó sus manos, dejando un hueco entre ellas, como si quisiera arropar algo. De pronto, un suave brillo dorado emergió desde el interior de sus manos, filtrándose la luz a través de los huecos entre sus dedos, como si un amanecer intentase abrirse paso entre un cielo encapotado por densas nubes.

    —Corre el rumor de que la semilla de un zorro floreció en el vientre de una joven humana… —comenzó a decir Kazuo, con los labios cerca de aquellas manos bañadas por el oro.

    —Corre el rumor de que este busca respuestas sobre cómo terminará todo aquello… —su voz vibraba de una forma diferente, como si la intención de esta calase como un antiguo hechizo.
    Kazuo comenzó a abrir sus manos lentamente, dejando salir el brillo de estas, acompañado de unos pétalos de cerezo que alzaron vuelo con la primera brisa del viento.

    El zorro siguió con la mirada cómo estos volaban, impregnados con una súplica.

    —Divulgad mi mensaje. Sed mis oídos en todas partes. Traedme lo que busco, pues lo anhelo con desespero. Solo y cuando hayáis finalizado vuestro cometido, seréis libres de marchitaros… —No era una orden como tal; más bien, se trataba de una súplica.

    Kazuo observó cómo los pétalos de sakura se dispersaban en movimientos suaves, bajando hasta la ciudad, donde pensaban divulgar aquel rumor y así escuchar lo que los demonios y espíritus tenían que decir sobre aquello.
    Era su última esperanza. Si aun así no obtenía respuestas, el futuro que le esperaba a él y a su amada Elizabeth era totalmente incierto.
    “Corre el rumor.” Aquella noche no era diferente de cualquier otra; Kazuo dormía junto a su prometida. Pero algo lo hizo inquietarse, haciendo que abriera sus brillantes ojos azules, los cuales resplandecían como los de un felino en la oscuridad. Se incorporó, sintiendo una leve taquicardia en el pecho. Miró a Elizabeth, cerciorándose de que todo estaba en orden. Su mirada se arrastró lentamente por su figura hasta que se detuvo en su vientre. Habían pasado ya más del primer trimestre, y su embarazo era más que evidente a estas alturas. Fue entonces cuando sintió una punzada de miedo. Aún no había encontrado a nadie que pudiera darle información sobre su caso. La descendencia de demonios era muy escasa, y la de humanos con estos, algo muy raro de ver. Se deslizó hasta salir del lecho, como una culebra silenciosa, teniendo especial cuidado en no despertar a Elizabeth de su profundo sueño. Como un gato, caminó hacia el exterior sin hacer un solo ruido. Era tan silencioso que ni siquiera la madera protestaba bajo el peso de sus pies. Caminó descalzo, sintiendo la hierba y la humedad de la tierra bajo sus pies. La noche estaba bastante iluminada, ya que tan solo faltaban cinco días para que la luna estuviera en su total plenitud. Siguió caminando, bajando una pequeña cuesta hasta dar con el torii de madera que daba la bienvenida a su templo. Tras este, un recorrido de escaleras de piedra descendía para permitir bajar del monte. Kazuo dirigió sus pasos hasta la estructura de madera, de un rojo desgastado por el paso de los siglos. Soltó un trémulo suspiro antes de flanquear sus columnas. Una luz cálida lo recibió, al igual que un bullicio constante. Había llegado al mundo de los espíritus. Se encontraba en una ciudad estancada en una perpetua noche. Yōkais, espíritus y criaturas de todas las clases y reinos deambulaban por sus calles. Puestos de comida, comercios y espectáculos callejeros eran los protagonistas, convirtiendo aquella ciudad en un festival sin intención de tocar fin. Así de fácil era para Kazuo caminar entre dos mundos, como si de alguna forma no fuera capaz de pertenecer del todo a ninguno de los dos. Caminó por la arteria principal de aquella ciudad nocturna, poniendo especial atención en las conversaciones que lo rodeaban. Su intención no era escuchar lo ajeno, sino buscar respuestas al desasosiego de su corazón. Mientras caminaba, no se hicieron esperar los seres que lo invitaban a sus negocios: mercaderes, restaurantes de comida… incluso un burdel que le ofrecía opio y buena compañía. En todas esas ocasiones, Kazuo declinó las ofertas con esa amabilidad que tanto lo caracterizaba. Pero el zorro no estaba allí por ocio. Había ido con un claro objetivo: buscar respuestas. El yōkai siguió recorriendo las intrincadas calles. Estas estaban tejidas de una forma que parecía que aquella ciudad no tuviese ni un principio ni un fin. Cualquier alma descarriada se habría perdido en la eternidad de estas, sin ser consciente del tiempo que había pasado en ellas. Por suerte, Kazuo no era un mero visitante. Frustrado al no obtener respuestas, se dirigió a la parte más alta de la ciudad. Allí observó cómo su luz iluminaba el cielo de una forma que ninguna otra ciudad podía hacer, ni siquiera las modernas que había podido ver en otros planos temporales. Necesitaba respuestas, y con la mayor premura posible. Kazuo juntó sus manos, dejando un hueco entre ellas, como si quisiera arropar algo. De pronto, un suave brillo dorado emergió desde el interior de sus manos, filtrándose la luz a través de los huecos entre sus dedos, como si un amanecer intentase abrirse paso entre un cielo encapotado por densas nubes. —Corre el rumor de que la semilla de un zorro floreció en el vientre de una joven humana… —comenzó a decir Kazuo, con los labios cerca de aquellas manos bañadas por el oro. —Corre el rumor de que este busca respuestas sobre cómo terminará todo aquello… —su voz vibraba de una forma diferente, como si la intención de esta calase como un antiguo hechizo. Kazuo comenzó a abrir sus manos lentamente, dejando salir el brillo de estas, acompañado de unos pétalos de cerezo que alzaron vuelo con la primera brisa del viento. El zorro siguió con la mirada cómo estos volaban, impregnados con una súplica. —Divulgad mi mensaje. Sed mis oídos en todas partes. Traedme lo que busco, pues lo anhelo con desespero. Solo y cuando hayáis finalizado vuestro cometido, seréis libres de marchitaros… —No era una orden como tal; más bien, se trataba de una súplica. Kazuo observó cómo los pétalos de sakura se dispersaban en movimientos suaves, bajando hasta la ciudad, donde pensaban divulgar aquel rumor y así escuchar lo que los demonios y espíritus tenían que decir sobre aquello. Era su última esperanza. Si aun así no obtenía respuestas, el futuro que le esperaba a él y a su amada Elizabeth era totalmente incierto.
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  • Los humanos puede enamorarse muchas veces. Su vida es efímera, por lo que sus corazones están en un cambio constante.

    Estos buscan, continuamente, de forma inconsciente sensaciones. Intentar vivir el mayor número de experiencias posibles antes de que sus vidas toquen a su fin. No se pueden permitir gastar su tiempo y su corazón con un solo ser.

    Para los seres del mundo de los espíritus es diferente; Estos tienen una vida longeva, e incluso eterna. Sus corazones, al igual que su existencia se mantiene perpetuos. Sus sentimientos son etereos y sin albergar dudas en su interior.

    Pueden amar por cientos, miles de años... O una eternidad. Cuando encuentran a ese ser que los completa; estos aman con todo lo que su alma y su carne puede ofrecer.

    Su amor es su mayor debilidad. Cuando no lo alberga, su alma no tiene nada que los vuelva vulnerables. Si quisieras destruirlos basta solo con atacar aquello que más aman.

    Así es Kazuo... Un zorro que ama con la misma intensidad con la que vive.
    Los humanos puede enamorarse muchas veces. Su vida es efímera, por lo que sus corazones están en un cambio constante. Estos buscan, continuamente, de forma inconsciente sensaciones. Intentar vivir el mayor número de experiencias posibles antes de que sus vidas toquen a su fin. No se pueden permitir gastar su tiempo y su corazón con un solo ser. Para los seres del mundo de los espíritus es diferente; Estos tienen una vida longeva, e incluso eterna. Sus corazones, al igual que su existencia se mantiene perpetuos. Sus sentimientos son etereos y sin albergar dudas en su interior. Pueden amar por cientos, miles de años... O una eternidad. Cuando encuentran a ese ser que los completa; estos aman con todo lo que su alma y su carne puede ofrecer. Su amor es su mayor debilidad. Cuando no lo alberga, su alma no tiene nada que los vuelva vulnerables. Si quisieras destruirlos basta solo con atacar aquello que más aman. Así es Kazuo... Un zorro que ama con la misma intensidad con la que vive.
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  • Miau (ningún zorro fue obligado a comportarse como gato).
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  • //Como siempre digo; los ánimo a unirse al rol en cualquiera de mis publicaciones //

    El templo donde Kazuo vivía, en la medianía del monte Inari, era modesto. Estaba muy bien cuidado, a pesar de que se podía intuir que aquellas estructuras tenían siglos en las betas de su madera.

    En el centro, como si presidiera el lugar, un cerezo centenario acaparaba todo el protagonismo. Era robusto, pocos árboles de aquella clase lucían como aquel. Posiblemente aquel tamaño y magestuosida se debía a la magia que el mismo Kazuo rezumaba por cada poro de su piel. El obtenía poder de la misma tierra, pero a su vez este también se lo otorgaba, como si estos se retroalimentasen mutuamente.

    Kazuo se encontraba reposando en una de aquellas ramas, capaces de soportar su peso con facilidad. Leía relajadamente Manyōshū; una recopilación de poemas japoneses. Los culés trataban temas como el amor, la naturaleza o el paso del tiempo. El zorro, a lo largo de los siglos, se había enriquecido con la buena lectura, aprendido varios idiomas y ampliar sus conocimientos más allá de su propio mundo.

    De pronto un pequeño chasquido de ramas perturbó su lectura. Su oído era muy fino, por lo que pudo escuchar perfectamente como alguna ramita había cedido ante un peso ajeno. Este posó su libro sobre si mismo y giró su rostro en dirección donde había escuchado aquel sonido.

    Al principio no vió nada, tal vez solo se tratase de algún animal que pasaba por allí. Aún así, como zorro proyector de su territorio, se quedó mirando en aquella dirección por algunos largos segundos más.
    //Como siempre digo; los ánimo a unirse al rol en cualquiera de mis publicaciones 😁// El templo donde Kazuo vivía, en la medianía del monte Inari, era modesto. Estaba muy bien cuidado, a pesar de que se podía intuir que aquellas estructuras tenían siglos en las betas de su madera. En el centro, como si presidiera el lugar, un cerezo centenario acaparaba todo el protagonismo. Era robusto, pocos árboles de aquella clase lucían como aquel. Posiblemente aquel tamaño y magestuosida se debía a la magia que el mismo Kazuo rezumaba por cada poro de su piel. El obtenía poder de la misma tierra, pero a su vez este también se lo otorgaba, como si estos se retroalimentasen mutuamente. Kazuo se encontraba reposando en una de aquellas ramas, capaces de soportar su peso con facilidad. Leía relajadamente Manyōshū; una recopilación de poemas japoneses. Los culés trataban temas como el amor, la naturaleza o el paso del tiempo. El zorro, a lo largo de los siglos, se había enriquecido con la buena lectura, aprendido varios idiomas y ampliar sus conocimientos más allá de su propio mundo. De pronto un pequeño chasquido de ramas perturbó su lectura. Su oído era muy fino, por lo que pudo escuchar perfectamente como alguna ramita había cedido ante un peso ajeno. Este posó su libro sobre si mismo y giró su rostro en dirección donde había escuchado aquel sonido. Al principio no vió nada, tal vez solo se tratase de algún animal que pasaba por allí. Aún así, como zorro proyector de su territorio, se quedó mirando en aquella dirección por algunos largos segundos más.
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  • Aquella mañana, a pesar del frío que calaba hasta la tierra misma, se encontraba el zorro. Bajo el azote implacable que caía sobre sus hombros.

    Para Kazuo el entrenamiento no se basaba simplemente en lo físico; También lo era mental, y este podía ser tan o más importante que el mantener un cuerpo fuerte y ágil.

    Un demonio come él; un ser que caminaba entre dos mundos debía tener una mente totalmente equilibrada, incluso si eso iba en contra de su naturaleza e instintos más salvajes.

    Es por eso que no era raro encontrarlo en momentos como ese. En el silencio que el bosque le aportaba, y el bálsamo de un agua que calmaba sus pensamientos más intrusivos y destructivos.
    Aquella mañana, a pesar del frío que calaba hasta la tierra misma, se encontraba el zorro. Bajo el azote implacable que caía sobre sus hombros. Para Kazuo el entrenamiento no se basaba simplemente en lo físico; También lo era mental, y este podía ser tan o más importante que el mantener un cuerpo fuerte y ágil. Un demonio come él; un ser que caminaba entre dos mundos debía tener una mente totalmente equilibrada, incluso si eso iba en contra de su naturaleza e instintos más salvajes. Es por eso que no era raro encontrarlo en momentos como ese. En el silencio que el bosque le aportaba, y el bálsamo de un agua que calmaba sus pensamientos más intrusivos y destructivos.
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  • *Los dias últimamente han sido bastante ordinarios, aunque preferia pasar desapercibida, no negaba que a veces tenia ganas de "divertirse", por suerte o por desgracia, ese entretenimiento llegaria a su puerta, un pergamino, miró por los pasillos pero ni un alma se asomaba, estaba algo confundida, pero tras tomar aquel objeto y examinar el sello, se daria cuenta de forma inmediata de que se trataba*

    Bueno... obtuve lo que quería...

    *Suspirando cierra la puerta de su casa y abre el pergamino, procesando el mensaje que estaba en el, una misión asignada por su maestro, sin muchas mas opciones se prepara para salir, sus armas a su costado y su mascara de zorro a punto de ser colocada en su rostro*

    Quisiera despedirme de algunas personas... pero no puedo perder tiempo, que empiece la misión...

    *Las luces de su departamento se apagaron, y la figura de la kitsune, habia desaparecido, sabia que este encargo le llevaria tiempo, una cantidad indefinida quizás, solo el destino decidirá el retorno de la Kunoichi*

    -----------------------------------

    //Hey, hola a todos, se que no estoy publicando mucho en general pero tengo un bloqueo creativo enorme, quizas sea por falta de imagenes para el pj o directamente sin ideas que publicar.

    //Del mismo modo, queria avisar de que voy a estar ausente, porque se me juntaron varias cosas y necesito concentrarme, lamento enserio no poder estar ni publicar tan seguido, lo digo de todo corazón ( ´-ω-)
    *Los dias últimamente han sido bastante ordinarios, aunque preferia pasar desapercibida, no negaba que a veces tenia ganas de "divertirse", por suerte o por desgracia, ese entretenimiento llegaria a su puerta, un pergamino, miró por los pasillos pero ni un alma se asomaba, estaba algo confundida, pero tras tomar aquel objeto y examinar el sello, se daria cuenta de forma inmediata de que se trataba* Bueno... obtuve lo que quería... *Suspirando cierra la puerta de su casa y abre el pergamino, procesando el mensaje que estaba en el, una misión asignada por su maestro, sin muchas mas opciones se prepara para salir, sus armas a su costado y su mascara de zorro a punto de ser colocada en su rostro* Quisiera despedirme de algunas personas... pero no puedo perder tiempo, que empiece la misión... *Las luces de su departamento se apagaron, y la figura de la kitsune, habia desaparecido, sabia que este encargo le llevaria tiempo, una cantidad indefinida quizás, solo el destino decidirá el retorno de la Kunoichi* ----------------------------------- //Hey, hola a todos, se que no estoy publicando mucho en general pero tengo un bloqueo creativo enorme, quizas sea por falta de imagenes para el pj o directamente sin ideas que publicar. //Del mismo modo, queria avisar de que voy a estar ausente, porque se me juntaron varias cosas y necesito concentrarme, lamento enserio no poder estar ni publicar tan seguido, lo digo de todo corazón ( ´-ω-)
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  • ㅤㅤㅤㅤㅤ[ 多幸感 | 𝕴 𝖘𝖆𝖎𝖉 "𝖙𝖍𝖊 𝖈𝖎𝖙ꪗ 𝖎𝖘 𝖒𝖎𝖓𝖊"]

    —¿Qué putas? ¿Voy a morirme llorando por esta industria de mierda?

    ㅤSus ojos rojos y más pequeños de lo normal volvieron a enfocar a la ciudad y esa mueca de asco y rabia volvió a aparecer. Solo que esta vez su reacción fue diferente.

    ㅤBobby escupió hacia un lado, sacó el celular y escribió:

    𝘽𝘽: X?
    :???
    : 𝘗𝘦𝘯𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢𝘴 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘰!! 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴?
    𝘽𝘽: 𝘯𝘰 𝘴𝘦𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘴𝘢𝘥𝘰. 𝙪𝙣𝙖. 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘢𝘲𝘶𝘪...[𝘔𝘪𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘛𝘸𝘪𝘯 𝘗𝘦𝘢𝘬𝘴]
    : 𝘑𝘢𝘫𝘢𝘫𝘢 𝘦𝘯 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰. 𝘗𝘰𝘱𝘱𝘦𝘳??
    𝘽𝘽: 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘭𝘭𝘢𝘳𝘭𝘢, 𝘴í.

    ㅤZorro, como lo conocía Bobby, llegó mejor vestido y alimentado que la última vez que se habían visto un par de años atrás y claro, con el pedido: un frasco de popper y una píldora de éxtasis con la palabra 𝙛𝙪𝙘𝙠 prensada contra el químico. Se la tragó, dejándole un sabor amargo y hablaron sobre cómo había terminado todo, aunque a Bobby le dio la impresión de que Zorro andaba en algo mucho más turbio que en aquel entonces pero ese no era su problema.

    ㅤPara cuando terminaron de hablar, media hora después, Bobby ya sentía las náuseas y la ansiedad del primer subidón. Tenía el corazón acelerado.

    ♪♩ᵍᵒᵗ ᵐᵉ ˡᵒˢⁱⁿᵍ ᵐʸ ᵐⁱⁿᵈ. ⁱ ˢᵃⁱᵈ ᵗʰᵉ ᶜⁱᵗʸ ⁱˢ ᵐⁱⁿᵉ♪♩
    [https://youtu.be/Zf1d8SGuxfs?si=P5u2yaliTFit0hm-]

    ㅤDesde su auto, mientras bajaba del mirador, la ciudad parecía un mar de luciérnagas brillantes y parpadeantes. Era una clara señal del efecto del químico. Las luces siempre parecían ser más brillantes y llamativas. Dentro del auto apenas podía mantenerse quieto. Llevaba la música con el volumen 100 con las ventanas abajo y humeantes por el último porro que le quedaba para fumar. Necesitaba quemar toda esa energía o sentiría que iba a explotar.

    ㅤBobby se había quedado con la imagen de que la ciudad era pequeña y le debía todo, y él lo iba a recuperar. Era libre y ya no tenía nada que perder. 𝘖𝘩, 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘥𝘳𝘰𝘨𝘢𝘴. Sacudió el Popper, en realidad no sabía si tenía que hacerlo o no, así le habían enseñado y así había aprendido… 𝘺 𝘢𝘴í 𝘭𝘰 𝘩𝘢𝘣í𝘢 𝘪𝘯𝘩𝘢𝘭𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰.

    —Fuck it —Pensó con desdén y 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢.

    ㅤY ya no hubo ansiedad. Euforia sí, mas no preocupación, y Bobby se sentía 𝘭𝘪𝘨𝘦𝘳𝘰. Totalmente ligero.

    ㅤEl motor rugió y llegó a una discoteca llamada Fyah Riddim. Bobby, con lentes negros en la noche para esconder los ojos, solo tuvo que sonreírle a los tipos de la entrada y parecieron reconocerlo porque se hicieron a un lado para dejarlo entrar.

    ㅤLa música lo envolvió apenas cruzó la puerta y lo inundaron las ganas de bailar, tenía los sentidos afilados. Adentro, las luces parpadeantes parecían más brillantes y placenteras de ver que de costumbre. Todo era calor y los cuerpos se movían y le rozaban mientras él pasaba sonriente como dándole la bienvenida. El éxtasis empezaba a abrirle el pecho como una flor y él estaba dispuesto a recibir a quien se acercara.

    ㅤPero él sabía hacia dónde iba: a cazar al dueño del club. 𝘰𝘩, 𝘴𝘪. Era un moreno alto que lo recibió con una sonrisa grande y de sorpresa tras varios años sin verlo. "El viejo Bobby", le había dicho mientras lo abrazaba.

    —¿Qué quieres tomar? —Le preguntó soltando la carcajada antes de acabar la frase.

    —Agua —Respondió el de lentes con la boca seca como papel.

    —¿Agua o... 𝙖𝙜𝙪𝙖? —Se refería a agua con MD pero Bobby respondió bajándose los lentes oscuros, revelando sus ojos rojos y pupilas grandes como luna llena.

    ㅤSe rieron los dos y se entendieron sin tener que cruzar más palabras. El tipo le puso una botella en la mano y le prometió mantenerlo hidratado para después presentarlo con los demás asistentes en la mesa. A pesar de que el efecto del éxtasis fuera hacerte sentir confiado y en buena sintonía con todos, Bobby sabía que el contrario era genuino.

    ㅤBobby bailaba con todos los sentidos a flor de piel, sumergido en la música y ahora masticaba chicle. No sabía de dónde mierda había salido, pero joder, sí que ayudaba a no apretar los dientes y quedar en evidencia.

    ㅤAlguien se acercó, era un cuerpo femenino y pegó su espalda contra el torso de Bobby al ritmo de la música. Era una chica con el cabello corto, ondulado y negro. Olía muy bien. Sus caderas buscaron la pelvis de Bobby y él respondió con naturalidad, como si se hubiera montado en un tren en movimiento y empujó su cuerpo contra el de ella.

    ♪♩ᵀᵉˡˡ ᵐᵉ ᶠᵃⁿᵗᵃˢᵗⁱᶜ…♪♩
    [https://youtu.be/Tha00F7qCew?si=N-52Ud_TncUR3cbb]

    ㅤEl tema que sonaba parecía escrito para esa escena y ninguno de los dos hablaba, solo bailaban y se comunicaban con el roce de sus cuerpos despreocupados. Bobby, sintiéndose como una estrella que giraba, le ofreció popper. Ella aceptó con una sonrisa. Primero las damas, claro, y luego él. El olor químico se esparció por todo el lugar y el éxtasis estalló llevándolo en una ola fresca de ritmo y música sensual y excitante. En momentos como estos tenía sentido que la llamaran 𝘭𝘢 𝘥𝘳𝘰𝘨𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳. La música y el calor de sus cuerpos juntos le invadían los oídos, el cerebro, los sentidos, el cuerpo, el corazón. 𝙏𝙊𝘿𝙊.

    ㅤAhora estaban frente a frente, no solo eran sus respiraciones las que se rozaban, eran sus muslos los que se entrelazaban y se tocaban al ritmo de la voz grave de Shaggy. Bobby la acercaba a él mientras le sujetaba las caderas firmemente y ella lo abrazaba atrapando su cuello entre sus brazos.

    ㅤDespués vino el beso.
    ㅤNo fue torpe sino que tuvo la más perfecta sincronía de todas. Lengua, 𝘧𝘳𝘢𝘤𝘵𝘢𝘭𝘦𝘴, humedad, calor, éxtasis, manos. Piel.

    ㅤLas texturas eran adictivas, sobre todo la de su piel suave, tersa y… ¡𝒃𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆! De una forma que Bobby no podía explicar. Los labios carnosos y suaves de la chica sabían a sudor dulce y cerveza. Era simplemente adictiva. Excitante. Y él sentía que se hundía y flotaba al mismo tiempo. Bobby con los ojos cerrados podía ver fractales de todos los colores que se acercaban y alejaban acorde a los estímulos que entraban por su boca, su lengua y su tacto. Si pudiera describirlo con un color, sería 𝘳𝘰𝘴𝘢𝘥𝘰. No pregunten por qué.

    ㅤSiguieron bailando y compartiendo canciones toda la noche, entre abrazos, roces, besos y dedos que se entrelazaban y no se cansaban de tocarse. Nunca supo su nombre y a ninguno de los dos pareció importarles lo suficiente como para preguntarlo.

    ㅤDe hecho, a Bobby ya no le importaba nada, solo sentía... y se sentía muy, 𝘮𝘶𝘺 𝘣𝘪𝘦𝘯.

    ㅤY pensar que solo 5 horas atrás había terminado su primer y único álbum en solitario y después había destrozado todo el estudio casero en un ataque de ira y frustración.

    ㅤ"¿𝘠 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘲𝘶é?" Se había preguntado y luego había lanzado el primer puño contra la consola como un cavernícola aplastando un insecto.
    ㅤㅤㅤㅤㅤ[ 多幸感 | 𝕴 𝖘𝖆𝖎𝖉 "𝖙𝖍𝖊 𝖈𝖎𝖙ꪗ 𝖎𝖘 𝖒𝖎𝖓𝖊"] —¿Qué putas? ¿Voy a morirme llorando por esta industria de mierda? ㅤSus ojos rojos y más pequeños de lo normal volvieron a enfocar a la ciudad y esa mueca de asco y rabia volvió a aparecer. Solo que esta vez su reacción fue diferente. ㅤBobby escupió hacia un lado, sacó el celular y escribió: 𝘽𝘽: X? 🦊:??? 🦊: 𝘗𝘦𝘯𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢𝘴 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘰!! 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴? 𝘽𝘽: 𝘯𝘰 𝘴𝘦𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘴𝘢𝘥𝘰. 𝙪𝙣𝙖. 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘢𝘲𝘶𝘪...📍[𝘔𝘪𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘛𝘸𝘪𝘯 𝘗𝘦𝘢𝘬𝘴] 🦊: 𝘑𝘢𝘫𝘢𝘫𝘢 𝘦𝘯 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰. 𝘗𝘰𝘱𝘱𝘦𝘳?? 𝘽𝘽: 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘭𝘭𝘢𝘳𝘭𝘢, 𝘴í. ㅤZorro, como lo conocía Bobby, llegó mejor vestido y alimentado que la última vez que se habían visto un par de años atrás y claro, con el pedido: un frasco de popper y una píldora de éxtasis con la palabra 𝙛𝙪𝙘𝙠 prensada contra el químico. Se la tragó, dejándole un sabor amargo y hablaron sobre cómo había terminado todo, aunque a Bobby le dio la impresión de que Zorro andaba en algo mucho más turbio que en aquel entonces pero ese no era su problema. ㅤPara cuando terminaron de hablar, media hora después, Bobby ya sentía las náuseas y la ansiedad del primer subidón. Tenía el corazón acelerado. ♪♩ᵍᵒᵗ ᵐᵉ ˡᵒˢⁱⁿᵍ ᵐʸ ᵐⁱⁿᵈ. ⁱ ˢᵃⁱᵈ ᵗʰᵉ ᶜⁱᵗʸ ⁱˢ ᵐⁱⁿᵉ♪♩ [https://youtu.be/Zf1d8SGuxfs?si=P5u2yaliTFit0hm-] ㅤDesde su auto, mientras bajaba del mirador, la ciudad parecía un mar de luciérnagas brillantes y parpadeantes. Era una clara señal del efecto del químico. Las luces siempre parecían ser más brillantes y llamativas. Dentro del auto apenas podía mantenerse quieto. Llevaba la música con el volumen 100 con las ventanas abajo y humeantes por el último porro que le quedaba para fumar. Necesitaba quemar toda esa energía o sentiría que iba a explotar. ㅤBobby se había quedado con la imagen de que la ciudad era pequeña y le debía todo, y él lo iba a recuperar. Era libre y ya no tenía nada que perder. 𝘖𝘩, 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘥𝘳𝘰𝘨𝘢𝘴. Sacudió el Popper, en realidad no sabía si tenía que hacerlo o no, así le habían enseñado y así había aprendido… 𝘺 𝘢𝘴í 𝘭𝘰 𝘩𝘢𝘣í𝘢 𝘪𝘯𝘩𝘢𝘭𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰. —Fuck it —Pensó con desdén y 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢. ㅤY ya no hubo ansiedad. Euforia sí, mas no preocupación, y Bobby se sentía 𝘭𝘪𝘨𝘦𝘳𝘰. Totalmente ligero. ㅤEl motor rugió y llegó a una discoteca llamada Fyah Riddim. Bobby, con lentes negros en la noche para esconder los ojos, solo tuvo que sonreírle a los tipos de la entrada y parecieron reconocerlo porque se hicieron a un lado para dejarlo entrar. ㅤLa música lo envolvió apenas cruzó la puerta y lo inundaron las ganas de bailar, tenía los sentidos afilados. Adentro, las luces parpadeantes parecían más brillantes y placenteras de ver que de costumbre. Todo era calor y los cuerpos se movían y le rozaban mientras él pasaba sonriente como dándole la bienvenida. El éxtasis empezaba a abrirle el pecho como una flor y él estaba dispuesto a recibir a quien se acercara. ㅤPero él sabía hacia dónde iba: a cazar al dueño del club. 𝘰𝘩, 𝘴𝘪. Era un moreno alto que lo recibió con una sonrisa grande y de sorpresa tras varios años sin verlo. "El viejo Bobby", le había dicho mientras lo abrazaba. —¿Qué quieres tomar? —Le preguntó soltando la carcajada antes de acabar la frase. —Agua —Respondió el de lentes con la boca seca como papel. —¿Agua o... 𝙖𝙜𝙪𝙖? —Se refería a agua con MD pero Bobby respondió bajándose los lentes oscuros, revelando sus ojos rojos y pupilas grandes como luna llena. ㅤSe rieron los dos y se entendieron sin tener que cruzar más palabras. El tipo le puso una botella en la mano y le prometió mantenerlo hidratado para después presentarlo con los demás asistentes en la mesa. A pesar de que el efecto del éxtasis fuera hacerte sentir confiado y en buena sintonía con todos, Bobby sabía que el contrario era genuino. ㅤBobby bailaba con todos los sentidos a flor de piel, sumergido en la música y ahora masticaba chicle. No sabía de dónde mierda había salido, pero joder, sí que ayudaba a no apretar los dientes y quedar en evidencia. ㅤAlguien se acercó, era un cuerpo femenino y pegó su espalda contra el torso de Bobby al ritmo de la música. Era una chica con el cabello corto, ondulado y negro. Olía muy bien. Sus caderas buscaron la pelvis de Bobby y él respondió con naturalidad, como si se hubiera montado en un tren en movimiento y empujó su cuerpo contra el de ella. ♪♩ᵀᵉˡˡ ᵐᵉ ᶠᵃⁿᵗᵃˢᵗⁱᶜ…♪♩ [https://youtu.be/Tha00F7qCew?si=N-52Ud_TncUR3cbb] ㅤEl tema que sonaba parecía escrito para esa escena y ninguno de los dos hablaba, solo bailaban y se comunicaban con el roce de sus cuerpos despreocupados. Bobby, sintiéndose como una estrella que giraba, le ofreció popper. Ella aceptó con una sonrisa. Primero las damas, claro, y luego él. El olor químico se esparció por todo el lugar y el éxtasis estalló llevándolo en una ola fresca de ritmo y música sensual y excitante. En momentos como estos tenía sentido que la llamaran 𝘭𝘢 𝘥𝘳𝘰𝘨𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳. La música y el calor de sus cuerpos juntos le invadían los oídos, el cerebro, los sentidos, el cuerpo, el corazón. 𝙏𝙊𝘿𝙊. ㅤAhora estaban frente a frente, no solo eran sus respiraciones las que se rozaban, eran sus muslos los que se entrelazaban y se tocaban al ritmo de la voz grave de Shaggy. Bobby la acercaba a él mientras le sujetaba las caderas firmemente y ella lo abrazaba atrapando su cuello entre sus brazos. ㅤDespués vino el beso. ㅤNo fue torpe sino que tuvo la más perfecta sincronía de todas. Lengua, 𝘧𝘳𝘢𝘤𝘵𝘢𝘭𝘦𝘴, humedad, calor, éxtasis, manos. Piel. ㅤLas texturas eran adictivas, sobre todo la de su piel suave, tersa y… ¡𝒃𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆! De una forma que Bobby no podía explicar. Los labios carnosos y suaves de la chica sabían a sudor dulce y cerveza. Era simplemente adictiva. Excitante. Y él sentía que se hundía y flotaba al mismo tiempo. Bobby con los ojos cerrados podía ver fractales de todos los colores que se acercaban y alejaban acorde a los estímulos que entraban por su boca, su lengua y su tacto. Si pudiera describirlo con un color, sería 𝘳𝘰𝘴𝘢𝘥𝘰. No pregunten por qué. ㅤSiguieron bailando y compartiendo canciones toda la noche, entre abrazos, roces, besos y dedos que se entrelazaban y no se cansaban de tocarse. Nunca supo su nombre y a ninguno de los dos pareció importarles lo suficiente como para preguntarlo. ㅤDe hecho, a Bobby ya no le importaba nada, solo sentía... y se sentía muy, 𝘮𝘶𝘺 𝘣𝘪𝘦𝘯. ㅤY pensar que solo 5 horas atrás había terminado su primer y único álbum en solitario y después había destrozado todo el estudio casero en un ataque de ira y frustración. ㅤ"¿𝘠 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘲𝘶é?" Se había preguntado y luego había lanzado el primer puño contra la consola como un cavernícola aplastando un insecto.
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