• El entrenamiento de hoy fue intenso, estoy cubierta de sudor. Pero, hay que mantener este cuerpo, ¿no?

    Tendré que darme un baño cuando llegue al templo~
    El entrenamiento de hoy fue intenso, estoy cubierta de sudor. Pero, hay que mantener este cuerpo, ¿no? Tendré que darme un baño cuando llegue al templo~
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  • El templo también dispone de habitaciones, porque vienen muchos viajeros de muy lejos. Aquí podrán descansar los días que necesiten.

    Yo misma les prepararé algo de comer, para saciar su apetito.
    El templo también dispone de habitaciones, porque vienen muchos viajeros de muy lejos. Aquí podrán descansar los días que necesiten. Yo misma les prepararé algo de comer, para saciar su apetito.
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  • - El templo permanece abierto.
    Quien necesite refugio, consuelo o simplemente un momento de calma, puede venir cuando lo desee.

    Mis puertas no conocen cerraduras… -
    - El templo permanece abierto. Quien necesite refugio, consuelo o simplemente un momento de calma, puede venir cuando lo desee. Mis puertas no conocen cerraduras… -
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  • Su jornada había llegado a su fin más pronto de lo esperado.

    Explorar lo vasto de Hyrule solía consumir la mayor parte de su día, en especial cuando debía encargarse de unos cuantos campamentos de bokoblins y moblins que se atravesaban en su camino.

    Y no solo las batallas absorbían su tiempo, su sensor cobraba vida con frecuencia, detectando templos y cofres cercanos. Pasar de una actividad a otra conforme avanzaba en su trayecto terminaba por mantenerlo lejos de su hogar en la aldea Arkadia hasta entrada la noche.

    Perder la noción del tiempo siempre era peligroso. Durante el día era común encontrarse con enemigos, pero las criaturas nocturnas que emergían de la tierra podían resultar aún más problemáticas. A diferencia de los monstruos que enfrentaba bajo la luz del sol, aquellos esqueletos eran más complicados de eliminar si no se les atacaba directamente en la cabeza.

    Un ruido seco interrumpió el silencio.
    Link se detuvo de inmediato, tensando la cuerda del arco sin pensarlo dos veces.

    Algo se movía entre los matorrales cercanos. Podía oír el crujido de huesos y el golpeteo irregular de una mandíbula abriéndose y cerrándose.

    Frunció el ceño y giró apenas el cuerpo hacia el origen del sonido.
    El brillo amarillento de unas cuencas vacías se asomó entre las sombras, confirmando lo que temía: un stalbokoblin. Y, por el sonido, no venía solo.

    Retrocedió con precisión medida, tomando una mejor posición.
    El aire frío de la noche rozó su rostro cuando volvió a tensar el arco. Su respiración se estabilizó; el pulso firme, como siempre antes de un disparo.

    El primero cayó sin dificultad, pero los demás comenzaron a surgir de la tierra, levantando polvo y hojas secas. Link apretó la mandíbula, la determinación encendida en su mirada.

    Sabía que no podía perder tiempo.
    Si no los eliminaba rápido, terminarían rodeándolo o rearmándose, prolongando una batalla interminable.

    El eco de las flechas resonó entre los árboles hasta que solo quedó el susurro del viento.
    Permaneció inmóvil unos segundos, observando los restos de los esqueletos esparcidos en la hierba mientras algunos cráneos se desvanecían en una nube de humo. Había aprendido a no celebrar victorias, en Hyrule, la calma rara vez duraba demasiado.

    Conforme el silencio regresó, dejó escapar una exhalación lenta que no sabía que había estado conteniendo.
    Sus hombros, tensos durante toda la pelea, bajaron apenas con un gesto casi imperceptible mientras ajustaba el agarre del arco y lo colocaba en su espalda.

    Alzó la vista hacia el cielo, dejando que el brillo de las estrellas guiara su camino de regreso, no sin antes recoger algunas piezas útiles para nuevas armas.

    Mientras avanzaba, el crujido suave de la hierba bajo sus botas le recordó que aún quedaba un largo trayecto hasta casa, pero la noche estaba tranquila… al menos por ahora.

    Su jornada había llegado a su fin más pronto de lo esperado. Explorar lo vasto de Hyrule solía consumir la mayor parte de su día, en especial cuando debía encargarse de unos cuantos campamentos de bokoblins y moblins que se atravesaban en su camino. Y no solo las batallas absorbían su tiempo, su sensor cobraba vida con frecuencia, detectando templos y cofres cercanos. Pasar de una actividad a otra conforme avanzaba en su trayecto terminaba por mantenerlo lejos de su hogar en la aldea Arkadia hasta entrada la noche. Perder la noción del tiempo siempre era peligroso. Durante el día era común encontrarse con enemigos, pero las criaturas nocturnas que emergían de la tierra podían resultar aún más problemáticas. A diferencia de los monstruos que enfrentaba bajo la luz del sol, aquellos esqueletos eran más complicados de eliminar si no se les atacaba directamente en la cabeza. Un ruido seco interrumpió el silencio. Link se detuvo de inmediato, tensando la cuerda del arco sin pensarlo dos veces. Algo se movía entre los matorrales cercanos. Podía oír el crujido de huesos y el golpeteo irregular de una mandíbula abriéndose y cerrándose. Frunció el ceño y giró apenas el cuerpo hacia el origen del sonido. El brillo amarillento de unas cuencas vacías se asomó entre las sombras, confirmando lo que temía: un stalbokoblin. Y, por el sonido, no venía solo. Retrocedió con precisión medida, tomando una mejor posición. El aire frío de la noche rozó su rostro cuando volvió a tensar el arco. Su respiración se estabilizó; el pulso firme, como siempre antes de un disparo. El primero cayó sin dificultad, pero los demás comenzaron a surgir de la tierra, levantando polvo y hojas secas. Link apretó la mandíbula, la determinación encendida en su mirada. Sabía que no podía perder tiempo. Si no los eliminaba rápido, terminarían rodeándolo o rearmándose, prolongando una batalla interminable. El eco de las flechas resonó entre los árboles hasta que solo quedó el susurro del viento. Permaneció inmóvil unos segundos, observando los restos de los esqueletos esparcidos en la hierba mientras algunos cráneos se desvanecían en una nube de humo. Había aprendido a no celebrar victorias, en Hyrule, la calma rara vez duraba demasiado. Conforme el silencio regresó, dejó escapar una exhalación lenta que no sabía que había estado conteniendo. Sus hombros, tensos durante toda la pelea, bajaron apenas con un gesto casi imperceptible mientras ajustaba el agarre del arco y lo colocaba en su espalda. Alzó la vista hacia el cielo, dejando que el brillo de las estrellas guiara su camino de regreso, no sin antes recoger algunas piezas útiles para nuevas armas. Mientras avanzaba, el crujido suave de la hierba bajo sus botas le recordó que aún quedaba un largo trayecto hasta casa, pero la noche estaba tranquila… al menos por ahora.
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  • “Descenso de la Guardiana Suprema”

    El aire olía a tierra mojada y a magia antigua.
    Un resplandor rasgó el cielo
    una grieta que parecía una herida en el espacio mismo.
    y de ella emergió una silueta envuelta en oscuridad y alas blancas como la luna.

    Albedo descendió con la gracia de una diosa caída, el batir de sus alas levantando una tormenta de polvo dorado. Su mirada, ámbar y profunda, recorrió el extraño paisaje ante ella. No era Nazarick. No sentía la presencia de los Guardianes. Y, lo más inquietante… no sentía a Ainz-sama.

    Sus labios se curvaron en una mueca casi imperceptible.

    —Qué extraño... ¿Acaso este mundo ha osado separarme de Su Excelencia?—

    susurró, su voz como miel venenosa.

    Cerró los ojos, extendiendo sus sentidos demoníacos. El maná de aquel lugar era denso, primitivo, sin control. Podría moldearlo. Podría gobernarlo.

    Ajustó su armadura negra, el oro incrustado brillando con la última luz del crepúsculo.

    —Entonces… si no puedo encontrarlo todavía… haré de este mundo un templo para cuando Él llegue.

    Un brillo maligno cruzó su mirada.
    Sus alas se abrieron de par en par, bañadas por la luna.

    —Que tiemblen los reyes, que se arrodillen los magos…
    Porque donde yo piso, Ainz Ooal Gown reina.

    Y con una sonrisa serena
    demasiado dulce para no ser peligrosa, Albedo dio su primer paso en el nuevo mundo.
    El comienzo de una nueva conquista.
    El nacimiento de un culto.
    El eco de un amor imposible… que ni los universos podían contener.
    “Descenso de la Guardiana Suprema” El aire olía a tierra mojada y a magia antigua. Un resplandor rasgó el cielo una grieta que parecía una herida en el espacio mismo. y de ella emergió una silueta envuelta en oscuridad y alas blancas como la luna. Albedo descendió con la gracia de una diosa caída, el batir de sus alas levantando una tormenta de polvo dorado. Su mirada, ámbar y profunda, recorrió el extraño paisaje ante ella. No era Nazarick. No sentía la presencia de los Guardianes. Y, lo más inquietante… no sentía a Ainz-sama. Sus labios se curvaron en una mueca casi imperceptible. —Qué extraño... ¿Acaso este mundo ha osado separarme de Su Excelencia?— susurró, su voz como miel venenosa. Cerró los ojos, extendiendo sus sentidos demoníacos. El maná de aquel lugar era denso, primitivo, sin control. Podría moldearlo. Podría gobernarlo. Ajustó su armadura negra, el oro incrustado brillando con la última luz del crepúsculo. —Entonces… si no puedo encontrarlo todavía… haré de este mundo un templo para cuando Él llegue. Un brillo maligno cruzó su mirada. Sus alas se abrieron de par en par, bañadas por la luna. —Que tiemblen los reyes, que se arrodillen los magos… Porque donde yo piso, Ainz Ooal Gown reina. Y con una sonrisa serena demasiado dulce para no ser peligrosa, Albedo dio su primer paso en el nuevo mundo. El comienzo de una nueva conquista. El nacimiento de un culto. El eco de un amor imposible… que ni los universos podían contener.
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  • -Me parece que los baños nocturnos en las termas se terminan por una larga temporada. Últimamente, cada vez que voy, tengo visita... Soy bastante pudoroso aunque no lo parezca, manías que he adquirido de los humanos, supongo.

    Así que no queda otra que usar la pequeña tina del templo. Así al menos tendré algo de intimidad...-
    -Me parece que los baños nocturnos en las termas se terminan por una larga temporada. Últimamente, cada vez que voy, tengo visita... Soy bastante pudoroso aunque no lo parezca, manías que he adquirido de los humanos, supongo. Así que no queda otra que usar la pequeña tina del templo. Así al menos tendré algo de intimidad...-
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  • Me elevó... Sentí todo mi cuerpo flotando y permanecí ahí, como si no conociera la gravedad.

    Llegué tan alto que estuve a punto de tocar las nubes, de aquel azul claro y amplio del cielo.

    Estaba a punto de ver las puertas del templo de los angeles.

    Pero algo me detuvo.

    Y es cuando empecé a caer.
    Mi cuerpo se sentía tan ligero, como a un muñeco de trapo.

    Movía mis piernas pedaleando un poco y mis brazos como si quisiera sostenerme del aire.
    Incluso creo que tome el ala de un ave Pero era demaciado mi peso para él, asi que lo solté.

    Hasta dejarme hundir por la gravedad.

    Existía una presión que oprimía mis pulmones, así que tuve que respirar muy lentamente para tomar aire.

    Y cuando llegué al suelo, atravese la tierra.

    Confundida volví a mover mis brazos y piernas, desesperada por intentar sostenerme con lo primero que tocará, Pero no sentía nada.
    Solo la gravedad arrastrandome hasta el centro de la tierra.

    Y cuando llegue al centro...

    Me elevó... Sentí todo mi cuerpo flotando y permanecí ahí, como si no conociera la gravedad. Llegué tan alto que estuve a punto de tocar las nubes, de aquel azul claro y amplio del cielo. Estaba a punto de ver las puertas del templo de los angeles. Pero algo me detuvo. Y es cuando empecé a caer. Mi cuerpo se sentía tan ligero, como a un muñeco de trapo. Movía mis piernas pedaleando un poco y mis brazos como si quisiera sostenerme del aire. Incluso creo que tome el ala de un ave Pero era demaciado mi peso para él, asi que lo solté. Hasta dejarme hundir por la gravedad. Existía una presión que oprimía mis pulmones, así que tuve que respirar muy lentamente para tomar aire. Y cuando llegué al suelo, atravese la tierra. Confundida volví a mover mis brazos y piernas, desesperada por intentar sostenerme con lo primero que tocará, Pero no sentía nada. Solo la gravedad arrastrandome hasta el centro de la tierra. Y cuando llegue al centro...
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  • — Hoy dedico mi #SeductiveSunday a ellas, aunque siempre me despierta en la madrugada con el ruido de los trastos de la cocina —porque tiene hambre— Me asomo por la puerta y la contemplo, no hay nada más hermoso ni atrayente que ella, ver cómo va creciendo esa tripita, ver como comienzan las patadas, como se mueve su vientre. Me llena de orgullo decir. Ella es mi hembra y mi cachorra.
    Isla Rowan
    — Hoy dedico mi #SeductiveSunday a ellas, aunque siempre me despierta en la madrugada con el ruido de los trastos de la cocina —porque tiene hambre— Me asomo por la puerta y la contemplo, no hay nada más hermoso ni atrayente que ella, ver cómo va creciendo esa tripita, ver como comienzan las patadas, como se mueve su vientre. Me llena de orgullo decir. Ella es mi hembra y mi cachorra. [legend_peridot_mule_195]
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  • El viento gélido soplaba suavemente, haciendo que la luz azul de las runas en su traje se intensificara. Éste reaccionaba al frío de la aldea Rito, canalizando su energía elemental, pero Link permanecía absorto en lo que aparecía en su Purah Pad, ajeno al clima gracias al elixir de Safflina que había tomado antes de salir.

    Revisaba con detenimiento los puntos que había marcado para localizar el templo que su sensor había detectado, trazando la ruta más eficiente entre senderos y acantilados nevados. Su objetivo era combinar la exploración con la recolección de gemas bubul y minerales, asegurándose de que cada hallazgo contribuyera a mejorar sus armas y armaduras, aprovechando al máximo cada tramo de su recorrido.

    Antes de dirigirse al establo, un par de hojas que se movían extrañamente entre la nieve le recordaron que los Koroks también podrían estar observando, aunque no era momento de detenerse.

    Determinado, guardó el Purah Pad y se encaminó hacia su confiable caballo, dejando que la luz azul del traje iluminara suavemente los senderos mientras comenzaba su travesía hacia donde estimaba que estaba el templo, asegurándose que su visión no se viese comprometida por la ligera bruma de las montañas.

    #SeductiveSunday
    El viento gélido soplaba suavemente, haciendo que la luz azul de las runas en su traje se intensificara. Éste reaccionaba al frío de la aldea Rito, canalizando su energía elemental, pero Link permanecía absorto en lo que aparecía en su Purah Pad, ajeno al clima gracias al elixir de Safflina que había tomado antes de salir. Revisaba con detenimiento los puntos que había marcado para localizar el templo que su sensor había detectado, trazando la ruta más eficiente entre senderos y acantilados nevados. Su objetivo era combinar la exploración con la recolección de gemas bubul y minerales, asegurándose de que cada hallazgo contribuyera a mejorar sus armas y armaduras, aprovechando al máximo cada tramo de su recorrido. Antes de dirigirse al establo, un par de hojas que se movían extrañamente entre la nieve le recordaron que los Koroks también podrían estar observando, aunque no era momento de detenerse. Determinado, guardó el Purah Pad y se encaminó hacia su confiable caballo, dejando que la luz azul del traje iluminara suavemente los senderos mientras comenzaba su travesía hacia donde estimaba que estaba el templo, asegurándose que su visión no se viese comprometida por la ligera bruma de las montañas. #SeductiveSunday
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  • Encuentro inesperado
    Fandom Cualquiera
    Categoría Fantasía
    El día en el planeta Tierra parecía estar totalmente tranquilo, por lo que Serithra la Diosa del Sol, decidió bajar desde la ubicación del Astro Padre para disfrutar de un día en paz, entonces fué ahí cuando un resplandor solar apareció sobre un templo antiguo en el medio de un bosque, y Serithra empezó a bajar desde el cielo descendiendo lentamente hasta que sus pies descalzos tocaran el suelo, una vez ahí, el resplandor se desmaterializa, y Serithra encontró una gran oportunidad para hacer un poco de meditación, ya que ella disfruta de meditar en los bosques, y como el templo en dónde se haya, era antiguo y hasta cierto punto abandonado, no habría ningún inconveniente en que ella pueda concentrarse en su meditación, por lo que se sentó casi en el centro de la entrada al templo, se puso en posición para meditar colocando sus pies debajo de sus piernas y comenzó a meditar. Estuvo así por unos 5 minutos, hasta que de repente siente una presencia, pero eso más que alterarla, se lo tomó con calma, pero algo le decía que quien sea que se aproxima, tiene un poder increíble, y ella lo siente.
    El día en el planeta Tierra parecía estar totalmente tranquilo, por lo que Serithra la Diosa del Sol, decidió bajar desde la ubicación del Astro Padre para disfrutar de un día en paz, entonces fué ahí cuando un resplandor solar apareció sobre un templo antiguo en el medio de un bosque, y Serithra empezó a bajar desde el cielo descendiendo lentamente hasta que sus pies descalzos tocaran el suelo, una vez ahí, el resplandor se desmaterializa, y Serithra encontró una gran oportunidad para hacer un poco de meditación, ya que ella disfruta de meditar en los bosques, y como el templo en dónde se haya, era antiguo y hasta cierto punto abandonado, no habría ningún inconveniente en que ella pueda concentrarse en su meditación, por lo que se sentó casi en el centro de la entrada al templo, se puso en posición para meditar colocando sus pies debajo de sus piernas y comenzó a meditar. Estuvo así por unos 5 minutos, hasta que de repente siente una presencia, pero eso más que alterarla, se lo tomó con calma, pero algo le decía que quien sea que se aproxima, tiene un poder increíble, y ella lo siente.
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