• Al fin había comenzado el invierno, justo empezó a caer la primera nevada. Después de un rato de observar el blanco paisaje a través de su ventana, se animó a tomar su abrigo y salir a dar una vuelta por la ciudad. Despidiéndose de sus dos consentidos gatos, empezó su andanza por las calles, observando cada luz, cada ventana, cada hoja de árbol siendo cubierta por los pequeños copos de nieve, por un momento se olvidó de la gente a su alrededor, ignoró las miradas, solo eran él y el paisaje. El invierno era de sus estaciones favoritas, lo hacía sentir más cálido, más cerca de sí mismo y de los pocos buenos recuerdos que guardaba en el fondo de su mente.
    Cruzando por las calles y girando en las esquinas sin un rumbo definido al principio, decidió que pasaría por alguna tienda para comprarle algo a sus gatos, algunos ingredientes para nuevas recetas, chocolate en cantidades considerables y una buena botella de vino. El día era maravilloso para él, se sentía a gusto, hoy se encontraba feliz. Se sorprendió a sí mismo al encontrarse pensando en que el día sería mejor si tuviera con quién pasarlo y compartir; hacía tiempo que no sentía ese extraño vacío dentro de él, tan antinatural, algo que por mucho tiempo ha intentado rechazar con fuerza.
    Al fin había comenzado el invierno, justo empezó a caer la primera nevada. Después de un rato de observar el blanco paisaje a través de su ventana, se animó a tomar su abrigo y salir a dar una vuelta por la ciudad. Despidiéndose de sus dos consentidos gatos, empezó su andanza por las calles, observando cada luz, cada ventana, cada hoja de árbol siendo cubierta por los pequeños copos de nieve, por un momento se olvidó de la gente a su alrededor, ignoró las miradas, solo eran él y el paisaje. El invierno era de sus estaciones favoritas, lo hacía sentir más cálido, más cerca de sí mismo y de los pocos buenos recuerdos que guardaba en el fondo de su mente. Cruzando por las calles y girando en las esquinas sin un rumbo definido al principio, decidió que pasaría por alguna tienda para comprarle algo a sus gatos, algunos ingredientes para nuevas recetas, chocolate en cantidades considerables y una buena botella de vino. El día era maravilloso para él, se sentía a gusto, hoy se encontraba feliz. Se sorprendió a sí mismo al encontrarse pensando en que el día sería mejor si tuviera con quién pasarlo y compartir; hacía tiempo que no sentía ese extraño vacío dentro de él, tan antinatural, algo que por mucho tiempo ha intentado rechazar con fuerza.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • 𝐂𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄𝐉𝐎 - 𝐕𝐈
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    ────Yo, Anquises, hijo de Capis, descendiente Dárdano, presento ahora a mi hijo Eneas ante los dioses para pedir su protección y sus bendiciones.

    Al tercer día, como dictaban las costumbres de los troyanos, Anquises había alzado a su hijo frente al fuego del hogar, en una pequeña ceremonia a la que asistieron algunas de las familias nobles de las ciudades aliadas de Dardania. Luego, se volvió hacia el sacerdote, quién posó su mano sobre la cabeza de su hijo para bendecirlo.

    El sacerdote comenzó a recitar plegarias sagradas para el Portador de Tormentas, pero su voz, vieja y astillada como la corteza de un viejo roble, flotó a un lugar lejano para Afro. Ocupaba su sitio junto al resto de los sirvientes congregados en el patio del palacio, entre las sombras que retrocedían ante el fuego de las antorchas dispuestas a su alrededor. Se refugio bajo el largo velo que caía detrás de su espalda. Aunque era una noche de verano, el aire cargado del dulce aroma del incienso y jazmín estaba bastante fresco.

    ────¡Zeus Cronión! Portador del rayo, centelleante, tonante, fulminante; escúchanos ahora…

    Afro apretó las manos frente a su estómago y observó con cierto anhelo a los nobles aglomerados en el interior. No iba a negarlo: le habría encantado tener un sitio delante de todo ese gran gentío, a un lado de la reina Temiste, presenciando la ceremonia como lo que realmente era: la madre de Eneas. No obstante, estar hasta atrás también tenía sus ventajas; y es que mientras la ceremonia transcurría, Afro había tenido la ocasión de examinar con ojo curioso a los invitados.

    Observó sus ropajes, la calidad de las telas que eran superiores a lo que ella llevaba puesto, los colores, los bordados tan finos hechos con hilos de oro. Un hermoso collar de cuentas de ámbar rodeaba el cuello de una noble, resaltando el color de sus ojos felinos. «Ah, esta sabe perfectamente lo que lleva sobre las clavículas. Es su mejor arma, es obvio que acaparará todas las miradas. Y ya veo algunos cuellos curiosos erguidos en su dirección». Pensó Afro, apenas disimulando una sonrisa.

    En el otro extremo del salón, un hombre de túnica azul oscuro estaba parado a un costado de una columna, Afro arqueó una ceja. No parecía haber recibido la invitación con mucha antelación; había sido uno de los últimos invitados en atravesar las puertas y su sonrisa, aunque amable y cortes, supo ocultar el color en sus mejillas. ¿Habría corrido a toda prisa para llegar hasta el palacio? Una pulsera de diminutas conchas rodeaba su muñeca. Eso le hizo sospechar que quizás el hombre venía de las costas de Licia.

    Pero de todos los invitados, un grupo en particular llamó su atención. Nunca había visto a ninguno, a pesar de que había escuchado sus nombres; hacían compañía a la reina Temiste. La cercanía en su trato, la naturalidad con la que hablaban, tan amena y cercana, le indicó que ya existía confianza entre ellos desde hace un tiempo. Más tarde, Anquises se encargaría de contarle que se trataba de la casa real de Ilión (Troya). El rey Príamo con su corona de lapislázuli que resaltaba sobre la cascada de cabellos negros, llevaba del brazo a la reina Hécuba de mirada vivas y gentil. Y a su lado, se encontraban sus hijos, sosteniendo ramas de olivo y laurel entre sus manitas. Por la forma en que sus dedos jugueteaban con los tallos frescos, era evidente el gran esfuerzo que estaban poniendo en no pelear, ni bostezar.

    Que buenos estaban siendo esos niños, había pensado para sus adentros. Si ella tuviera ese nivel de paciencia, probablemente habría hecho grandes proezas hace mucho. Era un logro que debía reconocerse.

    Y casi como si le hubiera leído las palabras en la mente, la hija pequeña de Príamo giró la cabeza, en su dirección.

    Afro contuvo la respiración cuando esos ojos de obsidiana cruzaron con los suyos. ¿Por qué… esa niña la miraba así? Era la expresión de alguien que había encontrado un cabello en su comida y empieza, meticulosamente, a hacer una lista mental de posibles cabezas sospechosas a quién podría pertenecer esa hebra. Era la primera vez que un niño mortal la observaba de esa manera, con tanta suspicacia, y eso, para su propia sorpresa, le provocó un ligero nerviosismo.

    Forzó una sonrisa, la más amable que sus labios consiguieron esbozar y discretamente levantó la mano para saludarla. Pero su gesto se derritió al instante, como la nieve bajo el sol de primavera. La niña no solo no le devolvió el saludo, sino que su expresión ceñuda se tornó aún más analítica. Tragó saliva, aunque incomoda, Afro no se achicó, ni rompió el contacto visual. Dejó que la niña hiciera su análisis sobre ella, convirtiéndose en el objetivo de contemplación de su estudio. Creyó que la descomponía pieza por pieza, hasta entender cada función, o al menos, eso intentaba ¿Podía culparla? En su edad más temprana, motivada por la curiosidad inocente, Afro habría hecho lo mismo con una ostra y un cangrejo que encontró en las orillas de la playa de Chipre, la primera vez que pisó tierra firme después de su nacimiento en el seno de las profundidades del mar. Los dioses crecían a una velocidad alarmante, así que cuando el oleaje terminó de dar forma a la carne y la sangre celestial de su padre que habían sido arrojados al mar, las olas expulsaron a la superficie a una niña que, aunque frágil, tenía la fuerza suficiente en las extremidades para nadar hasta la costa.

    Su conocimiento sobre el mundo era limitado y sin nadie quién la supervisara, se dedicó a caminar por la playa desierta. La playa de arenas blancas era enorme, los árboles frondosos que se alzaban a la distancia no le inspiraron el menor deseo de adentrarse en su espesura. Vagó sin rumbo hasta que algo capturó su atención: una ostra. Era liviana entre sus manos y al no oír sonido alguno al sacudirla junto a su oído, la abrió con ayuda de una piedra de punta afilada. Dentro encontró un par de perlas que después convertiría en los pendientes que ahora llevaba puestos.

    Más adelante halló un cangrejo caminando detrás de una roca enorme. Se acuclilló para observarlo, fascinada por esa forma tan peculiar de moverse de lado. Cada vez que intentaba llegar al mar, ella le cortaba el paso con la mano. El pequeño insistía, avanzando primero hacia un lado y luego hacia el otro, y ella, divertida, volvía a interponerse. Un duelo de paciencia que él perdió primero. Entre risas, cuando volvió a bloquearle el camino, el cangrejo esa vez cerró sus pinzas con firmeza alrededor de su dedo.

    Gracias a los dioses, el sacerdote terminó su labor, poniendo fin al análisis de aquella niña troyana. La reina Hécuba tomó de la mano a la niña para conducirla junto a sus hermanos al frente, y fue entonces que Afro descubrió el nombre de aquella chiquilla.

    ────Ven, Cassandra ─le dijo su madre─. Vamos a llevarle nuestros regalos al príncipe.

    Dedicándole una última mirada que prometía continuar con el estudio de su persona más tarde y sin hacer más, obediente, Cassandra dio media vuelta y se perdió entre la multitud de nobles que se amontonaba junto a sus hijos para presentar sus regalos a Eneas. Su familia se situó en el lugar de preeminencia que les correspondía, siendo ellos los primeros en entregar sus obsequios. Solo los hijos mayores de Príamo pasaron al frente para ofrecer las ramitas de olivo y laurel al pequeño príncipe. Claro, Eneas los observaba confundido con sus grandes ojitos. No comprendía lo que estaba ocurriendo. Pero su hijo ya desde bebé era valiente, ninguna sombra de duda o temor cubrió su rostro ante ninguno de esos extraños que se acercaron a darle la bienvenida al mundo.

    El banquete dio inicio y el palacio se llenó de música, cantos y risas. Las antorchas danzaban en los muros y las voces se mezclaron con el sonido de las copas. En lo que restó de la noche, Afro no volvió a saber nada de Cassandra ni de sus analíticos ojos de obsidiana. Por un momento, Afro se sintió como aquel cangrejo en la playa, solo que, a diferencia de él, ella ahora no tenía pinzas con que defenderse.

    Y no las necesitaba.
    𝐂𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄𝐉𝐎 - 𝐕𝐈 🦀 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 ────Yo, Anquises, hijo de Capis, descendiente Dárdano, presento ahora a mi hijo Eneas ante los dioses para pedir su protección y sus bendiciones. Al tercer día, como dictaban las costumbres de los troyanos, Anquises había alzado a su hijo frente al fuego del hogar, en una pequeña ceremonia a la que asistieron algunas de las familias nobles de las ciudades aliadas de Dardania. Luego, se volvió hacia el sacerdote, quién posó su mano sobre la cabeza de su hijo para bendecirlo. El sacerdote comenzó a recitar plegarias sagradas para el Portador de Tormentas, pero su voz, vieja y astillada como la corteza de un viejo roble, flotó a un lugar lejano para Afro. Ocupaba su sitio junto al resto de los sirvientes congregados en el patio del palacio, entre las sombras que retrocedían ante el fuego de las antorchas dispuestas a su alrededor. Se refugio bajo el largo velo que caía detrás de su espalda. Aunque era una noche de verano, el aire cargado del dulce aroma del incienso y jazmín estaba bastante fresco. ────¡Zeus Cronión! Portador del rayo, centelleante, tonante, fulminante; escúchanos ahora… Afro apretó las manos frente a su estómago y observó con cierto anhelo a los nobles aglomerados en el interior. No iba a negarlo: le habría encantado tener un sitio delante de todo ese gran gentío, a un lado de la reina Temiste, presenciando la ceremonia como lo que realmente era: la madre de Eneas. No obstante, estar hasta atrás también tenía sus ventajas; y es que mientras la ceremonia transcurría, Afro había tenido la ocasión de examinar con ojo curioso a los invitados. Observó sus ropajes, la calidad de las telas que eran superiores a lo que ella llevaba puesto, los colores, los bordados tan finos hechos con hilos de oro. Un hermoso collar de cuentas de ámbar rodeaba el cuello de una noble, resaltando el color de sus ojos felinos. «Ah, esta sabe perfectamente lo que lleva sobre las clavículas. Es su mejor arma, es obvio que acaparará todas las miradas. Y ya veo algunos cuellos curiosos erguidos en su dirección». Pensó Afro, apenas disimulando una sonrisa. En el otro extremo del salón, un hombre de túnica azul oscuro estaba parado a un costado de una columna, Afro arqueó una ceja. No parecía haber recibido la invitación con mucha antelación; había sido uno de los últimos invitados en atravesar las puertas y su sonrisa, aunque amable y cortes, supo ocultar el color en sus mejillas. ¿Habría corrido a toda prisa para llegar hasta el palacio? Una pulsera de diminutas conchas rodeaba su muñeca. Eso le hizo sospechar que quizás el hombre venía de las costas de Licia. Pero de todos los invitados, un grupo en particular llamó su atención. Nunca había visto a ninguno, a pesar de que había escuchado sus nombres; hacían compañía a la reina Temiste. La cercanía en su trato, la naturalidad con la que hablaban, tan amena y cercana, le indicó que ya existía confianza entre ellos desde hace un tiempo. Más tarde, Anquises se encargaría de contarle que se trataba de la casa real de Ilión (Troya). El rey Príamo con su corona de lapislázuli que resaltaba sobre la cascada de cabellos negros, llevaba del brazo a la reina Hécuba de mirada vivas y gentil. Y a su lado, se encontraban sus hijos, sosteniendo ramas de olivo y laurel entre sus manitas. Por la forma en que sus dedos jugueteaban con los tallos frescos, era evidente el gran esfuerzo que estaban poniendo en no pelear, ni bostezar. Que buenos estaban siendo esos niños, había pensado para sus adentros. Si ella tuviera ese nivel de paciencia, probablemente habría hecho grandes proezas hace mucho. Era un logro que debía reconocerse. Y casi como si le hubiera leído las palabras en la mente, la hija pequeña de Príamo giró la cabeza, en su dirección. Afro contuvo la respiración cuando esos ojos de obsidiana cruzaron con los suyos. ¿Por qué… esa niña la miraba así? Era la expresión de alguien que había encontrado un cabello en su comida y empieza, meticulosamente, a hacer una lista mental de posibles cabezas sospechosas a quién podría pertenecer esa hebra. Era la primera vez que un niño mortal la observaba de esa manera, con tanta suspicacia, y eso, para su propia sorpresa, le provocó un ligero nerviosismo. Forzó una sonrisa, la más amable que sus labios consiguieron esbozar y discretamente levantó la mano para saludarla. Pero su gesto se derritió al instante, como la nieve bajo el sol de primavera. La niña no solo no le devolvió el saludo, sino que su expresión ceñuda se tornó aún más analítica. Tragó saliva, aunque incomoda, Afro no se achicó, ni rompió el contacto visual. Dejó que la niña hiciera su análisis sobre ella, convirtiéndose en el objetivo de contemplación de su estudio. Creyó que la descomponía pieza por pieza, hasta entender cada función, o al menos, eso intentaba ¿Podía culparla? En su edad más temprana, motivada por la curiosidad inocente, Afro habría hecho lo mismo con una ostra y un cangrejo que encontró en las orillas de la playa de Chipre, la primera vez que pisó tierra firme después de su nacimiento en el seno de las profundidades del mar. Los dioses crecían a una velocidad alarmante, así que cuando el oleaje terminó de dar forma a la carne y la sangre celestial de su padre que habían sido arrojados al mar, las olas expulsaron a la superficie a una niña que, aunque frágil, tenía la fuerza suficiente en las extremidades para nadar hasta la costa. Su conocimiento sobre el mundo era limitado y sin nadie quién la supervisara, se dedicó a caminar por la playa desierta. La playa de arenas blancas era enorme, los árboles frondosos que se alzaban a la distancia no le inspiraron el menor deseo de adentrarse en su espesura. Vagó sin rumbo hasta que algo capturó su atención: una ostra. Era liviana entre sus manos y al no oír sonido alguno al sacudirla junto a su oído, la abrió con ayuda de una piedra de punta afilada. Dentro encontró un par de perlas que después convertiría en los pendientes que ahora llevaba puestos. Más adelante halló un cangrejo caminando detrás de una roca enorme. Se acuclilló para observarlo, fascinada por esa forma tan peculiar de moverse de lado. Cada vez que intentaba llegar al mar, ella le cortaba el paso con la mano. El pequeño insistía, avanzando primero hacia un lado y luego hacia el otro, y ella, divertida, volvía a interponerse. Un duelo de paciencia que él perdió primero. Entre risas, cuando volvió a bloquearle el camino, el cangrejo esa vez cerró sus pinzas con firmeza alrededor de su dedo. Gracias a los dioses, el sacerdote terminó su labor, poniendo fin al análisis de aquella niña troyana. La reina Hécuba tomó de la mano a la niña para conducirla junto a sus hermanos al frente, y fue entonces que Afro descubrió el nombre de aquella chiquilla. ────Ven, Cassandra ─le dijo su madre─. Vamos a llevarle nuestros regalos al príncipe. Dedicándole una última mirada que prometía continuar con el estudio de su persona más tarde y sin hacer más, obediente, Cassandra dio media vuelta y se perdió entre la multitud de nobles que se amontonaba junto a sus hijos para presentar sus regalos a Eneas. Su familia se situó en el lugar de preeminencia que les correspondía, siendo ellos los primeros en entregar sus obsequios. Solo los hijos mayores de Príamo pasaron al frente para ofrecer las ramitas de olivo y laurel al pequeño príncipe. Claro, Eneas los observaba confundido con sus grandes ojitos. No comprendía lo que estaba ocurriendo. Pero su hijo ya desde bebé era valiente, ninguna sombra de duda o temor cubrió su rostro ante ninguno de esos extraños que se acercaron a darle la bienvenida al mundo. El banquete dio inicio y el palacio se llenó de música, cantos y risas. Las antorchas danzaban en los muros y las voces se mezclaron con el sonido de las copas. En lo que restó de la noche, Afro no volvió a saber nada de Cassandra ni de sus analíticos ojos de obsidiana. Por un momento, Afro se sintió como aquel cangrejo en la playa, solo que, a diferencia de él, ella ahora no tenía pinzas con que defenderse. Y no las necesitaba.
    Me encocora
    Me gusta
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Buenas, buenas, ¿Cómo estuvo su día? ,¿Todo bien?
    Taihou te manda besos,saludos y buenas vibras para que tengas un lunes lleno de buen ánimo
    Buenas, buenas, ¿Cómo estuvo su día? ,¿Todo bien? Taihou te manda besos,saludos y buenas vibras para que tengas un lunes lleno de buen ánimo ✨🍀
    Me encocora
    Me gusta
    Me endiabla
    7
    0 turnos 0 maullidos
  • La vida nos ha puesto bastantes pruebas que pudieron acabar en un feo deselance, vivimos lo que es "te amare en más buenas y en las malas" y puedo decir que la vida fue buena para ambos.
    Apesar de todo, nunca soltamos nuestras manos y fuimos valientes ante las adversidades.

    Lo que me da un abrazo en el corazón es cuando apesar de un día complicado, nos dormimos abrazados recordando lo cuánto nos amamos y lo bonito que es ver crecer a nuestros hijos.

    Debí de decir que definitivamente, mi parte favorita del día es cuando sale la luna y solamente somos tu y yo en nuestra cama. Recordando el día que nos conocimos, el primer beso, nuestra boda, tal vez nuestra primera pelea que ahora nos causa humor, el día que nos enteramos que venía nuestro primer bebé. Nuestra cama se ha convertido nuestro refugio intimo, nuestras reconciliaciones, nuestras risas, nuestros momentos de locuras.

    Aaron Mckein Eres el amor de mi vida, eres la persona que cuida mi corazón como si fuera el mayor tesoro. Eres el mejor padre, un padre totalmente amoroso y Cariñoso que ñrotegueria sin pensar a su familia, eres el mejor amigo que pide tener, el que siempre me escucha y está a mi lado. Eres todo lo lindo que siempre soñe, lo que mi corazón siempre deseo.

    Gracias por estar a mi lado, amor mío.
    Solo deseo tener más noches a tu lado y que nuestro amor sea eterno.
    La vida nos ha puesto bastantes pruebas que pudieron acabar en un feo deselance, vivimos lo que es "te amare en más buenas y en las malas" y puedo decir que la vida fue buena para ambos. Apesar de todo, nunca soltamos nuestras manos y fuimos valientes ante las adversidades. Lo que me da un abrazo en el corazón es cuando apesar de un día complicado, nos dormimos abrazados recordando lo cuánto nos amamos y lo bonito que es ver crecer a nuestros hijos. Debí de decir que definitivamente, mi parte favorita del día es cuando sale la luna y solamente somos tu y yo en nuestra cama. Recordando el día que nos conocimos, el primer beso, nuestra boda, tal vez nuestra primera pelea que ahora nos causa humor, el día que nos enteramos que venía nuestro primer bebé. Nuestra cama se ha convertido nuestro refugio intimo, nuestras reconciliaciones, nuestras risas, nuestros momentos de locuras. [Aaron_Mckein] Eres el amor de mi vida, eres la persona que cuida mi corazón como si fuera el mayor tesoro. Eres el mejor padre, un padre totalmente amoroso y Cariñoso que ñrotegueria sin pensar a su familia, eres el mejor amigo que pide tener, el que siempre me escucha y está a mi lado. Eres todo lo lindo que siempre soñe, lo que mi corazón siempre deseo. Gracias por estar a mi lado, amor mío. Solo deseo tener más noches a tu lado y que nuestro amor sea eterno.
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    || Salaverga se activo otra vez en modo supervivencia en esta madre llamada adultez ಠ⁠_⁠ಠ y después está mi cachorra cachonda a esperar a diciembre para cerrar la fabrica de lomitos.

    Andaré intermitente
    || Salaverga se activo otra vez en modo supervivencia en esta madre llamada adultez ಠ⁠_⁠ಠ y después está mi cachorra cachonda a esperar a diciembre para cerrar la fabrica de lomitos. Andaré intermitente
    Me shockea
    1
    1 comentario 0 compartidos
  • Porque no salir de lo usual este inicio de semana....?

    "Ay, pero ven tantito
    Es la única vez que te voy a contar mi secreto
    Si no tuvieras compromiso, te perdería el respeto

    Y si no fuera un caballero, te lo juro
    Te arrancaba de sus brazos sin pensarlo ni un segundo
    Eres la mujer que más me gusta en el mundo
    Pero tengo un respeto por ese suertudo"

    https://youtu.be/HchFhmF2734?si=zSqL9xu6QntWkiUP
    Porque no salir de lo usual este inicio de semana....? "Ay, pero ven tantito Es la única vez que te voy a contar mi secreto Si no tuvieras compromiso, te perdería el respeto Y si no fuera un caballero, te lo juro Te arrancaba de sus brazos sin pensarlo ni un segundo Eres la mujer que más me gusta en el mundo Pero tengo un respeto por ese suertudo" https://youtu.be/HchFhmF2734?si=zSqL9xu6QntWkiUP
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • ⸻ Ehhh... pssst.... 𝐃𝐀𝐌𝐎𝐍 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐓𝐎𝐑𝐄. Dime que no estás haciendo ninguna maldad...
    ⸻ Ehhh... pssst.... [HANDS0MESALVATORE]. Dime que no estás haciendo ninguna maldad...
    Me enjaja
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    -Un escalofrío recorrió la espalda del conocido "Tigre de la calle Ares" al leer y saber tal petición de la única mujer importante en su vida.. si, sudo frío recordando aquellas palabras que siempre se ah repetido: "Haré lo posible y necesario para tenerla feliz" por un solo momento, sabía que haría algo de lo que iba a arrepentirse...-

    Sólo... sólo es una semana.. no hay porque temer... que podría salir mal?
    -Un escalofrío recorrió la espalda del conocido "Tigre de la calle Ares" al leer y saber tal petición de la única mujer importante en su vida.. si, sudo frío recordando aquellas palabras que siempre se ah repetido: "Haré lo posible y necesario para tenerla feliz" por un solo momento, sabía que haría algo de lo que iba a arrepentirse...- Sólo... sólo es una semana.. no hay porque temer... que podría salir mal?
    En emoción de los próximos días, Halloween y nuestro bello día de muertos, todo miembro de la familia, hará un especial de Disfraz, o cambio de pjs, por tales celebraciones, así que pueden pedir sus opciones, no importa si es Game, Anime se hará toda clase de pj, menos el mayor de la familia, el no es.. apto para el cambio de sexo, es la única excepción, anímense y hagan sus pedidos! Todo miembro está dentro del evento, hoy iniciamos hasta el día 2 de noviembre!

    La única regla es no hacer peticiones de Disfraz o cambio muy +18, razón? No queremos que nos cierren o limiten cuentas!
    0 comentarios 0 compartidos
  • " Durante un tiempo el Basilio Rey dejo su palacio a cargo de sus Feridas y se retiró a un lugar más tranquilo, en las montañas de Inglaterra en un bosque profundo construyó una cabaña, en ese lugar decidió vivir un tiempo mientras entrenaba y cuidaba de su hija Zelina, la princesa Zeilen, en aquellos días la pequeña princesa llevaba todo tipo de animales a la cabaña, pero Zet constantemente le repetía que no quería animales en la casa, el Basilio es delicado y los animales que Zelina llevaba a la casa en su mayoría eran cachorros de lobo, de jaguar he incluso algunos monos, por más que le llamara la atención la pequeña seguía haciendo de las suyas, el Basilio no tiene experiencia cuidando niños y se le ha hecho difícil, con el tiempo la cabaña fue creciendo hasta ser un complejo grande de tres pisos y varias habitaciones, un día Zet se ve obligado a a salir a un pueblo cercano en busca de algunas cosas, Zelina estaba muy entretenida pintando los muros de la cabaña y haciendo dibujos en sus columnas de madera, a Zet no le preocupa dejarla sola, los Basilios son muy independientes, especialmente las mujeres, y aún siendo una infante Zelina es la criatura más peligrosa de la montaña, no hay animal que pueda herir a la niña, de igual forma nunca está sola, el espíritu de Nomadachi siempre la acompaña y le cuida desde la sombra, el Basilio se fue tranquilamente, el día transcurrió muy rápido, llegó a casa muy tarde, a unos treinta kilómetros de distancia el varón se pone en alerta, un olor desconocido, proviene de la casa, en segundos Zet estaba en la cabaña, todo parecía muy tranquilo y en orden, entra sigilosamente a la cabaña, el olor se hace más intenso, proviene del sótano, dejo las cosas en la mesa sin hacer ruido, bajo las escaleras muy lentamente, y vaya sorpresa la que se encontraría, su pequeña princesa estaba bien dormida acurrucada bajo el cuidado de una Criatura, una bestia que los Basilios conocen como Dagon, una raza de criaturas extrañas, míticas, poderosas y salvajes, normalmente se alejan de la presencia de los Basilios, pero al parecer este había forjado una amistad con la pequeña Zelina, pero desde cuándo ?? Y como el Basilio Rey nunca se dió cuenta de su existencia, el varón si quedó impresionado con aquello que sus ojos veían, pero no le disgusto, recordó que él en su edad de infante era igual, siempre llevando animales al palacio, aquellos le hace sonreír, subió los escalones en silencio y les dejo dormir, aunque parece peligroso de cierta forma también es algo que la da tranquilidad, bajo el cuidado de esa criatura no hay nada que se le pueda acercar a Zelina con malas intenciones .
    " Durante un tiempo el Basilio Rey dejo su palacio a cargo de sus Feridas y se retiró a un lugar más tranquilo, en las montañas de Inglaterra en un bosque profundo construyó una cabaña, en ese lugar decidió vivir un tiempo mientras entrenaba y cuidaba de su hija Zelina, la princesa Zeilen, en aquellos días la pequeña princesa llevaba todo tipo de animales a la cabaña, pero Zet constantemente le repetía que no quería animales en la casa, el Basilio es delicado y los animales que Zelina llevaba a la casa en su mayoría eran cachorros de lobo, de jaguar he incluso algunos monos, por más que le llamara la atención la pequeña seguía haciendo de las suyas, el Basilio no tiene experiencia cuidando niños y se le ha hecho difícil, con el tiempo la cabaña fue creciendo hasta ser un complejo grande de tres pisos y varias habitaciones, un día Zet se ve obligado a a salir a un pueblo cercano en busca de algunas cosas, Zelina estaba muy entretenida pintando los muros de la cabaña y haciendo dibujos en sus columnas de madera, a Zet no le preocupa dejarla sola, los Basilios son muy independientes, especialmente las mujeres, y aún siendo una infante Zelina es la criatura más peligrosa de la montaña, no hay animal que pueda herir a la niña, de igual forma nunca está sola, el espíritu de Nomadachi siempre la acompaña y le cuida desde la sombra, el Basilio se fue tranquilamente, el día transcurrió muy rápido, llegó a casa muy tarde, a unos treinta kilómetros de distancia el varón se pone en alerta, un olor desconocido, proviene de la casa, en segundos Zet estaba en la cabaña, todo parecía muy tranquilo y en orden, entra sigilosamente a la cabaña, el olor se hace más intenso, proviene del sótano, dejo las cosas en la mesa sin hacer ruido, bajo las escaleras muy lentamente, y vaya sorpresa la que se encontraría, su pequeña princesa estaba bien dormida acurrucada bajo el cuidado de una Criatura, una bestia que los Basilios conocen como Dagon, una raza de criaturas extrañas, míticas, poderosas y salvajes, normalmente se alejan de la presencia de los Basilios, pero al parecer este había forjado una amistad con la pequeña Zelina, pero desde cuándo ?? Y como el Basilio Rey nunca se dió cuenta de su existencia, el varón si quedó impresionado con aquello que sus ojos veían, pero no le disgusto, recordó que él en su edad de infante era igual, siempre llevando animales al palacio, aquellos le hace sonreír, subió los escalones en silencio y les dejo dormir, aunque parece peligroso de cierta forma también es algo que la da tranquilidad, bajo el cuidado de esa criatura no hay nada que se le pueda acercar a Zelina con malas intenciones .
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Mnnhhg~... Podrías hacerme el favor de apagar el sol?... No quiero salir de la cama~...
    Mnnhhg~... Podrías hacerme el favor de apagar el sol?... No quiero salir de la cama~...
    Me encocora
    Me entristece
    Me enjaja
    Me endiabla
    6
    5 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados